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IDENTIFICACIÓN CON LA MENTALIDAD DE CRISTO PARA ALCANZAR LA MADUREZ, Wade E. Taylor





“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a Sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a Sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte y muerte de cruz”. 
Filipenses 2: 5-8

Nuestra experiencia y testimonio deberían ser paralelos a los de nuestro Señor Jesucristo. Hay una calidad de vida y experiencia espiritual que nuestro Señor espera encontrar, que reside y busca desarrollarse mucho más en nosotros para llevarnos a la madurez espiritual.

“De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por Sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que hace el Padre, también lo hace el Hijo igualmente. No puedo Yo hacer nada por Mí mismo; según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envío, la del Padre”. 
Juan 5: 19, 30

“No puedo yo hacer nada por Mí mismo”. La Iglesia de nuestros días, Laodicea, está registrada en las Escrituras como presentando un testimonio que indica que muchos están viviendo en un ámbito inferior de espiritualidad y experiencia.

“Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo”. 
Apocalipsis 3: 17

El Señor está diciendo que la Iglesia del final de los tiempos (Laodicea), es aún un bebé espiritual (está desnuda), cuando ya debería haber crecido en madurez espiritual. Su falta de crecimiento espiritual es el resultado de no haber abrazado la “mentalidad” del Señor Jesucristo.

“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo en Cristo Jesús”. 
Filipenses 2: 5

Si ella hubiese hecho esto su testimonio habría sido totalmente diferente, por tanto vino para ella una Palabra de corrección:

“Por tanto, yo te aconsejo que de Mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas. Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé pues celoso y arrepiéntete”. 
Apocalipsis 3: 18-19

Actualmente, es urgente que vivamos acorde con el patrón ordenado: (Haya, pues, en vosotros), que nos fue dado para regir y guiar nuestra vida y crecimiento espiritual. Este “patrón-sentir-mentalidad” (que estuvo en Cristo Jesús), fue manifiestamente vivido en su plenitud por nuestro Señor Jesucristo antes que nosotros.

“… que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos”. 
Hebreos 2: 10

Debido a quién era Él (Dios), Jesús calificó, “judicialmente” para ser nuestro salvador, sin embargo, a través de su experiencia de vida, Él se despojó a Sí mismo de su deidad (Filipenses 2: 6-7), y “experimentalmente” calificó por Sí mismo para convertirse en nuestro salvadoral vencer cada obstáculo que enfrentó.

“Y aunque era hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia, y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen”. 

Hebreos 5: 8-9

Su posición “judicial” (quién era Él), y su relación “experiencial” con su Padre, (lo que Él hacía), se hicieron uno al vencer a través de su obediencia, ya que Él vivió por su compromiso de hacer siempre la voluntad de su Padre y agradarle en todo lo que experimentaba cada día.

“... Yo hago siempre lo que le agrada”. 
Juan 8: 29

Jesús nunca actuó por su propia cuenta aparte de la voluntad revelada de su Padre. Esto resultó en una autoridad nunca antes vista en su ministerio, ya que su Palabra y su Vida se habían hecho una.

“Y se admiraban de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas”. 
Marcos 1: 22

El deseo del Padre es que experimentemos al menos una “medida” de identificación con nuestro Señor. Nuestro modo de ser religioso, o el conocimiento acerca de Jesús, no son por sí mismos suficientes. A menos que alcancemos un lugar de “identificación” con Él en la “participación de sus aflicciones”, no estaremos listos para identificarnos con Él en la gloria por venir.

“Cuando venga en aquél día para ser glorificado en sus santos y ser admirado en todos los que le creyeron…” 
2ª Tesalonicenses 1: 10

Para que esto pase en nuestras vidas, debemos alcanzar un entendimiento de “su mente” o experiencia de vida. Solo entonces podremos relacionarnos con las cosas por las que Él atravesó y hallaremos nuestro lugar de identificación con Él en su trono, que es su deseo para nosotros.


En Miqueas 5: 2 fue profetizado que el Mesías vendría de Belén; sin embargo, Jesús hizo que el lugar de su nacimiento en Belén fuera oscurecido; de este modo, “Jesús de Belén” fue conocido como “Jesús de Nazaret”. Fue muy común que le dijeran ¿De Nazaret puede salir algo de bueno? ¿De Galilea ha de venir el Cristo? "Escudriñad y ved que de Galilea nunca se levantó profeta” (Juan 1: 46; 7: 41, 52).

Los ojos naturales nunca habrían conocido que Él era el Cristo, el verdadero conocimiento de su identidad solo podía venir por revelación. Los líderes de la Iglesia, junto con las multitudes de ese día, fracasaron en ver al Mesías, “Jesús de Belén” a través del ropaje de “Jesús de Nazaret”

Jesús permitió a propósito que permaneciera un reproche sobre Sí mismo, para que solo aquellos que tenían “ojos espirituales” pudieran entender quién era Él realmente. El apóstol Pablo, quien entendió esto, oró: “Que sean alumbrados los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis…” (Efesios 1: 18)

“Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de Él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimaos”. 
Isaías 53: 3; Juan 1: 11 
Jesús no encajó en el “patrón” de vida y ministerio que se esperaba de Él por los líderes religiosos de esa época. Esta carencia de entendimiento y percepción en la humanidad fue algo angustioso para Jesús, Él anhelaba intensamente ser conocido y entendido.

Fue solo después de dos años de ministerio que Jesús se atrevió a preguntar a sus discípulos algo crucial: “¿Quién soy Yo?” (Mateo 16: 15). Él hizo esta pregunta sabiendo que su verdadera identidad podría no ser conocida por observación externa, sino solo por escuchar al Padre, quien lo había enviado. En ese momento, mientras esperaba por la respuesta de los discípulos, Jesús se sintió intensamente despreciado y desechado, tal como fue profetizado por Isaías.

“Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”. 
Mateo 16: 16

Jesús se regocijó cuando Pedro pudo ver más allá de “Jesús de Nazaret”.

“Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos”. 

Mateo 16: 17

En otras palabras, Jesús dijo: “Simón, ahora tú tienes oído para oír. Has llegado a la experiencia de oír al Padre, así como Yo oigo al Padre. Ahora serás capaz de obedecerle, así como Yo le obedezco plenamente”. Los discípulos habían llegado al lugar de la percepción espiritual.

Ellos pudieron ver más allá de la manifestación superficial de Jesús de Nazaret y Él pudo decir: “Tú eres Pedro (una pequeña roca de la misma sustancia que Yo), y sobre esta roca, (la habilidad para oír y obedecer al Padre), edificaré mi iglesia” (Mateo 16: 18) (Traductor: creemos que esa no es la Roca; la roca es la confesión de Pedro de que Jesús es el Cristo, el Hijo del Dios Viviente).

El futuro de la Iglesia pende sobre su respuesta correcta a esta pregunta que Jesús hizo acerca de su identidad. La naturaleza y función de la Iglesia es ser “espiritual” no “natural”. Jesús se permitió llevar este reproche sobre Sí mismo para que sus discípulos pudieran mirar al Padre en lo alto, como la fuente para edificar la Iglesia.

“Desde entonces comenzó Jesús a declarar…” Los discípulos tenían que ver más allá de la apariencia de “Jesús de Nazaret” antes de que Él pudiera guiarlos. Ahora, ellos estaban en el lugar en donde oirían desde arriba, y todo lo quedaba por lograr era prepararlos para su muerte en la cruz.

En los primeros días del movimiento de Pentecostés, las “lenguas” eran un reproche. Hoy ya no existe, puesto que ser lleno del Espíritu y operar en los dones es algo muy popular. No obstante, aún existe un reproche para aquellos que tienen ojos con discernimiento y ven más allá del presente mover y buscan llegar a la plenitud de la madurez como Vencedor (Filiación), para ellos el reproche aún permanece.

Dios siempre envuelve lo mejor de Sí en un empaque por el cual muy pocos están dispuestos a pagar el precio. Aparentemente, “Jesús de Nazaret” no tenía valor; fue dicho: “¿Puede venir algo bueno de Nazaret?” A quienes no están dispuestos a ir más allá en las cosas espirituales, se les formula la misma pregunta. “No veo ningún propósito o valor en esto, mejor quedemos con el pasado, es seguro y probado”.

En Hebreos 13: 13, somos exhortados así: “Salgamos, pues, a Él fuera del campamento, llevando su vituperio”. Hoy, muchos están presionando para avanzar, buscando todo lo que Él tiene para ellos. Estos están dispuestos a pagar el precio de la identificación con el reproche de “Jesús de Nazaret” para poder obtener la perla de gran precio.

¿Está usted satisfecho con su actual experiencia espiritual? ¿Está dispuesto a abrazar la “mente” de Jesús, sabiendo que esto requerirá la muerte de todo lo que es adámico y religioso y también llevar “su vituperio”?

“Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre”. 
Filipenses 2: 9

Nosotros también, teniendo el mismo modo de pensar (ser uno con Él), participaremos con Él en la gloria por venir.


(Gentileza de PIEDAD H. NAVARRO LÓPEZ)

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