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Autor: Dr. Stephen E. Jones
https://godskingdom.org/blog/2024/08/resurrection-of-the-dead-part-3/
Como señalé anteriormente, la Primera Resurrección se limita a unos pocos, todos los cuales son creyentes y, creo, Vencedores. Apocalipsis 20: 5-6, nos dice,
5 Los demás muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron los mil años. Esta es la primera resurrección. 6 Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; sobre éstos la muerte segunda no tiene poder, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo y reinarán con Él por mil años.
Esto nos dice que todos los que resucitarán en la Primera Resurrección son creyentes. Ningún incrédulo resucitará en la Primera Resurrección. Además, aquellos que resuciten serán gobernantes en el Reino durante mil años, después de lo cual el resto de los muertos serán resucitados y convocados al Gran Trono Blanco para juicio.
Ya hemos mostrado en Juan 5: 28-29 y en Hechos 24: 14-15 que la Segunda Resurrección incluirá tanto a creyentes como a incrédulos. Esto muestra claramente que no todos los creyentes resucitarán en la Primera Resurrección. Los creyentes son ciudadanos del Reino, pero no son gobernantes a menos que lleguen a ser Vencedores. Así nos dice Pablo en 2ª Timoteo 2: 12,
12 Si perseveramos, también reinaremos con Él; si le negamos, Él también nos negará a nosotros.
Reinar con Cristo requiere perseverancia (resistencia, paciencia), que es uno de los temas principales en los capítulos tercero y cuarto de Hebreos y también en Hebreos 10: 36.
36 Porque necesitáis paciencia, para que, habiendo hecho la voluntad de Dios, podáis recibir lo prometido.
¿Cómo conseguimos perseverancia? Santiago 1: 3 dice,
3 sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia [perseverancia].
Uno tiene que tener fe para que esa fe sea probada. En otras palabras, primero hay que ser creyente con fe en Cristo, para que después esa fe pueda ser probada por la experiencia. Tales pruebas requieren obediencia, que está asociada con Pentecostés. Al ser guiados por el Espíritu, aprendemos a obedecer una prueba a la vez, cada uno a su manera.
Esta enseñanza se deriva de la historia de la Iglesia en el Desierto, donde la mayoría de ellos murieron sin recibir la promesa, a pesar de que fueron justificados por la fe en el cordero en la Pascua cuando salieron de Egipto. Sólo Caleb y Josué perseveraron hasta el fin y establecieron el modelo para todos los Vencedores que califican como “sacerdotes de Dios” y que están destinados a resucitar en la Primera Resurrección para que puedan gobernar con Cristo.
Vemos esto nuevamente en Filipenses 3: 10-14,
10 para que pueda conocerle y el poder de su resurrección [anástasis] y la participación de sus padecimientos, siendo conformado a su muerte, 11 para que pueda alcanzar la resurrección [ex-anástasis] de los muertos… 14 presiono hacia la meta, para recibir el premio del supremo llamamiento [ano, “arriba, alto, un lugar más elevado”] de Dios en Cristo Jesús.
Pablo aspiraba a alcanzar la ex-anástasis, la “superresurrección” y no simplemente la anástasis. Luego la llama el llamado más elevado de Dios. ¿Más alto que qué? Más alto que la Resurrección General [Segunda Resurrección] de los muertos. Ese es “el premio” de la Primera Resurrección.
Tal enseñanza no fue diseñada para desanimar a los creyentes sino para animarlos a buscar un llamado que es más elevado que el de simplemente ser ciudadanos del Reino. Estudie los fracasos de Israel en el desierto para no seguir su ejemplo de incredulidad.
En 1ª Corintios 15: 21-25 leemos,
21 Porque por cuanto la muerte entró por un hombre [Adán], también por un hombre [Jesús] vino la resurrección de los muertos. 22 Porque así como en Adán todos mueren, así también en Cristo todos serán vivificados. 23 Pero cada uno en su orden [tagma, “escuadrón”]: Cristo las primicias [las “primicias cristo”; es decir, las primicias ungidas], después los que son de Cristo en su venida, 24 luego viene el fin, cuando entregue el Reino al Dios y Padre, cuando haya abolido todo dominio y toda autoridad y poder. 25 Porque es necesario que Él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies.
El contraste y la comparación entre Adán y Jesús se enseña más detalladamente en Romanos 5. El pecado de Adán trajo muerte (mortalidad) a todos los hombres. Por el contrario, el acto justo de Jesús (en la cruz) trajo vida (inmortalidad) a todos los hombres. La semejanza se ve en el alcance de cada acción. Ambos actos afectan a “todos los hombres”. En 1ª Timoteo 4: 10, Pablo escribe:
10 Porque para esto trabajamos y nos esforzamos, porque tenemos puesta nuestra esperanza en el Dios vivo, que es el Salvador de TODOS los hombres, mayormente de los creyentes.
Nuevamente vemos aquí una distinción entre "todos los hombres" y "creyentes". Al final todos serán salvos, pero a los creyentes se les dará la inmortalidad mucho antes de que “todos los hombres” sean salvos. Cubriremos esto con mayor detalle en nuestra próxima serie sobre el “juicio eterno”. Eterno proviene de eonian, perteneciente a una Edad (Eón). Una Edad tiene un principio y un fin, y la Edad del Juicio debe terminar con un Gran Jubileo, que pone limite a todo juicio en la Ley de Dios.
Entonces Pablo da el orden de la resurrección, comenzando en 1ª Corintios 15: 23, donde Pablo usa un término militar para describir grupos de personas. Es tagma, “escuadrón, cuerpo de soldados, banda, tropa”. En otras palabras, los tiempos de la resurrección involucran a grupos de personas, no sólo a individuos. La Primera Resurrección es un grupo de gobernantes; el segundo son todos los demás; y, como dice Pablo en el versículo 24, hay un día final llamado “el fin” del reinado de Cristo, “cuando Él entregue el Reino al Dios y Padre”. Ese es el punto donde cesa toda resistencia entre todos aquellos que estarán siendo juzgados por la "ley de fuego" de Dios. Es el fin de la Edad final, cuando todos los efectos del pecado de Adán serán superados y cuando todos los hombres serán salvos.
Pablo enumera tres grupos (tagma) en el orden de la resurrección: “Cristo las primicias, después los que son de Cristo en su venida, luego viene el fin…” El primer grupo consta de las primicias ungidas. Cristo mismo es un individuo, no una compañía de personas. Pero la palabra “Cristo” proviene de la palabra griega christos, “ungido, bautizado”. En mi opinión, se refiere a los resucitados en la Primera Resurrección. Se dice que son "santos" en Apocalipsis 20: 6. Ser santo significa ser separado y ungido para el servicio divino.
Entonces, en mi opinión, los primeros frutos ungidos son aquellos que califican para la primera resurrección. En segundo lugar, Pablo escribe: "después de esto, los que son de Cristo en su venida". Dado que este es el segundo grupo, debe referirse al juicio del Trono Blanco al final del Milenio. En la frase “en su venida” se usa la palabra griega parousia, que significa “presencia, llegada, venida”. La atención se centra en su presencia, una vez que ha llegado. En mi opinión, Él entonces convocará a toda la humanidad a su presencia en el Trono Blanco y juzgará al mundo con justicia según su Ley.
Luego, Pablo nos da el escuadrón final que llegará a la inmortalidad: "luego vendrá el fin". Cuando el último enemigo (la muerte) sea abolido, beneficiará al resto de la humanidad. El pecado de Adán será completamente revertido por la sangre de Cristo, y el Jubileo de la Creación pondrá fin al tiempo tal como lo conocemos.
1ª Corintios 15: 25-26, dice,
25 Porque es necesario que Él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies. 26 El último enemigo que será abolido es la muerte.
El reinado de Cristo comienza con su Segunda Venida. Recuerde que cuando vino por primera vez, sus derechos al trono estaban en disputa. Jesús predijo esto en Lucas 19: 12-14,
12 Entonces dijo: “Un hombre noble se fue a un país lejano para recibir un reino y luego regresar... 14 Pero sus ciudadanos lo odiaban y enviaron una delegación tras él, diciendo: 'No queremos que este hombre reine sobre nosotros'.”
Mientras sus derechos al trono estén en disputa, el Reino de Cristo permanecerá en suspenso. Cuando Él regrese, será con la autorización del Padre, habiendo dictado sentencia en el Tribunal Divino. Cuando Él regrese, juzgará a aquellos que no querían que Cristo reinara sobre ellos. Lucas 19: 27 dice en conclusión,
27 Pero aquellos enemigos míos que no querían que yo reinara sobre ellos, tráedlos aquí y mátadlos en mi presencia.
Éstos fueron traídos “aquí” (Judea/Jerusalén) a través del sionismo, formando el estado de Israel en 1948. Dios ha dado tiempo a tres generaciones para arrepentirse y cambiar de opinión acerca de Jesucristo. Algunos ciertamente se han arrepentido y se han vuelto a Cristo, pero la gran mayoría del pueblo, junto con sus líderes, continúan su marcha hacia el juicio divino, profetizado también en Jeremías 19: 10-11 y en Isaías 29: 1-6.
La cuestión es que este juicio sobre el Estado Sionista está asociado con la Segunda Venida de Cristo. Parece que muchos serán ejecutados, por eso sabemos que la muerte—“el último enemigo”—no será abolida en el momento de la Segunda Venida de Cristo. La excepción, por supuesto, serán los Vencedores que hereden la Primera Resurrección.
Mil años después, en la Resurrección General o Segunda, “la muerte y el Hades” (el sepulcro) serán arrojados al “lago de fuego” (Apocalipsis 20: 14). El Río de Fuego de Daniel 7: 10, proveniente del trono llameante, habrá formado un Lago en Apocalipsis 20: 14. La Ley del fuego, que también es el Bautismo de Fuego, es como Dios trae juicio sobre toda carne, quemando el mal de nuestro ser. Experimentamos este fuego a través de Pentecostés; los incrédulos tendrán que experimentar esto en el Juicio del Trono Blanco y durante la siguiente Edad del Juicio.
La cuestión es que “el último enemigo” (la muerte) no quedará completamente abolido hasta que toda la humanidad se haya vuelto a Cristo, haya aprendido la obediencia y esté plenamente reconciliada con Dios en todas las cosas. Cuando a estos se les conceda la inmortalidad en el Jubileo de la Creación, entonces se puede decir que la muerte quedó abolida.
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