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LOS NOMBRES DE DIOS - Parte 12: Yahweh-Nakaw, Dr. Stephen Jones

 


[Nota: Previamente, había escrito erróneamente este nombre de Dios como Yahweh-Nawsaw. Lo había escrito incorrectamente en las notas marginales de una Biblia antigua. Ahora he hecho la corrección].

Ezequiel vivió para ver el derrocamiento de Jerusalén y lo atribuyó al juicio de Dios por la maldad de la ciudad de larga data. Leemos en Ezequiel 7: 8-9,

8 Dentro de poco derramaré mi ira sobre ti y gastaré mi furor contra ti; te juzgaré según tus caminos y traeré sobre ti todas tus abominaciones. 9 Mis ojos no tendrán piedad ni perdonaré. Te pagaré según tus caminos, mientras tus abominaciones estén en medio de ti; entonces sabréis que Yo, el Señor, soy quien hiere.

La KJV dice, “y sabréis que Yo soy el Señor que hiere (Yahweh-Nakaw). La palabra también se traduce como "golpear" y "azotar". Así leemos en Deuteronomio 25: 2,

2 entonces sucederá que si el impío merece ser azotado [nakaw], entonces el juez lo hará acostarse y será azotado [nakaw] en su presencia con el número de azotes según su culpa.

Este es el Dios que trae juicio según el principio de justicia igualitaria. Por lo tanto, juzgó a Jerusalén según sus propios caminos y acciones, por la Ley de Pesos y Medidas Iguales (Levítico 19: 35-36). Esta Ley también se expresa en Éxodo 21: 23-25,

23 Mas si hubiere más daño, entonces señalaréis como pena vida por vida, 24 ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, 25 quemadura por quemadura, herida por herida, contusión por contusión.

La misericordia de Dios pospuso el juicio sobre Jerusalén durante siglos. Hubo algunos momentos de arrepentimiento, y en esos momentos Dios se abstuvo de juzgar la tierra y la ciudad. Para juzgar Dios espera a cuando el pueblo llegue a un punto en el que sea claro que no obedecerán su voz, como prometieron en Éxodo 19: 8: “¡Todo lo que el Señor ha dicho, haremos!”



Justicia divina

La justicia divina decreta una medida de justicia que es igual al crimen (pecado). Los que están siendo juzgados, por supuesto, siempre están en desacuerdo, pensando que Dios es injusto por no permitirles el derecho a pecar. Eso es de esperarse de un pueblo sin Ley, que interpreta la paciencia de Dios como indulgencia.

Los israelitas habían caído en las mismas prácticas perversas que los cananeos antes que ellos. La justicia igualitaria de Dios se ve en Levítico 18: 24-28,

24 No os contaminéis con ninguna de estas cosas; porque por todas estas cosas han sido contaminadas las naciones que Yo echo de delante de vosotros. 25 Porque la tierra se ha contaminado, por tanto, he traído su castigo sobre ella, y la tierra ha vomitado a sus habitantes. 26 En cuanto a vosotros, guardaréis mis estatutos y mis decretos, y no haréis ninguna de estas abominaciones, ni el natural ni el extranjero que mora con vosotros, 27 (porque los hombres de la tierra que han sido antes de vosotros han hecho todas estas abominaciones, y la tierra se ha contaminado); 28 para que la tierra no os vomite, si la profanáis, como ha vomitado la nación que fue antes de vosotros.

Vemos cómo los cananeos fueron expulsados de la tierra a causa de estas abominaciones. Así, Dios advirtió a los israelitas que la tierra también los expulsaría a ellos, si seguían el ejemplo de sus antecesores. Él es un Dios de justicia igualitaria. La principal diferencia es que los israelitas habían recibido una mayor revelación de la Ley de Dios, por lo que eran más responsables, porque “a todo aquel a quien se le haya dado mucho, mucho se le demandará” (Lucas 12: 48).



El remanente de Canaán

Se puede argumentar que a los israelitas se les dio mayor gracia que a los cananeos. Sin embargo, a los cananeos se les dieron 848 años de gracia. La maldición de Noé sobre Canaán en Génesis 9: 25 fue seguida por 2 ciclos de 414 años ("Tiempo Maldito"), que terminaron con el cruce del Jordán de Israel bajo Josué. Los israelitas pasaron solo 821 años en la tierra, terminando con la destrucción de Jerusalén en el 586 aC a manos de Yahweh-Nakaw.

Dios levantó a los israelitas para juzgar a Canaán; más tarde, Dios levantó a los babilonios para juzgar a la Casa de Judá. En ambos casos, Dios perdonó a un remanente, para que su Palabra se cumpliera en ellos. En el caso de Canaán, leemos en Génesis 9: 26,

26 También dijo: “Bendito sea el Señor, el Dios de Sem; y sea Canaán su siervo”.

Los cananeos estaban destinados a ser siervos del “Dios de Sem”. Cuando Sem construyó Jerusalén, se le conoció con el título de Melquisedec, Rey de Justicia. Según el libro de Jaser, Melquisedec también era conocido como Adonisedec, “Señor de Justicia”. Los cananeos debían someterse a su gobierno, porque él poseía la Primogenitura y el Mandato del Dominio, o lo que los chinos llaman El Mandato del Cielo. Servir a Sem era servir al Dios de Sem.

Desafortunadamente, sus sucesores, quienes asumieron el título de Adonisedec (Josué 10: 1), fueron impíos y, por lo tanto, quedaron bajo el juicio divino. Pero en ese momento, Sem había designado que la Primogenitura sería de Abraham. Los cananeos debieron haber servido a Josué, quien era el heredero de la Primogenitura, pero optaron por pelear contra él.

No obstante, un remanente de los cananeos conocido como los gabaonitas cumplió la profecía de Noé y sirvió al Dios de Sem. Josué 9: 27 dice,

27 Pero Josué los hizo aquel día cortadores de leña y sacadores de agua para la congregación y para el altar del Señor, hasta el día de hoy, en el lugar que Él escogió.

Unos siglos más tarde, vemos cómo los filisteos capturaron el Arca del Pacto durante 7 meses (1º Samuel 6: 1). Cuando fue devuelta, el Arca pasó 20 años en Quiriat-jearim (1º Samuel 7: 2). Quiriat-jearim fue una de las cuatro ciudades que hicieron un pacto de paz con Josué (Josué 9: 17). Éstas estaban ubicadas dentro del territorio de la tribu de Judá (Jueces 18: 12). Dios honró a estos cananeos con la presencia del Arca durante 20 años mientras servían al Señor Dios de Sem.

De hecho, Dios trajo juicio sobre la casa de Saúl por perseguir a los gabaonitas (2º Samuel 21: 1).

También encontramos a “Ismaías el gabaonita” entre los valientes de David (1º Crónicas 12: 4). De hecho, la Guardia Real de David era una compañía de 600 filisteos de Gat conocidos como geteos (2º Samuel 15: 18). Sin duda, estos eran filisteos que también llegaron a creer en el Dios de Sem, junto con sus familias. Los filisteos eran inmigrantes de Creta que, después de una guerra fallida contra Egipto, se establecieron en lo que hoy se conoce como la Franja de Gaza.

La cuestión es que los gabaonitas, junto con otros tres pueblos cercanos, se convirtieron en parte de la Casa de Judá y sirvieron al Dios de Sem. Fue así como cumplieron la “maldición” de Noé. Incluso las maldiciones de Dios son, en última instancia, una bendición.



El remanente de Judá

La mayoría de los creyentes están familiarizados con el remanente en los días de Elías (1º Reyes 19: 18), porque Pablo expuso su significado en Romanos 11: 1-7. Pero Isaías fue el profeta que recibió la mayor revelación sobre el Remanente.

Cuando Yahweh-Nakaw hirió a Judá, Dios volvió a perdonar a su remanente. Uno de los hijos de Isaías se llamaba Sear-jasub, “El remanente volverá” (Isaías 7: 3). Fue llamado así proféticamente para mostrar que, aunque Dios estaba golpeando a la nación, quedaba un remanente que cumpliría las promesas de Dios. Esta fue la interpretación de Pablo en Romanos 11: 7.

Dios usó Asiria como la vara de su ira (Isaías 10: 5) para herir a Israel, como está escrito en la Ley en Deuteronomio 25: 1-3. Así escribe el profeta en Isaías 10: 20-22,

20 Ahora, en ese día, el remanente de Israel y los de la casa de Jacob que hayan escapado, nunca más confiarán en el que los hirió [nakaw] sino que confiarán en el Señor, el Santo de Israel. 21 Un remanente volverá, el remanente de Jacob, al Dios fuerte. 22 Porque aunque tu pueblo, oh Israel, sea como la arena del mar, sólo un remanente dentro de él volverá

Más tarde, Dios dice: “No temas al asirio que te hiera [nakaw] con vara” (Isaías 10: 24). Los asirios son los que atacan, pero Yahweh-Nakaw se atribuye el mérito. Aquellos que simplemente culpan a los asirios por atacar a Israel o culpan a los babilonios por atacar a Judá necesitan una mayor comprensión de la soberanía de Dios, y también necesitan una revelación de Yahweh-Nakaw.



Los azotes son limitados

La Ley en Deuteronomio 25: 1-3 limita cualquier flagelación a 40 latigazos para que “tu hermano no sea degradado a tus ojos”. El número 40 es el número bíblico de juicio o prueba. En una aplicación nacional de esta Ley, en Números 14: 34 Israel fue sentenciada a 40 años en el desierto. Así también, el juicio de Dios sobre Israel debía ser limitado. A Israel se le dijo que no temiera la “vara” asiria porque, como dice Isaías 10: 25,

25 Porque en muy poco tiempo mi ira contra vosotros se apagará y mi ira se dirigirá a su destrucción [la de Asiria].

Los juicios de Dios siempre son limitados, porque aunque Yahweh-Nakaw es un Dios de juicio, también lo es de misericordia y gracia. Esto está garantizado por la Ley del Jubileo, por la que todas las deudas se cancelan después de un máximo de 50 años. También es por eso que el llamado “juicio eterno” debe interpretarse correctamente, donde la palabra hebrea olam significa “escondido, oculto, desconocido, indefinido”, en lugar de “eterno” o “perpetuo”.

Asimismo, su equivalente griego, aionian, también debe interpretarse con el significado de olam. Debería traducirse como "una Edad" o "perdurable por la Edad", en lugar de eterno. Los juicios divinos no duran para siempre, porque Dios juzga el pecado en proporción directa a la ofensa. Por eso los israelitas no fueron sentenciados al castigo eterno, sino por sólo 40 años. Fue directamente proporcional a los 40 días que los espías habían espiado la tierra.

Ésta, entonces, es la naturaleza de Yahweh-Nakaw, el Dios de los Azotes o Golpes.


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