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NO ESCUCHE A NINGÚN HOMBRE QUE NO ESCUCHA A DIOS, Aiden Wilson Tozer





UN CRISTIANO VERDADERO, ALGUIEN EXTRAÑO, 
Aiden Wilson Tozer

Un cristiano verdadero es alguien extraño: siente amor supremo por Aquel a quien nunca ha visto, habla con familiaridad todos los días con alguien a quien no ve, espera ir al cielo en virtud de otro, se vacía a sí mismo para ser llenado, admite que se equivoca para que pueda ser declarado justo, se rebaja para ser levantado, es fuerte en la debilidad, es rico cuando es más pobre, y más feliz cuando se siente peor. Muere para poder vivir, se abstiene para poder tener, regala para conservar, ve lo invisible, escucha lo inaudible, y sabe lo que excede a todo conocimiento. Y todo mientras confunde a sus críticos con su prácticas increíbles, su granja puede ser la más productiva, su negocio puede ser el mejor administrado, sus habilidades mecánicas las más desarrolladas en todo su vecindario. El hombre que ha conocido a Dios no busca nada –ya lo ha encontrado todo. Su religión no es un rumor, él no es una copia, no es una impresión por fax, él es un original de la mano del Santo Espíritu.
LA NECESIDAD DE UNA NUEVA REFORMA,
“En el presente no solo necesitamos del evangelismo. El evangelismo solo extiende la religión, sin importar de qué tipo sea. Se gana aceptación de la religión entre un mayor número de personas, sin pensar mucho en la calidad de tal religión. La tragedia es que en el presente el evangelismo acepta una forma de cristianismo degenerado como si fuera la misma religión de los apóstoles y se entretiene con hacer conversos sin responder preguntas. Y todo el tiempo se está moviendo más y más lejos del modelo del Nuevo Testamento.
Debemos tener una nueva reforma. Tiene que haber una ruptura violenta con tal pseudo religión irresponsable, relajada, mala y paganizada que pasa hoy como si fuera la fe de Cristo y que se esparce en todo el mundo por hombres no espirituales que usan métodos antibíblicos para conseguir sus fines.
Cuando la iglesia romana apostató, Dios trajo la reforma. Cuando la reforma declinó, Dios levantó a los Moravos y a los Wesleyanos. Cuando estos movimientos comenzaron a morir, Dios levantó el fundamentalismo y los grupos de “vida más profunda”. Ahora que casi sin excepción nos acabamos todo ¿qué seguirá?”
INEVITABLES TIEMPOS DE SEQUÍA ESPIRITUAL
“Probablemente nada molesta e inquieta tanto al cristiano sincero, como el problema de esos periodos de sequía que le vienen ocasionalmente, no importa cuán fielmente trate de obedecer a Dios y caminar en la luz. Nunca puede predecirlos ni explicarlos. Y en esto radica su dificultad. Tal vez pueda ser de consuelo para alguien que se encuentre en medio del desierto emocional el saber que su experiencia no es única ni singular. Los santos más dulces y santificados que pisaron la tierra llenos de gracia, se encontraron alguna vez en ese lugar. En los libros devocionales que nos han legado los grandes hombres y mujeres de Dios de antaño, casi todos tienen al menos un capítulo dedicado a lo que ellos llaman “aridez” en la vida cristiana. La palabra misma nos arranca una sonrisa de simpatía, porque describe perfectamente la experiencia que muchos de nosotros conocemos demasiado bien. Nuestro corazón se siente “árido” y nada puede traer la lluvia. Es bueno saber que la sequía interna ha sido una experiencia común para los santos (…)
Tiempos como estos exigen que ejercitemos la fe. Los grandes y amenos momentos de deleite espiritual no requieren de mucha fe. Si nunca descendemos del monte de la bendición, fácilmente podríamos confiar en nuestra propia amenidad y en nuestros deleites en vez de en el inamovible e inquebrantable carácter de Dios. Es necesario, por lo tanto que nuestro Padre Celestial, quien vela por nosotros con todo cuidado, nos prive de Sus consuelos internos y retire nuestra comodidad a veces para enseñarnos que solo Cristo es la Roca sobre la cual deberíamos descansar y depositar nuestra confianza eterna.”
ESCUCHE A QUIEN ESCUCHA A DIOS,
Si mientras escuchamos un sermón hayamos una verdadera joya, de verdad debemos considerarnos altamente recompensados por el tiempo que hayamos invertido.
Descubrí una sola joya en el transcurso de un sermón que escuché hace algún tiempo. Del sermón obtuve una sola oración valiosa, y nada más, pero era tan excepcionalmente buena que lamento no recordar quien fue el predicador, para darle el crédito. Esto es lo que dijo: “No escuche a ningún hombre que falle en escuchar a Dios”.
En un grupo de diez personas al menos nueve están seguras de creer que ellas están calificadas y capacitadas para ofrecer buenos consejos. No hay otro campo de interés en los humanos donde hay tanta gente lista para ofrecer asesoría como sobre moral y religión. Y aun así, es en este campo donde la persona común y corriente está menos capacitada para hablar con sabiduría y es capaz de causar el mayor daño cuando habla. Por esta razón deberíamos darnos el lujo de elegir con el mayor cuidado a nuestros consejeros. Esta selección inevitablemente va acompañada de la idea de rechazo.
David advirtió contra el consejo de los impíos, y la historia de la Biblia da ejemplos de hombres quienes fallaron en sus vidas por tomar el consejo equivocado. Roboam por ejemplo escuchó a otros hombres que no escuchaban a Dios y como consecuencia el futuro de todo Israel fue afectado adversamente. El consejo de Ahitofel fue cosa mala y añadió mucha iniquidad a Absalón. Ningún hombre tiene la razón como para ofrecer consejo si primero no ha escuchado a Dios hablar. El hombre que no está presto para oír y seguir el consejo del Señor no está listo para aconsejar a otros. La verdadera sabiduría moral debe siempre ser un eco de la voz de Dios. La única luz segura en nuestro camino es la luz que refleja a Cristo, la luz del mundo.
Es especialmente importante que los jóvenes aprendan quien es un consejero verdadero. Al haber pasado poco tiempo en el mundo, no tienen mucha experiencia y deben recurrir a otros por asesoría. Si ellos lo saben o no, todos los días aceptan opiniones de otros y las adoptan en su propia vida. Aquellos que presumen a voces su independencia tomaron de alguien la idea que la independencia es una virtud, y su impaciencia para ser individualistas es el resultado de la influencia de otros. Son lo que son por el consejo de quien siguieron.
Esta regla de solo seguir a quienes primero han escuchado a Dios nos salvará de la trampa. Todos los proyectos religiosos deberían ser probados así. En esta época de inusual actividad religiosa debemos guardar la calma y prepararnos. Antes de seguir a cualquier hombre deberíamos buscar el aceite en su frente. No estamos bajo obligación espiritual de ayudar a un hombre en su actividad si ésta no está marcada por la Cruz. Ninguna apelación a nuestros sentimientos y simpatías, ni historias tristes y patéticas, ni cuadros horribles, ni películas espantosas debieran movernos a invertir nuestro dinero o nuestro tiempo en esquemas promovidos por personas que están muy ocupadas para escuchar a Dios.
Dios tiene todavía sus hombres escogidos y, sin excepción alguna, son buenos oyentes que prestan atención y escuchan bien. Pueden oír cuando el Señor habla. Con toda seguridad y confianza podemos escuchar a dichos hombres y no a otros.
Fragmento tomado del libro “La Raíz de los justos” de Aiden Wilson Tozer

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