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APOCALIPSIS 16 – P-13: JERUSALÉN Y BABILONIA (La inminente destrucción de Jerusalén) (Apoc. Nuevo Estudio), Dr. Stephen E. Jones

7 de julio de 2016



La mayoría de los maestros de la profecía entienden que la batalla de Armagedón se ha de luchar por el control de la ciudad de Jerusalén. Conectan esta batalla con las profecías de Jesús de los últimos tiempos en Mateo 24 y Lucas 21, acerca de la tribulación y la guerra, las advertencias Jesús a los habitantes de Jerusalén. Lucas 21: 20-22 es la declaración más específica a este respecto:

20 Y cuando viereis a Jerusalén cercada de ejércitos, sabed entonces que su destrucción ha llegado. 21 Entonces los que estuvieren en Judea, huyan a los montes; y los que estuvieren en medio de ella, váyanse; y los que en las otras regiones, no entren en ella. 22 Porque éstos son días de venganza, para que se cumplan todas las cosas que están escritas.

Jesús lloró sobre la ciudad, sabiendo que iba a ser destruida. Lucas 19: 41-44 dice,

41 Y como llegó cerca viendo la ciudad, lloró sobre ella, 42 diciendo: ¡Oh si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que toca a tu paz! Mas ahora está encubierto a tus ojos. 43 Porque vendrán días sobre ti, que tus enemigos te cercarán con baluartes, y te pondrán cerco, y de todas partes te pondrán en estrecho, 44 y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti; y no dejarán sobre ti piedra sobre piedra; por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación.

La iglesia en Jerusalén recordó estas cosas cuando vieron el peligro acercarse, cuando el ejército romano comenzó a dominar la revuelta judía (66-73 dC). La iglesia se fue de Jerusalén en ese momento, moviéndose a Pella. El obispo Eusebio nos dice esto en su Historia Eclesiástica III, 5,

"Por otra parte, los miembros de la iglesia de Jerusalén, por medio de un oráculo dado por revelación a personas aceptables allí, recibieron la orden de abandonar la ciudad antes de que comenzara la guerra y establecerse en una ciudad en Perea llamado Pella. A Pella emigraron desde Jerusalén los que creen en Cristo".

La profecía de Jesús de la destrucción de Jerusalén, después de haber sido sitiada por ejércitos, sorprendentemente se cumplió cuando Roma comenzó su asedio en la mañana de Pascua del 70 dC. La ciudad y el templo fueron destruidos unos meses más tarde en el mismo año. Pero esta no fue ni la primera ni la última destrucción de Jerusalén.


La profecía de jeremías sobre Judá y Jerusalén
Jeremías profetizó la destrucción de Jerusalén de la mano de Nabucodonosor, rey de Babilonia, 600 años antes. En Jeremías 19, fue llevado por el Espíritu a comparar la ciudad con una vieja vasija de barro que, una vez rota, nunca podría ser rehecha como una nueva vasija (Jeremías 19:10,11). Parece que muy pocos maestros de la profecía hoy toman en serio a Jeremías o incluso conocen lo que dijo.

Están confundidos por la anterior profecía en Jeremías 18: 1-10, donde se lee de una segunda vasija de barro que fue "echada a perder en la mano del alfarero, y tornó y la hizo otra vasija" (Jeremías 18: 4). Esta profecía, sin embargo, no trataba de Judá y de Jerusalén, sino de la casa de Israel. Judá e Israel eran dos naciones distintas durante el tiempo del reino dividido. Jeremías representó a cada nación por una vasija diferente, una de arcilla húmeda que podría ser rehecha, la otra de arcilla endurecida que no pudría ser reparada una vez que se hubiera roto.

La arcilla húmeda era Israel (Jeremías 18: 6). La arcilla endurecida era Judá y Jerusalén (Jeremías 19: 3). El malentendido viene cuando los hombres piensan que los judíos son Israel, cuando en realidad la palabra castellana "judío" es la abreviatura de Judá. Los israelitas fueron llevados a Asiria y se convirtieron en las llamadas "tribus perdidas de Israel". Los judíos fueron llevados a Babilonia, y volvieron setenta años más tarde a la tierra, porque nunca se perdieron.

Los profetas no confundieron a Judá con Israel en sus profecías, porque cada una tenía un destino diferente que cumplir en el Plan Divino. En este caso, el profeta da gran esperanza para Israel, pero no la da para Judá y Jerusalén.

Así que cuando Jeremías nos dice que Judá y Jerusalén debían ser quebrantadas "como uno que rompe una vasija de alfarero que no puede volver a ser reparada" (Jeremías 19:11), sabemos que esto se aplica a los judíos, no a los hijos de Israel, porque la Casa de Israel iba a ser rehecha en otro recipiente. Tal profecía es incomprensible si se piensa que los judíos son Israel. Cuando los judíos llamaron Israel a su estado en 1948, esto solidificó la confusión en la mente de los cristianos históricamente desafiada.

El hecho es que el estado de Israel no es la vasija de barro rehecha en Jeremías 18: 4, sin que importe como ellos llamaron a su nación; lo único que importa es lo que Dios dijo que le pasaría a ella. Es más bien un estado y una ciudad que deben cumplir la profecía de la jarra endurecida de Jeremías 19:11. La destrucción de Jerusalén y la devastación de Judá en tiempos de Nabucodonosor cumplieron parcialmente la profecía. Si la ciudad nunca habría sido reconstruida, entonces y sólo entonces se podría decir que la profecía se había completado, pero la ciudad fue reconstruida por Nehemías.

La ciudad y el templo existían en tiempos de Jesús, pero Jesús habló de su destrucción. Por lo tanto, la ciudad fue destruida de nuevo en el año 70, pero más tarde fue reconstruida y existe aún hoy en día. Por lo tanto, a menos que estemos dispuestos a admitir que Jeremías era un profeta falso, sólo podremos concluir que Jerusalén y la tierra de Judá, que ahora llaman de nuevo Israel, de nuevo serán destruidas, pero esta vez la destrucción será tan completa que se nunca volverán a ser reconstruidas.

Creo que esta destrucción final de la Jerusalén terrenal es necesaria con el fin de romper la ceguera de la Iglesia que les ha hecho ver a Agar-Jerusalén como su madre espiritual. La esclava debe ser echada fuera con el fin de que Sara y su hijo puedan heredar la Tierra. Como siempre que hay un conflicto en curso en la Corte Divina, la Compañía Isaac no puede reclamar el reino, ni puede Sara -la Jerusalén celestial- ser su madre.

La guerra final llamada Armagedón no es factible que suceda aparte de la destrucción de JerusalénLa confusión principal de la Iglesia de hoy se encuentra en su negativa a ver que la Jerusalén terrenal es Agar y debe ser echada fuera. Los cristianos sionistas son los abogados de Agar e Ismael en la Corte Divina, tratando de convencer a Dios para que entregue el Reino a sus clientes.

Pero Dios ya se ha pronunciado en contra de ellos, y ellos se han negado a aceptar Su decisión. ¿Por qué? Debido a que son los higos malos de Jeremías 24, que están llamados a provocar la destrucción total por negarse a cumplir con la sentencia de la Corte Divina. En teoría, si se arrepienten y aceptan el fallo de la Corte y se someten al llamado y la autoridad de Sara e Isaac, podrían convertirse en parte del Reino, junto con todas las otras personas que depositan su fe en Jesucristo, el Rey. Pero Jeremías indica que la mayor parte de sus corazones están endurecidos como la vasija de arcilla y deberán ser quebrados.


La profecía de Isaías
Isaías 29: 1-6 es otra profecía que se relaciona directamente con el Armagedón. Isaías 29: 1 comienza,

1 ¡Ay de Ariel, Ariel la ciudad donde habitó David! Añadid un año a otro, [observad sus fiestas en la fecha prevista (o los corderos cesarán)].

Ariel es un nombre poético para Jerusalén, "la ciudad donde David acampó". El nombre tiene un doble significado, que utiliza Isaías en su profecía. En primer lugar, significa "león de Dios", tomado de ariy, "león". Refiriéndose a David y sus hombres fuertes, que era en sentido figurado la Ciudad de los Héroes. En segundo lugar, significa "hogar (altar) de Dios", de arieyl, que es una variante de la palabra hebrea Har-El "monte de Dios". (Ver Strong # 741 y # 2025).

La palabra Har, por supuesto, también está en la palabra Har-Meguido (es decir, "Armagedón"). Esto muestra la relación entre Isaías 29: 1 y Apocalipsis 16:16. Como veremos más adelante, Jerusalén se supone que es el león de Dios, el lugar de los héroes y conquistadores victoriosos. Se supone que es el monte de la solera de Dios, o el altar, en el sentido de ser el lugar de sacrificio a Dios.

Sin embargo, debido a que Jerusalén, la "Ciudad de la Paz", se negó a arrepentirse, se había convertido en "la ciudad de sangres", una ciudad de violencia, dice Ezequiel y Nahum. Por esta razón, la ciudad se convertiría en el sacrificio, en un lugar de quema, incluso, como el holocausto, sería consumida por completo.

Isaías 29: 2,3 continúa,

2 Y atribularé a Ariel, y vendrá a ser una ciudad de lamento y de duelo; y ella será como un Ariel ["corazón de Dios"] para mí. 3 Y acamparé en contra de ti en rededor, y yo fijaré ingenios de asedio contra ti, y yo levantaré torres de batalla (valuartes) en contra de ti. 4 Entonces, serás humillada …

Observe que en este sitio de Jerusalén, Dios mismo reclama el crédito por dirigir el ataque. En otras palabras, Dios está en del lado de los atacantes, o más bien, los atacantes están del lado de Dios, cuando Él convierte la ciudad en "un Ariel", es decir, en un altar de sacrificio.

Isaías 29: 5 Luego habla de los enemigos de la ciudad -no de los atacantes, sino los que están ocupando la ciudad.

5 Pero la multitud de tus enemigos será como polvo fino, y la multitud de los fuertes como tamo que la saca de quicio; Y sucederá al instante, de repente.

Aquí es donde la mayoría de las personas se confunden, pensando que Dios estaba hablando en contra de Su propio ejército, que Él mismo estaba conduciendo al ataque contra Jerusalén. Es fácil hacer esa suposición, si no sabemos la definición legal de los enemigos de Dios, que establece las Leyes de la Tribulación en Levítico 26: 40-42. Moisés dijo que si Israel se convertía en hostil a Dios y se negaba a cumplir su pacto con Él, entonces Dios actuaría con hostilidad hacia Israel. Isaías mismo confirma esto más adelante en Isaías 63:10, diciendo:

10 Mas ellos fueron rebeldes, e hicieron enojar su Santo Espíritu; por lo tanto, se entregó a convertirse en su enemigo. Luchó contra ellos.

¡Cuando Israel o Judá luchan contra Dios y siguen siendo hostiles hacia el enviado por Dios, entonces Dios se convierte en "su enemigo" y lucha contra ellos! Esto es lo que está sucediendo en Isaías 29: 3. Dios y Jerusalén son representados como "enemigos". Dios ha levantado a Sus ejércitos para luchar contra Jerusalén, y Él es el que conduce los ejércitos, ya que ponen sitio a Jerusalén.

La misma escena se da en la parábola de Jesús en Mateo 22: 7, donde Dios pone sitio a Jerusalén a causa del rechazo de la invitación a la fiesta de bodas.

7 Pero el rey se enfureció, y enviando sus ejércitos, destruyó a aquellos asesinos, y estableció su ciudad en llamas.

Si bien esta parábola era principalmente una profecía acerca del ejército romano de Dios destruyendo Jerusalén en el año 70, establece la misma escena que en Isaías 29 y, como Jeremías 19:11 dice, en la destrucción final de Jerusalén al final de la edad.

Isaías 29: 6 continúa,

6 De Yahweh de los ejércitos serás visitada [Jerusalén] con truenos y terremotos y gran ruido, con torbellino y tempestad, y llama de fuego consumidor.

La mayoría de las personas, suponen que los "enemigos" son los que atacan a Jerusalén al enseñar que Dios se volverá y destruirá a Su propio ejército durante el sitio. Pero eso es absurdo, a la luz del versículo 4, donde Dios le dice a Jerusalén que "será humillada ... y su hablar susurrará desde el polvo". Esto no es una escena en la que Jerusalén sale victoriosa. Es un escenario de destrucción. Además, la descripción de esta destrucción probablemente indica una guerra nuclear, con la gente llegando a ser "como polvo fino" y "paja que se sopla lejos"; esto sucede "al instante, de repente" (v. 5) y "con truenos y terremotos y gran ruido, con torbellino y tempestad, y llama de fuego consumidor" (v. 6).

¿Qué mejor descripción podría dar un profeta de ese tiempo de una explosión nuclear? Y esto, ¿no describe también la escena en Mateo 22: 7, donde Dios "estableció su ciudad en llamas?"

Sólo después de describir la destrucción de la ciudad, Dios luego comienza a hablar acerca de Su ejército que fue levantado en contra de Jerusalén. Isaías 29: 7 dice,

7 Y la multitud de todas las naciones que combaten contra Ariel, y todos los que hacen la guerra contra ella y su fortaleza, y que la angustia ella, será como un sueño, una visión de la noche.

Tome en cuenta que Dios no destruye estas "naciones que combaten contra Ariel". De hecho, Sus palabras parecen casi decepcionantes. Sólo será "como un sueño". ¿De qué manera? Isaías 29: 8 dice,

8 Y será como cuando un hambriento sueña, y he aquí que él está comiendo; pero cuando despierta, su hambre no se sació, o como cuando un sediento sueña, y he aquí que él está bebiendo, pero cuando despierta, he aquí, está desfallecido, y su sed no se apagó. Así, la multitud de todas las naciones vendrán, que combaten contra el monte de Sión.

En otras palabras, estos ejércitos a quien Dios ha levantado a la "guerra contra Ariel" han sido motivados por "el hambre" y "la sed" de alguna manera; en la medida en que los países musulmanes tienen hambre de obtener la Tierra para sí mismos y de empujar a los israelíes al mar. Sin embargo, su "sueño" no se cumplirá, porque cuando se despierten, todavía tendrán hambre y sed.

Debido a la destrucción total, que creo que es nuclear, nadie va a quedarse con la tierra. Habrá demasiadas secuelas de la radiación para cualquier persona que viva allí. De esa manera, Jeremías 19:11 se cumplirá. Cuando la ciudad es destruida como una vieja vasija de barro que no puede ser reparada, y cuando la Tierra se vuelve "como Tofet", que significa "quemado" (Jeremías 19:12), no será habitable para nadie.

Y así, los ejércitos que Dios levanta en Su sitio de Jerusalén están motivados por el deseo de poseer y habitar la Tierra misma. Este es su "sueño", pero cuando se despierten, todavía tendrán hambre y sed. Si hubieran sabido que Jerusalén es Agar, y que Agar no puede ser la madre del Reino, podrían haber comprendido que la Jerusalén terrenal debe ser echada fuera a favor de la Jerusalén celestial, que es la verdadera Ciudad de Paz.


Esta destrucción de Jerusalén, yo creo, coincidirá con la caída de Babilonia, ya que los ciudadanos, sus hijos, y los partidarios de lo terrenal, siendo Jerusalén carnal, rebelde y hostil a Jesucristo, "no heredarán con el hijo de la mujer libre" (Gálatas 4:30). El destino de Jerusalén está ligado con el destino de Babilonia.

Categoría: enseñanzas

Dr. Stephen Jones

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