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Autor: Dr. Stephen E. Jones
https://godskingdom.org/blog/2025/03/how-to-avoid-being-judged/
La ley de Dios exige justicia igual para todos. Más específicamente, la Ley de Pesos y Medidas Iguales exige que la justicia se valore por igual, sin importar pobres y ricos, extranjeros y nacionales, hombres y mujeres, etc. Jesús comentó sobre esta Ley en Mateo 7: 2:
2 Porque con el juicio con que juzgáis seréis juzgados, y con la medida con que medís se os medirá.
Dios juzga a todos los hombres y naciones con el mismo peso y medida. No se nos permite juzgar a los demás por sus acciones ni a nosotros mismos por nuestras intenciones.
Sin embargo, la Ley también incluye un factor de misericordia como una característica adicional. Jesús dijo: «Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia» (Mateo 5: 7). Esto no niega la Ley de la Igualdad de Pesos y Medidas, sino que es una característica adicional arraigada en ella. No es un mandato dado a los jueces, sino a las víctimas de los delitos. Si un pecador es culpable de algún pecado, pero aun así puede perdonar a otro que ha pecado contra él, el juicio se ve mitigado por este factor de misericordia. ¿Cómo? Porque los pecadores son juzgados según su propio criterio al respecto.
Vemos un excelente ejemplo de esto en la historia del rey David, quien ordenó a su general militar matar a un soldado para robarle la esposa (2º Samuel 11). El profeta Natán confrontó a David presentándole una situación hipotética que le permitiría juzgarse a sí mismo (2º Samuel 12: 1-6).
Esto no debe considerarse una trampa. De hecho, le dio a David la oportunidad de mostrar misericordia para que Dios, legítimamente, pudiera mostrarle misericordia a cambio. Pero David era como la mayoría de las personas: ciego a sus propias faltas, pero celoso al juzgar a otros pecadores con justicia. Después de que David juzgara al hipotético pecador, Natán le dijo: «¡Tú eres ese hombre!» (2ª Samuel 12: 7).
Aunque David se arrepintió entonces, el daño ya estaba hecho. El arrepentimiento de David le evitó la pena de muerte, pero como resultado perdió a cuatro hijos. ¿Por qué? Porque parte de su juicio era que el hipotético pecador debía pagar a su víctima cuatro veces más (2º Samuel 12: 6). El arrepentimiento de David después del hecho lo benefició parcialmente, pero no del todo.
¿Por qué escribo esto? Porque el asesor de Seguridad Nacional del presidente Trump, Mike Waltz, emitió recientemente una sentencia contra Irán: Declaró que Irán rendiría cuentas por apoyar a los hutíes de Yemen en su ayuda a los palestinos en Gaza.
Creo que el juicio de Waltz (en nombre de Trump y del gobierno estadounidense en su conjunto) fue similar al juicio de David sobre el hipotético pecador de 2º Samuel 12. Si Irán debe rendir cuentas por apoyar a los hutíes en Yemen, Estados Unidos también deberá rendir cuentas por apoyar a los ucranianos en la persecución de sus ciudadanos rusos y su guerra indirecta contra la propia Rusia. Asimismo, Estados Unidos también deberá rendir cuentas por apoyar a los israelíes en su política genocida contra los palestinos en Gaza.
Esperemos que el Espíritu Santo se derrame pronto para convencernos de nuestro pecado de genocidio, para que podamos recibir alguna medida de misericordia, como la recibió David. Sin embargo, incluso con esto, Estados Unidos ya no podrá evitar alguna medida del juicio divino, como el propio David no pudo evitarlo en su época. Ya hemos desperdiciado nuestra oportunidad de recibir plena misericordia; oremos para que nos arrepintamos antes de presenciar un desastre total.
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