06/01/2016
Definición de la R.A.E. (Real Academia Española) de contumacia:
1. f. Tenacidad y dureza en mantener un error.
2. f. Der. Rebeldía (‖ falta de comparecencia en un juicio).
Lucas 20: 18
Todo el que cayere sobre aquella piedra, será quebrantado ('sundsláo', de la raíz 'dsláo', que significa triturar, estrellar juntos, destrozar, quebrantar); mas sobre quien ella cayere, le desmenuzará ('likmáo', proveniente de 'likmos', equivalente de 'líknos', que es una canasta para aventar; aventar, por analogía triturar, desmenuzar).
1º Samuel 15: 23
Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación. Por cuanto tú desechaste la palabra de Yahweh, él también te ha desechado para que no seas rey.
Hebreos 6: 1-8
1 Por lo cual, dejando ya la enseñanza primaria acerca de Cristo, vayamos adelante hacia la madurez; no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras muertas, de la fe en Dios… 4 Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, 5 y asimismo degustaron la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, 6 y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a la pública ignominia. 7 Porque la tierra que bebe la lluvia que muchas veces viene sobre ella, y produce hierba provechosa a aquellos por los cuales es labrada, recibe bendición de parte de Dios; 8 pero la que produce espinos y abrojos es desechada, está próxima a ser maldecida, y termina por ser quemada.
Hebreos 10: 26-31
26 Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por el pecado, 27 sino una horrenda esperanza de juicio, y hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios. 28 El que menospreciare la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere sin ninguna misericordia. 29 ¿Cuánto pensáis que será más digno de mayor castigo, el que hollare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del testamento en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia? 30 Sabemos quién es el que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo. 31 Horrenda cosa es caer en las manos del Dios viviente.
Lo primero, decirles que escribimos esto con una carga fuerte en nuestro espíritu, de indignación, compunción y enfado; tras la confirmación del Señor por el artículo de Kevin Barret, La Cruz Perdida que publicamos ayer, del peligro en que se encuentran quienes, habiendo recibido suficiente luz, se niegan a morir a la carne, condición 'sine quanom' para poder entrar en Tabernáculos. Tal vez ese sea el sentir que el Señor quiere que les transmitamos, ustedes lo juzgarán. Pero, de antemano, les decimos que nuestra intención no es ofender a nadie, sino advertir, con angustia, que el tiempo para cruzar y entrar en el Remanente de Gracia de los Vencedores puede acabar y cerrarse la puerta.
El Señor que nos ama y advierte con paciencia y amor vez tras vez, lleva advirtiéndonos desde noviembre del peligro que están corriendo quienes han recibido la luz de Tabernáculos, pero se niegan a entrar.
Al respecto les recomendamos sendos artículos de David Wilkerson y uno de Kevin Barret, publicados los pasados 28 de noviembre, 10 de diciembre y 5 de enero, respectivamente:
(http://josemariaarmesto.blogspot.com.es/2015/11/confusion-por-negarse-andar-en-la-luz.html , http://josemariaarmesto.blogspot.com.es/2015/12/rechazar-la-luz-por-incredulidad-david.Html , http://josemariaarmesto.blogspot.com.es/2016/01/la-cruz-perdida-kevin-barret.html).
Como señalamos en el encabezamiento, la palabra “contumacia” nos habla de persistir en el error con tenacidad y dureza; es decir, de rebeldía. Este es el estado lamentable en el que, incluso por años, algunos se han estado enquistando. Estas personas han recibido Palabra y luz, por toneladas; por escrito y oralmente, a través de muchos voceros de Dios; pero, como dice David Wilkerson en uno de los artículos referenciados, no “comprendieron la luz”; es decir, “no agarraron, echaron mano de, o poseyeron la verdad, que produce vida y poder”.
Son personas que han endurecido su cerviz para no dejar que la Palabra les penetre lo suficiente como para efectuar, aunque sea, el más mínimo cambio en sus vidas cotidianas. La oyen y dicen: “¡Oh, qué buena es esta Palabra”! Pero lamentablemente nunca se la aplican. Persisten en sus mismos errores y pecados, vez tras vez, y cuando les confrontas, unas veces se ponen a gritar y a acusarte a ti de ser el problema y el causante de todos sus males y al rato te piden perdón. Llevan años pidiendo perdón por las mismas cosas que nada hacen por cambiar. Su sucedáneo de arrepentimiento es una rápida petición de perdón a las 2 de la tarde y una vuelta a lo mismo a las 6. A las 2 eres magnífico, pero a las 6 eres terrible y te echan la bronca por enésima vez. Su “arrepentimiento” está sólo en sus bocas, pero muy lejos de sus corazones.
Su falso arrepentimiento sólo les alcanza para “comprar” más plazo para su vida anímica por una semana, días o incluso horas, pero vuelven a sus trece con contumacia.
Son capaces de los más arduos sacrificios o trabajos, ¡capaces de todo menos de morir a la carne! De morir a su impaciencia, a sus quejas, a sus preocupaciones, a sus afectos naturales, a su propia prudencia y a sus prácticas religiosas, con las que pretenden enmascarar su impiedad.
¡Sí! Están completamente cerrados, endurecidos, encallecidos, obstinados… Como mucho llegan al primer paso en que, como el hijo pródigo, sienten tristeza por haber perdido las comodidades y la satisfacción de todas sus necesidades, que estaban cubiertas en la casa de su Padre.
Eso siempre es simple tristeza según el mundo y no según Dios, al menos no hasta que se exclame: “padre, he pecado contra el cielo y contra ti”. Y aun después de eso lo más difícil: volver sobre sus pasos hasta el lugar del desvío.
Génesis 13: 3, Y volvió por sus jornadas desde el Neguev hacia Bet-el, hasta el lugar donde había estado antes su tienda entre Bet-el y Hai;
Apocalipsis 2: 5 Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido.
En tal estado de impenitencia, indolencia, cerrazón, estupor, obnubilamiento, ofuscación, confusión…, no pueden arrepentirse. Necesitan la Roca del Quebrantamiento, la Piedra del Ángulo en la que chocar. Necesitan un sacudón o electrochoque.
Nos referimos al texto de Lucas 20: 18 del encabezamiento. Este versículo nos muestra que en tal estado (el contexto nos señala a Jesús confrontando a los hipócritas e impenitentes fariseos con la parábola de la viña y en ese contexto la conclusión es que el Dueño de la viña destruirá a los labradores y dará su viña a otros) sólo hay dos opciones. O nos dejamos nosotros caer sobre la Roca para ser quebrantados o bien la Roca caerá sobre nosotros hasta desmenuzarnos.
Entendemos que la segunda opción es mucho más drástica y dolorosa, pues entraña la severa disciplina del Señor. Tal vez al usar quebrantar al principio y desmenuzar después, se nos sugiera que una cosa es ser partidos en trozos y otra ser molidos a polvo.
Si nos decantamos por lo primero, es decir, por ir nosotros en humillación a dejarnos caer sobre la Roca, buscaremos afligir nuestras almas en ayuno y clamor.
En nuestros tiempos de quebrantamiento en el desierto de Pentecostés, cuando no andábamos con el Esposo, procurábamos torcer el brazo del Señor mediante el ayuno, pero su misericordia infinita al fin acababa por torcer el nuestro y darnos la gracia para aflojar y cambiar nuestra mente ofuscada y poder someternos y obedecer. Esto es verdadero arrepentimiento, abandonar nuestro camino y tomar el suyo.
Sí, el ayuno es como las riendas de la carne, para traerla bajo sujeción cuando está desbocada. Si tú estás viéndote reflejado en esto, te aconsejamos esta vía para salir de tu estado de obstinación, indolencia y endurecimiento. Nosotros en nuestros tiempos de desierto, de vivir en la carne, del Pentecostés leudado, vez tras vez, éramos conducidos al ayuno para someter nuestra carne; ayunos regulares de dos y tres días a la semana, ¡por años! Además de ayunos coyunturales de semanas ingiriendo sólo agua, ayuno total de agua y alimentos, etc.
Los impenitentes que hoy nos ocupan, ¡aun estando al borde mismo de ser engullidos por el abismo!, ni se lo plantean. En sus obtusas mentes no cabe la idea de un inminente juicio para quebrantamiento, ni por un momento se imaginan que les pueda ocurrir eso; pues dicen, “somos hijos de Dios” (Juan 8: 39). Otros ayunan buscando que Dios se pliegue a sus propios designios y ese no es el ayuno escogido por Dios.
El texto de 1ª Samuel 15: 23 al que, a buen seguro, los rebeldes y obstinados fuimos expuestos más de una vez, nos deja muy claro que la rebelión es como practicar las artes ocultas, la adivinación, pero la obstinación, que es una rebelión bien incrustada en el alma, nos adentra en la adoración al diablo, pues eso supone la idolatría y los ídolos. ¡Nos postramos ante los ídolos de nuestro corazón y los adoramos! Genuflexos ante los patrones carnales de pensamiento en que nos hemos enquistado.
El Señor nos daba también esos textos de Hebreos que tanto asustan. Muchos han estado bebiendo y bebiendo el agua de la Palabra hasta casi el ahogamiento y no han producido ni una hierbecita de provecho; sino solamente cardos y abrojos, que pinchan y laceran a quien los toca, e inutilizan la tierra. ¡Ojo!, porque Pablo dice que éstos, estas tierras estériles, acaban siendo desechados, muy cerca a ser maldecidos (sí, en el Pacto de la Gracia también podemos ser maldecidos) y quemados; es decir, que los contumaces serán disciplinados en el fuego ardiente de alguna dura y larga tribulación, que a buen seguro los doblegará aquí o después de la muerte cuando sus obras de madera, heno y hojarasca sean probadas por el fuego.
¿No son éstos los hervores de fuego que han de consumir a los adversarios? ¿Se dan cuenta de que siendo hijos (“el Señor juzgará a su pueblo”, dice el texto) se han convertido en adversarios, contrarios a su Dios y Padre?
Si repasan las rebeliones de Israel en el desierto, las de Coré, Datán y Abiram, incluso las de Aarón y María y otras, podrán reparar en cuantas veces aparece la palabra “contra”.
Sí, los rebeldes siempre están en contra de Dios y de los profetas y se alinean con los que son carnales y pecan como ellos; continuamente se ponen de su parte y los defienden y excusan, porque así se justifican a sí mismos; condonan y no condenan el pecado propio y ajeno, pues apenas tienen alguna perspectiva de la mente de Cristo; están enfocados y enfrascados en sus deleites y en su propia prudencia y razonamientos carnales, terrenales, diabólicos.
El texto de Hebreos al decir, “después de haber conocido la verdad”, confirma lo que Wilkerson dice en su artículo de que “no comprendieron la luz”. Así es. Han recibido toneladas de conocimiento y de Palabra buena, suficientes como para cruzar miles de Jordanes, pero 'nanay cucas', como dicen los colombianos.
¿Se arriesgarán a caer en las manos del Dios vivo, que horrenda cosa es, o se decantarán por humillarse afligiendo sus almas y buscando al Señor para que sane sus tierras estériles?
No piensen los dichos obstinados que entrarán al Reino en tal estado. La puerta estrecha no nos deja pasar con duros caparazones a modo de mochilas en la espalda, pletóricas de anhelos mundanos de diversiones, esparcimientos, fútbol, TV, películas obscenas o viajes vacacionales; no, comiendo y bebiendo sin medida; no, con enredos de negocios (podemos hacer negocios, pero sin permitir que nos enreden); no manteniendo, antes que a Dios, los afectos naturales de familiares en la carne, aunque sean cónyuges o hijos o amigos cristianos carnales; no con casas artesonadas, inmensos patrimonios, muchos coches, infladas cuentas bancarias, préstamos bancarios o de familiares o amigos; no, sin echar fuera a los Ismael-es engendrados en el desierto; no, practicando las obras “buenas”, pero muertas, de la carne (la parte buena del Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal).
Da igual que tu Ismael sea un ministerio grande, mediano o chico o que estés en grupos de casas. Todos los 'Ismael-es' fueron engendrados por tu impaciente vida anímica, en el desierto, en la carne. ¿No te das cuenta de que estás tratando de ensanchar la tienda de tu Ismael? Entonces, sabe que la carne sólo reproducirá más carne y que tu Ismael tarde o temprano será como espina en tu costado. ¡No promociones ni alimentes tu carne!
Luc 14: 26-27, 33
Si alguno viene a Mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo. Y el que no lleva su cruz y viene en pos de Mí, no puede ser mi discípulo. Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.
Como
dijo Josepf Herrin:
"Muchos cristianos responderían rápidamente que un discípulo es alguien que cree en Jesucristo/Yahshua el Mesías como su Señor y Salvador. Sin embargo, esto es inexacto y ha sido la causa de muchos fracasos y males entre los cristianos. Hay mucho más que se requiere con el fin de ser un discípulo que la simple confesión de ciertas creencias".
¡Más claro ni el agua! ¡El joven rico no podía pasar al otro lado del Jordán con tal mochila a cuestas! La condición inexcusable para quien aspira a seguir al Maestro como un Vencedor es:
Mateo 19: 21
“Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto (¿Vencedor?), anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme”.
¡Cuánto miedo nos da abrir la boca y decirles esto a los que piensan que pueden seguir a Jesús con una mochila bien pertrechada a sus espaldas! ¡Cuánto miedo nos da que se den la vuelta y nos dejen solos siguiendo a Jesús! ¡No vaya a ser que nos tachen de fanáticos!
¿Conocen de algún Vencedor que no haya sido despojado de todo para poder seguir a Jesús por donde quiera que Él va ligero de peso? Y decimos despojado porque muy pocos estuvimos dispuestos a soltarlo y ponerlo a sus pies; tuvo que sernos arrancado poco a poco, como a jirones.
Sin embargo, Él es bueno, y, si reconocemos nuestro temor y nuestro deseo de poder cumplir con este requisito y seguirle por donde quiera que Él vaya, Él nos despojará de algún modo con su gracia maravillosa; pues la voluntad de Dios nunca nos pedirá ir a un lugar donde su gracia no pueda sostenernos.
¿Quién vino al mundo sino desnudo? ¿Quién entrará a la vida nueva y abundante del Reino sino desnudo?
¡Sí!, en la senda real no necesitamos nada, pues coyunturalmente aparecerá lo que necesitemos, cuando lo necesitemos: cobijo, sustento, casa, carro…, y ¡sí!, vacaciones y otros extras, si hace falta y a Él le complaciera concedérnoslo.
Es entrar a una vida de total dependencia de Dios sin ningún otro apoyo. ¡Ingresar a la bendita seguridad de la santa inseguridad! Y si no aparece algo es que no lo necesitábamos, sino que estábamos buscando invertir en nuestros deleites y no en los suyos o pretendiéndolo antes de su tiempo.
No estoy diciendo que para llevar la naturaleza divina todos los santos deban abrazar la pobreza y deshacerse de sus casas y tierras. Lo que estoy diciendo es que deben estar dispuestos a hacerlo si es la voluntad de Dios para ellos. Aunque lo normal es que pasemos al otro lado bien desplumados, bien despojados, con una mano delante y otra detrás.
Algunos confiesan que saben que están en el desierto y aun así '¡erre que erre!' Si en verdad dices que estás en el desierto, sabrías y confesarías también que eso es estar todavía en la carne, en la vida almática, en la religión, es estar en Pentecostés; sabrías que es estar todavía en el Lugar Santo, a la luz de la Menorá y alimentándote con el maná que cae delante de tu tienda, pero no en Tabernáculos al otro lado del velo. Es decir, que todavía no has cruzado el Jordán de la muerte al yo, ni entrado en la buena Tierra, ni acampando en Gilgal, para que tu corazón pueda ser circuncidado y puedas discernir entre tu alma y tu espíritu y celebrar la Pascua de la comunión ágape; ahora sí, ya incrustado en el Cuerpo. Sabrías que no tienes la luz de la 'Shekinah' ni disfrutas del maná escondido que es la Palabra Viviente, Cristo formado en ti… Sigues en el Viejo Pacto y el velo cegador no te ha sido descorrido, porque aún no te has convertido al Señor (2ª Cor. 3: 16).
Si realmente sabes todo esto, ¿por qué te empeñas en proteger, guardar y acrecentar tu Ismael?
Has de entenderlo claramente de una vez por todas. Debes dejar que las aguas de abajo del Jordán corran hacia el Mar Muerto (sepultura) antes que las aguas de arriba vuelvan a fluir. Eso supone que eches a tu Ismael, engendrado en la cama de la impaciencia desobediente (esa que mete la mano tratando de ayudarle a Dios a cumplir las promesas que te ha hecho, para conseguir justo lo contrario: abortar el milagro) y que sueltes esa mochila con todo lo que va dentro, para que corra aguas abajo.
Y debes entender, de una vez por todas, que tras cruzar no debes volver a lo mismo. ¡Tienes que acampar! ¡Estarte quieto!, hasta que sea circuncidado tu corazón y recibas la unción de Tabernáculos y seas enviado. Permanece, pues, quieto en el Aposento Alto, que es la Cruz, estando clavado al madero de pies y manos, para que dejes de ir y de obrar en tu carne y esperes a ser ungido y comisionado.
Nunca podremos excedernos en nuestra santificación para el Señor. Siempre podremos crecer en ser más absolutamente para Dios, en ser mejores cristianos amén, que están totalmente de acuerdo con el Padre y nada hacen o dicen que no vean primero hacer o decir a Él. Así que, “el que es santo, santifíquese todavía” (Ap. 22: 11) en este 2016.
Decíamos en un reciente artículo (VIDAS ESCONDIDAS CON CRISTO EN DIOS (Año 2016), Devocionales eMANÁ) que algunos deberemos permanecer escondidos en reposo y en descanso, un poco más, mientras cultivamos el jardín del amor y del matrimonio. Esto es no tratar de promocionarnos, no exhibirnos a nosotros mismos, sino estar en silencio, escondidos, esperando y, si toca, sufriendo, ocultos con Cristo en Dios.
Colosenses 3: 3
Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios.
En lo personal, reconocemos que de las dos asignaturas especiales que debíamos haber superado en el 2015, tal vez sólo hayamos aprobado una y deberemos repetir curso en este 2016. Quiera Dios ser misericordioso con todos los repetidores de curso o con los que arrastran alguna asignatura pendiente, “entre tanto que se dice HOY”.
Heb 3: 7 Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: Si oyereis HOY su voz, 8 no endurezcáis vuestros corazones como en la provocación, en el día de la tentación en el desierto, 9 donde me tentaron vuestros padres; me probaron, y vieron mis obras, cuarenta años. 10 A causa de lo cual me enemisté con esta generación [el viejo hombre], y dije: Siempre yerran ellos de corazón, y no han conocido mis caminos. 11 Y les juré en mi ira: No entrarán en mi Reposo. 12 Mirad, hermanos, que en ninguno de vosotros haya corazón malo de infidelidad para apartarse del Dios vivo; 13 antes, exhortaos los unos a los otros cada día entre tanto que se dice: HOY, para que ninguno de vosotros se endurezca con engaño de pecado; 14 (porque 'participantes del Cristo somos hechos', si empero retuviéremos firme hasta el fin el principio de su sustancia). 15 Entre tanto que se dice: Si oyereis HOY su voz, no endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación. 16 Porque algunos de los que habían salido de Egipto con Moisés, habiendo oído, provocaron; aunque no todos. 17 Mas ¿con cuáles se enemistó por cuarenta años? ¿No fue con los que pecaron, cuyos cuerpos cayeron en el desierto? 18 ¿Y a cuáles juró que no entrarían en su Reposo, sino a aquellos que no obedecieron? 19 Y vemos que no pudieron entrar a causa de su incredulidad.
(Léase también el capítulo 4 de Hebreos)
Oramos que el Señor conceda un ayuno fructífero a quienes se sientan interpelados y que Él les muestre todas y cada una de las cosas que han de ser cambiadas en sus vidas, con su maravillosa gracia.
¡Dios
bendiga nuestros 2016!
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