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SUBE ACÁ, George H. Warnock en "Las 7 Lámparas de Fuego"



CAPÍTULO 4  --  SUBE ACÁ

“Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas.” Apocalipsis 4:1

“Sube acá”

Juan debe subir más alto en el Espíritu para poder ver la gloria completa de Cristo en el Lugar Santísimo. Cierto, él estaba  en el Espíritu en el día del Señor cuando escuchó la voz del Hijo del Hombre caminando en medio de los candeleros. Pero las ministraciones de Cristo  en Su iglesia tienen el propósito de guiarnos al lugar de Su trono, aún más alto que donde estamos ahora. Cuando Juan escuchó la invitación de “subir acá”,  se encontró “en el Espíritu inmediatamente”. Cuando Él habla a Su pueblo, como habló a Juan, con sonido de trompeta desde el Cielo... repentinamente hay poder en Su Palabra para hacerla suceder. “Acerquémonos confiadamente”, dijo el apóstol. Pero de algún modo la voz parece ser tenue, y no sucede. Pero Juan se hallo ahí “inmediatamente”—ante el Origen y la Fuente de toda la gloria que había visto previamente. Ahora se encuentra en ámbitos de Luz pura. En el Lugar Santo hay luz del candelero que creo que representa a todos los dones y ministerios del Espíritu. Necesitamos toda esa provisión  del Espíritu que Él ha dado, para traernos palabras de sabiduría y de ciencia, nuevas medidas de fe y entendimiento. Necesitamos esos dones de sanidad y de discernimiento de espíritus. Todos estos dones son como rayos de Luz del Lugar Santísimo... y debemos tener esa Luz. Pero Dios quiere que esta Luz resplandezca desde Su pueblo en una explosión de gloria que llenará toda la tierra. Los dones y los ministerios jamás tuvieron ese propósito, sino mostrarnos el camino hacia ese ámbito más alto.

Como Rut, estamos agradecidos de poder cosechar en los campos de Booz, cuyo nombre significa: en él hay fortaleza. Booz era fuerte a favor de la sierva de Moab. Él dijo a sus cosechadores que dejaran manojos de grano sobre la tierra, para que Rut los recogiera. Esto fue algo muy generoso por su parte. Después, cuando le prometió convertirse en su pariente redentor, le dio “seis medidas de cebada” estrictamente como un regalo. No tenía que cosecharlo de los campos. Qué agradecidos debemos estar siempre por “todo don perfecto” que Él nos concede: tanto si lo recogemos con duro trabajo, o si simplemente Él lo pone en nuestra bolsa sin que ni siquiera se lo pidamos.

Pero Él quiere llevarnos aún más alto... más allá del lugar donde se reciben los dones. Él quiere que nos entreguemos a Él como hizo Rut. Y Él quiere recibirnos para Él mismo... como Booz recibió a Rut. Que se seque la flor en nuestras vidas, y demos lugar al fruto. Que el Lugar Santo del ministerio de lugar al Lugar Santísimo de permanencia en unión con Él, “que habita entre los querubines”. Agradecidos como estamos por los dones, entendamos esto: los propósitos de Dios se quedan muy cortos de Su deseo, si no estamos siempre buscando el camino aún más excelente—una relación con Él, en la que vivimos en un mismo hogar. Su deseo es que cenemos con Él y Él con nosotros: “Yo en ellos, y Tú en Mi, para que puedan ser perfectos en unidad” (Juan 17:23). El deseo de Dios es llevarnos a profundidades aún mayores en el Espíritu. ¿Qué significa realmente esto, estar...?


¿En el Espíritu?

Si llenas tu copa de agua—el agua está en la copa. Si arrojas la copa al río—ahora la copa está en el río. Jesús dijo, “Permaneced en Mi”. Pero seguidamente dijo, “Y Yo en vosotros”. Cristo está en nosotros, ¿Es que eso no es suficiente? Si, si nos damos cuenta de que Él viene a nosotros para que nosotros podamos venir a Él. Él quiere que nos sumerjamos en el Río... copa y todo. Es maravilloso caminar en las aguas de la Vida, hasta nuestros tobillos... hasta nuestras rodillas... hasta nuestra cintura. Pero nos da miedo ir más hacia delante porque sentimos que dejamos de dar pie. Nos da temor comprometernos con el Rio de la Vida, con sus aguas agitadas. “Nos da miedo arrojarnos hacia lo profundo, y alejarnos de la costa...” Tenemos miedo porque no conocemos realmente a nuestro Padre lo suficiente como para rendirnos por completo a Su cuidado. Un poco más de auto-control parece ser algo deseable, en lugar de arrojarnos por completo a Él. Sé que nos es muy difícil  comprender lo que Dios tiene en mente para nosotros por medio de entrar a la plenitud del Espíritu. Pero eso es lo que Él quiere que persigamos—de la misma manera que los hijos de Israel, que sabiendo muy poco sobre Canaán, siguieron a la Nube de Su Presencia. Cuando proseguimos en el conocimiento de Él, Él será fiel en llevarnos a la plenitud que Él desea.  

1 comentario:

  1. AMEN! Más haya de e Pentecostés, la novia con vestiduras blancas y resplandeciente entregada totalmente, sin reservas ni temores, tuya soy, y en mi tienes tu contentamiento.

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