3 de julio de 2019
La
segunda historia de Samuel en Jue.
17:7-13
es una continuación de la primera relacionada con la corrupción de
los sacerdotes. Micaía el efraimita ordenó a su propio hijo como
sacerdote de su familia, aunque ni él ni su hijo fueron llamados por
Dios al sacerdocio. En aquellos días bajo el Antiguo Pacto, Dios
había llamado a la tribu de Leví para que lo ministrara en el
Tabernáculo en Silo, pero solo los hijos de Aarón eran sacerdotes
llamados que podían entrar al Lugar Santo.
Micaía
era de la tribu de Efraín, y Samuel estaba mostrando cómo hombres
que no eran verdaderamente llamados por Dios estaban entrando al
sacerdocio. Bajo el Nuevo Pacto de hoy, los únicos sacerdotes
verdaderamente llamados son los de la Orden Melquisedec, porque se
instituyó un cambio de sacerdocio cuando Jesús fue ordenado como el
Sumo Sacerdote de esa orden (Heb.
7:11,12,13,14).
Así que,
el problema hoy es que la gran mayoría de los sacerdotes y
ministros de denominaciones hechas por el hombre no están
calificados como sacerdotes de Melquisedec, sino que utilizan el
oficio como una mera profesión. Como nos muestra la historia de
Micaía, el hecho de que un hombre sea consagrado al sacerdocio no
significa que Dios lo reconozca como sacerdote. De hecho, muchas
denominaciones han hecho grandes esfuerzos para imitar el sacerdocio
levítico que fue abolido en la Cruz, y muchos incluso enseñan que
en la Segunda Venida de Cristo, ¡el sacerdocio levítico será
revivido para ofrecer sacrificios de animales en un templo
reconstruido en Jerusalén!
Esto
nos muestra lo fácil que es que se manifieste el problema que se ve
en Jueces
17:1-6,
donde "cada
hombre hacía lo que le parecía correcto ante sus propios ojos".
La Iglesia de hoy no es inmune a esta corrupción y ceguera. Como en
el caso de Micaía, ellos han creado un ídolo y lo han dedicado a
Yahweh.
El
levita de Belén
7
Había
un joven de Belén en Judea, de la familia de Judá, que era levita;
y él se alojaba allí. 8 Entonces el hombre salió de la ciudad, de
Belén en Judá, para quedarse dondequiera que pudiera encontrar un
lugar; y mientras hacía su viaje, llegó a la región montañosa de
Efraín a la casa de Micaía. 9 Y Micaía le dijo: "¿De dónde
vienes?" Y él le dijo: "soy un levita de Belén en Judá,
y me voy a quedar donde sea que pueda encontrar un lugar. 10 Entonces
Micaía le dijo: "Quédate conmigo y sé un padre y un sacerdote
para mí, y te daré diez piezas de plata al año, el vestido y tu
mantenimiento". Así entró el levita.
Aquí vemos
a un levita de Belén que decidió tomar un trabajo como sacerdote.
No se nos dice por qué se fue de Belén, pero aparentemente, vio
su ministerio levítico allí como un trabajo sin futuro. El
hecho de que él era de Belén nos proporciona otro enlace a la
historia de Rut y Booz, y es probable que Samuel haya escuchado esta
historia de Booz o de su hijo, Obed.
El hecho de
que el hombre viniera de Belén (y probablemente naciera allí)
sugiere que sirve como un tipo profético de falso sacerdote que
debe contrastarse con Jesús, el verdadero Sumo Sacerdote, que
también debía venir de Belén. Por lo tanto, esta historia es más
que una ilustración de un sacerdocio corrupto. También profetiza
sobre el sacerdocio corrupto en el primer siglo durante el ministerio
de Jesús en la Tierra. En la época de los Jueces, la historia
trataba de un levita que se ordenó ilegalmente como sacerdote, pero
como profecía, era un contraste entre los dos sacerdocios: Leví y
Melquisedec.
Llamamientos
verdaderos
Las
dos ilustraciones de Samuel retratan de diferentes maneras a los
hombres
que están siendo consagrados y que no fueron llamados por Dios para
estar en el sacerdocio.
Ese es el punto principal. El mismo Samuel
era de la tribu de Efraín (1
Samuel 1:1),
pero había sido consagrado a Dios de manera legal y en realidad
funcionaba como el sumo sacerdote de la Orden de Melquisedec, como lo
hizo Moisés en su día.
Ese llamamiento fue luego transmitido al propio David (Salmo
110:4).
Ambas órdenes sacerdotales existían una al lado de la otra, aunque
la más antigua de las dos era la Orden de Melquisedec.
Samuel
había crecido en el Tabernáculo en Silo y había observado a los
corruptos hijos de Elí. Era muy consciente del problema de la
corrupción sacerdotal. Silo era un pueblo sacerdotal en la tribu de
Efraín. Así como Micaía ordenó a su hijo como sacerdote ilegítimo
en Efraín, también Elí permitió que sus propios hijos corruptos
continuaran como sacerdotes en Efraín.
Las
historias de Samuel reúnen a las tres principales tribus de Israel:
Efraín, Judá y Leví. Efraín era el titular del Derecho de
Nacimiento (Primogenitura, en su componente del Mandato de
Fructificación) (Gén.
48:14,15),
mientras que a Judá se le dio el Cetro (Gén.
49:10)
y a Leví, específicamente a Aarón, se le dio el Sacerdocio
(Números
3:3,12).
Estas tres tribus, entonces, representaban a todo Israel y la
plenitud del llamado contenido en el Derecho de Nacimiento. Samuel
muestra cómo se corrompió el sacerdocio en toda la nación,
dondequiera que se encontraran los levitas.
Jueces
17:11-13
continúa la historia, diciendo:
11
El
levita [de
Belén]
aceptó
vivir con el hombre; y se hizo al joven como uno de sus hijos. 12
Entonces Micaía consagró al levita, y el joven se convirtió en su
sacerdote y vivió en la casa de Micaía. 13 Entonces Micaía dijo:
"Ahora sé que Yahweh
me
prosperará, ya que tengo a un levita como sacerdote".
La
ironía aquí es que Micaía nuevamente creyó que Yahweh, el Dios de
Israel, estaría complacido con sus acciones. Aparentemente, entendía
la Ley lo suficientemente bien como para saber que su propio hijo,
siendo un efraimita, no estaba calificado para ser sacerdote. Así
que mejoró su denominación, hecha por el hombre, ordenando a un
levita que no era descendiente de Aarón y que, por lo tanto, no
tenía llamado de sacerdote. Sin embargo, pensó que Yahweh lo
bendeciría por tener a "un
levita como sacerdote".
De esta manera, Samuel advertía a ellos, y a nosotros hoy, que el
sacerdocio no se basa en el deseo de un hombre de ser sacerdote, sino
en el llamado de Dios. Las ordenaciones de los hombres, basadas en la
educación o la capacidad oratoria, no califican a un hombre para el
sacerdocio.
Se pueden dar beneficios económicos a los sacerdotes confesionales y
pagar todos sus gastos de manutención, como lo hizo Micaía, pero
eso no significa que sus sacerdotes sean verdaderamente llamados por
Dios.
Las
ordenaciones deben ser ceremonias donde los hombres dan testimonio
del hecho de que Dios ha llamado a la persona, no una ceremonia donde
esperamos que Dios sea testigo del llamado del hombre. El hecho
de que los hombres ordenen a un sacerdote no significa que Dios lo
haya llamado.
1
En
aquellos días no había rey en Israel …
Luego
llegamos a la siguiente historia que revela el progreso de la
corrupción. Es la historia de una banda de danitas que se dispuso a
encontrar una herencia, ya que no eran lo suficientemente fuertes
como para quitarles su tierra asignada a los filisteos. Encontramos
que fueron al norte y vinieron a la casa de Micaía. Por lo tanto,
las dos primeras historias sientan las bases para el desastre que
estaba a punto de desarrollarse.
Los
danitas buscan una herencia alternativa
1
En
aquellos días no había rey en Israel; y en aquellos días, la tribu
de los danitas buscaba una herencia para vivir, porque hasta ese día
no se les había asignado herencia como posesión entre las tribus de
Israel. 2 Así que los hijos de Dan enviaron de su tribu a cinco
hombres de entre ellos, hombres valientes de Zora y Estaol, para
espiar la tierra y explorarla; y ellos les dijeron: “Id a buscar la
tierra”. Y llegaron a la región montañosa de Efraín, a la casa
de Micaía, y se alojaron allí.
Los
cinco "hombres valientes" eran de las pequeñas ciudades de
Zora y Estaol, ubicadas en la cresta que dominaba la llanura donde
vivían los filisteos. Zora era el lugar donde vivía la familia de
Sansón (Jueces
13:2),
y Estaol no estaba muy lejos. Bien podría ser que alguno de los
ancestros de Sansón estuviera entre estos hombres valientes.
Se
dirigieron al norte al territorio de Efraín y se acercaron a la casa
de Micaía. Luego leemos en Jueces
18:3,4,
3
Cuando
estuvieron cerca de la casa de Micaía, reconocieron la voz del joven
levita, se hicieron a un lado y le dijeron: “¿Quién te trajo
aquí? ¿Y qué haces en este lugar? ¿Y qué tienes aquí?" 4 Y
él les dijo: "Así ha hecho Micaía conmigo, y él me ha
contratado, y me he convertido en su sacerdote".
El
levita era de Belén y pero danitas reconocieron su voz. Obviamente,
debían conocerlo bien, aunque no se nos dice ningún detalle sobre
su conexión. Tal vez se habían encontrado con el levita en las
fiestas, cuando al reunirse en el Tabernáculo de Silo. Jueces
18:5,6
dice:
5
Y
le dijeron: "Pregunta a Dios, por favor, para que sepamos si
nuestro camino por el que vamos será próspero". 6 Y el
sacerdote les dijo: "Id en paz; vuestro camino por el que vais
tiene la aprobación de Yahweh".
Si estos
cinco danitas hubieran conocido tan bien al levita, seguramente
habrían sabido que no era un sacerdote legítimo según la Ley. Sin
embargo, lo aceptaron como legítimo y le pidieron una Palabra de
Dios. Ya estaban en camino, así que no le hicieron la pregunta
más fundamental sobre si debían o no estar buscando una herencia
alternativa. Solo querían saber si tendrían éxito o no. Por lo
tanto, dentro del contexto de su pregunta, la respuesta que
recibieron fue positiva.
Idolatría
del corazón
Sabemos
por la historia anterior que la casa de Micaía había establecido
como dioses de la casa ídolos hechos de plata. Estos terafines
eran utilizados de alguna manera para inquirir la Palabra del Señor,
aunque de manera ilegal. Por lo tanto, esperaríamos que estos dioses
los respondieran de acuerdo con los ídolos de su corazón, como dice
Ezequiel
14:4.
La
respuesta del levita suena extrañamente similar a otro incidente que
ocurrió muchos años después, cuando Acab de Israel y Josafat de
Judá preguntaron sobre si ir o no ir a la guerra con Siria. Los 400
profetas de Acab dijeron: "Sube
... y prospera"
(1
Reyes 22:12).
Entonces el profeta Micaías fue traído a petición de Josafat. Les
dio la misma palabra que querían escuchar (1
Reyes 22:15),
porque Dios les estaba respondiendo de acuerdo con los ídolos de su
corazón.
Pero
el rey instó a Micaías a decir la verdad (1
Reyes 22:16),
por lo que les dijo toda la verdad. Dios estaba enviando un espíritu
mentiroso a la boca de sus profetas para engañar a Acab para que
fuera a la batalla, donde sería asesinado. Eso, por supuesto, es
precisamente lo que ocurrió, pero nuestro punto es que este
es un buen ejemplo de Dios engañando a los que preguntan con motivos
incorrectos. Dios les dice lo que quieren escuchar, porque Él les
hablará conforme a los ídolos de su corazón.
En otras
palabras, cuando una persona consulta a Dios pero solo quiere
que Dios bendiga sus propios deseos o creencias preconcebidas, Dios
la dejará en su ignorancia y engaño. Si una persona realmente
quiere saber la verdad, debe estar dispuesta y ser capaz de escuchar
lo que es contrario a su propia voluntad y deseo. Esto
no es tan fácil como suena. Puede tomar mucho tiempo preparar
nuestros corazones para poder escuchar la verdad. El propósito
principal de la oración no es decirle a Dios lo que queremos que Él
bendiga, sino preparar nuestros propios corazones para buscar, su
dirección y su verdad con todos nuestros corazones.
Esta
es una verdad eterna que pocos han escuchado, porque casi nadie
predica sobre Micaías en 1 Reyes 22 ni enseña la lección en
Ezequiel 14. Más adelante, veremos cómo de nuevo la
idolatría del corazón hizo que las personas volvieran a hacer las
preguntas equivocadas. El resultado fue desastroso, ya que casi
destruyó la tribu de Benjamín.
Tags: Teaching Series
Category: Teachings
Blog Author: Dr. Stephen Jones
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