1Co 1:26 Porque mirad, hermanos, vuestra vocación: que no
sois muchos sabios según la carne, no muchos poderosos,
no muchos nobles;
1Co 1:27 antes lo que es la locura del mundo escogió Dios,
para avergonzar a los sabios; y lo que es la flaqueza del
mundo escogió Dios, para avergonzar lo fuerte;
1Co 1:28 y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios;
y lo que no es, para deshacer lo que es,
1Co 1:29 para que ninguna carne se jacte en su presencia.
Sabemos que toda la escritura es inspirada por Dios, y útil para
enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir (instituir) en
justicia.
En este pasaje la escritura nos muestra como la iglesia, el pueblo de
nuestro Señor Jesucristo está formado mayormente, no por los
poderosos, o nobles o sabios según la carne; sino por el contrario, por
lo vil y lo menospreciado del mundo.
Es interesante también notar que hay una sabiduría carnal, de la cual
nos habla igualmente la carta de Santiago diciendo;
Stg 3:15 Porque esta sabiduría no es la que desciende de lo
alto, sino que es terrenal, animal, diabólica.
La sabiduría carnal es la que ofrece el mundo, con el fin de enredarnos,
de mantenernos o llevarnos lejos del Camino.
El príncipe de este mundo nos dice: Estás en nada sino te “preparas”,
sino adquieres “sabiduría y conocimiento”, no vales nada.
Es triste ver el mismo pueblo del Señor yendo en pos de la sabiduría del
mundo, buscando certificados con el fin de funcionar bien en este
presente siglo malo. Pero claro, se les ha enseñado que la bendición
es conseguir dinero y las cosas del mundo; no recordando que el
Señor nos dice que la amistad con el mundo es enemistad con él, es
adulterio.
Los apósteles Pedro y Juan eran hombres sin letras, sin “preparación”,
“ignorantes” y sin embargo la gente reconocía que habían estado con
Jesús.
Hch 4:13 Entonces viendo el denuedo de Pedro y de Juan, y
sabiendo que eran hombres sin letras e ignorantes, se
maravillaban; y les reconocían que habían estado con
Jesús.
Hermanos y amigos, la verdadera sabiduría es Cristo mismo, y el
verdadero conocimiento es conocerlo a Él; todo otro conocimiento
diferente nos es tropiezo para ser uno con Él, para alcanzar la
Libertad y la Plenitud.
El apóstol Pablo sostenía una gran lucha con el fin de que el pueblo del
Señor alcanzará todas las riquezas de seguridad del entendimiento:
… hasta alcanzar todas las riquezas de la plena seguridad del
entendimiento; a fin de conocer el misterio de Dios, y del
Padre, y de Cristo,
Col 2:3 en quien están escondidos todos los tesoros de
sabiduría y conocimiento.
El mismo apóstol estimaba todas las cosas como basura, con tal de
conocerle a Él.
Flp 3:8 Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como
pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo
Jesús, mi Señor, por el cual lo he perdido todo, y lo tengo
por estiércol, para ganar a Cristo,
Flp 3:9 y ser hallado en Él, no teniendo mi propia justicia,
que es de la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia
que es de Dios por la fe;
Flp 3:10 a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la
participación de sus padecimientos, en conformidad a su
muerte;
El Señor todavía hoy sigue diciendo a Su pueblo:
Isa 55:2 ¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y
vuestro trabajo en lo que no satisface? Oídme
atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma
con grosura.
Hermanos, que el Señor nos escudriñe con Su palabra que es Luz y nos
muestre nuestros corazones:
¿En qué estamos invirtiendo nuestro tiempo y nuestros recursos?
La verdadera preparación es la del corazón, es la de prepararse para
Cristo, no para el mundo; y esta verdadera preparación no se
encuentra en las universidades, ni en el sistema educativo diseñado
por Satanás. Trabajé como profesor universitario por 18 años, y allí
la gente no va a buscar a Cristo; pueden tener allí un encuentro con
Él, debido a Su misericordia y amor; pero la verdad es que a esos
sitios se va en busca de un certificado para funcionar en el mundo.
La verdadera preparación se encuentra en el altar dispuesto por el
Señor, para que seamos allí un sacrificio vivo, para que seamos
completamente consumidos y perdamos nuestra vida a fin de que no
viva yo sino CRISTO.
La verdadera preparación se encuentra por misericordia y gracia de
nuestro Señor, en la cruz, para que allí participemos de Su muerte, a
fin de que también participemos de Su Vida y Resurrección.
La verdadera preparación para la tierra prometida se adquiere en el
desierto, en el fuego de los tratos divinos; en el participar de los
sufrimientos de nuestro Señor, quien se entregó a sí mismo por
nosotros para rescatarnos del presente siglo malo, a fin de que
viviéramos no para nosotros mismos, sino para Él.
El Señor nos dice en esta última hora:
¿Por qué amáis la vanidad y buscáis la mentira? ¿Por qué vais en pos de
lo que no es?
¿Hasta cuándo tendréis parto de iniquidad, concibiendo de vuestro
propio trabajo y dando a Luz mentira?
¿Hasta cuándo tornaréis mi honra en infamia y pondréis hedor a mis
narices?
Es el deseo del Señor que escuchemos Su voz en esta hora, para
circuncidar nuestros corazones y convertirnos a Él, y que le amemos
entonces de todo corazón.
El Señor anhela concedernos la verdadera preparación, la que se
obtiene con Su disciplina, para participar de Su santidad y del fruto
de Justicia; la de aprender obediencia, la de aprender a hacer Su
voluntad y no la nuestra; la de hacer siempre lo que a él le agrada.
El Señor pues nos invita a matricularnos gratis en Su escuela, en la
escuela de Su Santo Espíritu; sin dinero, para adquirir las
verdaderas riquezas, los verdaderos tesoros; allí en Su escuela se
compra sin dinero oro refinado en fuego y colirio, para que sea
cubierta nuestra desnudez, para que no se descubra nuestra
vergüenza, y para que sean abiertos nuestros ojos para verle a Él.
Pues es también la voluntad de nuestro Rey sacarnos del ámbito de
sólo oírle de oídas, y llevarnos al ámbito de verlo a Él, para que así,
de gloria en gloria seamos transformados a Su imagen, y seamos
para Su gloria y deleite.
Oremos:
Padre perdona nuestra dureza de corazón, perdona que hasta ahora
hemos seguido nuestros propios caminos y hemos hecho lo que nos
parece; clamamos por arrepentimiento, por limpieza y total
conversión a ti, para no andar más en pos de la vanidad y de la
mentira; sino, para ir el tiempo que resta en pos de ti, y hacer
siempre lo que te agrada; esto es solo posible por tu Gracia y Amor.
Bendito Tu Nombre por siempre. Amén.
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