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LOS NOMBRES DE DIOS - Parte 3 - Yahweh-Ropheka, Dr. Stephen Jones

 


https://godskingdom.org/blog/2023/04/the-names-of-god-part-3-jehovah-ropheka

El segundo nombre de Dios fue revelado a Moisés y a los israelitas en Éxodo 15: 26,

26 Y dijo: "Si dieres oído a la voz de Yahweh tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, no pondré sobre vosotros ninguna de las enfermedades que he puesto sobre los egipcios; porque Yo, Yahweh, soy vuestro sanador".

Esta revelación se produjo en el contexto de la sanación de las aguas amargas de Mara, que “se volvieron dulces” (Éxodo 15: 25) después de que Moisés arrojó un árbol en ellas.

Esta revelación se dio siglos después de la revelación de Yahweh-Jireh. El primero reveló el hecho de que Dios ve nuestra necesidad y provee para esa carencia; el segundo amplió esto para incluir la necesidad de sanación. Así como el primero se basaba en el sacrificio del Hijo de Dios representado en el carnero atrapado en la zarza, también el segundo apuntaba a la cruz ("árbol") como la base de la sanidad.



Las Aguas Amargas de Mara

Marah significa literalmente "amargo". Dios usó estas aguas amargas como una metáfora para los corazones de los hombres. Hebreos 12: 15 dice,

15 Mirad bien de que nadie deje de alcanzar la gracia de Dios; para que ninguna raíz de amargura brotando os estorbe, y por ella muchos sean contaminados.

La amargura del corazón, cuyas raíces se remontan al pecado de Adán, es un problema universal. El pecado de Adán trajo la muerte (mortalidad) a todos los hombres (Romanos 5: 12), que, a su vez, es la raíz de todo pecado. La muerte también cortó a todos los hombres del árbol de la vida y oscureció su entendimiento. Esta falta de comprensión crea amargura, ya que el alma clama: "¿Por qué estoy en esta condición?" La respuesta se encuentra en las Escrituras, por supuesto, pero la mayor parte del mundo sigue sin estar iluminado, e incluso aquellos que estudian la Palabra de Dios tienen un entendimiento limitado.

Así que por el corazón de amargura, los hombres tropiezan en la oscuridad, culpando a Dios por sus problemas. Y, de hecho, Dios es responsable, ya que impuso la sentencia de muerte sobre Adán y vendió su propiedad en servidumbre. Queda para los hombres, sin embargo, enfrentar la terrible seriedad del pecado, sus consecuencias y el justo juicio de Dios.

Una raíz de amargura es evidencia de que los hombres piensan que Dios ha sido injusto con ellos. Una cosa es saber que Dios es responsable de imponernos la mortalidad, con todas sus consecuencias; otra cosa es culpar a Dios por esto. La responsabilidad de Dios se basa en su soberanía; culparle es estar en desacuerdo con sus juicios y negarle los derechos que un creador tiene.

La solución es la cruz, representada por el árbol que Moisés arrojó a las aguas de Mara. No existe una explicación natural para el árbol que cura las aguas. Si hubieran existido árboles cerca que hubieran endulzado químicamente el agua, seguramente alguien lo habría descubierto antes. Era ilógico desde la perspectiva humana pensar que al arrojar cierto árbol al agua, se volvería dulce. Pero la lógica y la sabiduría espirituales están por encima de la lógica y la sabiduría de los hombres.

Por lo tanto, Pablo nos dice en 1ª Corintios 1: 17-18,

17 Porque no me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el evangelio, no con palabras [logos] ingeniosas, para que no se haga vana la cruz de Cristo. 18 Porque la palabra [logos] de la cruz es locura [ilógica] para los que se pierden [los mortales], pero para nosotros, los que se salvan, es poder de Dios.

Pablo fue educado en los principios de la lógica de Aristóteles, pero atribuyó tal lógica a la sabiduría de los hombres. La palabra logos es de donde derivamos nuestra palabra lógica. La lógica de la cruz es ilógica para los hombres mortales, pero para nosotros “es poder de Dios”. El principal ejemplo de esto, dice Pablo, es que Dios enviaría a su Hijo a morir en una cruz para salvar al mundo. Sin embargo, en los días de Moisés, el ejemplo era poner un árbol en las aguas amargas para endulzarlas.



Por su flagelación

La muerte de Cristo en la cruz trajo salvación al mundo, pero la paliza que recibió antes de su crucifixión es lo que nos trajo sanidad. Así leemos en Isaías 53: 5,

5 Pero él fue traspasado por nuestras transgresiones, molido [magullado] por nuestras iniquidades; el castigo por nuestro bien cayó sobre Él, y por su flagelación (azotes) fuimos curados.

Cuando el costado de Jesús fue traspasado, fue una herida abierta que trajo la solución a las transgresiones abiertas y manifiestas. Cuando fue aplastado o magullado por una herida interior, fue la solución a una herida interior del corazón. La iniquidad es la condición del corazón herido interiormente, que, creo, es la herida mortal de la mortalidad. Sin embargo, “por su flagelación fuimos curados”. Cada aspecto de su crucifixión tuvo su propio valor.

La Ley habla de la flagelación como método de enjuiciamiento de los delitos que no implican pago de restitución. Deuteronomio 25: 2-3 dice:

2 entonces será si el impío merece ser azotado, entonces el juez lo hará acostarse y será azotado en su presencia con el número de azotes de acuerdo a su culpa. 3 Le podrá azotar cuarenta veces, pero no más, para que no le azote con muchos más azotes que éstos, y tu hermano no sea degradado ante tus ojos.

En la película La Pasión de Cristo, representaron a Cristo siendo golpeado unas 60 veces. Los guionistas no entendían la Ley. Cristo cumplió la Ley en Deuteronomio 25: 3, así que creo que fue golpeado con 40 azotes para traer sanidad completa a todos. Los judíos de la época normalmente golpeaban a las personas con solo 39 latigazos para evitar violar la Ley. Entonces Pablo escribe en 2º Corintios 11: 24,

24 Cinco veces recibí de los judíos treinta y nueve latigazos.

La KJV dice más literalmente,

24 De los judíos, cinco veces recibí cuarenta azotes menos uno.

Se puede argumentar que a los romanos que lo golpearon no les importaba la Ley, pero ciertamente estaban al tanto de las costumbres judías y habrían sido sensibles a esto. Además, los romanos no querían crucificar a Jesús, por lo que es poco probable que lo hubieran golpeado 60 veces. Aun así, la conclusión es que Jesús cumplió la Ley y tomó sobre Sí mismo la pena total de la Ley. Esto es lo que hace que la Ley sea profética. Por lo tanto, Deuteronomio 25: 3 profetizaba que Jesús recibiría 40 azotes, los cuales, según Isaías, aseguraron nuestra sanidad.



Nuestro Sanador

Yahweh-Ropheka (Rafá, Rapha) es nuestro Sanador. El nombre se deriva de la palabra hebrea rapha, "remendar con puntos, reparar, curar". La palabra se usa también en Jeremías 19: 11 para Jerusalén, diciendo:

11 y diles: Así ha dicho Yahweh de los ejércitos: Así quebrantaré a este pueblo y a esta ciudad, como quien quiebra una vasija de alfarero, que ya no puede ser reparada [rapha]'.

Se decía que la enfermedad de Jerusalén era incurable. El profeta nos muestra la razón en los versículos anteriores. Fue debido a su práctica de sacrificios humanos en el valle de Ben-hinom. Este valle fuera de Jerusalén fue conocido más tarde en griego como la Gehenna. Por lo tanto, también estaban dispuestos a matar a los profetas, porque Jesús dijo en Mateo 23: 31-33,

31 Así que testificáis contra vosotros mismos, que sois hijos de los que mataron a los profetas. 32 Colmad, pues, la medida de la culpa de vuestros padres. 33 Serpientes, generación de víboras, ¿cómo escaparéis de la sentencia del infierno [Gehenna]?

El Hades es el sepulcro de los hombres (1ª Corintios 15: 55 KJV): pero la Gehenna era el cementerio de la Jerusalén terrenal (como ciudad). No hay cura para Babilonia, Jerusalén o el Sistema Mundial en su conjunto. Éstos serán eliminados para hacer libres a todos los hombres y traer sanidad a las naciones a través de las hojas del Árbol de la Vida (Apocalipsis 22: 2).

En Éxodo 15: 26 leemos cómo la obediencia a la voz de Dios también está relacionada con la sanidad. Dios dice que puso enfermedades sobre los egipcios a causa de su pecado y quitó esas enfermedades de los israelitas a causa de su obediencia a sus mandamientos. Hay una cláusula de "si, ..." aquí, que condiciona la curación a la obediencia. La fe viene por el oír (Romanos 10: 17), y la obediencia es la evidencia de la fe (Santiago 2: 20, 26).

La causa original de toda enfermedad fue el pecado de Adán, pero a veces, nuestras propias enfermedades son causadas por nuestro propio pecado. Si ese es el caso, debe abordarse primero. Esto se sugiere en Santiago 5: 14-15,

14 ¿Está alguno enfermo entre vosotros? Entonces tiene que llamar a los ancianos de la iglesia y ellos han de orar por él, ungiéndolo con aceite en el nombre del Señor [¿Yahweh-Ropheka?], 15 y la oración ofrecida con fe restaurará al que está enfermo, y el Señor lo levantará, y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados.

Por lo tanto, cuando necesitamos sanidad, debemos entender que en nuestra búsqueda para curar una enfermedad específica, existe una necesidad más profunda que también debe abordarse. Yahweh-Ropheka es nuestro sanador, y Él sana en diferentes niveles. Muchos han sido sanados de enfermedades o dolencias sin dejar de ser mortales.

La mortalidad es sanada por la vida de resurrección, que los creyentes reciben hoy (Romanos 6: 5) cuando son engendrados por el Espíritu y transfieren su identidad del antiguo ser mortal al nuevo ser inmortal. Sin embargo, el problema completo no se resuelve hasta que resuciten o sean transformados con el grupo, como lo describe Pablo en 1ª Corintios 15: 51-53.

Entonces, podemos ver cómo Yahweh-Ropheka sana en muchos niveles, tanto ahora como en el futuro. Como Él sana hoy, tenemos el derecho de invocarlo para que sane.


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