NOTA ADMINISTRADOR:Nos ha gustado especialmente la parte final "El Llamado Más Alto", se la recomendamos arduamente. "Mensaje de Paz" nos la envió en audio, que también les ofrecemos al final de este artículo.
CINCO VOTOS PARA OBTENER PODER ESPIRITUAL - A. W. Tozer
Tomado de http://lysak.blogspot.com.es/
Algunas personas rechazan la idea de hacer votos, pero en la Biblia usted encontrará muchos grandes hombres de Dios que fueron dirigidos por alianzas, promesas, votos y compromisos. El salmista no se retractaba al hacer votos. "Los votos que hice, yo los mantendré, oh Dios. Te rendiré sacrificios de acciones de gracias" (Sal. 56: 12).
Mi consejo en esa cuestión es que si usted está realmente preocupado con su avance espiritual -la obtención de nuevo poder, nueva vida, nueva alegría y nuevo reavivamento personal dentro de su corazón-, será bueno hacer ciertos votos y empeñarse por cumplirlos. Si usted falla, póstrese en humillación, arrepiéntase y comience nuevamente, pero siempre lleve en consideración los votos hechos. Ellos irán ayudándole a armonizar su corazón con los vastos poderes que fluyen del Trono, donde Cristo que está sentado a la diestra de Dios.
El hombre carnal rechaza la disciplina de tales compromisos. Él dice: "Quiero ser libre. No quiero tener ningún voto sobre mí. No creo en eso. Eso es legalismo". Bien, déjeme presentarle el cuadro de dos hombres.
Uno de ellos no hace voto alguno. Él no acepta cualquier responsabilidad de ese tipo. Él quiere ser libre. Y él es libre en cierta manera, así como un vagabundo es libre. El vagabundo es libre para sentarse en un banco de jardín de día, dormir y colocarse en un periódico por la noche, ser echado de la ciudad en la mañana de jueves y volver y subir por las escaleras rengueantes de alguna pensión en la Quinta al norte. Ese hombre es libre, pero también es inútil. Él solo ocupa un lugar en el mundo, cuyo aire respira.
Examinemos ahora otro hombre -tal vez un presidente, o primer ministro o cualquier gran hombre que carga sobre sí el peso del gobierno. Hombres así no son libres. Sin embargo, con el sacrificio de su libertad demuestran poder. Si insisten en ser libres, podrán serlo, pero solo como el vagabundo. Escogieron, sin embargo, estar amarrados.
Hay muchos vagabundos religiosos en el mundo de los que no quieren estar amarrados a cosa alguna. Ellos transformaron la gracia de Dios en libertinaje personal. Las grandes almas, sin embargo, son aquellas que se aproximan reverentemente a Dios comprendiendo que en su carne no habita bien alguno. Y saben que, sin la capacitación dada por Dios, cualesquiera votos hechos serían quebrados antes de que se ponga el sol. No obstante, visto que creen en Dios, con reverencia asumen ciertos votos sagrados. Ese es el camino para el poder espiritual.
Siendo así, hay cinco votos que tengo en mente, que será bueno hacer y observar.
- Primer Voto: Trate Seriamente con el Pecado
El pecado ha sido disfrazado estos días, apareciendo con nuevos nombres y caras. Usted puede estar siendo expuesto a ese fenómeno en la escuela. El pecado es llamado por diversos nombres adornados -cualquier nombre, menos por lo que él realmente es. Por ejemplo, los hombres ya no caen más bajo convicción de pecado; ellos tienen un complejo de culpa. En lugar de confesar sus culpas a Dios, para que se libren de ellas, se acomodan en un diván de psiquiatra e intentan relatar lo que sienten a un hombre que debe conocer mejor todo sobre ellos. Después de algún tiempo, la respuesta dada a ellos es que fueron profundamente lastimados cuando tenían dos años, o alguna cosa semejante. Se supone que eso los hará que se sientan mejor.
Todo eso es ridículo, porque el pecado es aún el mismo antiguo enemigo del alma. Él nunca fue alterado. Necesitamos tratar firmemente con el pecado en nuestra vida. Acordémonos siempre de eso. "El reino de Dios no es comida ni bebida", dijo el apóstol Pablo, "sino justicia, y paz, y gozo en Espíritu Santo" (Rom 14: 17). La justicia reposa a la puerta del Reino de Dios. "El alma que pecare, esa morirá" (Ez, 18: 4, 20). No estoy predicando la perfección sin pecado. Antes, quiero decir que todo pecado conocido debe ser identificado, confesado y repudiado, y que debemos confiar en Dios para ser liberados de él, para que no exista ningún pecado consciente, deliberado, en cualquier parte de nuestra vida. Y es absolutamente necesario que hagamos eso, porque Dios es un Dios santo, y el pecado está en el trono del mundo.
Por lo tanto, no llame a sus pecados por algún otro nombre. Si usted es envidioso, llámelo envidia. Si usted tiene la tendencia a la autocomiseración y a sentir que no es aceptado, que es como una flor que nace para morir desapercibida, para desgastar su dulzura en el aire del desierto; llame a ese pecado por lo que es: autopiedad. También está el resentimiento. Si usted está resentido, admítalo. He conocido personas que viven en un estado de indignación furiosa la mayor parte del tiempo. Conozco una persona que actúa como una gallina echada fuera del nido: él se queda corriendo en todas las direcciones quejándose y murmurando que alguien está siempre haciéndolo errar. Ahora, si usted tiene ese mismo "espíritu", tiene que tratar con él inmediatamente. Usted necesita librarse de eso. La sangre de Jesucristo nos purifica de todo pecado. En lugar de intentar disfrazar el pecado o buscar una traducción griega opcional en algún lugar bajo la cual ocultarlo, llámelo por su nombre correcto y líbrese de él por la gracia de Dios. Está también el mal humor. No lo llame indignación. No intente llamarlo por algún otro nombre. Llámelo por lo que es. Porque, si usted tiene mal humor, o usted se deshace de él, o él le deshará mucho de su espiritualidad y alegría. Así pues, tratemos el pecado con seriedad. Seamos perfectamente amables. Dios ama a las personas amables.
- Segundo Voto: No sea dueño de cosa alguna
Con eso, no quiero decir que no podamos poseer cosas. Quiero decir que debemos ser liberados del sentido de poseerlas. Ese sentido de posesión es lo que nos enreda. Todos los bebés nacen con las manos cerradas, y eso parece decir: "¡Es mío!" Una de las primeras cosas que ellos dicen es "mío", con voz airada. Ese sentido de "es mío!" es muy perjudicial para el espíritu. Si pudiera librarse de eso, para que ya no tenga el sentido de posesión sobre ninguna cosa, usted sentirá gran libertad en su vida.
No piense con eso que usted necesita vender todo cuanto posee y distribuirlo como caridad. No, Dios permitirá que usted tenga su coche y sus negocios, su profesión y su posición, cualquiera que ella sea, con tal de que entienda que eso no es suyo, en absoluto, sino que es de Él, y que todo cuanto está haciendo es sólo trabajando para Él. Entonces, podrá estar tranquilo en relación a todo eso, pues nunca necesitamos preocuparnos por perder lo que pertenece a otra persona. Si esas cosas fueran suyas, usted estaría siempre mirando hacia las manos para ver si aún están allí, pero si son de Dios, ya no necesita preocuparse por ellas.
Permítame apuntarle algunas de las cosas que usted tiene que entregar Dios:
Sus posesiones son una de esas cosas. Algunos de los queridos hijos del Señor están siendo retenidos porque existe un bulto y una correa atada sus piernas. Si fuera un hombre, puede ser su lujoso coche o la grandiosa casa. Si fuera una mujer, tal vez sean sus vajillas de porcelana o sus cosméticos. Vamos a considerar un precioso florero como ejemplo. ¡Allí está él, y si alguien lo golpeara y lo quebrara, su pobre dueño probablemente perdería cinco años de su vida!
- Tercer Voto: Nunca se defienda
Todos nosotros nacemos con el antojo de defendernos. Y tal vez insista en defenderse a sí mismo, Dios permitirá que usted lo haga. Sin embargo, si usted entregara su defensa a Dios, entonces Él lo defenderá. Él dijo a Moisés cierta vez: "Seré enemigo de tus enemigos y adversario de tus adversarios" (Éx. 23: 22).
Mucho tiempo atrás, el Señor y yo llegamos juntos al capítulo 23 del libro de Éxodo, y Él me mostró ese pasaje. Ya hace treinta años que eso ha sido una fuente de bendiciones preciosas para mí. No tengo que luchar. El Señor es Quien lucha por mí. Y Él ciertamente hará lo mismo por usted. Él será el Enemigo de sus enemigos y Adversario de sus adversarios, y usted nunca más necesitará defenderse.
¿Que defendemos? Bien, defendemos nuestro servicio y, particularmente, defendemos nuestra reputación. Su reputación es lo que los otros piensan que usted es, y si surgiera alguna historia sobre usted, la gran tentación es intentar correr para acabar con ella. En ella, como usted bien sabe, intentar llegar hasta la fuente de una historia así es una tarea inútil. ¡Absolutamente inútil! Es como intentar hallar el pajarito después de haber encontrado una pluma en el césped. Usted no podrá hacer eso. Sin embargo, si se vuelve completamente al Señor, Él lo defenderá completamente y procurará que nadie le cause daño. "Toda arma forjada contra ti no prosperará", dice el Señor, "Toda lengua que se levante contra ti en juicio, tú la condenarás" (Is. 54: 17).
Henry Suso fue un gran creyente en días pasados. Un día, él estaba recogiendo lo que algunos creyentes me han dicho que también están recogiendo: conocer mejor a Dios. Vamos a colocar eso en estos términos: usted está procurando tener un despertamiento religioso en lo íntimo de su espíritu que lo lleve a las cosas profundas de Dios. Bien, cuando Henry Suso estaba recogiendo de Dios, algunas personas comenzaron a contar historias malas sobre él, y eso le entristeció tanto que él lloró lágrimas amargas y sintió gran dolor en el corazón.
Entonces, un día, él estaba mirando por la ventana y vio un perro jugueteando en la azotea. El animal tenía un trapo por encima de sí con el que jugaba, y hacía por alcanzarlo atrapándolo con los dientes, y corría y jugaba, y corría y jugaba muchas veces. Entonces Dios dijo a Henry Suso: "Aquel trapo es mi reputación, y estoy dejando que los perros del pecado rasguen mi reputación en pedazos y la lancen por tierra para mi propio bien. Un día de estos, las cosas cambiarán".
Y las cosas cambiaron. No paso mucho tiempo hasta que los individuos que estaban atacando la reputación de Suso se quedaran confundidos, y él fue elevado a un lugar que lo transformó en una autoridad en sus días y en una gran bendición hasta hoy para aquellos que cantan sus himnos y leen sus obras.
- Cuarto Voto: Nunca diga algo que perjudique a alguien
El chisme no tiene lugar en el favor de Dios. Si usted sabe alguna cosa que pueda venir a obstruir o herir la reputación de uno de los hijos de Dios, entiérrela para siempre. Recoja en un pequeño jardín, atrás de la casa -en algún lugar en alguna parte- y, cuando alguien se aproxime a usted con alguna historia de maledicencia, llévela hasta allí y sepúltela, diciendo: "Aquí yace en paz la historia sobre mi hermano". Dios tomará cuenta de aquella historia. "Con el criterio con que juzgáreis, seréis juzgados" (Mat. 7: 2).
Si quiere que Dios sea bondadoso con usted, tendrá también que ser bondadoso con sus otros hijos. Usted dirá: "¡Pero eso no es gracia!". Bien, la gracia es que Él lo hizo a usted entrar en el Reino de Dios. Y es un favor imerecido. Sin embargo, después que usted se sienta a la mesa del Padre, Él espera que pueda aprender como comportarse en la mesa. Y Él no le permitirá comer mientras usted no obedezca sus órdenes. ¿Y que órdenes son ésas? Que no cuente historias sobre los hermanos que están sentados a la mesa con usted -no importando donde se congreguen, la nacionalidad o los acontecimientos del pasado.
- Quinto Voto: Nunca tome ninguna gloria
Dios es celoso de su gloria y no la dará a nadie. Él no compartirá su gloria con nadie. Es muy natural, diría yo, que las personas esperen que tal vez su servicio cristiano les dé una oportunidad de demostrar sus habilidades. Verdaderamente quieren servir al Señor, pero también quieren que los demás sepan que están sirviendo al Señor; quieren tener una reputación entre los santos. Este es un terreno muy peligroso: tener reputación entre los santos. Es muy ruin buscar reputación en el mundo, pero es peor buscar reputación entre el pueblo de Dios. Nuestro Señor desistió de su reputación, y debemos hacer eso también.
Meister Eckhart en cierta ocasión predicó un sermón sobre la purificación que Cristo hizo en el templo. Dijo él: "nada había de errado con aquellos hombres que vendían y compraban allí. Nada había de errado en intercambiar dinero allí. El pecado de ellos se resumía en el hecho de que hacian eso para obtener un logro. Ellos ganaban cierto porcentaje de lo que servían al Señor". Y entonces Eckhart hizo la aplicación: "Quienquiera que sirva por una comisión, por un poquito de gloria que pueda derivar de ese servicio, es un comerciante, y debe ser expulsado del templo".
Concuerdo totalmente con eso. ¡Si usted está sirviendo al Señor y, casi sin percibirlo, tal vez inconscientemente, espera obtener una pequeña comisión del cinco por ciento, cuidado! Eso irá a espantar el poder de Dios de su espíritu. Usted necesita determinar que nunca irá a aceptar cualquier gloria, pero si que cuidará para que Dios la reciba toda.
Esos Cinco Votos necesitan ser Escritos en Nuestra Propia Sangre.
La cosa más simple posible es presentar un mensaje como éste. Lo realmente difícil es ponerlo en práctica en nuestra propia vida. Recuerde que esos cinco votos no son alguna cosa que se deba escribir en la tapa de la Biblia para, después, olvidarlos. Necesitan ser escritos en nuestra propia sangre. Tienen que ser votos finales, irrevocables. Que se queden solo en la superficie no es suficiente. No puede ser así. ¡No! Que esos votos vengan de las profundidades de su corazón, de las mayores profundidades de su espíritu.
Esos votos son contrarios a la antigua naturaleza humana. Introducen la cruz en nuestra vida. Y nadie jamás pudo retraerse después de haber tomado Su cruz -nadie, jamás. Cuando un hombre toma la cruz, ya dijo adiós. Él nunca más volverá. El hombre con la cruz nunca retorna. Cuando haga esos votos, recuerde: ellos introducen la cruz en su vida, hieren en el corazón su vida centrada en el ego, y nunca más habrá lugar para el retorno. Y digo yo: "¡Ay de los livianos!"
En Brasil -y tal vez en otros lugares también- muchas personas están diciendo:
"¡Experimenten a Jesús, experimenten a Dios!" Livianos, experimentadores, probadores es lo que ellos son. ¡Son como un conejo que cuenta con doce agujeros de salida, para que, si uno es obstruido, pueda huir por el otro! ¡No! De la cruz no hay lugar para huir. Nadie puede "experimentar" a Jesús. Él no está a disposición de nadie para ser probado. Cristo no está bajo prueba. Usted lo está. Yo lo estoy. ¡Él no! Dios le resucitó de entre los muertos y para siempre confirmó su deidad y le selló y entronizó a su mano derecha como Señor y Cristo. Entregue todo a Él y notará que su vida comenzará a ser elevada. Usted florecerá de manera maravillosa.
Para una vida más poderosa
Sin embargo, si usted, por casualidad, es uno de aquellos sobre quien Dios impuso la mano para una vida más profunda, para una vida más poderosa, para una vida más llena, entonces yo pregunto si está dispuesto a hacer una oración como esta:
"Dios, glorifícate Tú aun a pesar de mí. Envíame la circunstancia - cualquiera que fuera, Señor. Yo no establezco el precio. No intentaré volver atrás. Glorifícate Tú, Señor. Yo acarrearé con las consecuencias".
Ese tipo de oración es simple, pero es profunda, maravillosa y poderosa. Yo creo que si usted pudiera hacer una oración como esa, ella será la rampa de donde podrá ser lanzado a las mayores alturas y a los cielos más azules en las cosas del Espíritu.
Segunda parte
Una Vida Llena del Espíritu
Nota del Administrador:La llenura a la que se refiere Tozer aquí no es el Bautismo del Espíritu Santo, sino la plenitud de la doble porción que viene en la nueva tierra de Tabernáculos, tras el trato de la carne en el desierto y el cruce del Jordán. Si no fuera así estaríamos poniendo los bueyes detrás del carro; pues el Bautismo del Espíritu Santo y Fuego se nos concede precisamente para llevarnos al desierto, donde nuestro yo será tratado hasta la muerte, donde aprendemos la obediencia y donde los caminos de Dios son esculpidos en nuestro corazón, para que el agua del oír se convierta el el vino de la experiencia, del ser.
Mateo 4: 1 Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo; 11, El diablo entonces le dejó; y he aquí vinieron ángeles y le servían. 17 Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.
Todo Cristiano puede recibir un Derramamiento Abundante del Espíritu Santo
... llenaos del Espíritu. Efésios 5: 18
Que todo cristiano puede y debe ser lleno de Espíritu Santo difícilmente parece ser tema de un debate entre cristianos. Sin embargo, algunos argumentan que Espíritu Santo no es para simples cristianos, sino solo para ministros y misioneros. Otros sostienen que la porción del Espíritu recibida en la regeneración es idéntica a aquella recibida por los discípulos en el Pentecostés y cualquier esperanza de una plenitud adicional después de la conversión, simplemente está basada en el error. Algunos expresarán una vaga esperanza de que algún día podrán ser llenos del Espíritu, y aun otros evitarán el asunto alegando que poco saben al respecto y que este tema solo puede causar confusión.
Me gustaría afirmar con osadía que todo cristiano puede recibir un derramamiento abundante del Espíritu Santo, en una porción mucho mayor de aquella recibida en la conversión, y también diría que esta sería mucho mayor de aquella disfrutada en la posición y lugar de algunos cristianos ortodoxos de hoy. Es importante que entendamos bien esta verdad, pues en cuanto que existan dudas es imposible tener fe. Dios no sorprenderá a un corazón dudoso con una efusión de Espíritu Santo, ni visitará a alguien que tenga dudas doctrinales sobre la posibilidad de ser lleno del Espíritu.
Para cesar las dudas y crear una expectativa segura, recomiendo un estudio reverente de la Palabra de Dios. Estoy pronto para basar mi conjetura en las enseñanzas del Nuevo Testamento. Si un examen cuidadoso y modesto de las palabras de Cristo y de sus apóstoles no llevan a la convicción de que podemos ser llenos de Espíritu Santo en este momento, entonces no veo razón para pescar en otra fuente, ya que poco importa lo que este o aquel educador religioso dijeran a favor o en contra de esta proposición. Si la doctrina no es enseñada en las Escrituras, inmediatamente no puede ser sostenida por ningún argumento, y todas las exhortaciones que sean consideradas no tienen valor.
Presentaré aquí un caso para la afirmación. Que aquel que tiene dudas examine incluso la evidencia por sí, y llegará a la conclusión de que no hay justificación en el Nuevo Testamento para creer que no se puede ser lleno del Espíritu, que él cierre este libro y ahórrese del trastorno de continuar leyéndolo. Lo que digo aquí es para respeto a hombres y mujeres que superaron sus dudas y están convencidos de que, cuando cumplen las condiciones, pueden, de hecho, ser llenos de Espíritu Santo.
El hombre debe tener la certeza de que desea ser lleno del Espíritu
Antes de ser lleno del Espíritu, el hombre debe tener la certeza de que desea que esto acontezca. Y esta cuestión debe ser llevada en serio. Muchos cristianos quieren ser llenos del Espíritu, pero su antojo es un tipo de sentimiento romántico e indistinto que difícilmente merece ser llamado antojo. Ellos no tienen idea de cuánto les costaría darse cuenta de esta verdad.
Imagínese que estamos conversando con una persona que tiene dudas, algún joven cristiano impulsivo, digamos, que nos buscó para aprender sobre la vida llena del Espíritu. De la manera más gentil posible, consideran la naturaleza intencional de las preguntas, buscaríamos en su alma de la siguiente forma:
¿Tiene usted la certeza de que desea ser lleno de un Espíritu que, aunque sea como Jesús en su bondad y amor, pedirá ser Señor de su vida?¿Usted está dispuesto a dejar que su personalidad sea controlada por otro, aunque este sea el Espíritu del propio Dios?
Si asume el control de su vida, el Espíritu esperará una obediencia incondicional en todo. Él no tolerará en usted los pecados del ego aunque éstos sean permitidos y perdonados por la mayoría de los cristianos.
Cuando digo pecados del ego me refiero a amor-propio, autocomiseración, egoísmo, autoconfianza, fariseísmo, autoexaltación, autodefensa. Usted descubrirá que el Espíritu hace firme oposición a las maneras fáciles del mundo y de la masa heterogénea que están dentro de los límites de la religión. Él tendrá celos de usted para su propio bien. Jamás permitirá que usted se comporte con ostentación, vanagloria o exhibicionismo. Colocará el control de su vida lejos de su alcance. Hará que los justos lo prueben, lo disciplinen, lo castiguen, por amor a su alma. Podrá privarlo de muchos de aquellos placeres inciertos que otros cristianos disfrutan.
Por todo eso, Él irá envolviendolo en un amor tan inmenso, tan poderoso, tan amplio, tan maravilloso que sus pérdidas parecerán ganancias, y sus pequeños dolores, alegrías. Pero, la carne protestará bajo el fardo del Espíritu, y lo censurará como un yugo muy pesado para ser cargado. Y usted tendrá permiso para disfrutar del solemne privilegio de sufrir para llenarse de aquello que está por detrás de las aflicciones de Cristo en su carne por amor del cuerpo de Cristo, que es la Iglesia. Ante esas condiciones, ¿aún quiere usted ser lleno de Espíritu Santo?"
Si eso parece serio, acordémonos de que el camino de la cruz nunca es fácil. El brillo y la fascinación que acompañan los movimientos religiosos populares son tan falsos como el resplandor en las alas del ángel de las tinieblas cuando él, por un instante, se transforma en ángel de luz. La timidez espiritual que teme mostrar la cruz en su verdadero carácter no debe ser justificada bajo ninguna razón. Ella puede resultar solo en frustración y tragedia al final.
El deseo de ser lleno del Espíritu debe ser extremadamente profundo.
Antes que seamos llenos del Espíritu, el deseo de ser lleno debe ser extremadamente profundo. Debe ser, por ahora, la cosa más importante de la vida, tan intensa, a punto de impedir la entrada de cualquiera otra cosa. El grado de plenitud en cualquiera concuerda perfectamente con la intensidad del verdadero deseo. Tenemos tanto de Dios, cuanto en verdad, nos gustaría tener. Uno de los mayores impedimentos para una vida llena del Espíritu es la teología de la complacencia, tan ampliamente aceptada entre los evangélicos de nuestros días. De acuerdo con esta visión, el deseo intenso es una evidencia de incredulidad y prueba de la falta de conocimiento de las Escrituras. Una refutación suficiente de esta posición es suministrada por la propia Palabra de Dios y por el hecho de que ella siempre deja de producir la verdadera santidad entre aquellos que la defienden.
Por lo tanto, dudo que una persona, que ya recibió aquella inspiración divina con la cual nos preocupamos aquí, no haya experimentado un momento de profunda ansiedad y agitación interior. El contentamiento religioso siempre es el enemigo de la vida espiritual. Las biografías de los santos enseñan que el camino para la grandeza espiritual siempre fue por medio de mucho sufrimiento y dolor en lo íntimo. La frase "El camino de la cruz", aunque aparezca en determinados grupos con el sentido de algo muy bello y hasta agradable, para el verdadero cristiano aún significa lo que siempre significó: el camino del rechazo y de la pérdida. A nadie jamás le gustó una cruz, así como a ninguno jamás le gustó una horca. El cristiano que está a la búsqueda de cosas mejores y que, para su temor, se vio en un estado de total desesperación consigo no necesita sentirse desanimado. El desespero con el ego, cuando es acompañado de la fe, es un buen aliado, pues destruye uno de los enemigos más poderosos del corazón y prepara el alma para la ministración del Consolador.
Una sensacion de completo vacío, de frustración y de tinieblas puede (que estemos atentos y conocedores de lo que está aconteciendo) ser el fantasma en el valle de las sombras que lleva a aquellos campos fructíferos lejanos. Si no entendiéramos bien este principio y que resistamos esta visita de Dios, podemos perder por completo todos los beneficios que un Padre celeste y bondadoso tiene en mente para nosotros. Si cooperáramos con Dios, Él se llevará los auxilios naturales que nos sirvieron, como la figura de la madre o de una enfermera por tanto tiempo y nos colocará en un lugar donde no podremos recibir otra ayuda sino la del propio Consolador. Él arrancará aquella cosa falsa que los chinos llaman la "faz" y nos mostrará cuán arduamente somos realmente pequeños. Cuando haya acabado su obra en nosotros, sabremos lo que nuestro Señor quiso decir cuando dijo: "Bienaventurados los humildes de espíritu" (Mat. 5: 3).
No se olvide, sin embargo, de que en estas disciplinas arduas no seremos abandonados por nuestro Dios. Él nunca nos dejará ni nos desamparará, ni se quedará airado con nosotros ni nos reprobará. No quebrará su alianza ni cambiará las palabras que salieron de sus labios. Él nos guardará como a la niña de sus ojos y se celará por nosotros como una madre cuida de su hijo. Su amor no fallará, aunque esté conduciéndonos a una experiencia tan real y tan terrible de crucifixión de nuestro ego, de modo que solo podemos expresarla por medio del llanto: "Dios mío, Dios mío, por qué me has desamparado?" (Sal. 22: 1; Mat. 27: 46).
El Valor de la Experiencia de Privación
En este momento, busquemos mantener nuestra teología en este sentido en lo que concierne a todo eso. No hay en esta difícil privación un remoto pensamiento de mérito humano. La "noche oscura del alma" no conoce un rayo turbio de la luz engañosa del fariseísmo. No mereceremos la unción que anhelamos por medio del sufrimiento, ni esta devastación del alma hace que seamos personas estimadas por Dios ni nos da otro favor a sus ojos. El valor de la experiencia de privación está en su poder de desvincularnos de los intereses pasajeros de la vida y en lanzarnos de vuelta a la eternidad. Sirve para vaciar nuestros floreros terrenales y prepararnos para ser infundidos del Espíritu Santo.
Que seamos llenos del Espíritu, por lo tanto, exige que abramos nuestro ser como un todo, que nos sometamos la una muerte interior, que liberemos nuestro corazón de aquel desecho adámico que se acumuló a lo largo de los siglos y abramos todos los compartimentos de nuestro ser para el Invitado celestial. El Espíritu Santo es una Persona viva y debe ser tratado como tal. Nunca debemos pensar en Él como una energía ciega ni como una fuerza impersonal. Él oye, ve y siente como cualquier otra persona. Él habla y oye cuando hablamos. Podemos agradarle, entristecerle o callarle, como podemos hacerlo con cualquiera otra persona. Él responderá a nuestro tímido esfuerzo por conocerle y vendrá a nuestro encuentro en medio del camino.
Por más maravillosa que sea esta experiencia o la crisis de ser lleno del Espíritu, debemos recordar que eso es solo un medio para que alcancemos algo mayor: que es caminar en el Espíritu durante una vida, ser habitados, dirigidos, enseñados y fortalecidos por su poderosa Persona. Y para continuar, por lo tanto, andando en el Espíritu, es preciso que cumplamos ciertas condiciones. Estas nos son presentadas en las Sagradas Escrituras y están descritas allí para que todos las vean.
Una Vida llena del Espíritu
El ser lleno del Espíritu requiere, por ejemplo, que vivamos de acuerdo con la Palabra de Dios como un pez que vive en el mar. Con eso no quiero decir que debemos simplemente estudiar la Biblia, ni que hagamos un "curso" sobre la doctrina bíblica. Quiero decir que debemos "meditar de día y de noche" en la Santa Palabra, que debemos amarla, deleitarnos con ella y digerirla todo el tiempo. Cuando las actividades de la vida exigen nuestra atención, podemos, sin embargo, con un tipo de reflexión bendecida, mantener siempre la Palabra de la Verdad en nuestra mente.
Por lo tanto, si agradamos al Espíritu que habita en nosotros, todos debemos tener una buena relación con Cristo. La obra presente del Espíritu es honrar a Cristo, y todo lo que Él hace tiene esta tarea como su principal propósito. Debemos hacer que nuestros pensamientos sean un santuario limpio para su santa habitación. Él habita en nuestros pensamientos, y los pensamientos deshonrosos le son muy repulsivos. Sobre todo, debemos tener la disposición de fe de que continuaremos firmes por más radical que pueda ser la inestabilidad de nuestros estados emocionales.
La vida en la que el Espíritu habita no es una edición de lujo del cristianismo, que debe ser disfrutada por determinados cristianos extraordinarios y privilegiados que, por casualidad, son mejores y más sensibles que el resto. Al contrario, es el estado normal para todo hombre y mujer redimido en todo el mundo. Y "el misterio que había estado oculto de los siglos y de las generaciones; ahora, sin embargo, se manifestó a sus santos; a los cuáles Dios quiso dar a conocer cual sea la riqueza de la gloria de este misterio entre los gentiles, es decir, Cristo en vosotros, la esperanza de gloria" (Col. 1: 26-27). Faber, en uno de sus bellos y reverentes himnos, dedicó estas maravillosas palabras a Espíritu Santo:
Océano, inmenso Océano que fluye,
Tú eres el Amor que no tuvo principio;
Me estremezco en mi alma,
Siento el mover de tus aguas.
Tú eres un mar sin playa;
Tremendo e infinito eres Tú;
Un mar que puede limitarse
dentro de mi pequeño corazón.
Tercera parte
El llamado más alto
Si Dios lo ha llamado usted para que sea verdaderamente como Jesús con todas las fuerzas de su Espíritu, Él lo estimulará para que lleve una vida de crucifixión y de humildad y le exigirá tal obediencia, que usted no podrá imitar a los demás cristianos, pues Él no permitirá que usted haga lo que hacen otros en muchos aspectos.
Otros, que aparentemente son muy religiosos y fervorosos, pueden tenerse a sí mismos en alta estima, pueden recoger influencia y resaltar la realización de sus planes; usted, sin embargo, no deberá hacer nada de eso, pues, intentando hacerlo fracasará de tal modo y merecerá tal reprobación por parte del Señor, que usted se convertirá en un penitente lastimoso.
Otros podrán hacer alarde de su trabajo, de sus éxitos, de sus escritos, pero el Espíritu Santo no le permitirá a usted ninguna de esas cosas. Si usted comienza a proceder de esa forma, Él lo consumirá en una mortificación tan profunda que usted despreciará todas sus buenas obras.
A otros les será permitido conseguir grandes sumas de dinero y darse a lujos superfluos, sin embargo Dios solo le proporcionará a usted el sostén diario, porque quiere que usted tenga algo que es mucho más valioso que el oro: una absoluta dependencia de Él y de su invisible tesoro.
El Señor permitirá que los demás reciban honras y se destaquen, mientras lo mantiene a usted oculto en la sombra, porque Él quiere producir un fruto selecto y fragante para su gloria venidera, y eso solo puede ser producido en la sombra.
Dios puede permitir que los demás sean grandes, pero usted deberá continuar siendo pequeño; Dios permitirá que otros trabajen para Él y ganen fama, sin embargo hará que usted trabaje y se desgaste sin que ni aún sepa cuanto está haciendo.
Después, para que su trabajo sea aún más valioso, permitirá que otros reciban el crédito por lo que usted hace, con el fin de enseñarle el mensaje de la cruz: la humildad y algo de lo que significa participar de su naturaleza. El Espíritu Santo mantendrá sobre usted una estricta vigilancia y, con celoso amor, le reprobará por sus palabras, o por sus sentimientos indiferentes, o por mal gastar su tiempo, esas cosas que parecen no preocupar a los demás cristianos.
Por eso, habitúese a la idea de que Dios es un soberano absoluto que tiene el derecho de hacer lo que le plazca con los que le pertenecen y que no puede explicarle las infinidades de cosas que podrían confundir su mente, por el modo como Él procede con usted. Dios le tomará la palabra; y si usted se vende para ser su esclavo sin reservas, Él lo envolverá en un amor celoso que permitirá que otros hagan muchas cosas que a usted no le son permitidas. Sépalo de una vez por todas: usted tiene que entenderse directamente con Espíritu Santo acerca de esas cosas, y Él tendrá el privilegio de atar su lengua, o de colocar esposas en sus manos o de cerrar sus ojos para aquello que es permitido a los demás. Sin embargo, usted conocerá el secreto del Reino.
Cuando estuviera poseído por el Dios vivo de tal manera que se sienta feliz y contento en lo íntimo de su corazón con esa peculiar, personal, privada y celosa tutoría y con ese gobierno de Espíritu Santo sobre su vida, entonces habrá encontrado la entrada de los cielos, el llamado más alto de Dios.
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