Las Cosas Espirituales Deben Ser Discernidas Espiritualmente
Aquellos que piensan en las cosas celestiales se ven obligados, por su propia estructura psicológica, a imaginarselas usando material crudo tomado de la tierra. Y esto se demostrará en su pensamiento.
Aun la Biblia, para poder ser comprendida por sus lectores, debe decir las cosas eternas en el lenguaje de nuestro tiempo. Debe explicar lo celestial por medio de lo mundanal. Así es como encontramos en las Escrituras pájaros y reyes y ovejas y soldados actuando como intérpretes del Todopoderoso Dios. Uvas y lirios, oro y paja, grano y ganado, lluvia y estrellas, todos ellos son usados por el Espíritu Santo para conducir nuestra mente a través del ancho abismo que separa lo espiritual de lo material.
Sin duda que el uso constante de figuras tomadas de nuestro mundo familiar para expresar ideas religiosas deja un residuo en nuestra mente que en alguna medida le da color, y posiblemente forma, a nuestra teología. Luchamos por comprender las cosas espirituales comparándolas con las materiales. Y así, poco a poco, esas cosas materiales vienen a hacerse idénticas con las espirituales, y como consecuencia las espirituales sufren mucho con la comparación.
Una de las tareas del maestro cristiano iluminado es internalizar la adoración, y elevar los conceptos religiosos de la gente por encima de las figuras y alegorías que los capacitaron para captar esos conceptos la primera vez. La figura es la caja donde la brillante joya está guardada. Y es sorprendentemente fácil confundir la caja con la joya, y conformarse con ella nada más.
El cristianismo es la religión del corazón. Busca al hombre y lo encuentra debajo de sus vendajes. El evangelio alcanza al hombre muy por dentro, donde nada lo distingue de los demás hombres. Sea que fuere blanco, rojo o negro no es materia de importancia. Sea un aborigen viviendo todavía en la Edad de Piedra, o un refinado hombre de negocios moderno en su oficina alfombrada y calefaccionada, debajo de la ropa es el mismo hombre necesitado. Y es a este hombre al cual el Espíritu persistentemente busca.
Parecería suficientemente obvio que, una vez que pensamos en ello, que la imagen de los objetos naturales atesorados en nuestra mente, tiende a impedir el vuelo de nuestras almas hacia Dios. Ilustraciones que, por su propia definición, deberían dar luz, si se usan a menudo y en forma objetiva por el pincel del pintor, se vuelven opacas, y terminan por impedir la luz que debían propagar.
Un ejemplo muy familiar puede ayudar a comprender este punto. El salmista David, en el más hermoso himno del mundo, nos enseña a pensar de Cristo como nuestro Pastor. El Señor Jesús extiende la idea más adelante y habla tiernamente de Sus ovejas, y de El mismo como el Pastor que expone su vida por ellas. Los artistas han tomado esta idea y han pintado la figura de Cristo como un pastor real, y su obra ha quedado tan fija en la mente de los cristianos que cuando venga el Señor, si no lo ven sosteniendo un cayado en una mano y una tierna ovejita bajo el brazo, se van a resentir.
En esta instancia, lo que se supone fue dicho para ayudar a nuestra comprensión, a elevar nuestra imaginación y poner música y poesía en nuestro corazón, se convierte, por causa de nuestra ceguera, en un verdadero estorbo para un mayor conocimiento de Cristo. Peor aun, nos ha dado un erróneo y deforme concepto de Cristo. Tratamos de comprenderle a El, y la única imagen que aparece en nuestra mente es esa de un pastor del cercano oriente, una imagen que ciertamente ni Pablo ni Juan hubieran reconocido. Pablo decía que si había conocido a Cristo en la carne, ahora no lo conocía más así. Y el mismo Juan, que hacía poco había escrito esas bellas palabras del pastor y sus ovejas, cuando vio al Cristo de Gloria, el verdadero Cristo, cayó como muerto a sus pies.
La iglesia ha sido tentada siempre a pensar de Dios usando imágenes y formas, y siempre que ha hecho esto ha caído en externalismo y decadencia espiritual. Algunos de los más grandes libros cristianos, aparte de la Biblia, han sido escritos para llamar a los cristianos a una visión más pura de Dios. Miguel de Molinos, en su Guía Espiritual, insiste en que la oración "es un ascenso o una elevación de la mente a Dios". "Dios está sobre todas sus criaturas", insiste en decir, "y el alma humana no puede verle ni conversar con El a menos que se eleve muy encima del nivel de las criaturas".
El autor anónimo de The Cloud of Unknowing (La Nube del No Saber: http://josemariaarmesto.blogspot.com.es/2014/12/libro-la-nube-del-no-saber-anonimo.html), dice, "Que el hombre piense solo en Dios, para que no trabaje según voluntad e inteligencia, sino por Dios'. Y hacer eso es olvidarse de todas las criaturas hechas por Dios, y de las obras que ellas hacen. . . dejando que ellas sean, sin preocuparse más de ellas. Esta es la cosa que más agrada a Dios".
Creo que se podría decir con un alto grado de seguridad que todos los grandes teólogos en todos los siglos concuerdan en decir que es casi imposible tratar de visualizar la Deidad. Molinos adviene contra los esfuerzos del intelecto de imaginar a Dios. "Debe seguir adelante con su amor", dice del alma del cristiano, "dejando detrás todo su entendimiento. Que ella ame a Dios como El es y no como el entendimiento dice que es El, y como lo describe".
La enseñanza del Nuevo Testamento dice que Dios y las cosas espirituales pueden ser conocidas solo por el trabajo directo de Dios dentro del alma. No obstante que el conocimiento teológico puede ser mejorado por el uso de analogías y figuras, la pura comprensión de Dios debe ser por iluminación espiritual. El Espíritu Santo es indispensable. (Ver Juan 14:1 hasta 16:33, y 1 Corintios 1:18 a 2:16).
A.W. Tozer.
Por gentileza de PILAR MEDRANO
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