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ÉL NOS OYE (Orando como conviene), Dr. Stephen Jones





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Preciosa enseñanza práctica sobre orar como conviene. 

La clave de las respuestas a la oración está en tener confianza en que Dios nos escucha. Dios nos escucha cuando oramos conforme a Su voluntad. Por lo tanto, en nuestra comunión con Dios deberemos invertir nuestro tiempo en conocer Su mente o voluntad al respecto del asunto concreto y solo unos instantes en formular nuestra petición sobre Su voluntad al respecto, que nos haya sido dada a conocer.

Él nos oye


14 Y esta es la confianza que tenemos ante Él, que si pedimos algo según su voluntad, él nos oye. 15 Y si sabemos que Él nos oye en lo que sea que le pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hemos hecho.

Hay confianza en saber. Juan escribió esta carta para que supiéramos. Ese conocimiento nos da seguridad y confianza. El resultado de esta "confianza" es que sabemos que "Él nos oye" cuando oramos. Muchas oraciones son sin mucha confianza, lo que generalmente es causado por la falta de oír. La gente ora pero no escucha la respuesta de Dios, y entonces oran por lo mismo una y otra vez:

"Padre, te pido que bendigas a Sally".
"Estoy feliz de hacerlo; tu oración está garantizada".
"Padre, por favor bendice a Sally".
"Sí, haré lo que me pediste".
"Padre, por favor, por favor, bendice a Sally".
"Te escuché la primera vez".
"Padre, por favor, por favor, bendice a Sally".
"¿No oíste lo que dije? Por favor deja de fastidiarme".

He aprendido que la oración no se trata simplemente de que hablemos con Dios. También se trata de escuchar a Dios hablarnos. La oración es una conversación bidireccional, algo que descubrí en 1982. La oración es a menudo una cuestión de comunión con Dios, pero también cuando tenemos necesidades, es importante mantener una conversación bidireccional con Dios. No deberíamos dudar en presentarle nuestras necesidades, pero también deberíamos discutirlas con Él para que conozcamos Su mente con respecto a la situación. Santiago 4: 3 dice:

3 Pedís y no recibís, porque pedís con motivos equivocados, para poder gastarlo en vuestros placeres.

Por lo tanto, Santiago está de acuerdo con Juan en que debemos pedir según Su voluntad y no según la nuestra. Sólo cuando conocemos Su mente y Su voluntad podemos hacer nuestras peticiones con confianza y también con fe. Cuando venimos por primera vez a Dios en oración, no siempre conocemos Su voluntad. La oración (compañerismo con Dios) nos da la oportunidad de conocer Su voluntad, para que podamos orar con confianza. Entonces nuestra oración se hace por medio de la fe, que viene al escuchar lo que Él tiene que decir al respecto.

Cuando Él revela Su voluntad, podemos orar con confianza, sabiendo que estamos pidiendo "según Su voluntad". Estoy convencido de que cada oración que se ora de acuerdo con Su voluntad se concede, porque ese es el privilegio de los hijos de Dios. Dios no responde necesariamente de la manera y en el tiempo que deseamos, por supuesto. Dios a menudo no nos revela tales cosas, y esto puede sacudir nuestra confianza; pero si dejamos que Dios sea Dios y no tratamos de restringirlo para que se ajuste a nuestra propia voluntad, podemos permanecer en paz mientras permanecemos (esperamos) en Él.

Algunos tratan a Dios como un adversario. Para ellos, la oración es una batalla de voluntades, e intentan dominar a Dios para obligarlo a aceptar sus peticiones. Otros intentan convencer a Dios de la rectitud de sus peticiones para cambiar Su forma de pensar. Hay muchos motivos equivocados en la oración, porque no todos los creyentes buscan estar de acuerdo con Dios; en cambio, quieren que Dios esté de acuerdo con ellos en su perspectiva limitada.

Pero la Filiación se trata de hacer las obras de nuestro Padre, imitándolo y pensando como Él. Si queremos ser conformados a la imagen de Cristo, somos nosotros los que debemos cambiar, no Él; somos nosotros los que debemos alterar nuestro pensamiento, no Él. Entonces, en la oración buscamos Su voluntad para que podamos orar de acuerdo a Su voluntad. Incluso Jesús mismo oró, "no se haga mi voluntad, sino la tuya" (Lucas 22:42).

En mi experiencia después de 1982, descubrí que cuando reuníamos a un grupo para orar, podíamos dedicar algunas horas a buscar Su voluntad para saber sobre qué debíamos orar en ese momento. Luego, cada persona recibía una pieza del rompecabezas mientras orábamos y luego discutíamos las cosas. En algún momento, se mostraba la última pieza del rompecabezas y la revelación era completada. Luego presentábamos nuestra petición, sabiendo con confianza que esa era la voluntad de Dios. La reunión de oración podía tomar horas; pero la petición en sí tomaba solo un momento. En el proceso éramos entrenados a escuchar, y aprendíamos que Dios solo da revelación parcial a cada persona, para que aprendiéramos a funcionar como un cuerpo.

En cuanto a mí, también aprendí un principio importante de liderazgo. El liderazgo no se trata de decirles a los demás qué hacer o cómo pensar; se trata de respetar la voz de Dios en los demás y dar a todos (si es posible) la oportunidad de compartir la porción de la Palabra que Dios les ha dado, para que los demás puedan discernir (o "juzgar") su origen (1 Corintios 14:29 KJV) en un seguro ambiente de amor.

(Extracto del estudio de Primera de Juan 5/4 de Stephen Jones)

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