ORACIÓN GENUINA NO CONLLEVA IRRESPONSABILIDAD / DEJA TU FUTURO EN SUS MANOS / (Sorbos Místicos), François Fenélon




LA ORACIÓN GENUINA

La oración genuina no es otra cosa más que amar a Dios. La oración no se hace por medio de muchas palabras, pues Dios conoce tus más íntimos sentimientos antes de que los expreses. La oración verdadera proviene del espíritu. Tú sólo oras por aquello que deseas. Si no eres capaz de desear desde las intimidades de tu corazón (es decir, desde tu espíritu) tu oración es engañosa. Podrías pasarte días enteros “orando”, pero si no oras desde tus más íntimos y profundos deseos, no estás orando.

Oras sin cesar cuando hay un amor auténtico en tu corazón, y cuando hay un deseo que ha nacido de Dios en ese lugar. El amor, oculto en los recesos de tu espíritu, ora sin cesar incluso cuando tu mente necesita atender alguna otra cosa. El amor pide a Dios que te dé lo que necesitas y que ponga tu sinceridad por delante de tu debilidad humana. El amor de Dios dentro de ti se lleva incluso los más nimios defectos y te purifica como un fuego abrasador. El Espíritu dentro de ti pide todas las cosas según la voluntad de Dios. Incluso cuando estás ocupado con las cosas externas todavía hay un continuo fuego quemando en tu interior. Este fuego, que no puede ser apagado, anima una secreta oración, que es como una lámpara que siempre arde ante el Trono de Dios. “Duermo mas mi corazón vela”Hay dos cosas que te ayudarán a guardar este espíritu de oración: un tiempo fijo apartado para estar con Dios, y volverte a Dios tanto como puedas durante el día. ¡Mantente alejado de personas que te distraen demasiado o que promueven tus pasiones! 

El primer fruto de un amor sincero por Dios es el deseo sincero de  hacer todo cuanto puedas para agradar a tu Amado. Hacer menos es amarte a ti mismo antes que a Dios. ¡Dios no lo quiera! Cueste lo que cueste, has de estar dispuesto a hacer todo lo que Él pida sin reservas.

Haz lo que tengas que hacer antes de salir a divertirte. Las personas que descuidan sus deberes para “pasar más tiempo con  Dios” se engañan a sí mismas. No te acercarás más a Dios por ser irresponsable y llamarlo “espiritual”. La verdadera unión con Dios es hacer todo cuanto se espera de ti de parte de Dios, da igual cómo te sientas.

Asegúrate de que guardas cierto tiempo para Dios. Lo normal es que aquellos que ocupan cargos de importancia estén muy ocupados, y tendrán la tentación de dejar el tiempo de comunión con Dios para lo último. ¿Lo adivinas? Nunca tendrás tiempo para Dios. Sé firme contigo mismo. No dejes que la confusión del día ateste tu tiempo apartado para Dios. Puede que esto parezca demasiado estricto, pero pronto te vendrás abajo si no escuchas lo que tengo que decirte sobre esta cuestión.



PENSAMIENTOS QUE DIVAGAN

¿Cómo tratas con los pensamientos que divagan y la falta de entusiasmo durante la oración?

Aparta un tiempo en concreto para estar a solas con Dios. Estate contento con rendirte sin reservas a Dios. No andes buscando la cruz por fuera, sino que cuando venga la cruz (y lo hará), no dejes que la obra de Dios pase sin dejar que las tribulaciones te sean de provecho. Acepta, a pesar de todos tus recelos, cuanto Dios te traiga para ejercitar tu fe. No te preocupes de si tendrás la fuerza para hacer lo que es correcto. La gracia sólo llega en el momento que la necesitas. Tan solo estate dispuesto a recibir tus pruebas con un corazón alegre.

Cuando veas que tus pensamientos divagan, oblígate a volver al momento presente, pero no luches con tus pensamientos. Tan sólo permanece en el ahora y pronto percibirás al Señor caminando de nuevo a tu lado. Cuanto más te vuelvas a Él en el momento en que te sientas divagando, más pronto tendrás la bendición de conocer la presencia interior de Cristo de una forma más constante y afín.

Cuando estés entregado a Dios por completo, todo cuanto hagas es de provecho, aunque no hagas mucho.

Ofrécele a Dios tu futuro, y no trates de imaginarte lo que te ocurrirá. Muestras tu falta de fe cuando quieres saber el futuro que Dios ha escogido ocultar de todos nosotros. Deja el futuro a Dios. La mejor preparación es morir a tu propia voluntad y entregarte por entero a Dios. Tu espíritu crecerá a medida que menos te veas aplastado por tu propia naturaleza.

Te acostumbras a una vida llena de luchas y de incesante faena y crees que esto es normal. Te sorprenderás al ver cuán simple y directa es tu vida en Dios. Basta con mirar a Dios con confianza, sin tratar de explicar el pasado o razonar el futuro.

Si algo te distrae de Él, entonces vuélvete a Él tan pronto como te sea posible. Puedes hacer gran progreso si tan sólo te dedicas a volverte hacia Dios. Esto es mucho mejor que sacarlo todo de quicio por tus defectos y fracasos.

En cuanto a la depresión que crece a raíz de una personalidad melancólica, hay cosas naturales que te ayudarán ... una buena dieta y ejercicio. Puede que tengas luchas habituales con la depresión, como si fuera un dolor de cabeza, pero pasará. Tu imaginación se hunde en una profunda desesperanza, pero la voluntad, que vive por fe y no por emoción, puede sacarte fuera. La cuestión no es lo que sientes, sino lo que desea tu voluntad.

Si hay algo que sea capaz de agrandar tu espíritu y liberarte, es una entrega completa a Dios. Nada mantendrá tu mente en calma, contenta, y gozosa como el vivir como un niño en los brazos de Dios. Cristo quiere que sigas la voluntad de Dios y que la vivas en el momento actual. Dios no se ha propuesto que Su voluntad te torture o te estremezca de tal modo que siempre te estés fijando en qué tal lo haces.

Cuando el ajetreo te evite buscar a Dios, mira entonces cómo Él obra en ti aún entonces. Mírale en todas las cosas. Siempre canta dentro de ti las canciones de Sión ... pues el Sión celestial es tu verdadero hogar. Habla sencillo, animoso, y con confianza, con la pura libertad que Dios da a Sus hijos.

Nunca busques el peligro. Espera la serena certeza de que Dios será tu socorro y protección. Incluso las tareas que Dios te ha pedido que hagas, deberían estar rodeadas de continuo de oración y rendición interior. Nunca dejes tu lugar de descanso interior hasta que Dios Mismo te llame fuera. Entonces saldrá contigo, y aunque parezca que has dejado a Dios, Él te llevará en Su seno.

Si Dios quiere usarte para hacer Su obra con las personas, entonces ríndete a Él. No pienses en ti mismo. Devuélvele a Dios todo cuanto Él te ha dado. Por muy peligroso que sea el llamado, tan sólo camina en sencillez con Dios y no busques en ti las fuerzas. Tu Padre es bueno.

Si Dios no escoge usarte de una forma reconocible, no te obligues a servir a otros. Haz en paz lo que se te pone por delante. No desees ni rechaces nada. Tanto si las personas te buscan o te rechazan, tanto si te aplauden o se oponen, ¿qué importa? Es Dios lo que buscas, no los dones de Dios ni a ti mismo.

Jesús dice, aprended de mí que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso. Mantente dócil y humillado, y sabrás de la paz y del descanso de Dios.



(Por gentileza de E. Josué Zambrano Tapias)

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