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EL ABEJORRO (¿Hacer nuestra parte?), por Juan Luis Molina


Nosotros tenemos que hacer "nuestra parte", para que Dios haga la Suya! dijo Marta en alta voz. Si no hacemos lo que está de nuestro lado, las cosas no sucederán. Las seis personas que la oían asentaban todas con Marta en esta afirmación, pero a mí se me conmovió el espíritu y respondí: Es justamente cuando intervenimos nosotros con "cualquier cosa" de nuestra parte, cuando se dan las catástrofes y las desgracias. A Abraham le dijo Dios que de ahí a poco tiempo tendría un hijo en su vejez, y Sara, su mujer, haciendo "su parte" para ayudar a Dios en la promesa, le puso a tiro y en la cama a Agar, para que Abraham se acostase con ella. No se si Abraham tuvo o no tuvo presiones mentales a la hora de pasar "un rato" con Hagar, lo cierto es que se dejó llevar en la corriente y le nació Ismael. Ismael persiguió siempre a su hermano, el de la promesa, desde que nació, y Agar fue desde entonces espino en la carne para Sara y Abraham. Las catástrofes y desgracias que ocasionaron Ismael y toda su descendencia a la simiente prometida se registran a lo largo de todo el Antiguo Testamento, y también se exponen claramente en la Epístola a los Gálatas. Si, la Biblia entera está llena de ilustraciones como esta, del mal que acarreamos intentando "ayudar a Dios".

Marta tiene un hijo con un problema de tartamudez. A la edad de cuatro años casi ni se notaba, era el niño más feliz de la playa. No había nadie tan espontaneo y natural como él. En esa edad, algunos hermanos cercanos y próximos le dijeron a Marta que debía llevar a Pedro a un  "logopeda" para que sanase aquel defecto de lenguaje, y Marta, haciendo "su parte", haciendo "su mejor" como le enseñaron en la Iglesia, no solo llevó a Pedro gastando mucho dinero con él a logopedas y terapeutas de renombre desde entonces hasta ahora, que tiene doce años,  sino que ahora Pedro sufre de un problema grave de ansiedad, y tiene que llevarlo también a psiquiatras y psicólogos de renombre. A Pedro ya no le apetece para nada ir a la escuela ni quiere hablar espontanea y naturalmente con nadie. Haciendo "lo mejor" su madre, le ha hecho ver un problema, un obstáculo que Pedro no sabía que tenía. Pedro tiene, dicen todos ahora que lo ven, una gravísima falta de "concentración."

Es muy difícil en los días actuales, no caer en la tentación de "hacer nuestra parte" y acarrear catástrofes y desgracias cuando pretendemos ayudar a Dios, cuando no confiamos "plenamente" en Él. Cierta vez alguien me dijo que, el abejorro, científicamente no puede volar. Según los cálculos matemáticos y exactos de los hombres, este insecto no tiene en sus alas las dimensiones necesarias para volar. Con las que tiene sería imposible, dicen los científicos. Sin embargo el abejorro vuela. El día que al abejorro sepa que sus alas no lo pueden remontar al cielo, se caerá. Pero hasta ahora, gracias a Dios, el abejorro no hace caso del hombre, sino de Dios.

Fue haciendo "mi mejor" para Dios que yo me llevé treinta años, acarreando desgracias y catástrofes. Fue cuando Dios me enseñó que estaba "del todo" crucificado, muerto y sepultado, cuando le entregué todas las cosas en Sus manos. Qué "mejor" o de "su parte" puede hacer un cadaver? Tiene por fuerza que ser resucitado. Y el ser que sale nuevo viene con una energía de lo alto, con alas que te remontan a las alturas, que ten funden con Tu Abba Padre.

Desde ese día tengo mucho miedo de poner "algo de mi parte", y siempre que lo hago....me caigo.

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