La semana pasada estudié 1º Crónicas 29, donde leemos cómo el rey David reunió todos los recursos necesarios para construir el templo para que Salomón pudiera hacer ese proyecto. En 1º Crónicas 29: 3 KJV habla de otro fondo, "de oro y de plata, que he dado para la casa de mi Dios, además de todo lo que he preparado para la santa casa". En el versículo 4 dio 3.000 talentos de oro y 10.000 talentos de plata. Esta fue una cantidad considerable de dinero.
El versículo 5 luego agrega: "¿Y quién, pues, está dispuesto a consagrar su servicio [dar su ofrenda] hoy al Señor ?" La gente misma dio un paso al frente...
7 y dio para el servicio de la casa de Dios de oro cinco mil talentos y diez mil dracmas, y de plata diez mil talentos, y de bronce dieciocho mil talentos y cien mil talentos de hierro.
Colectivamente, dieron más de lo que David dio como individuo. Las Escrituras no nos dicen directamente el propósito de este fondo, pero nuestra propia revelación lo trata como un fondo que fue depositado en lo que hoy llamaríamos un banco nacional. Que esto fuera "ofrecido voluntariamente" (v. 9), deja claro que era una ofrenda a Dios no algo obligatorio. No obstante, todas las ofrendas tienen un valor propio en relación a la unión (comunión, vinculación) de uno con Dios. Esta ofrenda en particular no fue una excepción.
Según nuestra revelación, Dios ha relacionado esta ofrenda con el diezmo que Abraham le dio a Melquisedec cuando regresó de la batalla contra los cinco reyes de Sinar. Melquisedec fue el constructor de la Ciudad de Salem (es decir, Yeru-Shalayim) y gobernó en ella como Rey-Sacerdote. La ofrenda en el tiempo de David se realizó en la misma ciudad, siendo David a la sazón el sumo sacerdote de la Orden de Melquisedec (Salmo 110: 4).
No se nos dice en las Escrituras qué hizo Melquisedec con el diezmo que le dio Abraham, pero creo que es seguro decir que lo usaría para construir el Reino de Dios, que, en su día, estaba centrado en la Jerusalén terrenal. Lo mismo sucedió en el tiempo de David, aunque David mismo tuvo que conquistar la ciudad, que había sido usurpada por los incrédulos. Recuerde de Josué 10: 3-5 cómo el mismo Josué tuvo que luchar contra otra coalición de reyes, dirigida por Adoni-sedec, "Señor de Justicia". El título Adoni-sedec es el equivalente de Melquisedec, "Rey de Justicia". Por lo tanto, los reyes de Jerusalén, aunque injustos, retuvieron el título dado a Sem, quien construyó la ciudad.
Cuando David conquistó Jerusalén, a él también se le dio ese título. Aún más tarde, cuando Jesús hizo su entrada triunfal en Jerusalén, la gente, en esencia, lo proclamó como el Rey que vvenía en el nombre del Señor. Él era, de hecho, el Melquisedec de su época, aunque sabemos que estaba fundando una ciudad celestial, la Nueva Jerusalén. Así como los sucesores de Sem fueron incrédulos y usurpadores, así también vemos cómo los incrédulos usurparon la Jerusalén terrenal. Esto no pudo haberse evitado, porque, como Pablo nos dice en Gálatas 4: 25, esta Jerusalén terrenal "es el monte Sinaí en Arabia y corresponde a la Jerusalén actual, pues ésta, junto con sus hijos, está en esclavitud".
En otras palabras, Pablo dice que la Jerusalén terrenal es incapaz de dar a luz al hijo prometido. Al estar ligada a Arabia, la herencia de Agar e Ismael, no podía dar a luz a los verdaderos herederos del Reino. Así que nosotros mismos, como Cuerpo de Cristo, ya no nos reunimos alrededor del Monte Sinaí, ni nos reunimos alrededor de su contraparte, la Jerusalén terrenal y su Monte Sion (Zion). Nos reunimos alrededor del Monte Sión, también conocido como el Monte Hermón (Deuteronomio 4: 48), el lugar donde Jesús se transfiguró (Hebreos 12: 22 KJV). La cuestión es que nosotros hoy no estamos conectados al Monte Sion (Zion) de Jerusalén. La ciudad terrenal ha sido descalificada como capital del Reino. Incluso el mismo Abraham buscó la Jerusalén celestial (Hebreos 11: 10 KJV), "una patria mejor, es decir, celestial" (Hebreos 11: 16 KJV). Así que hoy tenemos una visión diferente. No somos zionistas sino sionistas, asumiendo que tenemos la fe de Abraham y por lo tanto somos sus hijos.
Sin embargo, esta ciudad celestial viene a la Tierra (Apocalipsis 21: 2). Se origina en el Cielo, pero en el plan general de Dios, el Cielo debe casarse con la Tierra y para ambos convertirse en "una sola carne". El propósito de Dios no es quitarnos de aquí y llevarnos a vivir al Cielo; sino transformar la Tierra en un lugar que pueda manifestar las cosas celestiales y estar de acuerdo con la voluntad de Dios.
Este propósito ha sido frustrado a lo largo de la historia, debido a los corazones imperfectos de los hombres y sus líderes. Ha sido casi imposible mantener el gobierno del Reino en un país o ciudad más allá de una sola generación. Durante los últimos 2600 años, la Tierra ha sido entregada a una sucesión babilónica de Imperios Bestias. Esto ha hecho que sea imposible construir el Reino más allá del nivel individual de los creyentes. Pero el tiempo de autoridad de Babilonia ha terminado y ahora estamos presenciando su caída del poder.
Al mismo tiempo, ahora somos llamados a construir el Reino de una manera que va más allá del mero evangelismo. El evangelismo ha atraído a muchos ciudadanos del Reino que apoyan los derechos de Jesús al trono. Nuestro Rey es Jesús, pero su gobierno ha sido disputado durante casi 2000 años (Lucas 19: 14), primero por los judíos y luego por la iglesia corrupta, cuyos reyes-sacerdotes han sido más comparables a Adoni-sedec, el usurpador de Josué 10: 3, que a los verdaderos sacerdotes de Melquisedec. Estas disputas ahora se han resuelto por completo en la Corte Divina, y el resultado solo espera su venida para reclamar su trono e imponer el juicio divino sobre los usurpadores (Lucas 19: 27).
He escrito antes que todo reino tiene cuatro elementos: Rey, Ciudadanos, Leyes y Territorio. El Reino de Dios comenzó en el Jardín, pero desde el pecado de Adán, nunca hemos visto la plenitud de ese Reino. Fue reconstituido bajo Moisés, pero debido a que el pueblo se negó a subir al Monte, el fundamento de ese reino fue el Antiguo Pacto, basado en la voluntad del hombre. Ese reino alcanzó su apogeo bajo David y Salomón, pero luego decayó hasta que tanto Israel como Judá entraron en sus respectivos cautiverios. Debería haber sido introducido cuando Jesús vino, pero fue rechazado. Debería haber sido establecido por la Iglesia, pero también ella se corrompió.
Hoy, finalmente, estamos viendo el momento en que el Reino tendrá éxito. Jesús será el Rey; el Remanente Vencedor será partícipe de la Primera Resurrección; sus Leyes serán establecidas en la Tierra; y territorios enteros lo proclamarán Rey.
A medida que Babilonia caiga en cada uno de sus aspectos, será necesario reemplazarla por algo "mejor" (para usar la palabra del libro de Hebreos). Entre las cosas que necesitarán ser reemplazadas estarán las leyes (o tradiciones) de los hombres, los gobernantes políticos, los sistemas económicos, financieros y bancarios, junto con la cultura y las normas sociales impías.
Hoy estamos construyendo un templo (Reino), pero no un templo físico que honre a la Jerusalén terrenal, ni un sacerdocio del Antiguo Pacto restablecido que de nuevo sacrifique animales. Debe fundarse en Cristo, que es el Mediador del Nuevo Pacto. Este Reino tomará mucho tiempo para construirse, y no todas las naciones serán parte de él durante los próximos mil años. La mayoría de las personas de la Tierra tendrán que aprender cosas nuevas, dependiendo de cuánto hayan estudiado la Palabra de Dios. La gente seguirá dedicándose a la agricultura, la minería, la ganadería, la manufactura, etc., porque estas cosas serán necesarias en un Reino sostenible. Solo el Remanente Vencedor que sea resucitado o transformado a su semejanza no tendrá necesidad de tales cosas. Pero constituirán una pequeña minoría.
Esto nos lleva a nuestro presente curso de acción. Ya hemos montado la infraestructura de un Nuevo Sistema Bancario. Ha llevado mucho tiempo lograrlo, pero Dios ha dado a ciertas personas la sabiduría y el conocimiento para hacerlo. Pero para hacerlo, nuestro Padre celestial nos dió el modelo de 1º Crónicas 29, mostrándonos que debemos establecer una Bóveda de Melquisedec. Actualmente sabemos muy poco acerca de su propósito, excepto que el dinero fiduciario (efectivo) debe convertirse en oro y guardarse en la Bóveda de Dios.
Como vemos en el caso del mismo David, debemos permitir que otros participen en esto. Dios no necesita dinero, por supuesto, ni siquiera nosotros. La cantidad no es un problema. Sin embargo, si alguno de ustedes desea participar, puede enviar a GKM una ofrenda destinada a la Bóveda de Melquisedec, y se la transmitiré.
David era el sumo sacerdote de la Orden de Melquisedec en su día, por lo que podemos decir que sus ofrendas se ponían en la Bóveda de Melquisedec. Se puso un mayordomo sobre la bóveda, en aquel caso, "Jehiel, el gersonita" (1º Crónicas 29: 8), descendiente del hijo de Moisés, Gersón. (Por cierto, Moisés también tenía todas las características de un sumo sacerdote de Melquisedec, aunque esto no se mencione específicamente en las Escrituras). Creo que Jehiel fue probablemente el primer mayordomo del tesoro a quien se le dio la Llave de David: la llave del tesoro (Isaías 22: 22). Posteriormente, este puesto lo ocupó Sebna y luego Eliaquim (Isaías 22: 15, 20).
[NOTA DEL ADMINISTRADOR:
Sobre la Llave de David véase:
Apocalipsis-Libro 2-Cap. 3: MENSAJE A LA IGLESIA DE FILADELFIA (1776-1914 dC), Dr. Stephen Jones]
Esa situación resultó ser profética de cosas futuras, como aprendemos por Apoc. 3: 7. La profecía, sin duda, ha tenido muchas capas de cumplimiento, dependiendo del tiempo en que la gente la estaba viendo. No puedo hacer un estudio más profundo sobre eso. Mi atención se centra en qué hacer hoy.
Apoc. 3: 9 parece sugerir que el Sistema Financiero actual debe entenderse proféticamente como "la sinagoga de Satanás". También es Sebna en Isaías 22: 15. Particularmente desde 1913-1914, Babilonia ha esclavizado al mundo principalmente a través de su poder para crear dinero como deuda, más que como un activo. Las divisas son notas de deuda que se intercambian por activos reales. Se dice que los que tienen grandes cantidades de esta deuda son ricos.
La Bóveda de Melquisedec representa una ruptura con el Sistema Financiero Mundial y marca el comienzo de algo nuevo que está llegando a la Tierra. Así como David no financió todo por sí mismo, sino que permitió que otros participaran con él, así también sucede con nosotros. Jesús terminó su obra en la cruz, pero luego su Cuerpo de creyetes también debía ser crucificado con Cristo, participando de su Obra. En cierto modo, las ofrendas permiten que las personas participen en la Obra de Dios, en cualquier nivel que sea. Este principio se ve en el caso de algo tan simple como el vaso de agua fría que se le da a "un hombre justo" (Mateo 10: 41-42). Es una forma de participar en la recompensa que se dará a ese hombre justo.
Así también, aquellos de ustedes que han sembrado en GKM a lo largo de los años pueden esperar recibir una parte de cualquier recompensa que Dios le dé a GKM.
Esta Bóveda de Melquisedec no es diferente. La recompensa todavía es un poco imprecisa, pero nuestra revelación la relaciona con Abraham, a quien se le prometió una herencia en la Tierra Prometida. En un nivel, se le dio la tierra de Canaán, pero esto era solo un tipo y sombra de un "país mejor". No obstante, su diezmo a Melquisedec aseguraba la promesa por su participación en la recompensa del hombre justo, Melquisedec, que había fundado la Jerusalén terrenal.
Esto era profético de algo más grande aún por venir al final de la Era actual, en relación con la Jerusalén celestial. Estamos asegurando un Interés en el Nuevo Sistema Financiero del Reino. Ciertamente no es obligatorio para nadie, excepto para el mismo Jesús, quien compró el Reino con su propia sangre.
Si obtengo más revelación sobre esto, la compartiré más tarde.
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