ESTUDIO-VIDA DE MATEO
MENSAJE SESENTA Y
CUATRO
LA PROFECÍA ACERCA DEL REINO
(4)
Hemos visto que esta sección, cuyo tema
es la profecía del reino con respecto a la iglesia, abarca dos aspectos: velar
y estar preparados, y ser fieles y prudentes. El aspecto de velar y estar
preparados se relaciona con nuestra vida cristiana, ya que todos debemos
vigilar y estar listos para la venida del Señor. Sin embargo, una vida
cristiana adecuada debe poner atención no sólo al aspecto de la vida, sino también al aspecto del servicio. En cuanto al servicio debemos ser fieles y
prudentes; se muestra fidelidad para con
el Señor, pero se ejerce prudencia
para con los creyentes. Como ya hemos visto, el capítulo
veinticuatro trata ambos aspectos: en cuanto a la vida, debemos velar y estar
preparados; y en cuanto al servicio, debemos ser fieles y prudentes.
Aunque
en el capítulo veinticuatro se presentan ambos aspectos, no se explican por
completo; por tanto, en el capítulo veinticinco todavía existe la necesidad de
dar una palabra complementaria de cada aspecto que se presenta en el capítulo
veinticuatro. Mateo
25:1-30 completa la sección que se inicia en el capítulo veinticuatro respecto
a los creyentes. La parábola de las vírgenes (25:1-13) complementa el aspecto de velar y estar preparados,
porque esta parábola revela cómo podemos vigilar y estar listos. Mateo
25:13, el último versículo de esta parábola, dice: “Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora”. Esta palabra se
parece mucho a la de Mateo 24:42, lo cual indica que 25:1-13 complementa la
sección de 24:40-44 acerca
de ser vigilantes aguardando el momento para ser arrebatados.
Mateo
24:32-44 trata sobre el tema de velar y estar preparados. Mateo 25:1-13 trata
también de lo mismo; por consiguiente, es un complemento de la sección
anterior. Bajo el mismo principio, tanto 24:45-51 y 25:14-30 son secciones que
presentan el tema de ser fieles y prudentes. Mateo 25:30, que habla de echar al
esclavo inútil a las tinieblas de afuera, es un pasaje paralelo a Mateo 24:51; esto
indica que Mateo 25:14-30 es el complemento de 24:45-51, donde se habla de la
fidelidad en la obra del Señor. Mateo 24:45-51 muestra la infidelidad del
esclavo malo en realizar la comisión que recibió del Señor; sin embargo, Mateo
25:14-30 todavía se necesita porque trata de la infidelidad del esclavo en
utilizar el talento que recibió del Señor. Aunque Mateo 24:45-51 dice que debemos ser fieles y
prudentes, no nos muestra cómo podemos lograrlo; más bien, esto se revela en la
parábola de los talentos.
La manera de velar consiste en ser llenos del Espíritu
Santo,
esto es, en tener una doble porción de aceite. Por
nuestro propio esfuerzo no podemos velar ni estar preparados. La única manera
de obtener una doble porción de aceite consiste en ser llenos del Espíritu Santo; ésta es la forma de ser vigilantes y
estar listos. De igual modo, la manera de ser fieles y prudentes en el servicio
del Señor es por medio de los dones
espirituales. Sin los dones espirituales, no tenemos la capacidad de ser
fieles y prudentes. Nuestra
fidelidad y prudencia depende de los dones que recibimos del Señor. Por
consiguiente, en el capítulo veinticinco vemos tanto la experiencia de ser llenos del Espíritu como la de usar los dones del Espíritu. El
Espíritu nos llena para que tengamos
vida y también nos suministra dones para hacernos aptos en el servicio. Todo depende del Espíritu. ¿Cómo
podemos velar? Sólo cuando el Espíritu nos llena. Y ¿cómo podemos ser fieles?
Sólo por los dones que nos da el Espíritu.
Los números dos y diez son indicios
de que las parábolas del capítulo veinticinco complementan a Mateo 24:32-51.
Mateo 25:1 dice: “Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes”. Diez constituye la
mayor parte de doce (Gn. 42:3-4; 1 R. 11:30-31; Mt. 20-24). Así que, las diez vírgenes representan la
mayoría de los creyentes, los cuales habrán
muerto antes de la venida del Señor. Los
dos hombres o las dos mujeres que se mencionan en Mateo 24:40-41 representan a los demás creyentes,
quienes permanecerán vivos hasta la venida
del Señor.
Los dos hombres en el campo o las dos
mujeres en el molino representan a los creyentes vivos; sin embargo, cuando
llegue la parusía del Señor, la mayoría de los creyentes ya habrán muerto. El
capítulo veinticuatro presenta el arrebatamiento de los creyentes vivos pero no
menciona nada de los creyentes muertos, ya que este tema lo abarca la parábola
de las vírgenes en 25:1-13. El hecho de que las vírgenes “cabecearon todas y se durmieron”
(v. 5), indica que murieron. A los ojos del Señor, cuando un santo
muere, sólo duerme. Por tanto, las
diez vírgenes, que se durmieron, representan a todos los santos que han muerto.
En la Biblia el número doce se relaciona con el pueblo de
Dios, pues este número representa el
conjunto completo de Su pueblo. En la Biblia, una manera en la que se forma
el número doce consiste en sumar diez
más dos. El número diez representa la
mayor parte de doce, y los dos restantes representan el remanente. Por ejemplo, dos de los doce
apóstoles pidieron al Señor que les permitiera sentarse uno a Su derecha y el
otro a Su izquierda, mientras que los otros diez se indignaron por ello. En el
Antiguo Testamento diez tribus se rebelaron contra la casa de David,
mientras que sólo dos de
las doce permanecieron fieles. El principio aquí en los capítulos
veinticuatro y veinticinco de Mateo es el mismo. En el capítulo veinticuatro
vemos el número dos, y en el veinticinco, el diez. Al sumar el diez y el dos,
tenemos todo el cuerpo de creyentes. En el tiempo de la venida del Señor, la mayoría
de los creyentes ya habrá muerto. Sólo un pequeño número, el remanente
representado por los dos hombres en el campo o las dos mujeres en el molino,
permanecerá vivo. Por consiguiente, Mateo 25:1-13 es el complemento de Mateo
24:40-41.
Otro
indicio de que el capítulo veinticinco complementa al veinticuatro radica en el
hecho de que uno de los hombres y una de las mujeres fueron tomados, y el otro
hombre y la otra mujer fueron dejados. ¿Por qué fue uno tomado y el otro
dejado? La respuesta no se encuentra en el capítulo veinticuatro, sino en el
veinticinco. La razón por
la que uno fue tomado se debe a que estaba lleno del Espíritu Santo, y la razón
por la que uno fue dejado se debe a que no tenía una porción extra de aceite.
Consideremos ahora versículo por versículo esta parábola de las vírgenes, la
parábola que habla de la necesidad de velar.
C. La parábola sobre la necesidad de
velar
1. Las diez vírgenes
Mateo
25:1 dice: “Entonces el reino de los
cielos será semejante a diez vírgenes que, tomando sus lámparas, salieron al
encuentro del novio”. La
palabra “entonces” aquí significa “en ese tiempo”, es decir, en el
tiempo de la parusía. Cuando ocurra la parusía descrita en el capítulo
veinticuatro, muchas cosas sucederán. Entonces el reino de los cielos será
semejante a diez vírgenes.
Las vírgenes representan a los creyentes
en el aspecto de la vida (2 Co. 11:2). Los creyentes, quienes son el pueblo
del reino, son como vírgenes puras. Como tales, en esta era oscura llevan el testimonio del Señor, la lámpara,
y salen del mundo al encuentro de Él.
Para esto necesitan que el Espíritu Santo no sólo more en ellos, sino que también los llene.
Los cristianos, en primer lugar, somos
vírgenes. El hecho de que seamos
vírgenes no es un asunto de trabajo, servicio ni actividad, sino un
asunto de vida. Además, no somos sólo vírgenes, sino también somos
castas vírgenes puras. El hecho de ser vírgenes no depende de lo que hagamos o seamos capaces de
hacer, sino de lo que somos. Sin
importar si somos hombres o mujeres, somos vírgenes.
Aunque soy un hombre anciano, me conduzco como una virgen; yo nunca abandonaría
mi posición de virgen. Aun frente al enemigo, soy una virgen.
a. Toman sus
lámparas
El
versículo 1 dice que las vírgenes tomaron sus lámparas y salieron al encuentro
del novio. Las lámparas representan el espíritu de
los creyentes (Pr. 20:27), el cual
contiene al Espíritu de Dios como aceite (Ro. 8:16). Los creyentes
irradian desde su espíritu la luz del Espíritu de Dios. Así, llegan a ser la
luz del mundo y resplandecen como lámparas en la oscuridad de este siglo (Mt.
5:14-16; Fil. 2:15-16), siendo el testimonio del Señor para glorificar a Dios.
Por tanto, como vírgenes, no tomamos las armas para pelear ni tampoco el equipo
deportivo para jugar, sino lámparas para testificar, resplandecer y alumbrar.
En nuestra mano está una lámpara que brilla para dar testimonio del Señor.
b. Salen
Las vírgenes salieron, lo cual
significa que los creyentes salen del
mundo al encuentro del Cristo que viene hacia ellos.
Las vírgenes no se demoran ni se establecen en ningún lugar; al contrario,
salen del mundo. D. M.
Panton dice en uno de sus escritos que el
mundo es únicamente un sendero, y que al final de ese camino se halla una tumba.
Si el Señor tarda en venir, el mundo solamente me proporcionará un lugar de
descanso, un sepulcro en el cual reposaré y esperaré la venida del Señor.
Nosotros no debemos establecernos en este mundo, sino salir de él.
c. Al encuentro del
novio
El novio representa a Cristo quien es agradable y
atractivo (Jn. 3:29; Mt. 9:15). Cuán agradable es que en
esta parábola el Señor no se compara a Sí mismo con un general victorioso ni
con un capitán, sino con un novio, una persona muy placentera. De modo que,
nosotros somos las vírgenes que salen a buscarlo, y Él es el Novio que viene.
2. Las cinco vírgenes insensatas
no toman consigo aceite
El
versículo 2 dice: “Cinco de ellas eran
insensatas y cinco prudentes”. El número cinco se compone
de cuatro más uno, lo cual significa
que al hombre (representado por el número cuatro) se le ha añadido Dios
(representado por el número uno), y ahora lleva responsabilidad. El hecho de que cinco vírgenes sean insensatas y
que cinco sean prudentes, no quiere decir que la mitad de los creyentes sea
insensata y la otra mitad sea prudente. Más bien, indica que todos los creyentes tienen la
responsabilidad de ser llenos del Espíritu Santo.
El Antiguo Testamento revela claramente
que el número cinco denota
responsabilidad. Por ejemplo, los diez mandamientos fueron divididos en dos
grupos de cinco. Además, el número cinco aparece
frecuentemente en relación con el tabernáculo y su mobiliario: cinco es el
factor básico de muchas de sus dimensiones.
Los cinco dedos de nuestra mano
muestran cómo está compuesto el número cinco en la Biblia; éste número es el
resultado de añadir cuatro más uno.
Hemos indicado anteriormente que el número cuatro
representa la criatura y el número uno, el Creador. Nuestra capacidad de asumir responsabilidad es el
resultado de que el Creador se añadiera a la criatura.
Si sólo tuviéramos cuatro dedos, sin el dedo pulgar, nos sería difícil realizar
cualquier tarea manual. Esto quiere decir que nosotros las criaturas, como el
número cuatro, somos incapaces de asumir responsabilidad por nuestra propia
cuenta. Sólo cuando se nos añade Dios tenemos la capacidad de ser responsables.
El
versículo 2 dice que cinco de las vírgenes eran insensatas y cinco prudentes.
El Señor Jesús menciona a las insensatas primero, porque el problema de asumir
responsabilidad no radica en las prudentes, sino en las insensatas. El hecho de que sean insensatas
no significa que estas cinco vírgenes sean falsas; en su naturaleza, ellas son iguales a las cinco prudentes.
El
versículo 3 menciona la razón por la que son insensatas: “Porque las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo
aceite”. El aceite representa al Espíritu Santo (Is. 61:1; He. 1:9). Estas vírgenes eran insensatas
porque sólo tenían aceite en su lámpara,
pero no tomaron aceite en su vasija.
Aunque habían experimentado al Espíritu que las regeneró, no habían sido llenas
del Espíritu, es decir, no poseían una porción adicional del Espíritu Santo.
3. Las cinco vírgenes prudentes
toman aceite en sus vasijas
El
versículo 4 dice: “Mas las prudentes
tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas”. El hombre es un vaso hecho para Dios
(Ro. 9:21, 23-24), y su personalidad
está en su alma; por consiguiente, aquí las “vasijas” representan las almas de los creyentes. Las cinco
vírgenes prudentes no sólo tienen aceite en sus lámparas, sino también toman
aceite en sus vasijas. El hecho de que tengan aceite en sus lámparas significa
que el Espíritu de Dios mora en su espíritu (Ro. 8:9, 16), y el hecho de que
tomen aceite en sus vasijas significa que el Espíritu de Dios llena y satura sus
almas.
Necesitamos
entender con claridad la verdad respecto a las lámparas y las vasijas. Conforme
al texto original hebreo, Proverbios 20:27 dice que el espíritu del hombre es la lámpara de Jehová. Dentro de la
lámpara está el aceite, el cual representa al Espíritu Santo. El Nuevo
Testamento revela que nuestro espíritu humano es el lugar donde mora el
Espíritu Santo. Según Romanos 9, nosotros somos vasos hechos por Dios. Nuestro
ser, esto es, nuestra personalidad, se halla en nuestra alma. Por tanto, la
vasija en este versículo representa nuestra alma. Mediante la regeneración recibimos al Espíritu Santo en
nuestro espíritu humano, lo cual hace que nuestra lámpara arda. Pero debemos
preguntarnos si tenemos o no una porción adicional del Espíritu Santo que llene
nuestra alma. Aunque tenemos aceite en nuestra lámpara, todavía
necesitamos tener una porción extra de aceite en nuestra alma. Esto quiere decir que el
Espíritu debe extenderse desde nuestro espíritu a todas las partes de nuestra
alma, entonces tendremos una cantidad adicional del Espíritu Santo en nuestra
alma. Somos prudentes si tenemos esta porción adicional; pero si no la
tenemos, somos insensatos. En
otras palabras, si no nos interesa ser llenos del Espíritu Santo, somos
insensatos. Si somos sabios, oraríamos: “Señor, ten misericordia de mí.
Quiero tener Tu Espíritu no solamente en mi espíritu, sino también en mi alma.
Señor, necesito ser lleno del Espíritu. Necesito que la porción adicional del
Espíritu Santo llene todo mi ser”. Sin esta porción extra del Espíritu, no
podemos velar ni estar preparados. A fin de vigilar y estar listos, necesitamos
ser llenos del Espíritu Santo; es decir, debemos permitir que el Espíritu mismo
se extienda desde nuestro espíritu al resto de nuestro ser interior.
4. El novio tarda en venir
El
versículo 5 dice que el novio tardó en venir. El Señor Jesús en verdad ha demorado
Su venida. En Apocalipsis Él prometió que vendría pronto, pero ya han pasado
casi dos mil años y aún demora Su venida.
5. Todas las vírgenes cabecean y se
duermen
Debido
a que el novio tardaba en venir, todas las vírgenes “cabecearon” y “se
durmieron”. Cabecear significa enfermarse (Hch. 9:37; 1 Co. 11:30), y el sueño representa la muerte
(1 Ts. 4:13-16; Jn. 11:11-13). Al tardarse el Señor en regresar, la mayoría de
los creyentes se enfermarán y luego morirán.
6. Un grito a la medianoche
El
versículo 6 dice: “Y a la medianoche se
oyó un grito: ¡He aquí el novio! ¡Salid a su encuentro!” La medianoche representa el
momento más oscuro de esta era de tinieblas, la noche. Aquel tiempo será el fin de esta era, o sea, el tiempo
de la gran tribulación. El grito es
la voz del arcángel (1 Ts. 4:16).
7. Entonces todas las vírgenes se
levantan
El
versículo 7 dice: “Entonces todas
aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas”. Levantarse
hace referencia a la resurrección de
entre los muertos (1 Ts. 4:14). Esta es la resurrección profetizada en 1
Tesalonicenses 4:16 y en 1 Corintios 15:52.
8. Arreglan sus lámparas
Cuando
las vírgenes se levantaron, “arreglaron
sus lámparas”, lo cual significa que ellas se ocuparon del testimonio de su
vida. Esto indica que, en lo que respecta a vivir para el
testimonio del Señor, si antes de morir no hemos sido perfeccionados, tendremos
que serlo después de la resurrección.
9. Las vírgenes insensatas
piden aceite a las prudentes
El
versículo 8 dice: “Y las insensatas
dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se
apagan”. Esta palabra implica que aun después de que los
creyentes insensatos sean resucitados, todavía necesitarán que el Espíritu
Santo los llene. La expresión “se apagan” comprueba que las lámparas
de las vírgenes insensatas estaban encendidas; contenían algo de aceite, pero
no tenían una provisión suficiente. Las vírgenes insensatas representan a los creyentes que han sido
regenerados por el Espíritu de Dios y en los cuales mora el Espíritu de Dios,
pero que no han sido suficientemente llenos de Él como para que todo su ser esté saturado de Él.
10. La respuesta de las vírgenes prudentes
El
versículo 9 dice: “Mas las prudentes
respondieron diciendo: No sea que no haya suficiente para nosotras ni para
vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas”. Esto indica que nadie puede
llenarse del Espíritu Santo en lugar de otros. Podemos pedir prestadas
muchas cosas, pero no podemos tomar prestada la experiencia de ser llenos del
Espíritu Santo. Esto es
como la comida; nadie puede comer por nosotros.
Las
vírgenes prudentes dijeron a las insensatas que fueran a los que vendían y que
compraran aceite para sí mismas. Aquí los que vendían aceite
deben de ser los dos testigos que
aparecerán durante la gran tribulación, es decir, los dos olivos, los dos hijos de aceite (Ap. 11:3-4; Zac. 4:11-14).
Durante la gran tribulación estos dos hijos de aceite, Moisés y Elías, vendrán
para ayudar al pueblo de Dios.
“Comprad” indica que se debe pagar
un precio. Para ser lleno del Espíritu Santo hay que pagar un precio, tal
como renunciar al mundo, negarse al yo, amar al Señor sobre todo y estimar
todas las cosas como pérdida por amor de Cristo. Si hoy en día no pagamos este precio, tendremos que
pagarlo después de resucitar. Los que no pagan el precio, no tienen la porción adicional del Espíritu
Santo. Finalmente, las vírgenes insensatas comprenderán que deben amar al Señor
con todo su corazón y toda su alma, y también se darán cuenta de que es necesario renunciar al mundo y negar el yo.
11. El novio viene y las que están
preparadas entran con Él a las bodas
En
el versículo 10 dice: “Pero mientras
ellas iban a comprar, vino el novio; y las que estaban preparadas entraron con
él a las bodas; y se cerró la puerta”. La palabra “vino” se refiere a la venida del
Señor al aire (1 Ts. 4:16), la cual forma parte de Su parusía. Las que “estaban
preparadas” debe de referirse a los
invitados a la cena de las bodas del Cordero (Ap. 19:9). Debemos
estar preparados (Mt. 24:44) y siempre tener aceite en nuestra vasija; todo
nuestro ser debe estar siempre lleno del Espíritu de Dios. Nuestra práctica
diaria, mientras esperamos la venida o parusía del Señor, debe ser la de velar
y estar preparados.
La expresión “entraron con él” se
refiere al arrebatamiento de los
creyentes resucitados y llevados al aire (1 Ts. 4:17) cuando el Señor
descienda allí durante Su parusía. Las “bodas” en el versículo 10 es la cena de las bodas del Cordero (Ap.
19:9), la cual se llevará a cabo en el
aire
(1 Ts. 4:17) durante el transcurso de la venida del Señor, Su parusía. Esto
sucederá antes de la manifestación del
reino y será un disfrute mutuo con el Señor, una recompensa que será dada a los creyentes que estén
preparados, es decir, equipados por haber sido llenos del Espíritu Santo antes
de morir.
Después
de que los que estén listos entren con el Novio a la fiesta de bodas, se cerrará
la puerta. Esta no es la
puerta de la salvación, sino la puerta por la cual uno entra a disfrutar de las
bodas del Señor.
12. Las vírgenes insensatas llegan
después,
pero el novio no las conoce
Los
versículos 11 y 12 dicen: “Después
vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos! Mas él,
respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco”. La llegada tarde de las vírgenes
insensatas hace referencia al arrebatamiento
tardío de los creyentes resucitados. Ellas finalmente habían pagado el
precio por la porción adicional de aceite, pero la obtuvieron muy tarde. El
tiempo tiene mucha importancia aquí, pues cuando ellas vinieron, la puerta ya
se había cerrado.
Cuando
ellas pidieron al Señor que les abriera, El contestó: “De cierto os digo, que no os conozco”. La expresión “no
os conozco” conlleva el sentido de no
reconocer o no aprobar, como en Lucas 13:25. Las vírgenes insensatas tenían
sus lámparas encendidas, salieron al encuentro del Señor, murieron, y fueron
resucitadas y arrebatadas, pero tardaron en pagar el precio para que el
Espíritu Santo las llenara. Debido a esto el Señor no las quiso reconocer, o
aprobar, y no les permitió participar de las bodas. Ellas pierden esta recompensa dispensacional, pero no su salvación eterna.
Al decirles que no las conocía, el Señor daba a entender: “No valoro, ni reconozco ni
apruebo la manera en que vivieron sobre la tierra. Además, tampoco apruebo que
tardaran tanto”. Por tanto, ellas fueron rechazadas y excluidas del
disfrute de la fiesta del reino.
13. Debemos velar
El
versículo 13 concluye: “Velad, pues,
porque no sabéis el día ni la hora”. Mateo 24:40-44 revela el arrebatamiento de los creyentes que estén vivos y preparados; pero
todavía es necesario Mateo 25:1-13 para revelar el arrebatamiento de los que ya han muerto y que serán
resucitados. Cuando leemos este pasaje de la Palabra, nos damos
cuenta de que debemos estar muy alertas. Velar y estar preparados es un asunto
serio.
Ningún
otro libro nos da advertencias tan frecuentemente como lo hace el Evangelio de
Mateo. Puedo testificar ante el Señor que este libro me ha advertido durante
más de cuarenta años. Siempre que me he descuidado un poco, he recordado las
advertencias que contiene Mateo. Ciertamente todos los creyentes somos vírgenes,
pero, ¿somos vírgenes prudentes o insensatas? Todos debemos responder esta
pregunta. Somos prudentes si tenemos la porción adicional del Espíritu Santo en
nuestras vasijas; si no tenemos esta porción extra, somos insensatos.
VÉASE IMPORTANTE ARTÍCULO RELACIONADO:
http://josemariaarmesto.blogspot.com.es/2014/12/y-seran-sacerdotes-de-dios-cuando.html
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