TRATADO IV-2 - EL MARAVILLOSO PLAN DE DIOS PARA LA CREACIÓN Parte 2 de 4: Los Juicios Misericordiosos de Dios, Dr. Stephen Jones





Descripción:

Si conoce a algún cristiano, es muy probable que le hayan dicho que "pasará la eternidad en el Infierno" si no acepta a Jesús o tal vez si no se une a su iglesia u organización.

La Biblia en realidad no enseña eso. La Biblia enseña que el Infierno es la tumba y que es temporal, porque termina con la resurrección de los muertos. Tampoco es un lugar de tortura consciente en un fuego sobrecalentado ...


El "fuego" es una metáfora del juicio (sentencia) de la Ley. La Ley de Dios nunca prescribe la tortura como castigo por el pecado. Debido a que la sentencia siempre debe administrarse en proporción directa al delito, siempre debe terminar en algún momento. Ningún hombre puede cometer tanto pecado en una vida que deba ser castigado eternamente.

La Biblia dice que los juicios (sentencias) de Dios son eonian, no eternos. Eón es una palabra que significa "Edad", que dura un período de tiempo no especificado o desconocido. En realidad, es el equivalente griego de la palabra hebrea olam, que también significa un período de tiempo oculto o desconocido. Al final, la Ley del Jubileo limita el juicio a 49 años.

La Ley de Dios es una expresión de la naturaleza de Dios. Dios es amor. Ningún juicio de Dios carece de amor. El castigo interminable no es una expresión del amor. Si castigáramos a nuestros propios hijos sin perdón y sin fin, difícilmente podría decirse que los amamos.

Lo mismo es cierto con Dios mismo. Los juicios de Dios están diseñados para corregir a Sus hijos, no para destruirlos o perderlos. Siempre hay un buen propósito en el juicio divino, porque su objetivo es restaurar la relación con Dios. Los juicios de Dios son misericordiosos.


La Ley Ardiente o de Fuego


La Biblia habla de un Juicio Final al término de la Edad actual. Todos los que hayan muerto desde el inicio de las Edades serán resucitados de entre los muertos y serán convocados ante el Trono de Dios para dar cuenta de sí mismos.

Allí se corregirán todos los errores, y se hará una restitución a todas las víctimas de la injusticia según lo dispuesto en la Ley de Dios. La aplicación de la Ley de Dios se representa como un "fuego", pero esto nunca fue tomado literalmente. Esta metáfora se basa en la terminología legal empleada en Deut. 33: 2, que habla de "la ley de fuego". Cuando Dios le dio a Israel los Diez Mandamientos, habló desde en medio del fuego (Deut. 5: 24). Debido a que la Ley era una revelación de la naturaleza de Dios, también se escribió que "Yahweh tu Dios es un fuego consumidor" (Deut. 4: 24).

Más tarde, el profeta Daniel tuvo una visión en la que vio a Dios sentado en un Trono ardiente. Dan. 7: 9-10 dice:

Su trono era llama de fuego, sus ruedas un fuego ardiente. Un río de fuego fluía y salía de delante de Él ... El tribunal se sentó y los libros fueron abiertos".

Un trono es un antiguo símbolo de la Ley. Cuando un rey o un juez se sentaban en un trono, juzgaban a la gente según la ley de su reino. Entonces, cuando se representa el Trono de Dios como un fuego, del cual fluye un Río de Fuego hacia las personas que están resucitando, representa el juicio de la Ley de Dios.

La Ley corrige las injusticias y elimina (o "quema") todas las injusticias, al obligar a los infractores de la Ley a hacer las cosas bien, generalmente a que paguen la restitución a sus víctimas. El propósito final de tal juicio no es torturar al pecador sino rehabilitarlo a través de la disciplina.

Ese fue siempre el propósito amoroso de la Ley de Dios. De hecho, la Ley incluso les dio a los pecadores ciertos derechos. Los pecadores tenían derecho a no ser castigados desproporcionadamente. El juicio siempre debía ser directamente proporcional al crimen mismo. Éxodo 22: 1-4 dice:

"Si un hombre roba un buey o una oveja, y lo mata o lo vende, pagará cinco bueyes por el buey y cuatro ovejas por la oveja ... Si lo que robó se encuentra vivo en su poder, ya sea un buey o un asno u oveja, pagará el doble.

Hoy, el robo de animales representa solo una pequeña porción de los crímenes. Es más frecuente que las personas roben otras cosas de valor. La sentencia de la Ley, entonces, generalmente forzaría al ladrón condenándole a pagar una doble restitución, en lugar de cuatro o cinco veces el valor de un animal.

El punto es que el juicio de la Ley de Dios siempre es en proporción matemática directa al crimen mismo. La Ley de Dios establece el estándar del juicio justo y establece la definición de la justicia verdadera, de acuerdo con la naturaleza de Dios y Su amor. La tortura en sí misma es un pecado, y es por eso que es contraria a la naturaleza y la voluntad de Dios.


El pecado es tratado como una deuda


Todo pecado se considera una deuda en el sistema de justicia de Dios. Es por eso que la oración del Señor se lee de dos maneras diferentes en Mateo y Lucas:


Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.


"Y perdónanos nuestros pecados, porque nosotros también perdonamos a todos los que están en deuda con nosotros".

Si un hombre pecaba contra su prójimo, la sentencia era que el pecador tenía una deuda con su prójimo. El monto de la deuda era determinado según la gravedad del delito. Si el pecador no podía pagar su deuda no era enviado a prisión, sino forzado a trabajar hasta pagar su deuda.

La Ley dice en Éxodo 22: 3, "si no posee nada, entonces será vendido por su robo". En otras palabras, se veía obligado a trabajar para el que estuviera dispuesto a pagar más por su trabajo. Su sentencia podía ser de un día, una semana, un mes o incluso muchos años, dependiendo de la gravedad del delito y del tamaño de la deuda.

Pero la Ley de Dios no permite las cárceles como tales. Las cárceles violan los derechos de los pecadores y de sus víctimas. Si se envía a un ladrón a prisión, se le castiga, pero no se hace justicia. La víctima rara vez recibe una compensación por su pérdida, y el pecador no puede pagar su deuda a la víctima. ¿Cómo, entonces, puede hallar el perdón?
El propósito de la justicia de Dios es doble. Primero, es para compensar a la víctima por su pérdida. Segundo, es proporcionar el camino para que el pecador reciba el perdón y la restauración en su nación. La verdadera justicia no se hace hasta que estos dos objetivos se hayan cumplido.


Cuando la restitución no es posible


Hay algunos delitos que no pueden medirse en términos de pagos en restitución. El asesinato premeditado, la violación de una mujer casada, el secuestro, etc. son ejemplos de tales crímenes. Estos casos requieren la pena de muerte, a menos que la víctima (o un representante) lo perdone.

La pena de muerte no es el juicio final. La muerte solo pospone la sentencia hasta que el Tribunal Superior pueda juzgar el caso más tarde. No hay restitución por asesinato porque la corte terrenal carece de la capacidad de restablecer el orden legal. Entonces, la pena de muerte es como apelar el caso ante un Tribunal Superior.

Cuando Dios resucite a los muertos al final de los tiempos y juzgue al mundo, Él si tendrá el poder para abordar este problema. En primer lugar, tiene el poder de resucitar a los muertos. En segundo lugar, podrá poner al asesino a trabajar durante dos vidas normales o más. Tales soluciones no son posibles en nuestros tribunales terrenales, pero Dios no está restringido de ninguna manera.

La pena de muerte, entonces, debe ser vista como una apelación ante el Tribunal Superior de Justicia en el futuro. El pecador no es condenado a pasar la eternidad en el "Infierno", sino que será sentenciado a trabajar al servicio del Reino.

Ese es el "Lago de Fuego", o el Juicio de la Ley. Torturar al pecador en un fuego literal nunca podría restituir a las víctimas por la injusticia padecida. Tampoco el castigo eterno podría restaurar a un pecador al lugar del perdón total.


¿Qué hay del Infierno?


La palabra española "Infierno" es una palabra antigua que solía significar la tumba (sepulcro, Hades en griego o Seol en hebreo), o cubrir a alguien o algo. Todavía tenemos muchas palabras en castellano que reflejan eso. Un casco, por ejemplo, cubre la cabeza. Un ilota es un siervo, o alguien que está cubierto bajo la autoridad de un amo. Solían "infernar" las patatas soterrándolas (en un sótano o hueco cavado en la tierra).

El Infierno no es prescrito en la Ley de Dios, a menos que lo definamos de manera bíblica. El Infierno mismo es simplemente "la tumba", como leemos en 1 Corintios 15: 55, donde Pablo pregunta:

"Oh muerte, ¿dónde está tu aguijón? Oh tumba [hades, seol, infierno, sepulcro], ¿dónde está tu victoria?

Esta es la única vez que Pablo menciona el "Infierno" en todos sus escritos, y escribió en 1ª Corintios 15: 55 que el Infierno (Seol, Hades) mismo debía ser destruido, citando de Oseas 13: 14,

Los rescataré del poder de la tumba [Infierno]; Los redimiré de la muerte; oh muerte, seré tus plagas; oh tumba [Infierno], seré tu destrucción”.

Dios nos estaba diciendo que tenía la intención de destruir el Infierno o tumba. ¿Cómo? Por medio de la resurrección de la muerte. Al final, la resurrección destruirá el Infierno, así como la vida destruye la muerte, porque leemos en Apocalipsis 20: 14,

Y la Muerte y el Infierno (Hades) fueron arrojados al lago de fuego. Esta es la segunda muerte, el lago de fuego".

La primera muerte (mortalidad) es el juicio por el pecado de Adán. Morimos a causa de su pecado. La segunda muerte es el juicio por nuestros propios pecados. La segunda muerte es "el Lago de Fuego", que en Daniel 7: 9 está formado por el "Río de Fuego". La única forma en que uno podría ser juzgado por un fuego literal es si él quemó a otra persona en esta vida. Una vez más, la sentencia se ajusta al crimen. Éxodo 21:24,25 dice:

"Ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, hematoma por hematoma".

Entonces, si un hombre injustamente quemó a alguien vivo, podría ser responsable por el mismo trato en el juicio final. Pero incluso esto, aunque doloroso, no duraría para siempre.


El perdón es el objetivo


La Biblia dice que todos hemos pecado. La pregunta no es cuán grandes pecadores somos sino cómo encontrar el perdón y la restauración con nuestro Padre Dios que nos ama.

Es bueno pagar restitución a aquellos contra quienes hemos pecado, para que las relaciones terrenales puedan ser restauradas. Sin embargo, el problema más profundo es cómo obtener el perdón de Dios para que podamos ser restaurados para Él y poder llegar a ser todo lo que Dios quiso que Sus hijos fueran.

Una clave es conocer la Ley de los Derechos de las Víctimas. Las víctimas de un delito tienen derecho a ser recompensadas, pero también tienen derecho a perdonar. Cuando Jesús fue puesto en la Cruz, asumió la responsabilidad de cada pecado y, por lo tanto, se convirtió en la víctima por cada pecado cometido.

La Ley le daba el derecho de mantener el pecado contra toda la humanidad, o de perdonarlo. Lucas 23: 34 dice que eligió perdonar. Él oró: "Padre, perdónalos".

La Ley de Dios entonces liberó al mundo, porque la Ley no tenía la potestad de poder negar la petición de Jesús. Jesús conocía Sus derechos, y entendía Su propósito de tener que morir. ¡Los juicios de Dios son verdaderamente misericordiosos!


Nota del Traductor:


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