Traducción: Juan Luis Molina y Claudia Juárez (Marzo de 2011)
"¿Quieres saber lo que he aprendido este fin de semana?", dijo el hombre mientras me llevaba al aeropuerto de Midwest una mañana temprano. Acabamos de pasar un increíble fin de semana juntos con una iglesia en casa que él mismo había ayudado a fomentar junto con otro grupo de creyentes que se unieron con nosotros cuando se enteraron que yo estaba en la ciudad. Estos últimos se hallaban en un grave conflicto debido a su participación actual en una congregación que parecía abusiva. "!He estado vendiendo algo equivocado!" continuó.
¿Por qué dices eso? “Le pregunté sin saber de qué estábamos hablando".
"He estado vendiendo una iglesia en casa en lugar de Jesús", dijo moviendo la cabeza con un suspiro. Obviamente, no estaba hablando acerca de "vender" nada en particular, pero me bendijo mucho su descubrimiento. Casi en todas partes a donde voy, la gente está preocupada queriendo encontrar la manera correcta de hacer una iglesia. Parece como si nuestra hambre por la iglesia superase nuestra hambre por Jesús.
Hace algunos años, en una reunión de una iglesia en casa, escuché a una mujer compartir un sueño que tuvo la noche anterior acerca de una novia arreglándose en el espejo y admirando su propia belleza. Se admiraba con su pelo, el maquillaje y su vestido, asegurándose de que todo estuviera perfecto. Mientras tanto, ella vio en su sueño también al novio de pie en el altar, mirando el reloj y preguntándose por qué su novia no había llegado todavía. Qué imagen tan triste y solitaria es ésta también para muchos creyentes en nuestros días. Estamos tan centrados en nosotros mismos, e imaginándonos cómo la iglesia debe parecer y lucir, que nos hemos olvidado de que nuestra alegría se centra en el novio mismo: ¡En Jesús!
Si hay algo que haya aprendido en la última década visitando a las diferentes expresiones del Cuerpo de Cristo alrededor de todo el mundo, ha sido que aquellos que están más preocupados por hacer una iglesia, raramente llegan a experimentar la vida del Cuerpo en toda su plenitud, mientras que aquellos que se preocupan más con Jesús encuentran que la vida de la iglesia es vibrante, asombrosa e impresionante.
La Búsqueda De La Iglesia
En los últimos 40 años, han sido escritos cientos de libros sobre la renovación de la iglesia. He observado como un sin número de personas se ha cambiado de una iglesia a otra: De la iglesia carismática a las iglesias en células, de las megas iglesias centradas en el poder de la oración a las iglesias en casa, o a iglesias emergentes… y la lista cada día que pasa es más grande. Algunos incluso se han vuelto a los servicios litúrgicos, encontrando consuelo y seguridad en su belleza estética. Como cierto día confesó un hombre: "Yo sólo quería encontrarme con cristianos, donde no tuviese que preocuparme aleteando como un pez fuera del agua".
Estas últimas organizaciones o movimientos, son fugazmente liderados por un orador talentoso que atrae un gran número de seguidores, afirmándoles que por fin él ha encontrado la manera bíblica de hacer una iglesia. Pero después de la euforia del supuesto "odre nuevo," desaparece entre 3 a 5 años después, y las personas se sienten frustradas con los resultados y tienen que buscar de nuevo otra iglesia que cumpla con el clamor que sienten sus corazones.
Yo entiendo esta “hambre” entre los creyentes. Las Escrituras nos muestran un cuadro apasionante y convincente de la iglesia de Dios: Hermanos y hermanas creciendo en su relación con Jesús y entre sí de tal manera que eran transformados. Ellos se amaban entre sí, crecieron juntos en la sabiduría de Dios, compartieron juntos libremente sus posesiones y vieron a Dios revelarse a Sí Mismo en formas extraordinarias a ellos y a la sociedad en que vivieron.
¿Fue perfecta aquella iglesia? Por supuesto que no, y la Escritura nos lo deja ver de una forma muy elegante y clara. Se vieron luchando en medio de fracasos y del pecado. Tuvieron que lidiar con los que trataron de ejercer control sobre los demás y con hermanos y hermanas que preferían la comodidad de la falsa enseñanza, al reto de la verdad. Pero en medio de todo eso, Dios se mantuvo dándoles a conocer Su camino y Su verdad. Estaban llenos de asombro y la gracia de Dios se multiplicaba entre ellos de una manera palpable.
¿Quién no desearía una iglesia así? Pero esas expresiones de vida de la iglesia han sido escasas y breves en nuestros días. Lo que sucede en la iglesia actual, es que nos hace ser espectadores en lugar de participantes, manipulando la vergüenza de la gente en lugar de liberarlas de la condenación; prefiere la rigidez de la obligación a la fuerza, al poder del amor; permanece menospreciando al mundo, en vez de tener una mayor relevancia en él; y recompensa a los peones que participen en algún programa suyo, en lugar de aumentar los discípulos de Jesús. No es de extrañar que tantas personas estén tan desilusionadas. Sin embargo, la búsqueda continúa, como los pájaros atraídos en una inexplicable migración hacia una tierra que nunca han visto.
Más Allá De La Iglesia En Casa
Lo que caracteriza ésta búsqueda es que todo lo que se llama a sí mismo ‘iglesia’, no es realmente la iglesia. Después de 2000 años de historia cristiana, el término “iglesia” se ha utilizado para las instituciones que proporcionan una experiencia cristiana a través de rituales, el clero y la tradición. En los mejores casos, proveen un entorno donde la gente puede venir a conocer a Jesús, crecer en las verdades bíblicas y conecta a los creyentes en una comunión real, de modo que alrededor de estas instituciones algunas personas encuentran expresiones de la vida de la iglesia.
Sin embargo, hay un número creciente de personas que encuentran esa expresión demasiado limitada. Algunos se han extendido fuera de los sistemas abusivos donde el control de líderes inseguros y las prioridades de la institución se sobreponen a cualquier tipo de vida espiritual legítima. Otros han crecido indecisos con el tiempo y el dinero invertido en los edificios y en las instituciones y han encontrado que, aquellos que alcanzan los sitios más altos de estos grupos, a menudo tienen poco del carácter y naturaleza del Padre y aun menos de Su pasión.
Sin embargo, hay un número creciente de personas que encuentran esa expresión demasiado limitada. Algunos se han extendido fuera de los sistemas abusivos donde el control de líderes inseguros y las prioridades de la institución se sobreponen a cualquier tipo de vida espiritual legítima. Otros han crecido indecisos con el tiempo y el dinero invertido en los edificios y en las instituciones y han encontrado que, aquellos que alcanzan los sitios más altos de estos grupos, a menudo tienen poco del carácter y naturaleza del Padre y aun menos de Su pasión.
Continuamente me he sorprendido por el número de personas que me encuentro y que han dejado éstas instituciones en las que en su día respetaban a los líderes -pastores, ancianos, maestros, diáconos y miembros de la junta administrativa. Algunos las abandonaron antes de someterse a las demandas impías que les hacían, pero otros lo hicieron porque crecieron en la convicción de que la institución no suplía su hambre de vivir como la Escritura describe que es la vida en la iglesia. En estas organizaciones, la lealtad ha sido valorada sobre la honestidad, la arrogancia sobre la ternura, el entretenimiento sobre crecimiento espiritual y la supervivencia de la institución por encima del amor a la gente.
Un funcionario de una cierta denominación, confrontó a su propia organización diciéndoles: "Un número creciente de personas están dejando la iglesia institucional por una nueva razón. No la abandonan porque hayan perdido su fe. Sino que están dejando la iglesia para preservar su fe." La gente está comenzando a ser consciente de una nueva realidad y dándose cuenta de que la forma en que fueron enseñados a "hacer la iglesia" en el pasado, no sirve para saciar su hambre de conocer más íntimamente a Jesús y compartir su vida con los demás más eficazmente.
Muchos de ellos inicialmente se volvieron a las iglesias en casa, con la esperanza de que fuesen más dinámicas bíblicamente y de que les proporcionaría la Tierra Prometida que tanto anhelaban. Pero pronto pueden encontrarse con que no es así. Su entusiasmo en la dinámica relación de un grupo más pequeño, se puede desvanecer cuando descubren que allí también hay personas que quieren controlarla en su interior, o moldearlos en nuevas redes desde el exterior. Ahí también pueden encontrar relaciones incómodas, con personas que están más centradas en un método que en vivir sólo en Cristo. Se enfrentan a menudo con las mismas exigencias religiosas de que deben conformarse, ajustarse y comprometerse y encuentran el mismo “nuestro grupo-es-el mejor,” esa supuesta superioridad que los separa de los demás cristianos y del mundo, creando así el desprecio para con los incrédulos, en lugar de la compasión.
Ahora está creciendo el número de personas abandonando las reuniones en casa y preguntándose dónde podrán encontrar la auténtica vida de la iglesia, o incluso dudando si ésta existe.
Un Hambre Innegable
La triste realidad es que muchos de los que se vieron libres de los sistemas de la obligación religiosa, a veces se encuentran usando esa libertad como una excusa para satisfacer apetitos reprimidos durante mucho tiempo en las cosas del mundo. No siempre caen en pecados graves, pero su hambre espiritual se reemplaza por su búsqueda de placer. Me estremezco cuando eso sucede, pero sé que para muchos será tan sólo una fase. Después de haber trabajado tanto tiempo y tan duramente para Dios con tan pocos frutos duraderos en su relación con Él o con otros, su frustración a menudo se derrama en descuidados excesos o falta de moderación.
Para aquellos que han sido tocados por Cristo, esto no sucede así, y sin caer en estos excesos, nace dentro de ellos una nueva pasión por tener una conexión real con él. Más allá de sus desilusiones, más allá del fracaso de terceros, su hambre de encontrar la verdadera vida en medio de la familia de Dios nace en sus corazones una y otra vez. Estoy sorprendido con la resistencia de esta hambre por encontrar la vida en la familia del Padre. Incluso aquellos que han sido abusados o se encuentran frustrados en sus intentos de encontrarla en el pasado, todavía encuentran aquella hambre innegable emergiendo dentro de ellos, incluso más allá de su voluntad de seguir saciándola. Una vez que has probado una comunión auténtica, donde amorosas amistades te inspiran en tu viaje y te abren nuevas perspectivas para contemplar la naturaleza de Dios, no te satisfaces, ni te conformas con nada menos. La mayoría han experimentado un poco de esa comunión en los primeros días en una nueva reunión de hermanos, en un ambiente informal de estudio de la Biblia o con un amigo cercano.
Ciertamente debe haber una forma coherente para que los creyentes compartan éste increíble viaje, ellos leen vorazmente todo lo que pueden encontrar en la iglesia, buscan en Internet para ver si alguien más ha encontrado alguna fórmula y siguen adelante con algún otro grupo en su área que les parezca prometedor. Mientras que algunos encuentran respuestas y conexiones, otros se encuentran con una gran pasión en sus corazones que los lleva a sentirse cada vez más aislados, cuando no pueden encontrar un lugar donde compartir este gran entusiasmo con otros creyentes.
Tal vez estemos finalmente despertando al hecho de que, Jesús, no nos dijo que construyésemos su iglesia. Él dijo que la edificaría él mismo. Él nos pidió que permaneciésemos en él, que amásemos a los demás como él nos ama, que proclamásemos el evangelio y que ayudásemos a otros a aprender a seguirlo a él. Si nos centramos en estas cosas, en vez de tratar de hacer su trabajo, no tengo duda de que veremos a la iglesia irguiéndose y floreciendo a nuestro alrededor.
La iglesia que Jesús está edificando sigue creciendo en todo el mundo y tú no eres una pequeña parte de ella. Aunque te sientas solo en tu viaje, él mismo está haciendo nacer una pasión en tu corazón con un propósito que aún no puedes ver. Sospecho que en los próximos años vamos a ver a Cristo juntando a los miembros de su Cuerpo de una manera tan maravillosa como ni siquiera podemos imaginarnos ahora. Veo dos tendencias en nuestra cultura actual que me hacen temblar con gran entusiasmo. En primer lugar, un creciente número de creyentes que están cada día más desilusionados con los rituales de la religión organizada. En segundo lugar, un número cada vez mayor de los no creyentes que están considerando las cuestiones espirituales y hambrientos de tener relaciones auténticas. Será interesante ver cómo estas dos realidades convergen en los próximos días.
Reconociendo Su Iglesia
Aunque no esperamos ver una expresión perfecta del Cuerpo de Cristo en el planeta antes del regreso de Cristo (NOTA DEL ADMINISTRADOR: Otros autores, v.g. George H. Warnock, que tratan el tema del Cuerpo, del Remanente, en el tiempo del fin, creen que la iglesia gloriosa, sin mancha ni arruga ni cosa semejante, SÍ será manifestada a través de este remanente), esto, no obstante, no impide contemplar la gloria del Cuerpo. He sido testigo una y otra vez en todo del mundo el milagro de personas que comparten la vida de Cristo, mientras están creciendo en compasión, sabiduría, el cuidado entre si y la libertad. He observado a Dios conectar gente y produciendo un profundo impacto entre ellos y teniendo un enorme gozo al ser conscientes de todo ello.
Yo soy muy reticente a la hora de definir a lo que la iglesia de Jesús se parece, porque estoy convencido de que la gente sabe perfectamente cuando la tocan y saborean. La Iglesia no es un lugar a donde ir o una organización de cualquier tipo; es la red de relaciones que compartimos con otros creyentes donde Cristo es el único foco central para todos (Colosenses 1:18) y donde cada uno es libre de crecer en él como quiera (Efesios 1:21; 4:18-20). Reconocerás la vida de la iglesia de Cristo donde la gente tenga la libertad para ser honesta sin ser atacada (Juan 4:24), donde se puede estar en desacuerdo sin ser menos amado (Romanos 13), donde la gente pueda ser motivada para hacer su mejor sin ser manipulada por los programas o agendas de alguien más (I Corintios 14), donde se descarga la culpa el uno al otro en lugar de cargarla (Romanos 8:1-4), en donde amorosamente se cuidan entre sí de las necesidades prácticas y espirituales (Filipenses 2:4), donde se liberan de la ‘obligación’ de vivir en el amor (Gálatas 5) y donde se tiene un conocimiento más afilado del propósito de Dios (Juan 17, Efesios 1). En pocas palabras, es una familia en el mejor sentido de la palabra: Hermanos y hermanas creciendo juntos bajo la mano del Padre. Gente como esta siempre encontrarán la manera de reunirse regularmente de la manera que Dios los incline, pero sus relaciones son el centro, no sus reuniones. Donde encuentres personas así, has encontrado el Cuerpo de Cristo. Por supuesto, esto puede suceder en torno a instituciones ya existentes, aunque en última instancia, ninguna institución en sí pueda contenerla. También ocurre fuera de las instituciones, en el curso natural de la vida, Dios nos puso en el Cuerpo tal y como él desea (I Corintios 1:18).
¿Dónde puedo encontrar eso?
La comunidad relacional no es ciencia espacial ni nada complicado. Cuanto más tratamos de organizarla, más y más la iremos despojando de la verdadera vida que contiene. Cuando estaba en la escuela secundaria vi a mis padres dejar de participar en la iglesia nominal y volverse creyentes apasionados. Atrapados en los primeros días de la renovación carismática de la mitad de la década de 1960, comenzaron a descubrir lo real que Cristo quería ser en sus vidas y encontraron que muchos de sus amigos compartían de la misma hambre que ellos tenían. Sin ninguno de los obstáculos inherentes a la institución, comenzaron espontáneamente a juntarse de casa en casa, compartiendo las comidas y los recursos que poseían, y eventualmente convidaban a creyentes más maduros para ayudarles a dar sentido a lo que Dios estaba produciendo en ellos.
La congregación a la que habían asistido todos los domingos por la mañana, muy pronto se sintió amenazada por su fervor recién descubierto y rápidamente los obligaron a abandonarla. Emocionados, trasladaron las "reuniones de oración” que tenían la noche de viernes para el domingo por la mañana, para dar "inicio a su propia iglesia." Y recuerdo también como me sorprendió en mi juventud cuan rápidamente todo aquel gozo, entusiasmo y espontaneidad se desvaneció, con las demandas de querer organizar y planear los servicios de domingo y estableciendo ministerios para el cuidado de los niños. Muy pronto se entablaron en discusiones acerca de cómo deberían ser hechas las cosas y sobre cómo debería gastarse el dinero en lugar de crecer en Cristo.
La congregación a la que habían asistido todos los domingos por la mañana, muy pronto se sintió amenazada por su fervor recién descubierto y rápidamente los obligaron a abandonarla. Emocionados, trasladaron las "reuniones de oración” que tenían la noche de viernes para el domingo por la mañana, para dar "inicio a su propia iglesia." Y recuerdo también como me sorprendió en mi juventud cuan rápidamente todo aquel gozo, entusiasmo y espontaneidad se desvaneció, con las demandas de querer organizar y planear los servicios de domingo y estableciendo ministerios para el cuidado de los niños. Muy pronto se entablaron en discusiones acerca de cómo deberían ser hechas las cosas y sobre cómo debería gastarse el dinero en lugar de crecer en Cristo.
Desde entonces, he visto suceder lo mismo muchas veces. Pensando que podemos hacer la vida de la iglesia queriendo organizarla, lo que ocurre es que casi siempre, de manera inconsciente, la ahogamos en las necesidades institucionales que dan muy pocos frutos. La vida de la Iglesia es el fruto natural de personas creciendo cada vez más en Cristo y en la amistad con la gente que les rodea. No siempre es fácil encontrar personas con ese tipo de pasión, pero el Padre tiene algunas maneras interesantes para conectarlos.
Lo Que Puedes Hacer
Por supuesto que no puedes traer en concreción a la iglesia por tu propio esfuerzo, ni tampoco va a venir a llamar a tu puerta mientras ves televisión. Pero si hay algunas cosas que puedes pensar y que te ayudarán a ver cómo Dios puede conectarte con otros creyentes:
En primer lugar, vive el viaje. No vas a encontrar la vida de Cristo por medio de encontrar el grupo correcto; tu conexión con la familia es independiente de tu relación con la Cabeza: Cristo Jesús. ¿No es lamentable que haya personas que han estado "asistiendo a la iglesia" durante 20, 30 o 40 años y que no tienen ni idea de cómo escuchar a Cristo ni de cómo hacer lo que Él quiere que hagan? Tenemos que equiparlos de tal manera que puedan vivir según los principios que nunca han aprendido para seguir Su voz. Aprende a vivir en Él. Descubre lo seguro que estás en Su amor y cuánto puedes confiar en el trabajo que Él está realizando en ti. Lee las Escrituras para que aprendas a pensar como Él piensa y a reconocer Su voz. Si conoces a otros creyentes que quieran crecer en esto también, comparte con ellos este maravilloso viaje.
En segundo lugar, cultiva las relaciones. A medida que creces seguro en el amor del Padre, te encontrarás a ti mismo amando a los demás de la misma manera, no sólo a los cristianos, sino a la gente del mundo también. Llegarás a reconocer que Dios actúa primordialmente a través de las comuniones entre creyentes. Así que regocíjate en Él edificando cualquiera de las relaciones que Dios te dé. Él puede guiarte a un grupo de miembros que ya hayan iniciado juntos éste mismo viaje, o envolverte en una relación individual entre tus vecinos o colegas de trabajo. Puede pedirte que te envuelvas con otros en lo que comúnmente se llaman ministerios “para-eclesiásticos”, tales como una misión de rescate, en cárceles, en difusión entre la juventud, en reuniones de oración; o podría guiarte a que abras tu casa para un estudio bíblico o un grupo de comunión. Dios sabe cómo conectarte con las personas con las cuales desea que tú conozcas. Prepárate para pasar tiempo en estas relaciones, para hacer cosas juntos: Compartiendo una comida, ayudando en un proyecto de familia o simplemente saliendo juntos. Muy pocas personas en realidad inician este tipo de encuentros y sin embargo son fundamentales para hacer crecer las relaciones de amistad.
En tercer lugar, comparte el viaje. ¿Quién ha puesto Dios a tu alrededor para que le puedas abrir tu vida? Puede ser solamente una persona o un puñado de gente. Puede que vivan en la misma ciudad o que trabajen juntos. Encuentra una manera de compartir la vida de Dios con ellos. Es cierto que puede ser difícil al principio, porque no estamos acostumbrados a este tipo de conversaciones, pero esto es un gozo digno de cultivar y aprender. Pueden compartir ideas de la Escritura o las cosas que estás aprendiendo, orar juntos acerca de las situaciones que están descubriendo y lo que Dios está haciendo en ustedes y aprendan a escucharle juntos mientras alientan Su trabajo en otros. A medida que la amistad va creciendo, te darás cuenta de que eres cada vez más libre para ser más abierto y honesto hablando sobre tus luchas y de que estás más capacitado para reunir, asimilar y apropiarte de la sabiduría y la fuerza que Dios le ha dado a otros.
En cuarto lugar, aprende a someter tu vida al amor de Cristo. La Comunión entre hermanos no se puede dar donde cada uno se afana por conseguir sus propios deseos, sino donde todos siguen el ejemplo de Jesús poniendo su vida por los demás (así es el Cristo que Dios te puso dentro). Si sólo miramos por nuestros propios intereses, vamos a ser como barcos en la noche, y aunque nos reunamos todas las semanas, acabaremos por llegar a sentirnos solos. Pon tu vida por los demás y se te abrirán las puertas de la comunión real y verdadera.
En quinto lugar, explora la comunidad relacional. A medida que vuestra relación crece, te encontrarás con algunas personas o familiares que se sienten llamados a caminar juntos durante cierto tiempo. No hay mejor expresión de la vida del Cuerpo que los hermanos y hermanas que quieran compartir la vida de Dios con cierta regularidad e intencionalmente. No traten de "iniciar una nueva iglesia,” simplemente crezcan en lo que significa cuidar los unos de los otros a través de las circunstancias reales de la vida. Incluyan a la familia entera. Reúnanse regularmente, pero también cultiven esas relaciones más allá de las reuniones. Compartan de sus recursos, dones y tiempo de la manera que Cristo les guíe. Procura ver las maneras como Dios quiere que compartas a otros en la comunidad, individual o colectivamente, para revelarle al mundo como es Él o bendecir a otros creyentes ayudándoles en su crecimiento espiritual y apóyense los unos a otros en ese proceso. Ten cuidado de no limitar tus relaciones solamente con los del “grupo,” y no trates de hacer tu comunidad permanente. Disfruta de lo que Dios te da en cada momento y permanece siempre abierto para tener otro tipo de relaciones cuando Cristo así te guíe.
Y Si Quieres Ayuda...
El aprender a vivir como la iglesia que Jesús está edificando desafiará paradigmas establecidos desde hace mucho tiempo. La mayoría de nosotros hemos sido enseñados a ser aprendices pasivos. Si necesitamos algo, alguien se acerca para decirnos que es lo que nos falta, así fuimos enseñados. Pero el crecimiento en este reino no sucede de esa manera. Los que encuentran la vida de Cristo no tienen miedo de tocar puertas, de pedir o de buscar.
Si te está siendo difícil saber cómo vivir profundamente en Cristo, conectarte con otros cristianos, o formar parte de un grupo con el cual no estás compartiendo éste viaje juntos, es provechoso muchas veces clasificar o separar las cosas con un hermano o hermana que se encuentren un poco más abajo en algunas áreas en el camino. No tengas miedo de pedir ayuda. Personalmente, en cada etapa de mi viaje, Dios ha puesto siempre alguien cercano de mí para ayudarme a confirmar las cosas que estoy viendo, y que me ayude a pensar fuera de las limitaciones de mis propias experiencias anteriores. Pero yo busqué esas relaciones, no vinieron a mí.
Hay también diversidad de dones que Dios ha distribuido a través del Cuerpo (Efesios 4:11-13) para ayudar a equipar a la gente a vivir este viaje. Tú no reconocerás a estos hombres y mujeres que tienen estos dones por sus títulos o por su popularidad, una vez que la mayoría de ellos acostumbran volar sin ser detectados por ese radar, e incluso no los reconocerás por sus escritos ya que la mayoría ellos no escriben. Dios te enlazará con aquellos de estos miembros con quienes Él desea que compartas relaciones. Los reconocerás porque su comportamiento se encuentra alineado con la naturaleza del Padre. Escucharás en sus palabras Su voz. Y a su tiempo te conducirán al Padre y te ayudaran a liberarte para que confíes más en Él. Te ayudarán a que estés más centrado en Él, no tratando de que apliques algún método o conjunto de principios. Ellos ayudan a la gente a descargar su culpa y vergüenza, y nunca explorarán esos sentimientos, ni aun en el intento de que hagas lo correcto. Ellos tienen paciencia con los que están en conflictos y no se ponen a la defensiva cuando la gente les desafía con preguntas honestas. No se ven a sí mismos como expertos que están por encima de ti, sino como hermanos y hermanas a tu lado, y nunca te presionarán ni tratarán de hacer que dependas de ellos. Su regocijo proviene en que tu estas creciendo en confianza en la obra que el Padre está desarrollando en ti.
Esto quizá requiera que tengas que pensar fuera de la caja (la forma religiosa en que siempre has pensado), pero aprender a vivir en la iglesia que Cristo está edificando es un privilegio digno de seguir en cada momento del viaje. Él quiere que conozcas el gozo que hay en caminar junto a otros hermanos y hermanas y encontrando en ellos una poderosa suma o acrecentamiento a la vida que estás hallando en Él. Te animo a que procures no perder este deseo en tu corazón, incluso si sólo se ve como un espejismo lejano. ¡Yo te aseguro que es bastante real y que hace parte del plan de Dios para traer todas las cosas juntas bajo una sola Cabeza!
SIDEBAR:
Sé Real
El siguiente apartado es una adaptación de "¿El Verdadero Tú, Por favor, ¡Levántate!" un Audio de nuestro blog “Lifestream” hecho por una hermana de Texas:
“Es correcto preguntar lo que necesito preguntar, pedir lo que necesito pedir y luchar por lo que preciso luchar. He aprendido que no voy a ser recompensado por pretender ser mejor de lo que soy, pero experimentar la vida de Dios significa que soy amado a través de mis altos y bajos momentos, en medio de mis dolores, heridas y alegrías, y en medio de mis dudas así como en mis triunfos. En lugar de explotar la vergüenza de la gente o la necesidad de aprobación para tratar de hacerlos mejores cristianos, animo y exhorto a la gente que vayan a Dios para ser sanados y restaurados de la vergüenza para que puedan experimentar por sí mismos el amor de Dios.
En lugar de cargar a otros con una lista de 'deberes', le digo a la gente que Dios está operando en ellos a través de "la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús" y que Su mayor deseo es comunicarse con ellos. Hablo acerca de aprender a “cómo" escuchar a Dios y a seguir lo que pone en sus corazones, incluso si esto significa que cometan errores al hacerlo.
En lugar de tratar de cambiar a las personas, les insto a que lleguen a conocer a Cristo como sus vidas, porque es mucho más divertido (y mucho más efectivo) mirarlo a Él transformándolos, en lugar de manipular a otros para que hagan lo que yo creo que sería beneficioso para mí (o desde mi punto de vista) y para que sigan mi propia definición de la voluntad de Dios para ellos.
En lugar de tratar de cambiar a las personas, les insto a que lleguen a conocer a Cristo como sus vidas, porque es mucho más divertido (y mucho más efectivo) mirarlo a Él transformándolos, en lugar de manipular a otros para que hagan lo que yo creo que sería beneficioso para mí (o desde mi punto de vista) y para que sigan mi propia definición de la voluntad de Dios para ellos.
Voy a compartir contigo y a acompañarte lo mas que pueda en tu viaje para ayudarte a aligerar tu carga. Si te sientes dolido o desesperado, yo estaré allí contigo como un padre que te aligera tus cargas. No sé si siempre voy a tener lo que necesitas, pero por lo menos estaré ahí contigo para que no tengas que recorrer solo el camino.”
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