17-02-2020
La
frase, "He aquí tu rey", como está escrita en el
texto hebreo de Zacarías 9: 9, tiene un valor numérico de 6.000.
Debido a que seis es el número de hombre, y mil es el número de
gloria, vemos en esto la presentación del Hombre glorificado,
Jesucristo, que estaba a punto de ser glorificado (Juan 17: 5).
Desde
un punto de vista cronológico, esto también profetizaba de la
Segunda Aparición de Cristo después de 6.000 años, cuando la
historia adámica entraría en su Gran Sábado.
La
inscripción de Pilato en la Cruz también fue un acto legal y, por
lo tanto, también profético, porque la Ley profetiza lo que vendrá.
Cuando Pilato declaró en Juan 19: 22, "Lo que he escrito, he
escrito", declaró en el típico lenguaje idiomático hebreo
"lo que se hace, se hace y no se puede revocar". En otras
palabras, Pilato dijo: "Lo que he escrito permanecerá, y no
tendréis otro Rey Mesías que éste".
Por
lo tanto, Pilato profetizó del Rey, así como Caifás había
profetizado antes de Cristo, cuyo ministerio era morir en nombre de
la nación.
Echando
a suertes su prenda
Juan
19: 23, 24 dice:
23 Entonces los soldados, cuando
crucificaron a Jesús, tomaron sus vestiduras exteriores e hicieron
cuatro partes, una parte para cada soldado y también la túnica; y
la túnica era perfecta, tejida en una sola pieza. 24 Entonces se
dijeron unos a otros: "No lo rasguemos, sino echemos suertes
para decidir de quién será"; esto fue para cumplir la
Escritura [Salmo 22: 18]: “Repartieron entre sí mis
vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes”.
Esa
"túnica" no era la túnica real que Herodes le había dado
a Jesús, porque Mateo 27: 31 dice:
31 Después de haberse burlado de
Él, le quitaron la túnica escarlata, le pusieron sus propias
vestiduras y lo llevaron a crucificarlo.
Así,
el Salmo 22: 18 se cumplió, diciendo:
18 Reparten mis vestidos entre sí,
y sobre mi ropa echan suertes.
El
Salmo 22, por supuesto, es uno de los grandes pasajes mesiánicos
sobre los sufrimientos de David y de Jesucristo. Sin duda, el
ejército de Absalón, que derrocó a David, saqueó la casa de David
y dividieron sus prendas entre ellos. Todo el Salmo fue citado por
Jesús en la Cruz, comenzando con "Dios mío, Dios mío, ¿por
qué me has abandonado?" (Salmo 22: 1; Mateo 27: 46).
David
era "un sacerdote para siempre según la orden de
Melquisedec" (Salmo 110: 4); Jesús era el Sumo Sacerdote de
la misma orden (Hebreos 5: 5, 6). Por lo tanto, Sus vestimentas eran
vestiduras sacerdotales, aunque no las mismas que vestían Aarón y
sus hijos. Dividir las prendas entre los soldados significaba que
estaban usurpando el sacerdocio para sí mismos. Esta es otra
indicación, desde un punto de vista profético, de que los soldados
no eran romanos sino los guardias del templo y eran sacerdotes de la
orden aarónica.
Juan
omite muchos detalles que fueron cubiertos por los otros escritores
del evangelio. Di un relato más completo en mi comentario, Dr.
Lucas: Sanado las Brechas,
Book VIII,
y no repetiré la historia completa aquí.
Los
testigos de Su crucifixión
Juan
19:25 dice:
25 Por eso los soldados hicieron
estas cosas. Pero junto a la cruz de Jesús estaban su madre, y la
hermana de su madre, María, la esposa de Cleofás, y María
Magdalena.
La
madre de Jesús, María, y "María, la esposa de Cleofás"
eran "hermanas", porque José y Cleofás (o Clopas)
eran hermanos. Cleofás acompañaba al mismo Lucas en el camino a
Emaús cuando Jesús caminó con ellos poco después de Su
resurrección (Lucas 24:18). María Magdalena es la tercera "María",
proporcionando el triple testigo de Su resurrección. María
significa "amargo", que muestra el significado y el
propósito de las hierbas amargas que se comían en la Pascua (Éxodo
12: 8). María Magdalena era, sin duda, María de Betania, como he
demostrado en otra parte.
No
se nos dice cuándo llegaron estas mujeres a la escena, si estuvieron
presentes en la Última Cena y el Jardín o si llegaron la mañana
del juicio de Jesús ante Pilato. Sin embargo, sabemos que estaban en
Jerusalén para la fiesta de la Pascua, y siguieron a Jesús al Monte
de los Olivos, donde Jesús fue crucificado.
Aquí
se cumplió la profecía de Simeón, registrada en Lucas 2: 34, 35,
34 Y Simeón los bendijo y le dijo
a María Su madre: "He aquí, este Niño es designado para la
caída y el levantamiento de muchos en Israel, y para ser señal de
contradicción, 35 y una espada traspasará aun tu propia alma, a fin
de que que los pensamientos de muchos corazones puedan ser
revelados".
Esta
misteriosa profecía habla de "la caída y el levantamiento
de muchos en Israel", que parece sugerir una secuencia de
muerte y resurrección, tanto literal como espiritualmente. Cristo
también fue "contradicho", lo que se hizo evidente a lo
largo de Su ministerio y finalmente en Su condenación. Hubo otro
Simón para "llevar su cruz" (Mateo 27: 32). Ambos
hombres hicieron lo que su nombre profetizaba, porque Simón o Simeón
significa "escuchar". Ambos escucharon la Palabra de Dios.
Nuestro
enfoque, sin embargo, recae en la propia María, ya que una "espada"
iba a traspasar su alma también. El propósito de esta espada era
revelar los "pensamientos" del corazón. Es una profecía
temprana de la función de la palabra de Dios, como se ve en Hebreos
4: 12,
12 Porque la palabra de Dios es
viva, y eficaz y más aguda que cualquier espada de dos filos y
penetrante hasta la división del alma y el espíritu, así las
articulaciones y los tuétanos, y es capaz de juzgar (discernir)
los pensamientos e intenciones del corazón.
La
Palabra de Dios es una espada, un cuchillo afilado en las manos del
sacerdote que la usa para cortar un sacrificio. El sacerdote no solo
cortaba las porciones de carne sino que también separaba hueso de
hueso por la articulación y cortaba el hueso para exponer la médula
o tuétano. Esto representa proféticamente la división del alma
y el espíritu. El hueso representa el alma; la médula representa el
espíritu. Aquellos que no conocen la diferencia entre alma y
espíritu deben aprender a manejar mejor la espada del Espíritu,
porque hay una diferencia entre hueso y médula. La médula está
dentro del hueso, así como el Lugar Santísimo está dentro del
Santo. Para entrar al Lugar Santo (alma), uno debe pasar por el patio
exterior (cuerpo). Para ingresar al Lugar Santísimo, uno debe pasar
por el Lugar Santo. Así también, para acceder al espíritu, uno
debe ir más allá del alma que lo encierra. Partir el alma (hueso),
revela "los pensamientos e intenciones del corazón".
Esto va más allá de las fachadas (apariencia) del alma, nuestros
mecanismos de defensa psicológica que dan la apariencia de justicia
pero no la realidad que está en el corazón.
Entonces
la espada debía perforar las almas de muchos en Israel, exponiendo
la amargura del corazón. De modo que la propia María, y las
tres Marías, permanecieron en la Cruz como tipos y señales de la
exposición de la amargura del corazón, que solo podía ser curada
por la Cruz misma. Por lo tanto, las hierbas amargas que se comían
en la comida de la Pascua, profetizaban no solo de la experiencia
amarga en sí, sino también de las tres Marías, y su presencia
manifestaba la espada afilada de la Palabra que cortaba el Sacrificio
y exponía también la amargura de los corazones de los hombres.
He
ahí tu hijo
Juan
19: 26 dice:
26 Cuando Jesús vio a su madre y
al discípulo a quien amaba parado cerca, le dijo a su madre:
"¡Mujer, he ahí tu hijo!"
Eso
esencialmente cumplió Zacarías 12: 10,
10 ... y mirarán a quien
traspasaron, y se lamentarán por Él, como uno llora por un hijo
único, lamentarán
amargamente [marar] sobre Él como el amargo
llanto sobre un primogénito".
La
palabra hebrea traducida “amargamente” es marar, que es la
raíz del nombre Miriam o María. María estaba representando
a toda la nación y al mundo mismo que lo había "traspasado"
en diferentes niveles. Muestra que la solución para la amargura,
la ira y la rebelión del corazón contra Dios se remedia con el
mandato: "He ahí tu hijo".
He
ahí tu madre
Juan
19: 27 continúa,
27 Entonces le dijo al discípulo:
"¡He ahí tu madre!" A partir de esa hora, el discípulo
la llevó a su propia casa.
Juan
se convirtió en el tutor de María, asumiendo la responsabilidad de
ella. Por lo tanto, en los años venideros, cuando Juan se mudó a
Éfeso, María fue con él, al menos por una temporada.
Proféticamente hablando, "He ahí tu madre" se
vincula con el mandato anterior anterior, ya que muestra que aquellos
cuyos corazones encuentran el remedio de la Cruz (TRADUCTOR: ir
a la Cruz con el Hijo, permitir que nuestro ego sea crucificado, nos
lleva al amor de la familia de Dios y nos sana de la amargura, la ira
y la rebelión; Éxodo
15:25: Y
Moisés clamó a Yahweh, y Yahweh le mostró un ÁRBOL; y lo echó en
las aguas, y las aguas se ENDULZARON. Allí les dio estatutos y
ordenanzas, y allí los probó) son los que se unen
a la familia del amor; se mueven de la amargura al amor.
Esto es similar al equivalente de unirse a "la familia de la
fe" (Gálatas 6: 10), que a su vez, es convertirse en parte
de la familia de Abraham.
El
nombre de Juan en hebreo es Johanan, "a quien Dios ha
agraciado". Por lo tanto, hay un elemento de gracia aquí
también.
Vemos,
entonces, cómo las tres Marías jugaron un papel profético vital en
la historia de la crucifixión, que nos enseña cómo todos debemos
aplicar el remedio de gracia adecuado a la condición de la
amargura del corazón. Al hacerlo, podemos unirnos a la familia
del amor y la fe y, como dijo Jesús anteriormente, “permaneced
en mi amor” (Juan 15: 9).
godskingdom.org/blog/2020/02/the-gospel-of-john-crucifixion-part-9
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