El primer paso es
convertirse en un "judío", que es ser parte de Judá, por
la fe en Su verdadero Rey y por la que se declara lealtad solo a
Él. La ceremonia de bautismo en esencia es la ocasión en la
que el testimonio o voto abierto de la gente expresa la fe y la
lealtad, dándoles la ciudadanía en la tribu de Judá. Los que hacen
esto son generalmente conocidos como "la iglesia".
Segundo paso es llegar a ser un israelita, y se le
da este título a los que llevan Su testimonio. Israel significa
"Dios gobierna" (aceptar la soberanía de Dios).
Jacob no se convirtió en un israelita hasta que
tuvo cerca de 98 años de edad. Hasta ese momento, sin duda era
un creyente en el Dios de sus padres, pero aún no había entendido
la soberanía de Dios. Por esta razón, trató de ayudar a Dios
a cumplir la profecía dada antes de nacer (Génesis 25:23),
engañando a su padre (Génesis 27:19,24). Por su ingenio Jacob
se sobrepuso a su padre, a su hermano y a su tío Labán. Luego luchó
con un ángel, y cuando perdió la pelea, se sobrepuso. Ganó
por la pérdida, o más bien, ganó llegando a la conclusión de que
en todo su esfuerzo hasta ese momento, había estado luchando contra
Dios sin saberlo. Finalmente se dio cuenta de que Dios no
necesitaba su ayuda carnal para cumplir Sus promesas. Esa es la
verdadera fe, y que es lo que lo hizo un vencedor.
Jacob, entonces, es un tipo de la Iglesia; Israel
es un tipo del vencedor. No todos los jacobitas son
israelitas. La mayoría de los cristianos tienen fe insuficiente
para ser un vencedor, y por esta razón es por la que todavía se
esfuerzan, sin saber cómo entrar en el reposo de Dios (Hebreos 4:
9-11)
(S.E.J. en Apocalipsis Nuevo Estudio, capítulo
14 - parte 1)
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