GLORIFICAR
A DIOS VA DE LA MANO DE OBEDECER A DIOS
Por
Susanne Schuberth
Se
han mostrado las flores en la tierra, el tiempo de la canción es
venido,
y en nuestra tierra se ha oído la voz de la tórtola.
(Cantares 2:12).
En
la lectura de los siguientes versículos, me parece que hay algunos
requisitos que se deben cumplir por nosotros, antes de que podamos
estar seguros de que siempre es Dios quien nos conduce. El Rey David
compartió sus propias experiencias con nosotros cuando dijo:
“Encaminará
a los humildes por el juicio, y enseñará a los mansos su carrera.
Todas las sendas del Señor son misericordia y verdad, para los que
guardan su pacto y sus testimonios. Por tu nombre, oh Señor, perdona
también mi iniquidad, porque es grande. ¿Quién es el varón que
teme al Señor? Él le enseñará el camino que ha de escoger. Su
alma reposará en el bien, y su simiente heredará la tierra. El
secreto del Señor es para los que le temen, y a ellos hará conocer
su pacto”. (Salmo 25: 9-14).
Si
hemos sido humillados por Dios para ver la miseria de nuestra vieja
naturaleza, ya no podremos confiar en nosotros mismos. En su lugar,
comprenderemos a dónde nos conducen continuamente nuestros viejos
caminos. De hecho, apartarse de Dios, al no elegir escucharlo siempre, conduce al pecado.
David
sabía que Dios no nos perdona porque lo merezcamos, de ninguna
manera; Él perdona los pecados a causa de Su gran amor por los
pecadores, por amor de Su nombre, para que Su nombre sea glorificado,
no por nuestro nombre. Sin embargo, el amor inquebrantable de Dios no
aleja Su justicia inherente y por lo tanto, Él no quiere
que nos quedemos atascados en nuestros viejos y pecaminosos caminos.
Si no mantenemos un oído abierto a Sus suaves codazos, Él nos deja
durante un cierto tiempo, hasta que comamos lo suficiente de la mala
fruta que hemos sembrado al hacerlo. Dios que es paciente, esperará
hasta que nos volvamos a Él de nuevo con un corazón humilde y
equipado con un temor que echa fuera el deseo del pecado. El libro de
Proverbios 2: 1 – 12 nos dice:
“Hijo
mío, si tomares mis palabras, y mis mandamientos guardares dentro de
ti, haciendo estar atento tu oído a la sabiduría; si inclinares tu
corazón a la inteligencia; si clamares por entendimiento, y a la
inteligencia dieres tu voz; si como a la plata la buscares, y la
escudriñares como a tesoros; entonces entenderás el temor del
Señor, y hallarás el conocimiento de Dios. Porque el Señor da la
sabiduría, y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia. El
guarda el ser a los rectos; es escudo a los que caminan
perfectamente, guardando las veredas del juicio, y el camino de sus
misericordiosos. Entonces entenderás justicia, juicio, y equidad, y
todo buen camino. Cuando la sabiduría entrare en tu corazón, Y la
ciencia fuere dulce a tu alma, el consejo te guardará, te preservará
la inteligencia, para librarte del mal camino, del hombre que habla
perversidades”
Los
pensamientos
de
Oswald
Chambers sobre cómo Dios nos guía,
son
bastante prácticos
y fáciles
de entender. En cuanto al progreso de nuestro viaje espiritual,
escribió lo siguiente:
“En
primer lugar, queremos ser guiados por Dios en nuestra conciencia.
Pero a continuación, a medida que crecemos espiritualmente, vivimos
tan plenamente conscientes de Dios, que ni siquiera necesitamos
preguntar cuál es Su voluntad, porque la idea de elegir de otra
forma, nunca nos ocurrirá. Si somos salvos y santificados,
Dios nos guía en nuestras decisiones cotidianas. Y si estamos a
punto de elegir lo que Él no quiere, Él nos da una sensación de
duda o de restricción, a la que debemos prestar atención. Siempre
que haya dudas, déjelo de una vez. Nunca hay que tratar de
razonarlo, diciendo: "¿será que yo puedo hacer esto?";
Dios nos instruye en lo que debemos elegir; es decir, Él realmente
guía nuestro sentido común. Y cuando nosotros nos sometemos a Sus
enseñanzas y Su guía, ya no obstaculizamos a Su Espíritu
preguntándonos continuamente: "Ahora, Señor, ¿cuál es Tu
voluntad?"
Si
hemos sido transformados en el sentido de que percibimos de forma
automática Su voluntad con respecto a nuestras decisiones
cotidianas, también vamos a ser capaces de ver lo maravillosas que
son las formas en que nos ha conducido. Sabemos que los caminos de
Dios no se pueden predecir y que Él ama el sorprendernos con el fin
de hacernos felices, o más bien, alegres. Es bastante evidente que
solo nos inclinaremos a glorificar a Dios por Su maravillosa obra que
hace en nuestra vida, si dejamos que Él nos guíe. En aquellos casos
en los que obstinadamente mantenemos nuestros viejos hábitos, la
idea de glorificar a Dios por Sus caminos insondables nunca nos ocurrirá. En su lugar, estaremos muy orgullosos de nosotros
mismos si algo resultó como esperábamos o vamos a terminar en la
desesperación cuando nos damos cuenta de que nuestras elecciones nos llevaron a circunstancias adversas. En cualquier caso, debemos buscar
siempre la voluntad de Dios para el futuro. Sin embargo, si hemos
sido orgullosos la mayoría de las veces, Dios tiene que humillarnos
con el fin de atraernos de nuevo a Él. Y si nos encontramos
desesperados, es muy difícil llevarnos a Sí mismo desde un pozo
tan emocional y que comencemos a confiar en Dios de nuevo. Pero el que es
fiel nos ayudará a no importa qué.
En
cuanto a glorificar a Dios en todas las circunstancias que han sido
ordenadas por Él, supongo que ya lo has asumido; es la nueva
creación, que nace de lo alto, la única capaz de hacerlo. Nuestra
vieja naturaleza de Adán, nunca lo hará. En cuanto a estas
deliberaciones, compare el devocional de T. Austin Sparks que está
debajo, de donde se trae este punto a nosotros.
Hijitos
míos, que vuelvo otra vez a estar de parto de vosotros, hasta que
Cristo sea formado en vosotros. (Gálatas 4:19).
“La
profanación del Nombre del Señor, y el alejamiento de Su
gloria, es la inveterada costumbre y el curso de la naturaleza de la
vieja creación. Si encuentras cualquier tipo de la vieja creación
entrando en el reino de las cosas de Dios, ¿cuál será resultado
tarde o temprano? Ese hombre tomará la gloria y deshonrará a Dios. ¿No
es la historia trágica y oscura de "la Iglesia"; hombres, en sus viejos poderes de la creación y la vida, presionando en las
cosas de Dios, y queriendo hacerse un nombre por sí mismos? La Iglesia
ha sido el coto de caza de los hombres para reputación, posición,
influencia y todas esas cosas. La carne siempre hace eso. Quita la
gloria de Dios, profana el Nombre de Dios. Para que esto no suceda,
debe haber una nueva creación, donde todas las cosas son de Dios.
Veo el lamentable estado de estas cosas hoy en día entre el pueblo
del Señor en todas partes; la muerte, la debilidad, la limitación,
la derrota, el fracaso, la incapacidad para ponerse de pie, para
seguir adelante; y, sin ser crítico, censurar o juzgar, se llega a
la conclusión mientras se habla con muchos, que la medida de Cristo
es patéticamente pequeña. A veces cuando hablas del Señor a las
personas que han llevado el nombre de cristianos durante muchos años,
te miran como si estuviéramos hablando un idioma extraño.
Pidamos
al Señor que, por lo que a nosotros respecta, pueda haber un
aumento de Cristo en todos los sentidos. Busquemos la gracia para
cualquier horno de fuego a la luz de la explicación, que no es ni lo
que es de Cristo que se está probando en nosotros, ni ningún bien
dentro de nosotros mismos, sino que lo que no es Cristo debe
desaparecer, solo debe ser Cristo, solo Cristo. Por fin este universo
no sabrá nada más que Cristo. Él llenará todas las cosas, ¡y va
a ser un gran día! Él puede ser totalmente formado en nosotros”.
Por
T. Austin-Sparks de: La Novedad Esencial de la Nueva Creación -
Capítulo 2.
¡Muchas gracias por publicar mi artículo aquí, Josè! Estoy abrumada. :-) ¡Y muchas gracias a Patricia por su traducción!
ResponderEliminarJajaja ¡Por nada te abrumas Susanne! Las gracias sean para el Señor y para vosotras. Pásalo bien.
EliminarDebería leer, José, por supuesto.
ResponderEliminarQue bueno que ya se han conocido. Ambos son increíbles y lo mejor es que son mis hermanos y amigos. ¡Cómo lo vamos a pasar de bien cuando estemos todos juntos!.
ResponderEliminarGracias, Patricia. ¡Ese día está muy cerca!
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