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RIQUEZAS DE LA PLENA SEGURIDAD DE ENTENDIMIENTO, Rafael Restrepo




1Co 1:26  Porque mirad, hermanos, vuestra vocación: que no 

sois muchos sabios según la carne, no muchos poderosos, 

no muchos nobles; 

1Co 1:27  antes lo que es la locura del mundo escogió Dios, 

para avergonzar a los sabios; y lo que es la flaqueza del 

mundo escogió Dios, para avergonzar lo fuerte; 

1Co 1:28  y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios; 

y lo que no es, para deshacer lo que es, 

1Co 1:29  para que ninguna carne se jacte en su presencia. 

Sabemos que toda la escritura es inspirada por Dios, y útil para 

enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir (instituir) en 

justicia.

En este pasaje la escritura nos muestra como la iglesia, el pueblo de 

nuestro Señor Jesucristo está formado mayormente, no por los 

poderosos, o nobles o sabios según la carne; sino por el contrario, por 

lo vil y lo menospreciado del mundo.

Es interesante también notar que hay una sabiduría carnal, de la cual 

nos habla igualmente la carta de Santiago diciendo;

Stg 3:15  Porque esta sabiduría no es la que desciende de lo 

alto, sino que es terrenal, animal, diabólica. 

La sabiduría carnal es la que ofrece el mundo, con el fin de enredarnos, 

de mantenernos o llevarnos lejos del Camino.

El príncipe de este mundo nos dice: Estás en nada sino te “preparas”, 

sino adquieres “sabiduría y conocimiento”, no vales nada.

Es triste ver el mismo pueblo del Señor yendo en pos de la sabiduría del 

mundo, buscando certificados con el fin de funcionar bien en este 

presente siglo malo. Pero claro, se les ha enseñado que la bendición 

es conseguir dinero y las cosas del mundo; no recordando que el 

Señor nos dice que la amistad con el mundo es enemistad con él, es 

adulterio.

Los apósteles Pedro y Juan eran hombres sin letras, sin “preparación”, 

“ignorantes” y sin embargo la gente reconocía que habían estado con 

Jesús.

Hch 4:13  Entonces viendo el denuedo de Pedro y de Juan, y 

sabiendo que eran hombres sin letras e ignorantes, se 

maravillaban; y les reconocían que habían estado con 

Jesús. 

Hermanos y amigos, la verdadera sabiduría es Cristo mismo, y el 

verdadero conocimiento es conocerlo a Él; todo otro conocimiento 

diferente nos es tropiezo para ser uno con Él, para alcanzar la 

Libertad y la Plenitud.

El apóstol Pablo sostenía una gran lucha con el fin de que el pueblo del 

Señor alcanzará todas las riquezas de seguridad del entendimiento:

… hasta alcanzar todas las riquezas de la plena seguridad del 

entendimiento; a fin de conocer el misterio de Dios, y del 

Padre, y de Cristo, 

Col 2:3  en quien están escondidos todos los tesoros de 

sabiduría y conocimiento. 

El mismo apóstol estimaba todas las cosas como basura, con tal de 

conocerle a Él.

Flp 3:8  Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como 

pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo 

Jesús, mi Señor, por el cual lo he perdido todo, y lo tengo 

por estiércol, para ganar a Cristo, 

Flp 3:9  y ser hallado en Él, no teniendo mi propia justicia, 

que es de la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia 

que es de Dios por la fe; 

Flp 3:10  a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la 

participación de sus padecimientos, en conformidad a su 

muerte; 

El Señor todavía hoy sigue diciendo a Su pueblo:

Isa 55:2  ¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y 

vuestro trabajo en lo que no satisface? Oídme 

atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma 

con grosura. 

Hermanos, que el Señor nos escudriñe con Su palabra que es Luz y nos 

muestre nuestros corazones:

¿En qué estamos invirtiendo nuestro tiempo y nuestros recursos?

La verdadera preparación es la del corazón, es la de prepararse para 

Cristo, no para el mundo; y esta verdadera preparación no se 

encuentra en las universidades, ni en el sistema educativo diseñado 

por Satanás. Trabajé como profesor universitario por 18 años, y allí 

la gente no va a buscar a Cristo; pueden tener allí un encuentro con 

Él, debido a Su misericordia y amor; pero la verdad es que a esos 

sitios se va en busca de un certificado para funcionar en el mundo.

La verdadera preparación se encuentra en el altar dispuesto por el 

Señor, para que seamos allí un sacrificio vivo, para que seamos 

completamente consumidos y perdamos nuestra vida a fin de que no 

viva yo sino CRISTO.

La verdadera preparación se encuentra por misericordia y gracia de 

nuestro Señor, en la cruz, para que allí participemos de Su muerte, a 

fin de que también participemos de Su Vida y Resurrección.

La verdadera preparación para la tierra prometida se adquiere en el 

desierto, en el fuego de los tratos divinos; en el participar de los 

sufrimientos de nuestro Señor, quien se entregó a sí mismo por 

nosotros para rescatarnos del presente siglo malo, a fin de que 

viviéramos no para nosotros mismos, sino para Él.

El Señor nos dice en esta última hora:

¿Por qué amáis la vanidad y buscáis la mentira? ¿Por qué vais en pos de 

lo que no es?

¿Hasta cuándo tendréis parto de iniquidad, concibiendo de vuestro 

propio trabajo y dando a Luz mentira?

¿Hasta cuándo tornaréis mi honra en infamia y pondréis hedor a mis 

narices?

Es el deseo del Señor que escuchemos Su voz en esta hora, para 

circuncidar nuestros corazones y convertirnos a Él, y que le amemos 

entonces de todo corazón. 

El Señor anhela concedernos la verdadera preparación, la que se 

obtiene con Su disciplina, para participar de Su santidad y del fruto 

de Justicia; la de aprender obediencia, la de aprender a hacer Su 

voluntad y no la nuestra; la de hacer siempre lo que a él le agrada.

El Señor pues nos invita a matricularnos gratis en Su escuela, en la 

escuela de Su Santo Espíritu; sin dinero, para adquirir las 

verdaderas riquezas, los verdaderos tesoros; allí en Su escuela se 

compra sin dinero oro refinado en fuego y colirio, para que sea 

cubierta nuestra desnudez, para que no se descubra nuestra 

vergüenza, y para que sean abiertos nuestros ojos para verle a Él.

Pues es también la voluntad de nuestro Rey sacarnos del ámbito de 

sólo oírle de oídas, y llevarnos al ámbito de verlo a Él, para que así, 

de gloria en gloria seamos transformados a Su imagen, y seamos 

para Su gloria y deleite.

Oremos:

Padre perdona nuestra dureza de corazón, perdona que hasta ahora 

hemos seguido nuestros propios caminos y hemos hecho lo que nos 

parece; clamamos por arrepentimiento, por limpieza y total 

conversión a ti, para no andar más en pos de la vanidad y de la 

mentira; sino, para ir el tiempo que resta en pos de ti, y hacer 

siempre lo que te agrada; esto es solo posible por tu Gracia y Amor.

Bendito Tu Nombre por siempre. Amén.

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