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DIOS DE TODA CONSOLACIÓN – (III), Administrador



Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti.

No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.

Los textos anteriores nos fueron dados como rhema (palabra viva) acompañante, junto con Romanos capítulo 8, para pasar la gran prueba que nos llevaría a la postración o rendición y al posterior cruce del Jordán (en una conferencia de hombres en Madrid, el pastor de Tijuana-México, Enrique Bremer, recomendó memorizar todo el capítulo 8 de Romanos de principio a fin, y de fin a principio, para afrontar la prueba. Sentimos en aquel momento por el Espíritu, en su predicación sobre el río de Ezequiel 47, que para nosotros el agua pronto llegaría al nivel en que ya no haríamos pie y seríamos arrastrados, perdiendo todo control de las circunstancias de nuestra vida). La Palabra es viva y eficaz y produce efectos; y, aunque no sentíamos como que estaba ayudándonos en aquellos oscuros momentos, la verdad es que después pudimos apreciar que nos sostuvo. La Palabra es más viva y eficaz aún cuando el Espíritu nos la disecciona en porciones, frases o palabras, para que la comprendamos mejor y nos penetre a cabalidad. Hagámoslo, pues, con esos dos versículos.

Cuando pases”: No hay duda alguna de que pasaremos por tribulación. El texto no dice que algunos pasarán o que puede que no tengamos que hacerlo. No, no hay escapatoria posible. Don sufrimiento será enviado de visita a nosotros en el tiempo que Dios haya determinado. Prepárese para lo peor, espere lo mejor y acepte no que le llegue.

Por las aguas …, por los ríos ..., por el fuego ...”: Esto nos sugiere diversas pruebas, como nos dicen Pedro y Santiago (Santiago 1:2, 1 Pedro 1:6) y además un escalonado o graduación en la intensidad. Vendrán las pruebas varias o diversas y con una intensidad cada vez mayor, hasta quebrarnos y dejarnos rengos como a Jacob.

Pero Santiago igualmente nos dice, que al final de la prueba nos aguarda la corona de vida. Entendemos que es la vida abundante de Cristo formado en nosotros, de la vida victoriosa, del Shalom de Dios, en recompensa por haberle amado siguiéndole, soportando, permaneciendo, obedeciendo; porque obedecer es amar.

Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman.

Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él.

Yo estaré contigo”: Se nos asegura que pasaremos, pero, aleluya, el buen Dios nunca nos deja solos. Como dijimos en la parte dos, Su respuesta al sufrimiento es que estará muy cerca de nosotros, ¡tan cerca como nuestro propio aliento! Tan cerca que nunca le sentiremos tan nítidamente sino en medio de las pruebas. El sufrimiento hace a la presencia de Dios lo que la oscuridad a la luz, que cuanto más negra se pone, más brilla. ¡Y Dios es Luz! En el momento más oscuro de la noche es cuando más brillan las estrellas. Es en la nada cuando encontramos el Todo; cuando todo lo demás nos es quitado queda Él y entonces le podemos ver; como dijo Job, ¡Ahora mis ojos te ven! Es cuando llegó al borde de anhelar las algarrobas de los cerdos, cuando el hijo pródigo volvió en sí, recuperando la cordura y pudo tomar el camino de regreso a la casa del Padre. Es, ¡oh gran paradoja! en el paroxismo del dolor cuando el manantial del gozo comienza a brotar. Quebrado el vaso de alabastro, que es nuestra alma o vida anímica, deja que el perfume de nardo puro encerrado, que es nuestro espíritu-Espíritu, se derrame y llene toda la casa y todos lo puedan oler.

Pero estando él en Betania, en casa de Simón el leproso, y sentado a la mesa, vino una mujer con un vaso de alabastro de perfume de nardo puro de mucho precio; y quebrando el vaso de alabastro, se lo derramó sobre su cabeza.

Entonces María tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús, y los enjugó con sus cabellos; y la casa se llenó del olor del perfume.


Sí, el estará con usted para que no se ahogue, ni el fuego de la prueba le pueda quemar, ni por fuera ni por dentro; sino que será como la zarza ardiente de Moisés que no se consumía. Saldrá de allí como el oro fino, maduro, crecido en fe y en confianza y fortalecido.


Pasemos al segundo de nuestros textos:

No temas, … no desmayes, ...”: El temor es lo opuesto a la fe, es incredulidad. La Palabra de Dios nos exhorta innúmeras veces a no temer. La clave para no temer es el perfecto amor, la perfecta obediencia; descansando en él tenemos paz. También nos anima a perseverar, a no tirar la toalla, a seguir un pasito más. Es cuestión de adentrarse lo bastante en la confianza en Él, para que nos sea más difícil echarnos atrás en ese desierto, que seguir avanzando hasta salir. Que su éxodo personal no sea a un día ni dos de Egipto, sino a tres; para que lo pierda de vista y no pueda ser tentado a regresar (Éxodo 3:18).

Se nos dan un par de razones para no temer y no desmayar. La primera, nuevamente, es que “yo estoy contigo”; la segunda, “yo soy tu Dios que te esfuerzo”.

No es cualquiera el que le acompaña; es Dios y es SU Dios personal. Le conoce tan bien que Él le diseño desde el vientre de su madre y desde antes de la fundación del mundo. ¡Un Dios tan grande y tan cercano! ¿No es maravilloso? Será cuidado por su Dios y Él promete esforzarle. Sí, le dará la gracia que necesite para no desmayar.

pero los que esperan a Yahweh tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.

Siempre te ayudaré, siempre te sustentaré ...”: Siempre, siempre; a ti, a ti. Que la cosa se repita dos veces, dijo José, es señal de que el asunto es firme y que Dios se apresura a hacerla (Génesis 41:32). ¡Animo! Porque aún poquito y el que ha de venir vendrá, y no tardará (Hebreos 10:37).

¿Cómo lo va hacer? “Con la diestra de mi justicia”: El Señor cuando nos hablaba con este texto nos hizo entender que Él no lo hace sólo por amor o misericordia para con sus hijos. Dice que lo hará con la diestra de Su justicia. Es decir, si Él no se cuidara de usted, su hijo, sería un Dios injusto; porque Él ha prometido hacerlo. ¡Su sustento está asegurado por la justicia de Dios! ¿No le ayuda a confiar y a descansar esto? Seguro que al menos un poco de alivio le traerá, como lo hizo con nosotros.

Sí, la justicia de Dios es una buena póliza de seguro, sin duda, la mejor …

Vea el libro completo aquí: http://josemariaarmesto.blogspot.com.es/2016/08/libro-dios-de-toda-consolacion-una.html


(Continuará en la parte 4)

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