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SEGUNDA DE CORINTIOS, Cap. 11 / 1: Matrimonios Hombre-Dios, Cielo-Tierra, Dr. Stephen Jones




07 de junio de 2018



Habiendo terminado sus instrucciones con respecto a la ofrenda a la iglesia de Jerusalén y los comentarios sobre las ofrendas en general, Pablo vuelve a la razón principal de su carta. 2 Corintios 11:1-3 dice:

1 Ojalá que me soportarais un poco de insensatez; y en verdad me soportáis. 2 Porque celoso estoy de vosotros con celo de Dios; pues os desposé a un esposo para presentaros como virgen pura a Cristo. 3 Pero temo que, así como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestras mentes sean desviadas de la sencillez y pureza de la devoción a Cristo.

Pablo llama a sus celos "un poco de insensatez (necedad)", como si estuviera un poco avergonzado por todo el conflicto. Sin embargo, tenía motivos para estar "celoso", porque era un apasionado de la iglesia. Pablo había dado a luz la iglesia de Corinto unos años antes, momento en el cual él, como una especie de padre de la novia (1 Corintios 4:15), había "desposado" a la iglesia con Cristo. Por lo tanto, tenía derecho a ser protector, incluso, como un padre cariñoso, podría parecer un poco tonto.

Obviamente, Pablo estaba hablando metafóricamente o espiritualmente. Así también, cuando se refiere al engaño de la serpiente a Eva en el jardín, no estaba diciendo que Eva había tenido relaciones sexuales con la serpiente (como algunos han afirmado). La preocupación de Pablo era que sus "mentes fueran desviadas de la sencillez y pureza de la devoción a Cristo". El asunto era sobre conocer la verdad del evangelio y permanecer así puros durante el tiempo de su compromiso con Cristo.


Desposorio y matrimonio
A menudo hablamos de "la novia de Cristo" sin entender la distinción entre esponsales y matrimonio. En la cultura hebrea, cuando una joven mujer estaba comprometida para casarse, ya se la consideraba por promesa la futura esposa de su marido, aunque no por experiencia. Por lo tanto, no está mal ver a la iglesia hoy como si estuviese casada con Cristo, pero debemos tener en cuenta que hasta que el Esposo venga a reclamar a su novia, en realidad solo está prometida. La consumación del matrimonio aún no ha tenido lugar, al menos no en el sentido histórico.

Entonces Pablo habla de presentar a la Iglesia en matrimonio a Cristo como un evento futuro. Él repite esto en Efesios 5:27,

27 a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia en toda su gloria, sin que tenga mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuera santa e inmaculada.

Aunque la Iglesia como un todo aún no se ha casado con Cristo, nosotros, como individuos, ya estamos casados con Cristo. Viéndolo a nivel individual, el matrimonio se consumó cuando tuvimos nuestra experiencia de fe en la Pascua, porque entonces le presentamos nuestros cuerpos, como una mujer a su nuevo esposo, y Cristo fue engendrado en nuestros corazones.

Nuestro tiempo de Pentecostés se convirtió en la oportunidad para que esta semilla santa crezca y madure. Entonces Juan dice: "Su simiente permanece en él" (1 Juan 3:9), y Pablo se refiere a este embrión espiritual en Colosenses 1:27 como "Cristo en vosotros, la esperanza de gloria". Esta "simiente" no es Jesucristo; es un hijo de Dios (el Padre) y un hijo del hombre (su cuerpo terrenal como la madre). Esa semilla tiene dos padres. Además, como hemos explicado en otra parte, se nos exhorta a cambiar nuestra identidad e identificarnos legalmente con este hijo engendrado por el Espíritu, para que podamos ser llamados hijos de Dios.

El propósito de nuestra experiencia pentecostal es madurar a este embrionario hijo de Dios, para prepararlo para el nacimiento pleno. El nacimiento del hijo lo hará visible para el mundo en la Fiesta de los Tabernáculos. Nacerá el Primer Día de Tabernáculos, se presentará al Padre en el Octavo Día de la fiesta y luego regresará el mismo día, para ser un Hijo "Manifestado" de Dios; es decir, manifestado al mundo.

Cuando se cumpla el segundo conjunto de días de fiesta, que culmina con Tabernáculos, los vencedores individuales se unirán en un solo cuerpo, y ambos niveles, personal y colectivos, coincidirán en ese momento. El Cuerpo de muchos miembros, el Hijo Colectivo o Corporativo (Cuerpo de Cristo) se presentará al Padre, así como cada parte individual de ese Cuerpo. Mientras tanto, debemos ver este tema en dos niveles y no limitar nuestra comprensión ni al individuo ni al Cuerpo de Cristo como un todo. Ambos tienen su lugar y son importantes. En otro lugar, Pablo habla de los creyentes individuales como un "templo de Dios" (1 Corintios 3:16), pero en Efesios 2:21 los individuos, el edificio, "… bien ajustado (acoplado), va creciendo para ser un templo santo en el Señor". El templo de Dios, entonces, es tanto individual como corporativo. Así también, debemos ver a cada individuo como una esposa de Cristo que ha sido impregnada o fecundada con un hijo de Dios, pero aún así vemos a la novia como un cuerpo colectivo compuesto de muchas personas.


El engaño trae impureza
Pablo nos dice en 2 Corintios 11:3 que le preocupaba que la Iglesia pudiera volverse impura o profanada por la mentira de la serpiente. Él continúa en 2 Corintios 11: 4,

4 Porque si alguno viene y predica a otro Jesús a quien no hemos predicado, o recibís un espíritu diferente que no habéis recibido [lambano, "tomado, apropiado, abrazado"], o un evangelio diferente que no habéis aceptado [dechomai, "Tomar de la mano"], lo soportáis hermosamente.

Aquí se compara a la serpiente con falsos apóstoles que engañan a otros con "otro Jesús", "un espíritu diferente" y "un evangelio diferente". Tales mentiras contaminan a la novia de Cristo. La principal preocupación de Pablo probablemente fueron los apóstoles del judaísmo cristiano que defendían una definición del Nuevo Pacto según el Antiguo Pacto. La señal externa de este falso evangelio era la idea de que los conversos griegos tenían que circuncidarse físicamente para entrar en pacto con Dios.

Hay muchos evangelios falsos, pero todos parecen tener una característica común: enseñan que la salvación depende de la voluntad del hombre y de la pureza de sus intenciones. Esta es la característica principal del Antiguo Pacto, como se ve por el voto de Israel en Éxodo 19:8, donde su salvación y la bendición de Dios se basaron en su voto a Dios. Por otro lado, el evangelio ("buenas nuevas") se basa en el voto, el juramento o la promesa de Dios para nosotros. Solo él tiene el poder de cumplir Sus buenas intenciones.
Eso es lo que realmente lo convierte en "buenas noticias". Cualquier otra cosa llamado evangelio es realmente una mala noticia expresada como un mensaje de buenas noticias, ya que todo lo que se basa en la voluntad del hombre fracasará de alguna manera, independientemente de las buenas intenciones que uno tenga y de su nivel de autodisciplina.

Otro Jesús” o Jesús falso, se define como un buen maestro, un profeta o apóstol, pero no como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo o que paga la pena por el pecado con Su muerte en la Cruz.

Un "espíritu diferente" es un espíritu que no es el Espíritu Santo de Dios. Juan da testimonio de las palabras de Pablo cuando escribe en 1 Juan 4:1-3,

1 Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus para ver si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido al mundo. 2 En esto conocéis el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; 3 y todo espíritu que no confiesa que Jesús ha venido en carne no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, del cual habéis escuchado que viene, y ahora ya está en el mundo.

Si uno es engendrado por un espíritu que no es el Espíritu Santo, el embrión resultante no es un hijo de Dios por definición bíblica. Por lo tanto, uno debe tener cuidado de qué espíritu abraza. Cuando Eva abrazó un espíritu diferente, ella puso su fe en una mentira, que produjo la muerte.


El verdadero evangelio
Pablo nuevamente expresó su confianza en que la iglesia corintia en su conjunto había depositado su fe en el Espíritu correcto y había abrazado el verdadero evangelio. Él lo dice muy claramente, terminando con vosotros "lo soportáis bellamente". Sus acciones en respuesta a la primera carta de Pablo demostraron que habían abrazado el evangelio (y el Jesús) que Pablo predicó.

El "Jesús" que predicaban los judaizantes en la iglesia era un mesías muy humano, tal vez un hombre perfecto, pero no la encarnación de Yahweh en la Tierra. No creyeron la profecía de Éxodo 15:2, repetida en Isaías 12:2,3, donde leemos que "Yahweh se ha convertido en mi Yahshua" y que "este es mi Dios" y "el Dios de mi padre". Sin embargo, Jesús trató Isaías 12:3 como una profecía acerca de Sí mismo en Juan 7:37,38.

El sistema de creencias judaicas que negaba el papel de Jesús como una manifestación terrenal de Yahweh, no reconoció cómo el Cielo estaba viniendo a la Tierra a través de los principios del matrimonio y la filiación. A grandes rasgos, el plan de Dios es instituir un matrimonio entre el Cielo y la Tierra para producir hijos a Su imagen.

Por el contrario, el judaísmo cristiano en los días de Pablo mantuvo un grado de separación entre el Cielo y la Tierra, lo que, de ser cierto, habría impedido la consumación del matrimonio. Más tarde, la Iglesia adoptó el punto de vista dualista griego, donde la historia terminaría con un gran divorcio entre el Cielo y el "Infierno". Tal "evangelio" enseñaba la eterna coexistencia entre el bien y el mal, cada uno en su propio reino, de luz u oscuridad, mientras que la Biblia dice que todas las cosas serán reconciliadas, restauradas y puestas bajo los pies de Cristo. Por lo tanto, Dios gana, y el matrimonio cósmico se consuma.



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