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EL PECADO DE IMPACIENCIA NOS DESCALIFICA, Dr. Stephen Jones

 



LA IMPACIENCIA DE SAÚL LO DESCALIFICA

(Porción del Cap. 2 del libro 

"El Trigo y los Asnos de Pentecostés")

Saúl reunió un ejército pequeño de 3.000 hombres cuando él había reinado apenas dos años en Israel (1º Samuel 13: 2). Él tenía otros voluntarios, pero envió al resto a sus casas para identificar esto como un ejército pentecostal; recuerde que en el día de Pentecostés, en Hechos 2, había 3.000 personas que se agregaron a la Iglesia (Hechos 2: 41). Este número se repite a menudo en las Escrituras cuando está refiriéndose a una historia sobre Pentecostés. El ejército de Saúl se reunió en Gilgal, el mismo lugar donde Saúl fue coronado rey hacía sólo dos años. Una vez más, Samuel dijo a Saúl que esperara siete días (1º Samuel 13: 8). Esta fue una virtual repetición del día de la coronación de Saúl, excepto que yo creo que esta tuvo lugar en la semana de Tabernáculos. Fue su oportunidad de mostrar que él era un Vencedor que podría cumplir con la Fiesta de Tabernáculos, pero falló.

Es mi opinión que si Saúl hubiera esperado por Samuel para hacer la ofrenda, Dios habría aceptado la ofrenda mediante fuego del Cielo, como a menudo ocurría en esos días. Sin embargo, Saúl la hizo él mismo, y él encendió el fuego con "fuego extraño" —es decir, fuego natural encendido por hombre. Eso es lo que había matado a Nadab y Abiú muchos años antes (Levítico 10). Esto es, creo yo, lo que descalificó a Saúl. Esto también es lo que ha descalificado a la Iglesia, por su impaciencia en ver el "fuego" del Espíritu Santo caer sobre ellos en un avivamiento. Esos “avivamientos” demasiado a menudo se han producido por esfuerzos carnales. 1º Samuel 13: 8-10 dice:

8 Y él esperó siete días, conforme al plazo que Samuel había dicho; pero Samuel no venía a Gilgal, y el pueblo se le desertaba. 9 Entonces dijo Saúl: Traedme holocausto y ofrendas de paz. Y ofreció el holocausto. 10 Y cuando él acababa de ofrecer el holocausto, he aquí Samuel que venía; y Saúl salió a recibirle, para saludarle.

En lo natural, uno apenas podría culpar a Saúl por esto. El ejército estaba temeroso y empezando a desertar. Así que Saúl hizo lo natural, la cosa carnal. Él mismo ofreció la ofrenda quemada.

Esta historia fue escrita para que nosotros pudiéramos saber específicamente lo que ha descalificado a la Iglesia Pentecostal para gobernar en su Reino: el pecado de impaciencia. Esto se manifiesta de varias maneras.

Primero, como ya hemos mencionado, nos ponemos impacientes por nuestra espera. Entonces concluimos, finalmente, que si nosotros no lo hacemos, nadie lo hará. Así que corremos a por los fósforos y programamos los avivamientos, para que el Espíritu Santo sepa cuándo tiene que venir. Nosotros fijamos nuestros propios tiempos señalados. Samuel dijo que esperara siete días al tiempo señalado; pero Saúl se gobernaba por el miedo de los filisteos, pensando que si él esperaba más, los filisteos lo vencerían. Del mismo modo, los pentecostales también son llevados a menudo por un oculto temor de que si ellos no ven los fuegos de avivamiento cayendo pronto en la iglesia, los filisteos (la carne) los vencerá. Tienen miedo de que las personas se esparcirán (dejarán la iglesia), si ellos mismos no ceban la bomba. Pero al ofrecer el sacrificio ellos mismos, la carne prevalece, y como quiera la misma cosa que ellos temen ocurre.

En segundo lugar, debido al miedo e impaciencia, Saúl usurpó autoridad reservada a Samuel.

En tercer lugar, Saúl ofreció fuego extraño, un avivamiento artificial.

Los días de fiesta de Israel son los tiempos señalados de Dios, cuando Él divide las Edades según el nivel del Espíritu que Él ha dado. Su Espíritu fue dado externamente (Traductor: creo que en Pascua fue internamente) a Israel en la Edad de la Pascua. La garantía, o las arras, de su Espíritu fue dada internamente (Traductor: creo que en Pentecostés fue externamente, una investidura de poder) en la Edad de Pentecostés, empezando en Hechos 2. Nosotros estamos ahora al final de esa Edad y estamos en la transición a la Edad de Tabernáculos, en que pronto Él va a derramar su Espíritu a nosotros en su llenura.

Éstos son todos los tiempos señalados. Dentro de cada uno de ellos, sin embargo, hay derramamientos más pequeños llamados "avivamientos", que son gobernados por la Edad en que ocurren y se limitan a esa Edad. Pero uno tiene que conocer la voluntad específica de Dios y los tiempos señalados de esos avivamientos más pequeños también. Uno no puede fijar un avivamiento; uno tiene que buscar su rostro para saber su tiempo señalado, a menos que nosotros ofrezcamos fuego extraño en los altares de nuestros corazones y nos encontremos bajo el juicio.

Así que no seamos como Saúl que fue impaciente y ofreció el fuego extraño en el altar pentecostal. Mejor seamos como David, que también construyó un altar a Dios en el momento designado de Pentecostés, pero él se negó a encender el fuego. 1º Crónicas 21: 26 dice,

26 Y edificó allí David un altar a Yahweh, en el que ofreció holocaustos y ofrendas de paz, e invocó a Yahweh, quien le respondió por fuego desde los cielos en el altar del holocausto.

Esta ofrenda vino en el momento de la siega del trigo, porque nosotros leemos que Ornán el jebuseo estaba trillando su trigo recientemente segado, cuando David compró la era (21: 20). Él le dio a Ornán un pago inicial de 50 siclos de plata (2º Samuel 24: 24), y después le dio el pago completo de 600 siclos de oro (1º Crónicas 21: 25). Los 50 siclos de plata nos hablan de Pentecostés y las arras del Espíritu.

La ofrenda de David difirió de la de Saúl. David llamó a Dios para que derramara su Espíritu en su altar (el corazón). Él se negó a encender Pentecostés con fuego extraño. Ésta es una de las diferencias mayores entre la Compañía de Saúl y la Compañía de David de hoy. Nosotros haríamos bien prestar nuestra atención a las lecciones que Dios nos ha dado en el Antiguo Testamento.

Pentecostés será siempre caracterizado por la levadura, porque ese es el decreto divino establecido en su Ley. Nuestra única esperanza es ir más allá de Pentecostés a Tabernáculos. Pero ese es otro tiempo señalado, y nosotros tenemos que correr "con paciencia la carrera que tenemos por delante".


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