PREPARADO POR DIOS
A Moisés, toda la “sabiduría” de los egipcios no le habría hecho apto para el servicio al cual debía ser llamado. Habría podido seguir una brillante carrera en las escuelas de Egipto y salir de ellas cubierto de honores, con la inteligencia enriquecida con vastos conocimientos, y el corazón lleno de orgullo y vanidad. Habría podido tomar sus títulos en las escuelas de los hombres, sin haber aprendido aun el A, B, C, en la escuela de Dios. Porque la sabiduría y la ciencia humana, no pueden hacer a un hombre un siervo de Dios, ni dar la aptitud necesaria para cumplir un deber cualquiera en el servicio divino. Los conocimientos humanos pueden hacer capaz al hombre no regenerado para llenar un papel importante delante del mundo, pero es necesario que aquel que Dios quiere emplear en Su servicio, esté dotado de cualidades bien diferentes, que sólo se adquieren en el santo retiro de la presencia de Dios.
Es Él quien sabe llamar los obreros, y quien sabe también prepararlos. En ninguna manera es esta la obra del hombre. Sin Su disciplina, sin esa experiencia en secreto, nosotros nunca seremos más que unos teóricos estériles y superficiales.
Pero ver a un tal hombre, tan bien dotado e instruido, ser llamado a abandonar su alta posición para ir a apacentar ovejas detrás del desierto, es una cosa incomprensible para el hombre, algo que humilla su orgullo y su gloria hasta el polvo, manifestando a todos los ojos que las “ventajas” humanas tienen poco (o ningún) valor delante de Dios, menos que esto, todas las ventajas son consideradas como estiércol ante los ojos del Señor y ante los de aquellos que han aprendido en Su escuela.
HAY UNA INMENSA DIFERENCIA ENTRE LA ENSEÑANZA HUMANA Y LA DIVINA. LA PRIMERA TIENE POR FIN EL CULTIVAR Y ENALTECER LA NATURALEZA HUMANA (LA CARNE, EL YO), MIENTRAS QUE LA SEGUNDA EMPIEZA POR SECARLA Y CONSUMIRLA.
NOTA: La primera escuela es del mundo y dirigida por el príncipe de este siglo, teniendo como fin que las personas en ella ejercitadas sigan sus propios caminos, hagan su propia voluntad, anden en pos de la vanidad y de la mentira, de lo perecedero.
Haga Dios que tú, querido lector, puedas conocer por tu propia experiencia lo que significa estar detrás del desierto, en ese lugar sagrado, donde la humana naturaleza es abajada hasta el polvo, y donde Dios es exaltado.
El tumulto aturdidor, la agitación, y la confusión de Egipto, no penetran en ese lugar retirado; no se oye el ruido del mundo comercial y financiero; el ambiente no está impregnado de ambiciones; la tentación de la gloria mundana desaparece y la sed de oro no se deja sentir. Los ojos no son oscurecidos por la concupiscencia; el corazón no se hincha de orgullo, la adulación de los hombres no envanece, ni sus censuras desaniman.
C.H. MACKINTOSH.
1Co 1:19 Porque está escrito: Destruiré la sabiduría de los sabios, y reprobaré la inteligencia de los entendidos. 20 ¿Qué es del sabio? ¿Qué del escriba? ¿Qué del filósofo de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría de este mundo?26 Porque mirad, hermanos, vuestra vocación: que no sois muchos sabios según la carne, no muchos poderosos, no muchos nobles; 27 antes lo que es la locura del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo que es la flaqueza del mundo escogió Dios, para avergonzar lo fuerte; 28 y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios; y lo que no es, para deshacer lo que es, 29 para que ninguna carne se jacte en su presencia.
EL ESPÍRITU DE JANES Y JAMBRES (Apariencia de Piedad)
2Ti. 3:1 Esto también sepas, que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos: 2 Que habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, maldicientes, desobedientes de sus padres, ingratos, impuros. 3 Sin afecto natural, desleales, calumniadores, sin templanza, sin mansedumbre, sin bondad, 4 traidores, arrebatados, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios; 5 teniendo apariencia de piedad, pero negando la eficacia de ella; y a éstos evita. 6 Porque de éstos son los que se entran por las casas, y llevan cautivas las mujercillas cargadas de pecados, llevadas de diversas concupiscencias; 7 que siempre aprenden, y nunca pueden acabar de llegar al conocimiento de la verdad. 8 Y de la manera que Janes y Jambres resistieron a Moisés, así también éstos resisten a la verdad; hombres corruptos de entendimiento, réprobos acerca de la fe. 9 Mas no prevalecerán; porque su locura será manifiesta a todos, como también lo fue la de aquellos.
De todo esto aprendemos que la resistencia más diabólica al testimonio de Dios en el mundo viene de aquellos que, si bien imitan los efectos de la verdad, no tienen más que la apariencia de piedad, negando la eficacia de ella.
Estemos alerta; porque este es el carácter especial de la resistencia opuesta a la verdad en los últimos tiempos; este es el espíritu de Janes y Jambres. Cuan necesario nos es comprender esta importante verdad. ¡Cuánto importa recordar que de la manera que Janes y Jambres resistieron a Moisés, así esos hipócritas amadores de sí mismos, del mundo y de los placeres, resisten la verdad!
Estos hombres aborrecen la eficacia de la piedad, porque esto significa el renunciamiento a sí mismos. La eficacia de la piedad implica el reconocimiento de los derechos de Dios, el establecimiento de Su Reino en el corazón. Pero la apariencia, encubriéndoles, les permite vivir sin someterse, y esto es lo que causa el placer del formalista hipócrita. Él no se cuida de subyugar sus tentaciones, de interrumpir sus placeres, de dominar sus pasiones, de poner en regla sus afectos, de que su corazón sea purificado. Solamente necesita la indispensable cantidad de religión para poder sacar el mejor partido posible de la vida presente y del mundo venidero. No sabe lo que significa abandonar el mundo presente, porque se ha hallado la vida venidera.
Es natural que el hombre, como ser caído y corrompido que es, sea egoísta, avaro, vanidoso, altivo, amigo de los deleites más que de Dios, pero que sea todo esto bajo la forma hermosa de la apariencia de piedad, denota la energía especial de Satanás empleada en su resistencia a la verdad en los postreros días. Nada tiene de extraño que el hombre mundano manifieste abiertamente esos vicios, concupiscencias y pasiones repugnantes, que son el resultado forzoso de su alejamiento de la fuente de santidad y pureza, y es natural que así sea. Pero, por otro lado, cuando se ve asociado el santo Nombre del Señor Jesús con la perversidad y maldad implacable del hombre; cuando los principios santos se ven unidos con prácticas impías; cuando se ven todas aquellas cosas que caracterizan la corrupción de los gentiles, tal como nos lo describe el primer capítulo a los Romanos, cubiertas con la apariencia de piedad, entonces en verdad puede decirse: He aquí el carácter horrible de los postreros días, la resistencia de Janes y de Jambres.
La insensatez de todos aquellos que no poseen más que la apariencia será igualmente manifestada. No solamente serán incapaces de imitar del todo los efectos de la vida y de la potencia divina, sino que vendrán a ser el objeto de los juicios que resultarán de la resistencia a esta verdad, rechazada por ellos mismos.
ESTO DEBE LLEVARNOS A CADA UNO DE NOSOTROS A EXAMINARNOS SERIAMENTE Y A DARNOS CUENTA DE SI REALMENTE RENDIMOS TESTIMONIO A LA VERDAD VIVIENDO SEGÚN LA EFICACIA DE LA PIEDAD, O SI SOMOS UN OBSTÁCULO A ELLA, NEUTRALIZANDO SUS EFECTOS Y NO TENIENDO MÁS QUE SU APARIENCIA.
C.H. MACKINTOSH
Por gentileza de Rafael Restrepo
Por gentileza de Rafael Restrepo
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