Sólo los vencedores son verdaderos Israelitas, de corazón circuncidado. |
02/12/2016
21
"Y sucederá en aquel día que voy a responder", declara el
Señor. "Voy a responder a los cielos, y ellos responderán a la
tierra, 22 y la tierra responderá al trigo, al vino y al aceite, y
ellos responderán a Jezreel".
La
palabra hebrea traducida "responder" es anah,
que significa "contestar, dar testimonio, responder". Los
versículos de arriba dan la imagen de un acuerdo entre varios
testigos.
Dios responde a los cielos, y ellos a su vez (Dios y los cielos)
responden a la Tierra. La Tierra responde a la llamada de la semilla
para dar sus frutos, y por último, "ellos
responderán a Jezreel".
Cada
uno se representa hablando o testificando, en su propia manera, dando
testimonio a otro. Debido
a que todas las cosas son establecidas por dos o tres testigos, Dios
nos está diciendo que por fin se ha cumplido el Mandato de
Fecundidad.
Este es el significado del nombre Jezreel.
Dios esparce semilla para sembrar a Israel en el campo, que es el
mundo, y en última instancia Él recibirá una cosecha generosa.
La
"llamada
de la semilla a dar sus frutos"
es contestada por la tierra misma. Es como si cada semilla, que
conlleva el potencial del fruto, clamase desde la tierra. A pesar de
que ha muerto, todavía habla, al igual que la sangre de Abel
(Hebreos
11:4).
Pero la semilla en sí misma no puede dar fruto hasta que la tierra
entera escucha y da testimonio del grito de la semilla.
Jezreel,
como he dicho antes, no sólo habla de que la semilla se dispersa y
se siembra, también representa a Israel, porque Iesreel
es
un homónimo, que se pronuncia casi como Israel.
Dios
había dispersado a Israel con el fin de sembrarla en la Tierra,
con la vista puesta en una cosecha futura. El juicio divino tiene un
propósito, y el resultado es que Dios recibe una cosecha generosa de
hijos. El propósito de la muerte es clasificar para la resurrección.
El propósito de la resurrección es para dar sus frutos.
Mi
Pueblo
Oseas
2:23
concluye esta sección, diciendo:
23
"Y la sembraré para mí en la tierra [o
Tierra],
también
tendré compasión (Lo-Ruhama) de la que no había tenido compasión
(Lo-Ammi), y voy a decir a los que no eran mi pueblo (Lo-Ammi), 'Tú
eres mi pueblo!' Y ellos dirán, 'Tú eres mi Dios!' "
Así
como la simiente de Israel había sido dispersada (Jezreel), así
también la semilla moriría, para que pudiera dar sus frutos en una
gran cosecha por venir. Los que habían sido llamados Lo-Ruhama,
"no dignos de lástima, o de compasión", serán llamados
Ruhama,
"dignos de lástima, o compasión". Aquellos que fueron
llamados Lo-Ammi,
"no mi pueblo", serán llamados Ammi,
"Pueblo Mío".
Esta es la
resolución del problema de la sentencia. El juicio es temporal. La
muerte es temporal, en el sentido de que la semilla se restaura en su
nueva forma, o nuevo cuerpo. La primogenitura de José (o Efraín),
que fue la Promesa de Filiación que parecía estar perdida, se
restaurará, y su promesa será cumplida.
El
apóstol Pedro entendía las profecías de Oseas muy bien, y nos dio
su interpretación. En 1
Pedro 1:23-25
define la semilla:
23
habiendo nacido de nuevo [gennao,
"engendrado"],
no de simiente corruptible, sino de incorruptible, es decir, a través
de la Palabra viva y permanente de Dios. 24 Porque "Toda carne
es como la hierba, y toda su gloria como flor de la hierba. La
hierba se seca,
y la flor se cae, 25 pero
la palabra del Señor permanece para siempre".
Y esta es la palabra que os ha sido anunciada.
Hay
dos tipos de semillas. La semilla que engendra la carne es un
producto perecedero. La Palabra de Dios, sin embargo, es viva,
inmortal e imperecedera, y hemos sido engendrados por esta semilla
espiritual. Esta es la manera en que se cumple la profecía de
Jezreel. Más tarde, el apóstol nos dice en 1
Pedro 2:9,10,
9
Pero vosotros sois una raza elegida, un sacerdocio real, una nación
santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de
aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; 10 porque en
otro tiempo no
erais pueblo,
pero ahora
sois pueblo de Dios;
que no
habíais recibido misericordia,
pero ahora
habéis alcanzado misericordia.
Antes
de su conversión a Cristo por la semilla espiritual de la Palabra
viva, habían sido "no
erais pueblo"
(Lo-Ammi).
Pero ahora, por el engendramiento de Cristo en ellos, se habían
convertido en "pueblo
de Dios"
(Ammi).
Antes
de su conversión a Cristo,
"no
habían recibido misericordia"
(Lo-Ruhama),
pero ahora "han
recibido misericordia"
(Ruhama).
En otras
palabras, Pedro nos muestra específicamente cómo la profecía de
Oseas debía cumplirse. Oseas profetizó sin explicación alguna;
Pedro lo explicó. Oseas no tenía ninguna revelación sobre las dos
semillas, ni él vivió para ver la manera de la concepción y el
nacimiento de Jesús a través de la semilla espiritual. Esta
revelación se reservó para un momento posterior, y Pedro comprendió
esto.
Los
israelitas dispersos
Pedro
estaba escribiendo específicamente a los ex-Israel en la dispersión,
por lo que fue capaz de aplicar esto a ellos en su exhortación a la
justicia. En su introducción leemos en 1
Pedro 1:1,2,
1
Pedro, apóstol de Jesucristo, a los
moradores de la dispersión,
del Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia, 2 elegidos,
según el previo conocimiento de Dios Padre … [La
Diaglotón Enfática]
La
"dispersión" eran aquellos israelitas que habían sido
dispersados por los asirios, el tema de la profecía de Oseas. Pedro
escribió a algunos de ellos cuyos antepasados se habían extendido
hacia el oeste en lo que hoy es el norte de Turquía, al sur del Mar
Negro. Pedro aparentemente había viajado a esas zonas y había
predicado el Evangelio a muchos de estos ex-israelitas. Los que
creyeron el Evangelio fueron "elegidos
según el previo conocimiento de Dios".
Más tarde, como leemos en 1
Pedro 2:9,
los llamó "una
raza elegida, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo
adquirido para posesión de Dios"
(es decir, un tesoro especial, o segullah).
Sin
embargo, Pedro no estaba aplicando el estado de “elegidos” a
todos los dispersos de Israel, sino sólo a aquellos que habían sido
engendrados por la semilla espiritual de la Palabra. La mayor
parte de los israelitas dispersos eran todavía carnales, engendrados
únicamente por semilla carne, que era tan perecedera como la hierba.
Las personas aún eran Lo-Ruhama y Lo-Ammi. La única manera para que
cambiaran su estado (relación con Dios) era recibiendo la semilla
espiritual de la Palabra que se les ofrecía.
No
todos los hijos de Israel fueron escogidos
Sólo
aquellos que recibieron esta semilla espiritual son en realidad
"elegidos". Pablo dice en Rom.
9:6,
"no
son Israelitas todos los que descienden de Israel".
No hay tal cosa como "una nación santa" de pecadores, ni
Dios estableció incrédulos para ser su "sacerdocio real".
El apóstol Pablo nos dice que de los millones de israelitas en la
tierra (antes de su dispersión), solo un pequeño remanente de
gracia fueron en realidad "elegidos". Habla de los días de
Acab y Jezabel y de Elías quejándose en los primeros versículos de
Romanos 11. Entonces Romanos
11:4,5
dice,
4
Pero ¿cuál es la respuesta divina? "Me he reservado siete mil
hombres que no han doblado la rodilla delante de Baal". 5 De la
misma manera, entonces, también ha llegado a haber en la actualidad
un remanente de acuerdo a la elección
de la gracia de Dios
[ekloga,
"el acto de elegir"].
La
Diaglotón Enfática traduce, "una
elección de gracia".
El término ekloga
se refiere a aquellos a quienes Dios ha elegido o escogido. El
término "elegido" o "elección" es
intercambiable con "escogido".
Digo
esto porque muchos han separado los términos y han aplicado la idea
de un "pueblo elegido" a una genealogía carnal, mientras
que la aplicación de "los elegidos" es a los de una
semilla espiritual. Estas distinciones son injustificadas y
engañosas. Se
escoge el viejo hombre de carne o se escoge el hombre de la nueva
creación. No podemos decir que ambos sean escogidos.
7
¿Qué, pues? Lo que buscaba Israel, no lo ha alcanzado, pero los
que fueron escogidos
lo alcanzaron y los
demás fueron endurecidos
[poros,
"como
la piedra, duro y ciego, tapado, volverse estúpidos o insensibles"].
8 Tal como está escrito, "Dios les dio espíritu de estupor,
ojos para que no vean y oídos para no oír [Isaías
29:10],
hasta el día de hoy".
Pablo
nos decía que el remanente de gracia (enumerado solo en 7,000) en
los días de Elías fueron "elegidos", mientras que el
resto de los hijos de Israel fueron endurecidos, estúpidos, e
insensibles hacia la Palabra de Dios. Es evidente que el rey Acab
no era uno de los elegidos de Dios, ni él gobernará con Cristo en
el siglo venidero. Su genealogía carnal como israelita era
irrelevante.
Así
también, en el primer siglo había dispersados de Israel al norte de
las siete iglesias, que habían sido engendrados por el Espíritu y
que fueron así "una
raza elegida".
Pedro no los estaba identificando con las personas no elegidas,
Lo-Ammi, que habían sido llamadas israelitas en los siglos pasados;
en cambio, él los estaba identificando con una nueva "raza"
(genos,
"parentela, descendientes") de las personas que habían
sido engendradas por semilla espiritual.
La
nueva raza de Hijos
Esta
nueva "raza" se compone de personas que son engendrados por
el mismo Dios a través del Espíritu Santo. Han sido engendrados de
forma similar al nacimiento virginal de Cristo, porque Jesús no tuvo
padre terrenal, sino que fue engendrado por el Espíritu Santo. Así
también somos engendrados nosotros, y esa semilla santa dentro de
nosotros es "Cristo
en vosotros, la esperanza de gloria"
(Colosenses
1:27).
Las
"madres" de Cristo todas tienen diferentes características
carnales y vienen de muchos grupos étnicos, pero todos ellos tienen
a Dios como Su Padre. Eso es lo que los convierte en "hijos de
Dios". Más en particular, es la nueva creación del hombre
dentro de cada persona elegida la que es un "hijo de Dios".
Cuando nos identificamos con ese hombre de la nueva creación y
dejamos de tener confianza en el viejo hombre carnal, entonces y sólo
entonces, podremos afirmar verazmente que somos hijos de Dios. Los
que pretenden ser hijos de Dios en virtud de su carne biológica,
muestran a la luz evidencia de su ceguera y endurecimiento. Por lo
tanto, no es probable que sean verdaderamente "elegidos"
por Dios.
Este es el
mensaje de la Filiación en el libro de Oseas. Aunque el profeta dice
poco acerca de la manera en que la meta divina debe llevarse a cabo,
sabemos por la enseñanza apostólica cómo esto podría llevarse a
cabo de manera legal.
Cuando
los israelitas endurecidos fueron expulsados de la tierra, perdieron
su condición de israelitas, y llegaron a ser conocidos por otros
nombres; sin embargo, en la realidad, estos incrédulos como
individuos nunca habían sido elegidos en absoluto. En realidad sólo
se escogió al remanente elegido. Por lo que su divorcio y dispersión
fueron sólo historia en cuanto a alcanzar la realidad espiritual.
Por otra
parte, este divorcio proclamó a Israel que no era la esposa de Dios,
no era Su pueblo, y no era digna de lástima. Una mujer divorciada no
es diferente de cualquier otra mujer en la medida en que se refiere
al marido. De hecho, una mujer divorciada estaba aún en desventaja,
porque a un hombre no estaba prohibido casarse con otra mujer, pero
se le prohibía regresar a su esposa divorciada, incluso si su último
marido murió o se divorció de ella.
Lo
importante, desde un punto de vista legal, es que Israel se convirtió
en no-elegida y quedó reducida a la misma condición en que todas
las otras naciones se encuentran. La única manera de recuperar el
estatus de "elegida" eta por la fe en Jesucristo, y esto
fue abierto por igual a todas las naciones. La
ruta para ser "elegidos" es la misma para todos. Hay
igualdad de oportunidades para todos. Al final, de hecho, todos
llegarán al lugar de la fe en Cristo. El Evangelio será aún
predicado en pureza.
Por
último, los muertos también serán levantados para que puedan
cumplir con la ley de la Segunda Pascua (Números
9:5-11),
que se estableció para los que no pudieron celebrar la Primera
Pascua. Los que no estuvieren justificados por la fe en la sangre del
Cordero en su primer tiempo de vida, serán levantados de entre los
muertos y celebrarán la Segunda Pascua, en ese día, porque está
escrito, "Para
que al nombre de Jesús toda rodilla se doble ... y toda lengua
confiese que Jesucristo es el Señor"
(Filipenses
2:10,11).
Etiquetas: Serie Enseñanza
Categoría: Enseñanzas
Dr. Stephen Jones
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