Rom 15:4 Porque las cosas que antes fueron escritas, para nuestra enseñanza fueron escritas; para que por el padecer con paciencia, y por la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza.
El Señor siempre ha deseado y buscado que Su pueblo escuche Su voz, nos ha dado la Santa Escritura para guiarnos en nuestro peregrinaje, con el fin de que aprendamos Sus caminos y tengamos Vida.
Nos dice precisamente también la Escritura, que las cosas que le sucedieron a Su pueblo Israel, fueron escritas para nuestra amonestación, a quienes hemos llegado al fin de los siglos.
En el maravilloso Salmo 78, el Señor comienza diciendo a Su pueblo:
Sal 78:1 Escucha, pueblo mío, mi ley; inclinad vuestro oído a las palabras de mi boca.
El Señor ordenó que se contaran todas Sus maravillas a las generaciones venideras, con el fin de que pusiéramos la confianza en Él, de no olvidar Sus obras, y de guardar Sus mandamientos.
Además de esto, como lo dijimos antes, como ejemplo para nosotros, para que no fuéramos como Su pueblo en el desierto, del cual dice: Generación contumaz y rebelde; generación que no compuso o preparó su corazón, ni su espíritu fue fiel con Dios.
Sal 78:6 para que lo sepa la generación venidera, y los hijos que nacerán; y los que se levantarán, lo cuenten a sus hijos
Sal 78:7 con el fin de poner su confianza en Dios, y no olvidar de las obras de Dios, y guardar sus mandamientos:
Sal 78:8 Y no ser como sus padres, generación contumaz y rebelde; generación que no compuso su corazón, ni su espíritu fue fiel con Dios.
Dice que volvieron sus espaldas en el día de la batalla, que no guardaron el pacto de Su Dios, que no quisieron andar en Su ley; que antes se olvidaron de Sus obras y de Sus maravillas que les había mostrado.
¿Y acaso no nos ha sucedo igual? ¿No hemos dado la espalda en el día de la batalla, y no hemos olvidado Sus maravillas, cuando nuevamente nos lleva a una prueba?
Dice también de Su pueblo, que lo tentó en el desierto, y ¿de qué manera lo hicieron? Pidiendo comida a su gusto.
Tentamos al Señor cuando en el camino por el desierto, por donde es necesario pasar para ir a la Tierra de la Promesa (La Plenitud de Cristo), pedimos que haga nuestra voluntad.
El Señor había quebrantado las peñas para darles a beber agua, y hablaron contra Dios diciendo: ¿Podrá Dios ponernos mesa en el desierto?
Entonces el Señor se enojó, pues no le habían creído, ni habían confiado en Su salvación.
Efectivamente, entonces conforme a sus peticiones y deseos, se les dio carne en abundancia, aunque eran sustentados con el maná; alimento preparado por Dios, para enseñarles a depender, a confiar en Él, además de tener contentamiento con lo necesario, y a dar gracias por todo.
Sal 78:27 e hizo llover sobre ellos carne como polvo, y aves de alas como arena del mar.
Sal 78:28 Y las hizo caer en medio de su campamento, alrededor de sus tiendas.
Sal 78:29 Y comieron, y se llenaron bien; les cumplió pues su deseo.
¿Y cuál fue el resultado?
Sal 78:30 No habían quitado de sí su deseo, aún estaba su vianda en su boca,
Sal 78:31 cuando vino sobre ellos el furor de Dios, y mató los más robustos de ellos, y derribó los escogidos de Israel.
Sal 78:32 Con todo esto pecaron aún, y no dieron crédito a sus maravillas.
Sal 78:33 Consumió por tanto sus días en vanidad, y sus años en tribulación.
Es precisamente en el camino a la Tierra Prometida, donde el Señor desea circuncidar nuestro corazón, para que no seamos más gobernados por los deseos de la carne, sino llevados a libertad.
El Señor ha dicho: Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, tocad y se os abrirá. Si pedimos las cosas de arriba, se nos darán las cosas de arriba, pero si andamos en pos de las cosas terrenales, eso es lo que vamos a conseguir, perdiendo entonces la Herencia celestial.
Esto es ser profano como Esaú, que por satisfacer los deseos de la carne, desechó la primogenitura; cambió al Señor por lo terrenal.
El Señor dice más acerca de esto: Que Su pueblo le lisonjeaba con su boca, y con su lengua le mentían. El diccionario nos dice lo siguiente acerca de lisonjear:
Alabar exagerada e interesadamente a una persona para conseguir algo de ella.
Igual hoy, se alaba a Dios de manera hipócrita, esperando que Él conceda las cosas de este siglo; es decir, lo que hoy llaman pactar en la ciudad de la religión. ¡Qué vergüenza!
En el versículo 57b dice que Su pueblo se volvió como arco engañoso.
De la misma manera, el Señor habló a través de Oseas:
Ose 7:16 Se tornaron, mas no al Altísimo; fueron como arco engañoso;
Si estuviéramos en medio de una batalla, creo que lo último que desearíamos como arma, sería un arco engañoso; pues nunca daríamos en el blanco.
Es claro por el versículo anterior, que lo que el Señor quiere decir, es que Su pueblo estaba apuntando al blanco incorrecto, que nunca entonces daría en el blanco correcto; pues iba tras los deseos carnales de su propio corazón.
Agrega también el Señor hablando de Su pueblo en Oseas:
Ose 8:4 Ellos reinaron, mas no por mí; hicieron señorío, mas yo no lo supe; de su plata y de su oro hicieron ídolos para sí, para ser talados.
¡Qué terrible! Hasta dónde puede llegar nuestra dureza e insensatez. Un pueblo que reina, y no es por el Señor; y que además de su oro y plata se ha hecho ídolos, para ser talados.
Un pueblo que sigue buscando oro y plata, que hace ídolos, que reina, o hace lo que se le da la gana, lo que le parece, desde luego entonces allí el Señor, no es Señor, lo es el yo.
No sorprende entonces que luego diga:
Ose 8:14 Olvidó, pues, Israel a su Hacedor, y edificó templos…
Vemos grandes edificios construidos por el hombre, pero su corazón anda en pos del oro y de la plata, de pedir a Dios que haga su voluntad. Y el fin de esto: ser talados.
Luego escuchamos del Señor, lo siguiente:
Ellos entraron a Baal-peor, y se apartaron para vergüenza, y se hicieron abominables como aquello que amaron.
Baal, el dios de la prosperidad, en estos edificios modernos hechos por el hombre se ofrece un culto a Baal, al mismo diablo, y el pueblo se hace abominable, pues lo que ama es abominable; el amor al mundo, a Babilonia.
Gracias sean dadas al Señor, pues está abierta la esperanza:
Ose 13:9 Te perdiste, oh Israel, más en mí está tu ayuda.
Ose 14:1 Conviértete, oh Israel, al SEÑOR tu Dios, porque por tu pecado has caído.
Oh Señor, quita nuestra iniquidad y aceptanos con gracia, trae medicina para nuestra rebelión, que podamos decir: ¿Qué más tendré yo con los ídolos?
Ose 14:9 ¿Quién es sabio para que entienda esto, y prudente para que lo sepa? Porque los caminos del SEÑOR son derechos, y los justos andarán por ellos; más los rebeldes en ellos caerán.
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