CAPÍTULO 4 --
SUBE ACÁ
“Después de esto miré, y he aquí una puerta
abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando
conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de
estas.” Apocalipsis 4:1
“Sube acá”
Juan
debe subir más alto en el Espíritu para poder ver la gloria completa de Cristo
en el Lugar Santísimo.
Cierto, él estaba en el Espíritu en el día del Señor cuando escuchó la voz del Hijo
del Hombre caminando en medio de los candeleros. Pero las ministraciones de
Cristo en Su iglesia tienen el propósito
de guiarnos al lugar de Su trono, aún más alto que
donde estamos ahora. Cuando Juan escuchó la invitación de “subir acá”, se encontró “en el Espíritu inmediatamente”. Cuando Él habla a Su pueblo, como
habló a Juan, con sonido de trompeta desde el Cielo... repentinamente hay poder
en Su Palabra para hacerla suceder. “Acerquémonos confiadamente”, dijo el apóstol. Pero de algún modo la
voz parece ser tenue, y no sucede. Pero Juan se hallo ahí “inmediatamente”—ante
el Origen y la Fuente de toda la gloria que había visto previamente. Ahora se encuentra en ámbitos de Luz
pura. En el Lugar Santo hay luz del
candelero que creo que representa a todos los dones y ministerios del Espíritu.
Necesitamos toda esa provisión del
Espíritu que Él ha dado, para traernos palabras de sabiduría y de ciencia,
nuevas medidas de fe y entendimiento. Necesitamos esos dones de sanidad y de
discernimiento de espíritus. Todos estos dones son como rayos de Luz del Lugar Santísimo... y debemos tener esa
Luz. Pero Dios quiere que esta Luz
resplandezca desde Su pueblo en una explosión de gloria que llenará toda la
tierra. Los dones y los ministerios jamás tuvieron ese propósito, sino
mostrarnos el camino hacia ese ámbito más alto.
Como
Rut, estamos agradecidos de poder cosechar
en los campos de Booz, cuyo nombre significa: en él hay fortaleza. Booz era fuerte a favor de la sierva de Moab. Él
dijo a sus cosechadores que dejaran manojos de grano sobre la tierra, para que
Rut los recogiera. Esto fue algo muy generoso por su parte. Después, cuando le prometió convertirse
en su pariente redentor, le dio “seis medidas de cebada” estrictamente como un
regalo. No tenía que cosecharlo de los
campos. Qué agradecidos debemos estar siempre por “todo don perfecto” que
Él nos concede: tanto si lo recogemos con duro trabajo, o si simplemente Él lo
pone en nuestra bolsa sin que ni siquiera se lo pidamos.
Pero Él quiere llevarnos aún más alto... más allá del lugar
donde se reciben los dones. Él quiere que nos entreguemos a Él como hizo Rut. Y Él quiere
recibirnos para Él mismo... como Booz recibió a Rut. Que se seque la flor
en nuestras vidas, y demos lugar al fruto.
Que el Lugar Santo del ministerio de lugar al Lugar Santísimo de permanencia en unión con Él, “que habita entre los querubines”.
Agradecidos como estamos por los dones, entendamos esto: los propósitos de Dios se quedan muy cortos de Su deseo, si no estamos
siempre buscando el camino aún
más excelente—una relación con Él, en la que vivimos en un mismo hogar. Su deseo es que cenemos con Él y Él
con nosotros: “Yo en ellos, y Tú en Mi,
para que puedan ser perfectos en unidad” (Juan 17:23). El deseo de Dios es
llevarnos a profundidades aún mayores en
el Espíritu. ¿Qué significa realmente esto, estar...?
¿En el Espíritu?
Si llenas
tu copa de agua—el agua está en la copa. Si arrojas la copa al río—ahora la
copa está en el río.
Jesús dijo, “Permaneced en Mi”.
Pero seguidamente dijo, “Y Yo
en vosotros”. Cristo
está en nosotros, ¿Es que eso no es suficiente? Si, si nos damos cuenta de que
Él viene a nosotros para que nosotros podamos venir a Él. Él quiere que nos sumerjamos en el Río... copa y todo. Es maravilloso caminar en
las aguas de la Vida, hasta nuestros tobillos... hasta nuestras rodillas...
hasta nuestra cintura. Pero nos da miedo ir más hacia delante porque sentimos
que dejamos de dar pie. Nos da temor comprometernos con el Rio
de la Vida, con sus aguas agitadas. “Nos da miedo arrojarnos hacia lo profundo,
y alejarnos de la costa...” Tenemos miedo porque no conocemos realmente a
nuestro Padre lo suficiente como para rendirnos por completo a Su cuidado.
Un poco más de auto-control parece ser algo deseable, en lugar de arrojarnos
por completo a Él. Sé que nos
es muy difícil comprender lo que Dios
tiene en mente para nosotros por medio de entrar a la plenitud del Espíritu. Pero eso es lo que Él quiere que
persigamos—de la misma manera que los hijos de Israel, que sabiendo muy poco sobre Canaán,
siguieron a la Nube de Su Presencia. Cuando proseguimos en el conocimiento de Él, Él será fiel
en llevarnos a la plenitud que Él desea.
AMEN! Más haya de e Pentecostés, la novia con vestiduras blancas y resplandeciente entregada totalmente, sin reservas ni temores, tuya soy, y en mi tienes tu contentamiento.
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