El Evangelio de Juan, Parte 20- CRUCIFIXIÓN (Entre la séptima y octava señales) 9 –La Cruz, el remedio para la amargura, Dr. Stephen Jones


Una Vida Reformada: Mujer, he ahí tu hijo...



17-02-2020

La frase, "He aquí tu rey", como está escrita en el texto hebreo de Zacarías 9: 9, tiene un valor numérico de 6.000. Debido a que seis es el número de hombre, y mil es el número de gloria, vemos en esto la presentación del Hombre glorificado, Jesucristo, que estaba a punto de ser glorificado (Juan 17: 5).

Desde un punto de vista cronológico, esto también profetizaba de la Segunda Aparición de Cristo después de 6.000 años, cuando la historia adámica entraría en su Gran Sábado.

La inscripción de Pilato en la Cruz también fue un acto legal y, por lo tanto, también profético, porque la Ley profetiza lo que vendrá. Cuando Pilato declaró en Juan 19: 22, "Lo que he escrito, he escrito", declaró en el típico lenguaje idiomático hebreo "lo que se hace, se hace y no se puede revocar". En otras palabras, Pilato dijo: "Lo que he escrito permanecerá, y no tendréis otro Rey Mesías que éste".

Por lo tanto, Pilato profetizó del Rey, así como Caifás había profetizado antes de Cristo, cuyo ministerio era morir en nombre de la nación.


Echando a suertes su prenda

Juan 19: 23, 24 dice:

23 Entonces los soldados, cuando crucificaron a Jesús, tomaron sus vestiduras exteriores e hicieron cuatro partes, una parte para cada soldado y también la túnica; y la túnica era perfecta, tejida en una sola pieza. 24 Entonces se dijeron unos a otros: "No lo rasguemos, sino echemos suertes para decidir de quién será"; esto fue para cumplir la Escritura [Salmo 22: 18]: “Repartieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes”.

Esa "túnica" no era la túnica real que Herodes le había dado a Jesús, porque Mateo 27: 31 dice:

31 Después de haberse burlado de Él, le quitaron la túnica escarlata, le pusieron sus propias vestiduras y lo llevaron a crucificarlo.

Así, el Salmo 22: 18 se cumplió, diciendo:

18 Reparten mis vestidos entre sí, y sobre mi ropa echan suertes.

El Salmo 22, por supuesto, es uno de los grandes pasajes mesiánicos sobre los sufrimientos de David y de Jesucristo. Sin duda, el ejército de Absalón, que derrocó a David, saqueó la casa de David y dividieron sus prendas entre ellos. Todo el Salmo fue citado por Jesús en la Cruz, comenzando con "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?" (Salmo 22: 1; Mateo 27: 46).

David era "un sacerdote para siempre según la orden de Melquisedec" (Salmo 110: 4); Jesús era el Sumo Sacerdote de la misma orden (Hebreos 5: 5, 6). Por lo tanto, Sus vestimentas eran vestiduras sacerdotales, aunque no las mismas que vestían Aarón y sus hijos. Dividir las prendas entre los soldados significaba que estaban usurpando el sacerdocio para sí mismos. Esta es otra indicación, desde un punto de vista profético, de que los soldados no eran romanos sino los guardias del templo y eran sacerdotes de la orden aarónica.

Juan omite muchos detalles que fueron cubiertos por los otros escritores del evangelio. Di un relato más completo en mi comentario, Dr. Lucas: Sanado las Brechas, Book VIII, y no repetiré la historia completa aquí.


Los testigos de Su crucifixión

Juan 19:25 dice:

25 Por eso los soldados hicieron estas cosas. Pero junto a la cruz de Jesús estaban su madre, y la hermana de su madre, María, la esposa de Cleofás, y María Magdalena.

La madre de Jesús, María, y "María, la esposa de Cleofás" eran "hermanas", porque José y Cleofás (o Clopas) eran hermanos. Cleofás acompañaba al mismo Lucas en el camino a Emaús cuando Jesús caminó con ellos poco después de Su resurrección (Lucas 24:18). María Magdalena es la tercera "María", proporcionando el triple testigo de Su resurrección. María significa "amargo", que muestra el significado y el propósito de las hierbas amargas que se comían en la Pascua (Éxodo 12: 8). María Magdalena era, sin duda, María de Betania, como he demostrado en otra parte.

No se nos dice cuándo llegaron estas mujeres a la escena, si estuvieron presentes en la Última Cena y el Jardín o si llegaron la mañana del juicio de Jesús ante Pilato. Sin embargo, sabemos que estaban en Jerusalén para la fiesta de la Pascua, y siguieron a Jesús al Monte de los Olivos, donde Jesús fue crucificado.

Aquí se cumplió la profecía de Simeón, registrada en Lucas 2: 34, 35,

34 Y Simeón los bendijo y le dijo a María Su madre: "He aquí, este Niño es designado para la caída y el levantamiento de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción, 35 y una espada traspasará aun tu propia alma, a fin de que que los pensamientos de muchos corazones puedan ser revelados".

Esta misteriosa profecía habla de "la caída y el levantamiento de muchos en Israel", que parece sugerir una secuencia de muerte y resurrección, tanto literal como espiritualmente. Cristo también fue "contradicho", lo que se hizo evidente a lo largo de Su ministerio y finalmente en Su condenación. Hubo otro Simón para "llevar su cruz" (Mateo 27: 32). Ambos hombres hicieron lo que su nombre profetizaba, porque Simón o Simeón significa "escuchar". Ambos escucharon la Palabra de Dios.

Nuestro enfoque, sin embargo, recae en la propia María, ya que una "espada" iba a traspasar su alma también. El propósito de esta espada era revelar los "pensamientos" del corazón. Es una profecía temprana de la función de la palabra de Dios, como se ve en Hebreos 4: 12,

12 Porque la palabra de Dios es viva, y eficaz y más aguda que cualquier espada de dos filos y penetrante hasta la división del alma y el espíritu, así las articulaciones y los tuétanos, y es capaz de juzgar (discernir) los pensamientos e intenciones del corazón.

La Palabra de Dios es una espada, un cuchillo afilado en las manos del sacerdote que la usa para cortar un sacrificio. El sacerdote no solo cortaba las porciones de carne sino que también separaba hueso de hueso por la articulación y cortaba el hueso para exponer la médula o tuétano. Esto representa proféticamente la división del alma y el espíritu. El hueso representa el alma; la médula representa el espíritu. Aquellos que no conocen la diferencia entre alma y espíritu deben aprender a manejar mejor la espada del Espíritu, porque hay una diferencia entre hueso y médula. La médula está dentro del hueso, así como el Lugar Santísimo está dentro del Santo. Para entrar al Lugar Santo (alma), uno debe pasar por el patio exterior (cuerpo). Para ingresar al Lugar Santísimo, uno debe pasar por el Lugar Santo. Así también, para acceder al espíritu, uno debe ir más allá del alma que lo encierra. Partir el alma (hueso), revela "los pensamientos e intenciones del corazón". Esto va más allá de las fachadas (apariencia) del alma, nuestros mecanismos de defensa psicológica que dan la apariencia de justicia pero no la realidad que está en el corazón.

Entonces la espada debía perforar las almas de muchos en Israel, exponiendo la amargura del corazón. De modo que la propia María, y las tres Marías, permanecieron en la Cruz como tipos y señales de la exposición de la amargura del corazón, que solo podía ser curada por la Cruz misma. Por lo tanto, las hierbas amargas que se comían en la comida de la Pascua, profetizaban no solo de la experiencia amarga en sí, sino también de las tres Marías, y su presencia manifestaba la espada afilada de la Palabra que cortaba el Sacrificio y exponía también la amargura de los corazones de los hombres.


He ahí tu hijo

Juan 19: 26 dice:

26 Cuando Jesús vio a su madre y al discípulo a quien amaba parado cerca, le dijo a su madre: "¡Mujer, he ahí tu hijo!"

Eso esencialmente cumplió Zacarías 12: 10,

10 ... y mirarán a quien traspasaron, y se lamentarán por Él, como uno llora por un hijo único, lamentarán amargamente [marar] sobre Él como el amargo llanto sobre un primogénito".

La palabra hebrea traducida “amargamente” es marar, que es la raíz del nombre Miriam o María. María estaba representando a toda la nación y al mundo mismo que lo había "traspasado" en diferentes niveles. Muestra que la solución para la amargura, la ira y la rebelión del corazón contra Dios se remedia con el mandato: "He ahí tu hijo".


He ahí tu madre

Juan 19: 27 continúa,

27 Entonces le dijo al discípulo: "¡He ahí tu madre!" A partir de esa hora, el discípulo la llevó a su propia casa.

Juan se convirtió en el tutor de María, asumiendo la responsabilidad de ella. Por lo tanto, en los años venideros, cuando Juan se mudó a Éfeso, María fue con él, al menos por una temporada. Proféticamente hablando, "He ahí tu madre" se vincula con el mandato anterior anterior, ya que muestra que aquellos cuyos corazones encuentran el remedio de la Cruz (TRADUCTOR: ir a la Cruz con el Hijo, permitir que nuestro ego sea crucificado, nos lleva al amor de la familia de Dios y nos sana de la amargura, la ira y la rebelión; Éxodo 15:25: Y Moisés clamó a Yahweh, y Yahweh le mostró un ÁRBOL; y lo echó en las aguas, y las aguas se ENDULZARON. Allí les dio estatutos y ordenanzas, y allí los probó) son los que se unen a la familia del amor; se mueven de la amargura al amor. Esto es similar al equivalente de unirse a "la familia de la fe" (Gálatas 6: 10), que a su vez, es convertirse en parte de la familia de Abraham.


El nombre de Juan en hebreo es Johanan, "a quien Dios ha agraciado". Por lo tanto, hay un elemento de gracia aquí también.

Vemos, entonces, cómo las tres Marías jugaron un papel profético vital en la historia de la crucifixión, que nos enseña cómo todos debemos aplicar el remedio de gracia adecuado a la condición de la amargura del corazón. Al hacerlo, podemos unirnos a la familia del amor y la fe y, como dijo Jesús anteriormente, “permaneced en mi amor” (Juan 15: 9).



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