19
Cuando
coseches tu mies en tu campo y olvides alguna gavilla en el campo, no
debes volver a recogerla; será para el extranjero, para el huérfano
y para la viuda, con el fin de que Yahweh tu Dios te bendiga en toda
obra de tus manos.
Vemos
esta ley ponerse en práctica en el libro de Rut, mientras ella
espigaba en el campo de Booz. Rut
2:15
y 16
dice,
15
Cuando
se levantó para espigar, Booz ordenó a sus siervos, diciendo: “Que
recoja también espigas entre las gavillas, y no la avergoncéis. 16
Y
dejaréis también caer para ella algo de los manojos, y lo dejaréis
para que lo recoja, y no la reprendáis.
Boaz
fue generoso con Rut, yendo más allá del requisito de la Ley. En
realidad instruyó a sus segadores a pretender olvidar algunas
gavillas en el camino. Es un buen ejemplo del amor, que no viola la
Ley, sino que transciende su nivel de justicia.
Cobertura directa de Dios
El
rebusco o espigado fue dado a los extranjeros, huérfanos y viuda,
que todos tenían una cosa en común. No tenían ninguna cobertura,
ningún pariente cercano. Así que Dios proveyó tal cobertura por Sí
mismo, mostrándonos que si los creyentes no tienen “cobertura”
en una iglesia, Dios se convierte en su cobertura. Toma su caso
cuando claman a Él (Éxodo
22:23).
Y
así también, cuando
los padres de David le abandonaron a causa de la amenaza de Saúl,
Dios lo cubrió directamente.
David escribió en el Salmo
27:10,
10
Por
mi padre y mi madre me han abandonado, pero Yahweh me recogerá.
Cuando
David era un proscrito perseguido por el rey Saúl, sus padres
tuvieron que renunciar a él con el fin de proteger su propia
herencia en Belén. Como huérfano espiritual, David recibió
protección y formación especial de Dios mismo. Fue adoptado en
la familia de Dios y por lo tanto se convirtió en un “hijo de
Dios”, y Dios se convirtió en su cobertura.
Cuando
vemos que todos esos “extranjeros, viudas y huérfanos” son
adoptados por Dios cuando entran en el Reino y se juntan a Su Pacto,
entonces podemos empezar a entender Isaías
56:3-8,
que habla de los extranjeros y los eunucos a los que les es dado “un
nombre mejor que el de hijos e hijas”.
La
Ley del Rebusco es una de las formas de proveer para aquellos
que están bajo la cobertura directa de Dios.
Recordando la opresión de Israel en Egipto
Moisés
continúa en los versículos 20-22,
20
Cuando
sacudas tus olivos, no recorrerás las ramas que hayas dejado tras de
ti; serán para el extranjero, para el huérfano y para la viuda. 21
Cuando vendimies tu viña, no rebuscarás tras de ti; será para el
extranjero, para el huérfano y para la viuda. 22 Y acuérdate que
fuiste esclavo en tierra de Egipto; por tanto, yo te mando que hagas
esto.
Una
vez más, la Ley del Rebusco es algo que los hijos de Israel deben
apreciar, habiendo sido extranjeros en la tierra de Egipto. Su
tratamiento en las manos de los egipcios era la lección de Dios con
ellos acerca de cómo no tratar a los extranjeros, y por extensión a
las viudas y los huérfanos también.
Las esquinas de tu campo
Moisés
ya había establecido la Ley del Rebusco anteriormente, con un
detalle adicional, como se lee en Lev.
19:9
y 10,
9
Cuando
siegues la mies de tu tierra, no segarás hasta el último rincón de
ella, ni espigarás tu tierra segada. 10 Y no rebuscarás tu viña,
ni recogerás el fruto caído de tu viña; para el pobre y para el
extranjero lo dejarás. Yo Yahweh vuestro Dios.
Esto
nos da un poco más instrucción sobre el Rebusco. No sólo los
segadores no debían regresar en busca de la gavilla que se
olvidaron, sino que también debían dejar los bordes de sus campos
para que los necesitados los cosecharan. Del mismo modo, al cosechar
un viñedo, si caían algunos de los racimos, debían dejarlos en el
suelo para los necesitados. Esta ley se repite en Lev.
23:22,
pero sin más detalles.
Las
esquinas del campo de uno se dedicaban a Dios y su fruto era dado a
los pobres, las viudas, los huérfanos y los extranjeros.
El principio detrás de esta ley también se representa en una ley
relacionada con respecto a las esquinas de la barba de un hombre.
Lev.
19:9
habla de las esquinas del campo, mientras que el versículo 27 habla
de las esquinas de la barba (patillas) de uno. Estas leyes se
encuentran en proximidad entre sí por una razón.
La
“faz
de la tierra”
(como en Gen.
6:1)
era un término hebreo que relaciona
una cara con un campo de grano.
Las esquinas de la barba, hablando proféticamente, representan las
esquinas de ese campo. No
fue ordenado en la Ley que alguien tuviera barba, ya que incluso José
se afeitó cuando se presentó al faraón
(Génesis
41:14);
pero
si se dejaba la barba, no debía tener una perilla.
Cortarse
las patillas era el equivalente profético de la cosecha de las
esquinas del campo de uno y privar a los pobres del sustento que era
la provisión de Dios para ellos.
Para
entender completamente este concepto, uno debe estudiar las leyes
relativas a los
nazareos, que tenían prohibido cortarse el cabello o afeitarse la
barba hasta el final de su voto (Num.
6:5).
Tal
voto se hacía para limpiar y purificar a una persona,
y se correlaciona con un
campo que es devuelto a la naturaleza.
A medida que el campo se volvía lleno de malas hierbas y árboles,
se hacía como una selva. Si bien este estado parecía ser
desorganizado y no sometido, también permitía a la tierra reponerse
de forma natural con nutrientes con el fin de hacerla productiva en
el futuro.
Si
bien la Ley
del Nazareato
representa la “faz
de la tierra”
en el sentido de restaurarla a un estado
salvaje,
la Ley
de Barbas
representa un campo
cultivado, sometido,
en cumplimiento del mandato en Génesis
1:28
de someter
la tierra y ponerla bajo el dominio de Jesucristo.
Ningún hombre puede cumplir con este mandato, sin ser obediente a Su
voluntad, y Su voluntad se expresa en parte por la Ley del Rebusco.
Dios
no está muy preocupado por las barbas de los hombres sino más bien
con el sentido espiritual en su conexión con la Ley del Rebusco. En
mi opinión ningún hombre debería tener barba, a no ser que sea
guiado por el Espíritu a hacerlo.
El Rebusco y la Ley del Amor
La
ley nos da la enseñanza básica, pero ¿cómo lo entendían los
profetas? ¿Cómo se aplica la ley, espiritual y proféticamente? La
respuesta la encontramos en Miqueas 7, donde el profeta se lamenta
sobre Israel debido a que la Ley había sido apartada en favor de
“los
estatutos de Omri”.
Omri fue uno de los reyes más poderosos en la historia de Israel, y
había establecido un nuevo Código Ley para reemplazar las Leyes de
Dios. Por lo que el profeta dice en Miqueas
7:1
y 2,
1
¡Ay
de mí!, porque estoy como cuando han recogido los frutos del verano,
como cuando han rebuscado [olelah,
“rebuscar”]
después de la vendimia, y no
queda racimo para comer;
mi alma deseó los primeros frutos. 2
Ha
desaparecido el bondadoso de la tierra,
y no hay recto entre los hombres. Todos acechan por sangre; cada cual
arma red [cherem,
“devoción”]
a su hermano.
Alal
es
espigar
o rebuscar, y olelah
es
un
rebuscador de uvas. La palabra también se utiliza en árabe para
referirse a un segundo trago para calmar la sed restante que uno
pueda tener después de su primer trago largo. En la Escritura
encontramos a Balaam usando la misma palabra en Num.
22:29,
donde acusó a su burro de insultarlo. La NASB dice: “¡tú
has
hecho burla de mí!”
En otras palabras, Balaam acusó a su burro de sobrepasar sus límites
y de mal comportamiento.
Por
lo tanto, la palabra alal
tiene
que ver con ir
más allá de las fronteras,
y cuando se aplica a espigar eso significa ir más allá del derecho
normal a poseer lo que se ha producido. Es una ley de amor, expresada
en la propia entrega a los pobres, las viudas, los huérfanos y los
extranjeros, todos los cuales están bajo la cobertura directa de
Dios.
En
un ejemplo más negativo del uso de esta palabra, Jueces
19:25
habla de los hombres malvados de Benjamín que tomaron a la concubina
del levita, la violaron y la “maltrataron” (insultaron) esa
noche. La palabra “violaron” es alal,
“rebuscar”. Por eso, cuando la palabra se aplica en una situación
de mal, significa ir más allá de la autoridad legal, tomando por
codicia o lujuria más de lo que la Ley permite.
Esta
idea también se ve cuando nos fijamos en el sentido espiritual de la
palabra misma. Alal
se
deletrea ain,
lamed, lamed.
La ain
significa
“ojo”, y alude a ver o manifestar algo. La lamed
es
una aguijada de bueyes, un símbolo de autoridad. La doble lamed
significa
un segundo trago, sobrepasar los límites de la autoridad. Así que
la palabra alal
significa
un comportamiento que sobrepasa los límites de la legítima
autoridad manifiesta.
De
lo que el profeta Miqueas se lamenta es por el hecho de que Israel
había sustituido la Ley de Dios por las leyes de Omri y por lo tanto
había sobrepasado los límites de la Ley de Dios. Lo expresa en
términos del rebuscado. Es probable que Omri hubiera abolido la Ley
del Rebusco, lo que luego dejó a los necesitados sin el suficiente
sustento. “Faltó
el misericordioso de la tierra”
puede significar que los israelitas no estaban siguiendo ya la Ley de
Dios; o puede significar que los pobres y necesitados, que son “los
justos” en este caso, habían muerto de hambre o se han visto
obligados a trasladarse a otro país.
El Rebusco y los elegidos
En
cierto modo, somos lo que comemos. Espiritualmente hablando,
los elegidos de Dios están representados como comedores de
espigas o rebusco. Desde el punto de vista de la profecía, se
dio el rebusco al remanente elegido, aquellos bajo la cobertura
directa de Dios, representados como las viudas, los huérfanos y
los extranjeros.
El
ejemplo de Pablo de los elegidos en Romanos
11:2-7
proviene de la historia de Elías. Y así Miqueas se lamentaba tanto
como Elías lo había hecho antes, cuando se quejó a Dios en 1
Reyes 19:14,
14
...
los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares y
mataron a tus profetas con la espada. Y sólo yo he quedado, y buscan
mi vida, para quitármela.
En
otras palabras, los israelitas sin ley persiguieron y destruyeron a
los elegidos de Dios. Miqueas se quejó de que el buen hombre había
perecido de la Tierra, mientras que Elías se quejó de que él era
el único que quedaba que servía al verdadero Dios.
Por
supuesto, Dios le dijo a Elías en el versículo 18 que había
todavía 7.000 en Israel que eran verdaderos adoradores. Pablo nos
dice en Rom.
11:5-7
que estos eran el “remanente
de la gracia”,
que también es llamado “los
elegidos”.
Mientras
que Israel como un todo había sido “llamado” por Dios para
administrar las bendiciones de Abraham a las naciones del mundo, en
la realidad sólo el remanente fue verdaderamente “elegido” y
obtuvo esa promesa.
Los espigadores o rebuscadores están dedicados a Dios
La
profecía de espigar en Miqueas
7:2
también nos lleva a otra ley que conecta a los elegidos con los
“devotos”.
2
Ha
desaparecido el bondadoso de la tierra,
y no hay recto entre los hombres. Todos acechan por sangre; cada cual
arma red [cherem,
“devoción”]
a su hermano.
Miqueas
emplea la palabra cherem
con
un doble significado. Se utilizaba para cazar pájaros con redes. Se
ponían semillas en el suelo y luego lanzaban una red sobre las aves
cuando venía a alimentarse. Por lo tanto, la
palabra hebrea cherem
tenía
un doble significado: (1) una red y (2) la devoción.
Pero
el término legal, devoción,
tiene un significado que va más allá del mero compromiso y enfoque.
La palabra hebrea cherem
denota
una relación especial, con una una esposa o el sitio del templo, o
alguna cosa “dedicada” a Dios. El recinto del templo, por
ejemplo, fue llamado cherem.
Entonces también el harén del rey, (cherem),
que consistía en sus múltiples esposas, que habían sido
“dedicadas” o “consagradas” a él.
Cualquier
cosa que se da a Dios o se coloca bajo Su control directo es cherem.
Denota que algo es propiedad de Dios. La Ley
de la Devoción
se encuentra en Lev.
27:28,
28
Sin
embargo, todo lo que un hombre consagra [cherem,
“dedica, separa”] a
Yahweh
de todo lo que tiene, de los hombres o de los animales o de las
tierras de su propiedad, no
se venderá ni se rescatará.
Todo lo consagrada [cherem]
es cosa santísima para Yahweh.
En
este capítulo se habla de hombres dando una ofrenda especial de la
tierra a Dios. Cuando la tierra era “dedicada” a Dios, caía en
una categoría especial de tierra, en la que el propietario original
no tenía el derecho de redención, ni se devolvía la tierra a él
en el año del Jubileo.
Jericó
es un ejemplo de una ciudad “dedicada” a Dios (Jos.
6:21),
con el fin de colocar la totalidad de su oro, plata, bronce y hierro
para el tesoro del Señor (Jos.
6:24).
De hecho, todas las ciudades que Israel conquistaba se decía que
eran “dedicadas” a Dios. ¿Por qué, entonces, se destruían las
ciudades? Eran destruidas porque los habitantes se negaban a dar a
Dios lo que Él había reclamado para Sí. Pero, ¿era una cosa tan
mala que se dedicaran o consagraran a Dios?
Ser devoto (dedicado) a Dios
La
intención de la carne es enemistad con Dios y por lo tanto se
resiste a ser dada a Dios y puesta bajo la autoridad divina. Por lo
tanto, la Ley de la Devoción requiere la muerte de la mente carnal,
y cuando estamos verdaderamente dedicados a Dios, Él obra en
nosotros para matar la carne. Es
sólo por morir con Él que somos levantados en novedad de vida (Rom.
6: 4).
De hecho, esta es la diferencia entre el creyente común y el que se
consagra a Él.
Los que se dedican a Él parecen ser los más maltratados de todos.
Todos sentimos lástima por ellos, pero Jesús dice en Juan
10:28,29,
28
y
yo les doy vida eterna (aionian)
a ellos, y no perecerán jamás; y nadie
las arrebatará de mi mano.
29 Mi Padre que me las dio, es mayor que todos; y nadie las puede
arrebatar de las manos de mi Padre.
Estos
son los colocados en propiedad directa de Dios bajo Su cobertura y
autoridad. Esta fue la manera en que Jesús expresó la Ley de la
Devoción, porque ninguna cosa consagrada, una vez dada a Dios, podía
ser “vendido o redimido” de la propiedad de Dios. Ese
es el significado subyacente de
devoción,
según el término se utiliza en la Escritura. En otras palabras, no
están en venta a ningún precio.
Cuando cosas carnales se dedicaban a Dios, Él destruía la carne en
ellas con el fin de consagrarlas como vasos útiles en la casa de
Dios.
Y
así, vemos que la Ley del Rebusco habla de un remanente, o parte de
un campo, vid, o árbol que está dedicado a Dios. Los
espigadores o rebuscadores se identifican con el Remanente de Gracia,
que Dios ha reclamado para sí.
Para
que esos espigadores sean útiles para alimentar a las naciones
pobres y necesitadas del mundo, se ha puesto a ese remanente en un
programa de entrenamiento vigoroso, con el fin de matar la carne y
hacer a su espíritu libre, para caminar en una nueva manera de vivir
de acuerdo con la las Leyes del Reino. La Compañía-Espigadores o
Remanente de Gracia, es llamado a distribuir las bendiciones de
Abraham a todas las naciones de la Tierra.
No
todos los creyentes son verdaderos devotos de Dios conforme a la Ley
de la Devoción. Los que permanecen bajo la cobertura directa de
una iglesia, sólo disfrutan de una relación indirecta con
Jesucristo. Su deber principal es complacer a la iglesia, en
lugar de a Cristo. Tienen confianza en que los mandamientos de la
iglesia coinciden con los de Jesucristo, por lo que no ven ninguna
razón para ser consagrados a la autoridad directa de Cristo.
Sin
embargo, aquellos que han experimentado el rigor del entrenamiento de
Dios saben lo diferente que es de la forma en que otros parientes
redentores entrenan a los que están bajo ellos. Por lo tanto, no
es sorprendente ver que los que están bajo la cobertura de los
hombres y de las iglesias no son generalmente tan bien entrenados
como aquellos que son huérfanos de la iglesia bajo la cobertura
directa de Dios. Los hombres simplemente no están equipados
para entrenar a otros en la forma divina.
De
hecho, si lo intentaran, serían procesados por abusos. Yo también
acusé a Dios muchas veces de maltrato infantil. No me gustaba mi
formación desierto desde 1981-1991; pero mirando hacia atrás en
ello, no lo cambiaría por nada del mundo, porque me ha hecho quien
soy y ha hecho posible que yo haga el trabajo que estoy llamado a
hacer. Aprendí que ser dedicado a Dios significaba que mi carne
se dedicaba a la destrucción y que iba a ser crucificado con Cristo.
Pero también aprendí que quien se da (dedica) al Padre como Su
hijo nunca puede ser arrancado de Su mano.
La pena de muerte
La
Ley de la Devoción es el fundamento de la pena de muerte bíblica,
por la cual aquellos que son culpables de crímenes capitales son
“dedicados” a Dios.
Cuando
Dios creó los tribunales terrenales para administrar justicia al
pueblo de Israel, se establecieron en el principio de que la justicia
no se realiza hasta que la plena restitución a todas las víctimas
de la injusticia se haya hecho. El principal método de justicia era
la restitución.
Sin
embargo, hubo algunos crímenes donde no era posible hacer justicia a
través de los pagos de restitución. En tales casos, como el
asesinato y el secuestro, la pena era la muerte. El culpable era
ejecutado a menos que la víctima o su abogado tuvieran a bien
perdonar su crimen.
La
muerte misma no hacía nada para satisfacer la justicia, porque se
mantenía pérdida de la víctima, la persona que fue asesinada
todavía permanecía muerta. El hombre secuestrado podría ser
devuelto con vida, pero ¿cómo se pueden devolver dos hombres como
un doble pago de restitución, según Éxodo
22:4?
Por lo tanto, la pena de muerte no administra justicia, sino que
sólo apela el caso ante un tribunal superior en el Gran Trono
Blanco.
Con
la imposición de la pena de muerte, el tribunal terrenal
esencialmente admitía que era incapaz de administrar justicia
divina, y así era necesario que el juez apelara a la Corte Divina y
pusiera el caso bajo la autoridad de Dios. Todos estos casos serán
oídos en el momento en que el Gran Juez de toda la Tierra celebre la
Corte después que una semana completa de la Creación (7.000 años)
se haya completado.
Los
que se someten a muerte, entonces, se ponen en un estado de “reposo”,
como la Biblia lo llama, hasta que sean convocados al Gran Trono
Blanco, donde Jesucristo mismo juzgará su caso. En esta sala, la
justicia puede y será hecha, porque él tiene el poder de resucitar
a los muertos y tiene la sabiduría para administrar justicia en
todos los casos “imposibles”.
En
efecto, los
que son condenados a la pena de muerte son “dedicados” a Dios.
Se les pone en las manos de Dios y estarán bajo Su autoridad
directa. Aunque Dios ha puesto a los ciudadanos del Reino bajo la
autoridad de ciertos líderes y jueces, que sostienen las partes del
Mandato de Dominio, los
jueces no son capaces de hacer frente a todos los casos judiciales.
Por lo tanto, en ciertos casos difíciles, tenían que renunciar a su
derecho como jueces y “dedicar” a los pecadores a Cristo, que es
capaz de juzgar.
En
el Gran Trono Blanco, dice Isaías
45:23,
toda rodilla se doblará y toda lengua confesará que Él es el
Señor. Todo el mundo va a jurar lealtad a Él, afirmando (en el
versículo 24) “Sólo
en Yahweh están la justicia y la fuerza”.
Como resultado, el versículo 25 concluye,
25
En
Yahweh será justificada y se gloriará toda la descendencia de
Israel.
Sorprendentemente,
la pena de muerte pone todo bajo la autoridad de Jesucristo, y cuando
todos los hombres vean Su gloria, majestad y amor, todos ellos lo
confesarán como Señor. Ellos se arrepentirán y se convertirán.
Juan habla de ese día en Rev.
15:4,
diciendo:
4
¿Quién
no te temerá, oh Señor, y glorificará tu nombre?,
pues
sólo tú eres santo; por lo cual todas las naciones vendrán y te
adorarán, porque tus juicios se han manifestado.
La mortalidad es una sentencia de muerte
La
pena de muerte en realidad se remonta a Adán, que fue el primero en
recibir tal pena. A través de él, todos hemos sido condenados a una
existencia mortal. Mientras que normalmente vemos esto como “malo”,
y vemos la muerte como “el
último enemigo”
(1
Cor.
15:26),
en
realidad es la muerte la que nos justifica ante Dios.
La Emphatic Diaglott traduce Rom.
6:7,
7
Porque
el que murió ha sido justificado del pecado.
Es
por la muerte que somos justificados, cuando nos identificamos con
Cristo en Su muerte en la Cruz.
Mediante
la aceptación de la pena de muerte y crucificando al hombre viejo
interior, nos dedicamos a la propiedad directa de Dios.
Este es el significado que subyace detrás del bautismo (Rom.
6:4-10),
en el que cumplimos con la pena de muerte con el fin de ser
levantados con Él a una nueva vida.
Del
mismo modo, aquellos que caen bajo la pena de muerte en un
tribunal terrenal están dedicados a Dios, el único que puede
administrar justicia en casos que son demasiado difíciles o
imposibles para que los tribunales terrenales puedan hacerlo
correctamente.
Jericó, un tipo de reino bestia
Vemos
este principio positivo en la batalla de Jericó, donde la ciudad se
dedicó a Dios. Las paredes y las estructuras carnales fueron
derribadas, pero todo el oro, plata, bronce, y hierro se dedicaron a
la tesorería de Dios. Josué
6:17-19
dice,
17
Y
la ciudad estará bajo la prohibición [cherem],
y todo lo que hay en ella pertenece a Yahweh … 18 Pero en cuanto a
ti, solamente guardaos de las cosas dedicadas al anatema [cherem],
ni
toquéis, ni toméis ninguna cosa del anatema
[cherem],
no sea que hagáis el campo de Israel anatema [cherem]
y
lo turbéis. 19 Pero toda la plata y el oro y los utensilios de
bronce y el hierro son santos para Yahweh; porque irán al tesoro de
Yahweh.
La
NASB traduce cherem
de
dos formas en estos versículos. En primer lugar, lo traduce “bajo
la prohibición”, y en segundo lugar lo traduce “anatema”.
Ninguna traducción hace plena justicia a la palabra. Literalmente
significa que toda la plata, oro, bronce y hierro de Jericó iban a
ser colocados en el tesoro de Dios, porque Dios los reclamó como
suyos. Si
alguno se resistía y demandaba lo que se había dedicado a Dios,
quedaba “maldito”, es decir, él también era puesto bajo
propiedad de Dios por medio de la pena de muerte.
Apelar al Tribunal Supremo
Cuando
se aplica la Ley de la Devoción a la Corte Divina, se aplica a
aquellos que creen que son víctimas de la injusticia, pero no
encuentran remedio en los tribunales terrenales, haciendo que oren y
apelen su caso a la Corte Divina.
Uno
de estos casos sería cuando un hombre cree que su esposa es culpable
de adulterio, pero no tiene pruebas definitivas. Tal caso se expone
en Num.
5:13.
El hombre puede entonces llevarla a la Corte Divina, representada por
el sacerdote, donde sería presentado a Dios. El primer paso para él
era eliminar a su esposa de su propia cobertura, y esto era
significado por perder su cabello (Num.
5:18).
Esto la ponía bajo la propiedad y la autoridad de Dios.
Ella
era entonces debía hacer un juramento de inocencia, y su marido
debía dejar el caso en manos de Dios para el juicio. He.
6:16
da el principio de la Ley “y
para ellos el juramento interpuesto para confirmación pone punto
final a toda disputa”.
En otras palabras, ella confirmaba su inocencia con un juramento. Él
debía presumir su inocencia, y no juzgarla ni castigarla él mismo,
sino que la dejaba totalmente en manos de Dios.
Si
tomara el asunto en sus propias manos, le sería de maldición bajo
el mismo principio por el que Acán fue maldecido cuando él tomó
esos artículos de Jericó que habían sido dedicados a Dios.
Anatema Maranatha (el Señor Viene)
22
Si
alguno no ama al Señor, sea anatema [anatema].
Maranatha.
La
versión King James dice simplemente:
22
Si
alguno no ama al Señor Jesucristo, sea anatema Maranatha.
Muchos
de los que no entienden la Ley de la Devoción se han horrorizado que
Pablo parecería maldecir a cualquier persona que no ama al Señor.
Parece totalmente fuera de lo normal para él, teniendo en cuenta el
capítulo del amor en 1
Cor. 13.
El problema es que no parece que los traductores entiendan la Ley de
la Devoción.
La
Septuaginta traduce cherem
con
el término griego anatema.
Este es el equivalente griego que expresa el concepto hebreo de la
devoción.
Pablo entendía la Ley, y estaba usando el término griego según la
definición hebrea de cherem.
Él no estaba maldiciendo a nadie sino dedicándole o consagrándole
a Dios, orando para que Dios pueda asumir la plena responsabilidad de
llevarlos a la salvación. Dedicó a estas personas a la propiedad
directa de Dios, sabiendo que Él tiene la sabiduría para revelarse
a ellos, si no en esta vida, entonces, ciertamente, en el Gran Trono
Blanco. Esta es la llamada “maldición” de Dios.
Anathema
proviene
de ana,
“encima, hacia arriba, en medio”, y tithemi,
“establecer, poner, colocar”. Gesenius Lexicon lo define como
“una cosa configurada o colocada con el fin de ser guardada,
específicamente, una ofrenda votiva”. En otras palabras, la
palabra se aplica a menudo a una ofrenda o tal vez un cordero que
había sido dedicado para un sacrificio a Dios.
¿Era
este cordero “maldito”? Obviamente no. Era sagrado. Los hombres
sólo atraían una “maldición” sobre sí mismos si tomaban el
anatema para su propio uso o para mal uso. Pero Pablo dedicaba a
estas personas a la autoridad directa de Cristo. Era otra forma de
orar: “Señor, interviene en sus vidas y dales instrucciones y
disciplínales si es necesario para llevarlos a la verdad”.
Este
es el significado legal de anatema.
Pablo lo empareja con la expresión Maranatha,
que es una palabra aramea que significa “El Señor viene”. El
Diccionario
Expositivo de Palabras del Nuevo Testamento
dice que Maranatha
fue
…
“Supuesta
anteriormente por algunos como un enunciado imprecatorio o 'una
maldición reforzada por una oración', una idea contraria a las
intimaciones transmitidas por su uso en los documentos cristianos
antiguos. En cuanto a la razón por la que se utilizó, lo más
probable era una expresión del momento entre los primeros
cristianos, como la encarnación de la consumación de sus deseos”.
En
otras palabras, Maranatha
fue
una expresión de aliento en la Iglesia Primitiva para recordar a los
demás que Cristo venía pronto para traer el Reino con su sistema de
justicia perfecta. En
1
Cor. 16:22
Pablo la conectó a un
anatema,
mostrando que los que no aman a Jesucristo iban a ser dedicado a Él,
para que cuando viniera, resolviera el problema y les mostrara la
verdad.
Vemos,
pues, cómo la Ley de la Devoción tiene una amplia aplicación en la
Ley Bíblica. La Ley del Rebusco es una aplicación, porque los
espigadores o rebuscadores pertenecen a Dios y deben ser utilizados
para apoyar a los que están bajo la cobertura directa de Dios. Esto
incluye, viudas, huérfanos, extranjeros, e incluso las bestias del
campo. Si cualquiera de estos son oprimidos, Dios toma su causa en la
Corte Divina como el gran “vengador de la sangre”, es decir, el
pariente cercano, porque el Espíritu Santo se convierte en Su
defensor en la Corte Divina de la Ley.
Cuando
los creyentes apelan al Tribunal Supremo, Jesucristo juzga todos los
casos con justicia y misericordiosamente con Su carácter de amor. Al
final, dedicar estos casos a Él es el derecho de la víctima de
poner el pecador en las manos amorosas de Jesucristo. Este
es el factor misericordioso oculto incluso en la propia pena de
muerte.
http://www.gods-kingdom-ministries.net/teachings/books/deuteronomy-the-second-law-speech-7/chapter-8-law-of-gleanings/ |
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