Traducción por Claudia Juárez Garbalena.
Cuando mi hija Julie me invitó a ir a pasear en kayak con ella alrededor del Canal de las Islas Harbor, pensé que sería una tarde tranquila. Sin embargo, tan pronto como comencé a desprenderme de la orilla en el kayak por primera vez, me di cuenta de que había sido un poco optimista. Flotando en la superficie del agua, la pequeña embarcación se sentía terriblemente inestable.
El más mínimo movimiento hacía que el kayak comenzara a balancearse, amenazando con volcarme a las frías aguas del Canal. Cuando ajusté mi peso para compensar la embarcación, sobre corregí el barco y comenzó a rodar en dirección opuesta. Mientras cambiaba de posición varias veces en pocos segundos, mi kayak se estremeció como un tazón de gelatina en un terremoto en California.
Sinceramente, me pregunté si esto había sido una buena idea. Si yo estaba teniendo tantos problemas en las aguas tranquilas de la orilla, ¿cómo iba a enfrentarme o a lidiar con las aguas abiertas? Julie ya estaba remando alrededor del muelle. Yo sólo tenía unos segundos para elegir si deseaba o no dejarme ir y lidiar con eso, o permanecer aferrado al muelle, mirando como un tonto y perdiéndome del último día especial entre padre e hija que iba a tener con Julie antes de que se casara.
Aun incierto como estaba de mi capacidad para mantenerme seco, me impulsé lejos del muelle y aprendí cómo estabilizar el kayak y guiarlo en aguas abiertas. Me tomó un tiempo. Cada movimiento en el barco se sentía incómodo hasta que me acostumbré a él. Incluso buscando balancear el remo, hacía que mi kayak temblara de nuevo. Sin embargo nunca lamenté lanzarme a esta experiencia. Con el tiempo aprendí a remar el kayak y pasamos una tarde alegre cruzando juntos el puerto; entre carreras, salpicaduras, riendo y disfrutando de las vistas y de la conversación.
He pensado en ese día muchas veces desde entonces, ya que refleja gran parte de mi vida en la última década. Durante mucho tiempo he buscado una relación con Jesús que me permitiera ver cumplidas sus promesas y ejemplificara la Escritura. A pesar de que había tenido probadas de esto de vez en cuando, la realidad siempre parecía desvanecer esta relación justo cuando más me acercaba. Yo no me di cuenta en ese momento, pero mirando hacia atrás, sé que me aferraba al puerto. Tenía miedo de seguir su invitación a las aguas abiertas, me aferraba a lo que me daba una estabilidad temporal y seguridad.
No tenía ni idea de que servir a mi deseo de seguridad y tratar de seguir a Jesús, estaban en contraposición el uno con el otro. No era de extrañar que mi fe pareciera tan temporal e infructífera. La vida en Él no se puede vivir aferrándonos al muelle a causa de nuestras inseguridades. En algún punto tenemos que empujarnos, soltarnos, dejarnos ir y sólo entonces podremos aprender a vivir esta increíble vida en Jesús.
La Oportunidad Perdida
Conocí a un hombre hace casi ocho años, y aunque habíamos intercambiado algunos mensajes de correo electrónico de vez en cuando, no habíamos tenido la oportunidad de ponernos al día en muchos años. El mes pasado, compartí con un grupo de creyentes que simplemente estaban comenzando a soltarse del muelle y aprendiendo lo que esto significa mientras caminan juntos. Ellos querían hacerme algunas preguntas sobre el cristianismo relacional y cómo podían experimentarlo en su nueva vida juntos.
¡Qué noche! Hablamos de cómo las presiones institucionales que ellos acababan de sentir, estaban en contradicción con las prioridades del reino. Para vivir en Su plenitud tenemos que aprender a gozar la obra de Dios, en lugar de tratar de controlarla. Eso no es fácil para ninguno de nosotros. Después, esa noche finalmente tuve la oportunidad de sentarme con mi amigo. De alguna manera, la conversación de esa noche le había inquietado a un nivel mucho más profundo de lo que hubiera imaginado. Me dijo que siete años antes, nuestra comunión había tocado un hambre profunda en él para caminar cerca del Señor.
Mientras se dispuso a saciar esa hambre, sin embargo, se dio cuenta de que no muchos otros la compartían. ¿Qué pasaría si perdía a Dios en su búsqueda y cómo afectaría esto a su joven familia? Con el tiempo, acabó involucrándose en una "bonita" y "segura" comunión de creyentes. Parecía que en este grupo preferían hablar acerca de cómo aferrarse al muelle en lugar de subir en sus kayaks, porque ahí, su hambre por la vida de Dios se desvaneció rápidamente. Él ni siquiera lo había notado hasta esta noche, cuando su vieja pasión había despertado.
"No voy a perderla otra vez", dijo mirándome. "Estaba tan cerca la última vez, y esta vez voy a continuar no importa lo que me cueste".
Su historia no es única. He conocido a muchas personas que han tenido una gran pasión por vivir la plenitud de la vida de Dios, pero pocos de ellos son los que realmente terminan por encontrar la manera de hacer conexión con esta vida. El riesgo de deslizarse por las olas con Él, los envía corriendo de vuelta al muelle. Jesús nos advirtió acerca de esto. "Todo aquel que se aferra a la vida tal y como es, destruye esa vida. Pero si tu vas adelante audazmente en su amor, la tendrás para siempre, verdadera y eterna". (Juan 12:25, “El Mensaje”).
Parece que nuestro deseo de seguridad en las cosas temporales, es el enemigo número uno de la misma vida que deseamos encontrar en Él.
¡Relájate!
Me doy cuenta de que no es una lección fácil de aprender, pero Jesús sabía que esta era la clave para vivir en Él. En uno de mis pasajes favoritos de la versión en inglés “El Mensaje” (“The Message”), Jesús quiso que sus discípulos aprendieran a dejar a un lado sus preocupaciones y supieran cómo Dios ricamente se preocupa por ellos:
"Lo que estoy tratando de hacer aquí es conseguir que se relajen, que no estén tan preocupados por conseguir o buscar sus necesidades, entonces pueden responder a lo que Dios les está brindando. Las personas que no conocen a Dios y su forma de trabajar, se preocupan excesivamente por estas cosas, pero ustedes conocen a Dios y también cómo trabaja. Sumérjanse en la realidad de Dios, en la iniciativa de Dios, en las provisiones de Dios. Así encontrarán que sus preocupaciones humanas diarias serán cumplidas. No tengan miedo de perder. ¡Ustedes son mis amigos más queridos! ¡El Padre quiere darles el verdadero reino! "(Lucas 12:29-32).
He encontrado que esto es tan cierto. Cuando estaba preocupado por conseguir las cosas que pensé que necesitaba para ser un creyente exitoso, me encontré cada vez más y más lejos de ese éxito que buscaba. Cuando finalmente dejé de intentar conseguir lo que yo quería de Dios, o lo que quería que Dios hiciera para mí, y comencé a simplemente disfrutar de lo que Dios estaba trayendo a mi vida, todo cambió. Ya no estoy más frustrado por lo que Dios no ha hecho en mi vida, sino bendecido en cada mirada de misericordia que Él comparte conmigo. La alegría de esta vida no se puede alcanzar en nuestros intentos de agarrarnos de Dios o de Sus bendiciones, ya que sólo terminamos aferrándonos a esas cosas que nos hacen seguros en nosotros mismos. Dios quiere que nosotros encontremos nuestra seguridad en el único lugar que realmente cuenta: ¡En Él!
Fíjate como esta confianza se arraiga profundamente en nosotros a medida que conocemos como nuestro Padre piensa acerca de nosotros. Jesús quería que supiéramos que Él no retiene o guarda solo para sí su gloria, ni tampoco quiere que ganemos su favor. ¡Somos sus amigos más queridos! Él quiere que experimentemos la plenitud de su vida, y la mejor manera de hacerlo es aprendiendo a relajarse y dejar a un lado nuestra necesidad de controlar (dirigir, gobernar) nuestras propias vidas y dejar de definir la seguridad en nuestros propios términos.
Las personas que se preocupan, que buscan afanosamente las cosas y manipulan a otros, simplemente no entienden cómo Dios trabaja. ¡Qué declaración! No tenía ni idea de que mis ansiedades son la mejor evidencia de que simplemente no había aprendido cómo Dios trabaja. Porque yo no confiaba en Él para que trajera a mi vida todo lo que necesitaba para caminar en Él, yo tenía que planear y poner manos a la obra para tratar de obtener las cosas por mí mismo. E incluso cuando eso no funciona, no consideramos que nos estemos acercando a Dios erróneamente, sino que pensamos que no estamos trabajando lo suficientemente duro. Así que en lugar de rendirnos y aprender a dejarnos llevar, pensamos que hay que esforzarse aún más.
Los Sistemas y El Espíritu
Jesús está invitando a una nueva generación de sus seguidores a aprender como vivir dependientes del maravilloso amor de su increíble Padre. ¿No es interesante que, hayamos construido la mayor parte de nuestras instituciones religiosas basadas en el temor de que no podemos confiar en Él para que guíe a su pueblo y, debido a eso, se deben ofrecer programas y rituales para hacer que la gente se sienta segura? Por desgracia, terminamos gastando más energía en la construcción de sustitutos para que la gente confíe en ellos, en vez de equiparlos para confiar en Él completamente.
Hace algunos años, comencé a escribir un libro como un seguimiento a “The Naked Church” (“La Iglesia Desnuda”) sobre nuevos enfoques acerca del Nuevo Testamento para la vida de la iglesia. El título del trabajo fue: "Un nuevo sistema". Me estremezco ahora al pensar en esto, pero eso era un kayak de un color diferente. Yo estaba enseñando a grupos de todo el mundo la manera de hacer una iglesia diferente, y les di algo de lo que yo todavía estoy convencido, las prioridades bíblicas, pero también fueron atados con metodologías humanas que no podían producir lo que prometieron.
Sólo después de que el sistema que había ayudado a construir, hizo implosión debido a la competición de agendas entre los creyentes, me di cuenta de que mi sistema de hacer iglesia, era solo otro sistema más para añadir a los que los hombres y mujeres han desarrollado desde los primeros días de la cristiandad.
Un amigo de Australia me ayudó a ver que, aun tan poderosa como mi pasión podía haber sido, nos quedamos cortos por los métodos empleados. "Jesús no nos dejó con un sistema", dijo, "sino con Su Espíritu." Entonces él me hizo una pregunta reveladora: "Wayne, ¿Qué porcentaje de tu método de iglesia, fue construido porque temías que alguien se cayera por las grietas, o que se fuera por el camino incorrecto o abusara de los demás en el Cuerpo?"
"Alrededor del 90%", le respondí medio en broma.
Pero él lo entendía mejor que yo. "Entonces, lo que estás diciendo es que el 90% de tu punto de vista de la iglesia se basa en el miedo y no en la confianza." Exactamente. Es por eso que ningún método o sistema puede contener la totalidad de la obra de Cristo. La lección que Él quiere que aprendamos es como confiar en Él y dejar a un lado nuestro propio ingenio y sabiduría.
!Déjate Llevar!
La mejor decisión que he tomado en la última década de mi vida fue también la más dolorosa. Hermanos y hermanas con quienes había trabajado durante casi quince años, estaban usando medias verdades, rumores y chismes para desacreditarme porque me negué a amoldarme a su punto de vista autorizado de liderazgo en el Cuerpo de Cristo. Cuando la intriga finalmente se desenredó, yo tenía la razón de mi lado y tenía las pruebas en mis manos. Hubiera sido tan fácil exponer las vidas de estos hermanos y reafirmar mi lugar en ese grupo.
Pero Dios me dijo que lo dejara ir, que lo dejara pasar. Me pidió que me alejara de la gente que amaba y de la comunión de creyentes que había ayudado a construir. Siempre he sido un competidor, y alejarme de una pelea que sabía que podía ganar, fue lo más difícil que Dios me había pedido jamás que hiciera. E incluso, cuando lo hice, pensé que iba a durar unas pocas semanas antes de que todos entraran en razón y nos amaramos unos a otros de nuevo.
¡Pero eso no sucedió! En aquellos días, alejarme del puerto significó renunciar a la única vocación que había conocido, al salario del cual dependía, y renunciar el control de mi reputación a aquellos que habían elegido difundir chismes maliciosos sobre mí. No puedo describir el dolor de aquellos días y cómo me sentía desorientado. Nada salió como pensé que sería para garantizar mi éxito y mi seguridad. Tuve otras ofertas de trabajo para escoger, pero las rechacé debido a un persistente sentido en mi corazón que Dios me estaba dando una oportunidad increíble para zarpar del muelle de mi propia seguridad y saber lo que realmente significaba la vida en Su reino.
No cambiaría una sola de las lecciones aprendidas en los últimos siete años por mi antigua posición o reputación. Me tomó varios meses aprender a mantener el "kayak" en medio del estremecimiento y remar en las aguas abiertas que Dios me señaló para disfrutar con Él. Nunca lo he lamentado. He encontrado que la vida de Dios y Su naturaleza, son todo lo que Él dijo que Él era. He encontrado relaciones con otros creyentes llenas de alegría y con una profundidad que nunca pensé posible.
Ahora he encontrado mi seguridad en Él, en vez de en las cosas, los sistemas, y otros creyentes se han convertido en casi una segunda naturaleza. Estoy tan agradecido que opté por no tomar lo que yo más quería (mi propio plan), y he descubierto que Su generosidad y Su Presencia es el lugar más seguro. Cada noche, mientras me dispongo a descansar en algún lugar de este mundo, estoy realmente sorprendido de como Él tocó mi vida en ese día. Ya no vivo con la constante frustración con lo que Dios no está haciendo en mi vida, sino con la alegría inmensa de lo que está haciendo.
No hay mayor paz que esta.
Vivir Con Las Manos Vacías, Sin Tener Otro Punto De Apoyo Que No Sea Dios.
Me he dado cuenta de que la búsqueda de posesiones, popularidad o influencia no son faros en el camino a la vida, sino trampas que roban nuestra libertad. Juan el Bautista dijo algo muy grande cuando la gente sugirió que Jesús se estaba volviendo más popular que él. "No puede el hombre recibir nada, si no le fuere dado del cielo." (Juan 3:27).
Pablo hizo eco de esas mismas palabras. Frustrado de que los creyentes en Corinto habían perdido la vida de Dios, por la constante comparación de sí mismos con los demás, y porque alardeaban de sus esfuerzos, Pablo escribió: “¿Qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido?"(1 Corintios 4:7). Cuando te das cuenta de que toda tu vida está en las manos del Padre, entonces realmente puedes vivir en libertad.
Tanto Juan, como Pablo mantuvieron su dependencia centrada en Cristo. Cuando otros trataron de poner su enfoque en las cosas que el mundo utiliza para medir la seguridad o el éxito, ellos rechazaron y menospreciaron este pensamiento. Ellos sabían que la verdadera libertad no se encuentra en lo mucho que tienes, sino sólo en la alegría de seguir al Padre.
Cuando ya no tengas que aferrarte a nada para obtener seguridad, te encontrarás también viviendo con una mano extendida hacía los demás. Vivir en el gozo de la vida de Dios significa que en cada situación no tenemos que protegernos a nosotros mismos y buscar nuestros propios intereses, porque Dios lo hará por nosotros, y Él es mucho mejor para esto de lo que nosotros somos. Tenemos la tendencia a la autodestrucción cuando nos volvemos codiciosos, y nos volvemos más libres para dar cuando no lo somos.
Cuando eres realmente libre en Él, puedes caminar en medio de cualquier situación sin nada que perder, nada que ganar y nada que demostrar. Eso es lo que significa vivir con las manos vacías, sin contar con nada, sin tener otro punto de apoyo más que Dios, y cuando lo hacemos, estamos en un mucho mejor lugar para ver lo que Dios está haciendo y fluir junto con Él. Entonces encontrarás a otros gravitando hacia ti, porque la gente que es lo suficientemente libre como para tener genuinamente un interés por los demás son realmente pocos, y los encontramos muy de cuando en cuando.
¿Entonces No Hago Nada?
Dejarnos llevar (por Sus planes y no por los propios), es probablemente la opción más importante que hacemos cuando Dios nos invita a seguir en Su vida. Sé que causa miedo, y sé que es difícil a veces ver lo que esto significa. He compartido esta lección con mucha gente que está luchando con su propia necesidad de desprenderse de algo en lo que ellos han encontrado seguridad y siempre me hacen la misma pregunta. “¿Entonces confío en Dios y no hago nada?"
¿No es interesante que estemos de tal forma manejados por nuestras ansiedades, que sólo vemos dos opciones? O lucho en mi propia carne en un intento infructuoso de encontrar mi propia seguridad, o vivo en la presunción de no hacer nada. ¿No prueba esto que el único esfuerzo que conocemos es impulsado por la ansiedad? Si renunciamos a ella no sabemos qué más nos motivará.
Créeme, dejar a un lado aquellas cosas que garantizan seguridad momentánea para nosotros, y encontrar simplemente que tan seguro nuestro Padre puede ser, no es sentarse y no hacer nada. Jesús no nos dijo que nos relajáramos para convertirnos en infructuosos espirituales, sino para que podamos ser lo suficientemente libres como para seguirle a la gloria de Su vida.
Buscar primero Su reino, confiando en que Dios proveerá lo que sea que Él elija para ofrecerme [que siempre será lo mejor], confiando en que Él abre cualquier puerta que necesita abrir y que me sostiene a través de cualquier dolor, enfermedad o pérdida, no es una existencia resignada o pasiva. Cada día, la vida reta la esencia de mí ser, y me pide que elija el camino de menor resistencia. Seguirlo a Él todavía requiere mi esfuerzo, pero es energía dirigida a Su manera, en lugar de canalizarse por mi propia sabiduría limitada o mis inseguridades.
Espero Que Dances
Los días de aprender a dejarme llevar no se han acabado para mí. Cada día encuentro nuevas oportunidades de elegir la Presencia de Dios por encima de ilusiones temporales de seguridad. No puedo ni siquiera comenzar a imaginarme lo que significa para ti dejarte llevar. Estoy bastante seguro, sin embargo, que para la mayoría de ustedes, no significa renunciar a su trabajo y sentarse en un kayak con la esperanza de que Dios te toque. Esto tampoco significa que tienes que salir de tu comunión de creyentes.
Aprender a dejarnos llevar no es un método para forzar la mano de Dios, sino sabiduría que te ayudará a vivir lo suficientemente libre para continuar cuando Él te llame a seguir adelante. No dejes que el riesgo de tu ego, tu seguridad o confort proporcionen la excusa para que te pierdas el más grande viaje.
Una canción que circula hoy resume maravillosamente lo que estoy tratando de decir:
Espero que nunca tengas miedo de esas montañas en la distancia,
Nunca te conformes con el camino de menor resistencia.
Vivir podría significar tomar riesgos pero vale la pena tomarlos...
Prométeme que vas a poner fe a una oportunidad de luchar,
Y cuando llegue la elección para sentarte o bailar...
Espero que dances.
Yo nunca había bailado en público antes de la boda de mi hija, pero yo quería bailar con ella ese día. Yo sabía que tomaba un riesgo de alguna broma por parte de mis amigos, y no conocía a alguien que me confundiera con el famoso bailarín Fred Astaire, ¡pero qué momento! Me alegro de haber bailado entonces, y me alegro que me apartara del muelle un mes antes.
Hago oración para que la próxima vez que Dios te invite a seguirlo, no permitas que tu miedo a lo desconocido te robe la más grande aventura de tu vida. Espero que te empujes fuera del muelle en vez de correr atrás sobre él como una ilusión de seguridad. No te pierdas la oportunidad de viajar con Él en las aguas abiertas. No encontrarás nada más seguro, y no hay un viaje más lleno de este increíble gozo.
¿No es tiempo de que descubras que tan real e increíble esta vida cristiana puede realmente ser?
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