LA RELACION ENTRE WITNESS LEE
Y WATCHMAN NEE, DE 1925 A 1935
EL PRIMER CONTACTO
En los días en que empecé a comunicarme con Watchman Nee, nos separaba una distancia geográfica considerable. El vivía en Fukien, una provincia del sur de China, y yo estaba en Shantung, una provincia ubicada al norte.
El fue salvo en 1920, y yo en 1925. El abuelo materno de mi madre era un bautista del sur, que a su vez introdujo a mi madre en el cristianismo. Ella estudió en la escuela de la misión bautista del sur y en su juventud fue bautizada en la iglesia bautista del sur por el año 1885. Yo nací en 1905. Ella me llevaba a la iglesia bautista en Chifú. Estudié en la escuela elemental bautista del sur, y luego en el colegio de la misión inglesa dirigida por los presbiterianos norteamericanos en Chifú. Aunque en mi juventud asistía a la iglesia bautista del sur y a la escuela dominical, no era salvo ni había sido bautizado. Más adelante, dejé de asistir a los servicios cristianos durante unos cinco años.
Cuando mi segunda hermana fue salva, empezó a orar por mí y me presentó a un pastor chino muy fiel que pertenecía a la Iglesia China Independiente. El me visitaba con frecuencia, y me animaba a asistir al culto matutino del domingo. Después de posponerlo mucho tiempo, decidí asistir a aquella iglesia; recuerdo que fue temprano por la mañana el segundo día del Año Nuevo chino de 1925. Después de unos dos meses y medio, me bautizaron por aspersión en esa congregación. Poco después, en abril de ese año, por medio de la predicación de la hermana Peace Wang, fui verdaderamente salvo y volví al Señor. En aquel entonces era joven y estaba lleno de aspiraciones con respecto a mi educación y mi futuro. Pero después de ser salvo mediante la predicación de la hermana Peace Wang aquella tarde, mientras me dirigía a casa, me detuve y oré a Dios, conforme al mensaje de la hermana Wang, algo así: “Dios, me molesta ser usurpado por Satanás y por el mundo como lo estaba tu pueblo por Faraón y por Egipto; quisiera servirte y predicar el evangelio del Señor Jesús por las aldeas, cueste lo que cueste, por el resto de mi vida”.
Desde aquel día amé la Biblia. La Palabra de Dios llegó a ser más dulce que la miel, como se menciona en Salmos 19: 10 y 119: 103. La Palabra me nutrió, cambió mi vida e hizo que yo amara y siguiera al Señor. Conseguí todos los libros que pude acerca de la Biblia.
Pronto me llevaron a las reuniones de la Asamblea de los Hermanos (los de la línea de Benjamín Newton) en nuestra ciudad. Me atrajo mucho la manera en que explicaban la Biblia y enseñaban las verdades bíblicas. Desde el año en que fui salvo, asistí continuamente a sus reuniones durante siete años. Aprendí mucho de ellos, particularmente lo relacionado con la tipología, las profecías y las parábolas del Nuevo Testamento. Sus enseñanzas me ayudaron a abandonar lo mundano y las apariencias, y me preservaron en la senda del Señor. Sin embargo, no recibí mucha ayuda en cuanto a la vida, al Espíritu y a la Iglesia. Recibí mucho conocimiento con sus enseñanzas, pero poca vida.
En esos días de búsqueda y de deseo de conocer toda la Biblia, apareció en mi ciudad un periódico cristiano intitulado La estrella de la mañana. Yo leía todos los números que se publicaban de ese periódico. Al leerlo, noté que muchos de los artículos eran escritos por un tal Nee To Sheng (Watchman Nee). Era obvio que estos artículos eran los más extraordinarios sobre las verdades bíblicas que jamás hubiera visto. Eran los mejores artículos de ese periódico. Cuanto más los leía, más los disfrutaba. Examinaba la manera en que el autor se dirigía a sus lectores, y me imaginaba que era un maestro cristiano de edad avanzada, tal vez de más de sesenta años. En realidad, era un joven solamente dos años mayor que yo. Luego se anunció en un número de dicho periódico que Watchman Nee publicaría su propio periódico, el cual se llamaría El cristiano. Me suscribí de inmediato a esa revista. Recibí los veinticuatro números que se publicaron de 1925 a 1927. Cuando llegaba un número, lo devoraba todo el mismo día si podía. Aparte de la lectura de El cristiano, compré todos los libros que él había publicado sobre la vida espiritual, de los cuales recibí la más grande ayuda en lo relacionado con la vida. Apreciaba y valoraba mucho aquellas revistas y aquellos libros.
Al mismo tiempo, tuve la oportunidad de leer un artículo de Watchman Nee en Lámpara es a mis pies tu palabra, un periódico publicado por los Hermanos de Newton en Chifú. Este artículo también me impresionó profundamente.
En aquellos días empecé a tener correspondencia con Watchman Nee, lo cual dio lugar a nuestro primer contacto. Le escribí haciéndole preguntas sobre la Biblia, y él contestó a cada una de ellas. En una carta le dije que me aconsejara en cuanto al mejor libro que me pudiera ayudar a entender la Biblia. El contestó que el libro era Sinopsis de los libros de la Biblia de John Nelson Darby. El añadió que para entenderlo bien debía leerlo cuatro o cinco veces. Ocho años más tarde, mientras él me hospedaba en Shanghai, me regaló ese juego de libros.
Después de ser salvo, asistí a los cultos matutinos de los domingos en la Iglesia China Independiente durante unos dos años y medio. Sin embargo, por medio de los escritos de Watchman Nee, empecé a entender que no era correcto estar en las denominaciones y que existía una iglesia establecida en la base correcta. Aunque interiormente había terminado con las denominaciones, todavía permanecía allí. En aquella denominación había un joven que se dio cuenta de que yo era diferente en mi búsqueda del Señor. Un día me preguntó: “¿Cómo podemos tener la certeza de que somos salvos?” Aproveché la oportunidad para ayudarle a que entendiera que podía tener la certeza de ser salvo, y le di un libro de Watchman Nee sobre ese tema. Después de leerlo, lo entendió y fue salvo. Su nombre era Du Chung-chin. Se desarrolló una relación entre nosotros dos, y nuestro pastor comparó esta relación con la que existía entre Josué y Caleb. Más adelante, este hermano se trasladó a Shanghai por causa de su trabajo, y lo alenté a asistir a una reunión donde ministraría Watchman Nee. Siete años más tarde él llegó a ser uno de los primeros tres ancianos de la iglesia en Shanghai.
Al final del año 1927, la Iglesia China Independiente me escogió para ser miembro de su cuerpo directivo. Era una distinción no común para un joven. Sin embargo, me sentí obligado a decirles que no podía aceptar la posición y que no permanecería más en su denominación. Al contrario, les pedí que borraran mi nombre de su “libro de vida”. Desde entonces empecé a asistir regularmente a la Asamblea de los Hermanos, y asistía a sus siete reuniones semanales. Mientras estaba todavía con ellos, el señor Burnet, su líder, me bautizó por inmersión en el mar, en 1930. Me senté entre ellos, asimilando las doctrinas que enseñaban. Permanecí con ellos hasta 1932.
En agosto de 1931, mientras caminaba por la calle, me vino el pensamiento de que todas las enseñanzas que había recibido en la Asamblea de Hermanos eran principalmente doctrinas. Examiné todo el conocimiento que había acumulado y noté que a pesar de ello seguía bastante muerto. Aunque jamás volví al mundo y aunque asistía a siete reuniones por semana, estaba muy frío y no llevaba fruto. En ese momento tuve un arrepentimiento profundo y genuino.
Al día siguiente, de madrugada subí a la cima de una pequeña montaña cerca de mi casa. Clamé al Señor y lloré con desesperación. Cada mañana iba allí para orar. Desde entonces, perdí el interés en hablar; sólo quería orar. Esta experiencia duró varios meses, desde agosto hasta febrero o marzo del siguiente año.
Durante el tiempo que buscaba al Señor, en septiembre de 1931, Watchman estaba a punto de dar su segunda conferencia sobre los vencedores, en Shanghai. Le escribí una carta y me inscribí para asistir a esa conferencia. Pero debido a la invasión japonesa en Manchuria, cerca de la provincia de Shantung, no pude estar presente en esa conferencia.
En la primavera de 1932, el hermano Du Chung-chin regresó de Shanghai a Chifú y vino a visitarme. El me habló de las reuniones y de todas las cosas hermosas de la iglesia en Shanghai. Esto me dio aún más deseos de ir a Shanghai y participar allí de las bendiciones con los santos.
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