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10 TRAMPAS MORTALES QUE ATRAPAN A NUEVOS Y ANTIGUOS CREYENTES, Anónimo


1. Tratar de ganar el favor de Dios. Nunca podremos ganar la aceptación de Dios; Jesús hizo eso por nosotros. Él nos dio un regalo gratuito de gracia. En algún momento, te diste cuenta de que necesitabas esa gracia, que nunca podrías ganar tu camino al cielo. Te diste cuenta de que obedecer las reglas nunca ganaría esa gracia, y que sólo la cruz podría pagar esa deuda. Así que aceptaste esa gracia, y estabas maravillado por lo generoso que es Dios. Pero ahora que eres salvo, puedes tener la tentación de empezar a vivir por reglas una vez más. Si el diablo no puede impedirte que busques y sigas a Dios, entonces él va a tratar de desviarte haciéndote religioso. Religioso sin una relación viva, fresca e íntima con Dios. Sí, hay principios celestiales como la siembra y la cosecha (Gal 5). Pero no hay una sola regla que puedas obedecer que te haga aceptable a los ojos de Dios. Todo se trata de la gracia, un regalo dado libremente de Él a ti. Deja de tratar de ganarlo, y simplemente acéptalo. Si comienzas a sentir que no estás tan cerca de Dios como quieres estar, estarás tentado a hacer algunas cosas buenas y piadosas como medio de acercamiento. Cuidado. Anda, haz cosas buenas y piadosas. Pero entiende esto: Encontramos a Dios en una relación de  intimidad con Él, no en las obras. Él no corre a reunirse con nosotros porque obedecemos bien las reglas. Nuestro Padre corre para tenernos en Sus brazos porque se deleita mirando el amor que le tenemos y cómo confiamos plenamente en Él. Obedecer las reglas nunca será una compensación por el pecado en nuestra vida, sólo la muerte de Jesús puede hacer eso. Corre hacia la gracia.


2. Pensar que se trata de ti. Lo primero que hicieron Adán y Eva, después de pecar, fue mirarse a sí mismos; llegaron a estar desesperadamente centrados en sí mismos. Tenemos esta misma enfermedad hoy. Pasamos gran parte de nuestra vida obsesionados pensando acerca de cuán grandes o cuán podridos somos. Ambas perspectivas nos llevan a una trampa mortal. La única salida es fijar los ojos en Jesús, y en Aquel que es puro y verdadero. Realmente todo se trata de Él, no de nosotros.


3. Cortar tu suministro de alimento espiritual. A medida que nos acercamos a Dios, Él se acercará a nosotros. Si dejas de acercarte a Dios, serás robado. Si eres sabio, vas a hacer lo que sea necesario para encontrar y mantener una intimidad cotidiana y consistente con el Señor. Protege esta comunión como protegerías tus tanques de aire mientras buceas, es así de vital es. No creas la sutil mentira de que puedes andar un día o dos “sin llenar el tanque”, si permaneces en este estado, muy pronto perderás tu hambre y no tendrás ningún deseo de renovar esa comunión.


4. Permitir que se filtre el orgullo. En la sociedad, el orgullo es una buena palabra. Desde el punto de vista de Dios, el orgullo es la exaltación propia, y abre la puerta a toda clase de engaños y cegueras espirituales. "El orgullo precede a la caída". El orgullo es lo que hizo caer a Lucifer, y el orgullo es lo que el diablo intenta utilizar contra todo creyente. La humildad es una necesidad si quieres crecer en el Señor, porque "Dios da gracia a los humildes, pero resiste a los soberbios". ¿Quieres verte inundado de la gracia de Dios? Practica la verdadera humildad; ve a los demás como igualmente importantes y competentes que tú mismo. Cuando comiences a detectar actitudes orgullosas infiltrando tu mente, ¡haz un alto! Lo último que quieres, es tener a Dios "resistiéndote". La humildad es a tu alma, lo que las lluvias son al cultivo, sin ella, difícilmente crecerás.  Jesús declaró que todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido. ¿Quieres ser exaltado y enaltecido? Deja que Dios lo haga. Si te precipitas y lo haces por ti mismo, tendrás una caída. El orgullo es un enemigo mortal que quiere separarte del amor de Dios, ¡huye de orgullo! Se rápido en admitir tus faltas. Hay poder en la confesión de tus pecados a los demás (1 Juan). Serás tentado a mostrarte como santo y moral, al tiempo que ocultas la verdadera naturaleza de tu corazón; ¡no caigas en la trampa! ¡Si ocultas lo que hay en tu corazón, solo conseguirás mantenerlo ahí! ¡Pero si lo traes a la luz, serás libre! (Ver el relato de "Dos hombres que subieron al templo a orar" Lc. 18:10-14).


5. Basarte, confiar o apoyarte en tus sentimientos. No puedes confiar en tus sentimientos. Puedes atravesar una etapa de luna de miel con Dios, y tus sentimientos pueden rebosar por un tiempo. Sin embargo, puede venir un tiempo cuando Dios te llama a buscarlo y confiar en Él cuando los sentimientos no están ahí. Él quiere ser el Señor de tu vida, y eso significa destronar a los otros señores, ¡entre ellos los sentimientos! Llega un tiempo cuando nada en ti siente que Dios está de tu lado. Entonces tendrás que elegir en qué vas a creer: en tus sentimientos o en Su Palabra. Si buscas a Dios aún con más fuerza o empeño en estos tiempos de sequía, y pones tu confianza en lo que Él dice sobre ti, sobrepasarás esta temporada con una fe más profunda que nadie te podrá robar.


6. Criticismo. Nuestra forma de pensar y hablar de los demás determina la cantidad de gracia que hemos recibido y aceptado de Dios. ¿Quieres mucha gracia, o poca? La Escritura dice que Dios da Su gracia a los humildes, pero resiste a los soberbios. Y la crítica se basa en el orgullo, que es la noción de que los demás están equivocados, mientras nosotros no. Pablo advirtió a la gente sobre tener cuidado de que: “Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar (pierda de vista) la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados” (Hebreos 12:15). Cuando dejamos que la amargura y la crítica echan raíces en nuestro corazón, literalmente, puede contaminarnos a nosotros y los que nos rodean, envenenando el corazón en el que Jesús quiere vivamos. En Mateo 7, Jesús explicó uno de los principios más poderosos del universo: "no juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido”. Si mido los defectos de mi hermano con un depósito de 300 litros, estoy dando al cielo un depósito de 300 litros para medir mis pecados. Si mido los pecados de mi hermano a través del filtro de la limpieza de la gracia y de la misericordia, entonces el cielo ve mis pecados a través de ese mismo filtro. O, como algunos lo han puesto: al apuntar con un dedo a otro, hay otros cuatro dedos apuntando hacia mí.


7. Gruñir y quejarse. Dios nos ama profundamente, y hace todo lo posible para mostrarnos Su amor. Su mayor prueba fue enviar a su Hijo a morir en la cruz por nosotros. Sin embargo, habrá ocasiones en que Dios nos permite pasar por tiempos de sequía o dificultad. ¡Estos nos sirven para refinarnos, y los necesitamos! Nuestra naturaleza humana no se lleva bien con las dificultades. Es fácil empezar a resentirse con Dios cuando las cosas no salen como queremos. Esta es la prueba del señorío. ¿Quién está realmente a cargo de nuestras vidas? Eso depende de nosotros, Dios nos ha dado libre albedrío, y Él respeta eso, no nos lo quita. ¿Vamos a rendirnos a Él y a confiar en Él, incluso cuando parece que Él nos está llevando por algunos callejones oscuros? ¿O vamos a sentarnos en el asiento de atrás del auto, y a decirle continuamente cómo debe conducir las circunstancias de nuestra vida? Si gruñimos y nos quejamos, andaremos en círculos hasta que consigamos hacerlo bien. No sabremos cuán preciosa es la confianza y la obediencia hasta que lleguemos a la eternidad. Porque Dios nos ama, Él está trabajando diligentemente para producir la confianza y la obediencia en nosotros. Si caemos rendidos ante Él y lo seguimos, vamos a recibir  riquezas espirituales que no nos serán quitadas.


8. Conformarnos con menos. ¿Cuánto anhelas más de Dios en tu vida? "Él es galardonador de los que le buscan". Dios responde al hambriento. Si llegas a un punto en el que estas satisfecho, Dios no te presionará a ir más lejos con Él. Él respeta tu voluntad. Jesús dice: "He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo". Jesús no irrumpe por la puerta de tu corazón, Él va a tocar suavemente. Si no quieres atender a su llamado, no lo haces. El hambre espiritual es crucial. "Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados". Si tienes hambre, serás saciado. Si no tienes hambre, no serás saciado. Y aquí hay un secreto bien guardado sobre el hambre: si permaneces alrededor de gente que no tienen hambre de más por Dios, será muy difícil para ti mantener esa hambre. Del mismo modo, si permaneces alrededor de la gente que está desesperada por más de Él, te contagiarán esa hambre. El hambre, y la falta de hambre, son contagiosas. No te conformes con ser un cristiano a medias, ¡no hay gozo en ello!


9. La inmoralidad y el pecado oculto. Jesús pagó el precio por nuestros pecados. Punto final. Caso cerrado. Pero, ¿qué sucede si pecamos otra vez? ¿El caso se puede reabrir? En cuanto a la salvación no. Pero está claro que nuestra relación con Dios es afectada cuando estamos dispuestos o tenemos complacencia en abrir la puerta y permitir que el pecado entre en nuestras vidas. Lo primero que se perdió cuando Adán pecó fue la intimidad con Dios, y esto sigue siendo verdad hoy en día. Si comienzas a tolerar el pecado y a racionalizar que no es tan malo, comenzarás a ver a Dios con una luz mucho menos gloriosa. Muy pronto, comenzamos a verlo como un amo duro y frío, y nos olvidamos de que Él nos ama. El consentir el pecado en nuestras vidas, cambia y distorsiona nuestra perspectiva de Dios. "Limpio te mostrarás para con el limpio, y severo serás para con el perverso". (Salmo 18:26) ¿Quieres seguir viendo a Dios en Su verdadera naturaleza amorosa, impresionante, asombrosa y gloriosa? Mantén el pecado fuera de tu vida, y sigue aferrándote a Su bendita gracia para transformarte a Su semejanza.


10. Andar fuera de tu llamamiento. Hay muchas grandes causas que puedes realizar en tu vida. Pero no estás llamado a realizar todas ellas. Sólo se te llama a hacer lo que Dios ha dispuesto para ti. Cuidado con las buenas causas que Dios no te ha llamado a hacer. Dedicarte a ellas, te hará perder el propósito de Dios en tu vida. Incluso Jesús no respondió a todas las necesidades humanas, en cambio, Él sólo hizo lo que su Padre le inspiró a hacer. Juan 5:19 “Respondió entonces Jesús, y les dijo: De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente”.


¿Cuál de estas trampas es tu debilidad? El enemigo presiona y ataca en donde eres más vulnerable, hasta que pueda hacer un punto de entrada en tu vida. Pídale a Dios que te muestre dónde tienes que hacer retroceder al enemigo. ¡Él lo hará!


Traducción: Claudia Juárez Garbalena




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