FILEMÓN - Parte 2: SALUDOS DE PABLO, Dr. Stephen Jones (GKM)

 


Fecha de publicación: 15/11/2025
Tiempo estimado de lectura: 4 - 6 minutos
Autor: Dr. Stephen E. Jones
https://godskingdom.org/blog/2025/11/philemon-part-2-pauls-greetings/

 

La carta de Pablo a Filemón es una de las más breves del Nuevo Testamento. Escrita durante su primer juicio en Roma, se enmarca en el contexto de sus últimos años de prisión. Tras dos años, Pablo finalmente compareció ante Nerón, donde fue defendido por Séneca, el célebre abogado y filósofo que también había sido tutor del joven Nerón.

 

Cartas entre Pablo y Séneca

Se conservan ocho cartas escritas por Séneca a Pablo y otras seis escritas por Pablo a Séneca. Algunos estudiosos dudan de su autenticidad, considerándolas apócrifas o de dudosa procedencia, pero los primeros historiadores de la Iglesia les otorgaron credibilidad.

“Las cartas entre Séneca y Pablo se conservan desde la época de Tertuliano (siglo II) hasta la de Lactancio (siglo III) y Jerónimo (siglo III y V). El hecho de que estos tres hombres de la antigüedad, considerados cuerdos y fiables, vieran y leyeran estas comunicaciones entre Pablo y Séneca es una prueba convincente de su autenticidad”.

https://earlychurchhistory.org/daily-life/saint-paul-seneca-letters/

Es probable que la influencia de Séneca tuviera algún efecto en la liberación de Pablo en el año 63 d. C., permitiéndole viajar a España y Gran Bretaña y predicar el evangelio «lejos, a los gentiles» (Hechos 22: 21). Este relato se encuentra en el Manuscrito Sonnini, una copia del libro de los Hechos que Abdoul Achmet, sultán del Imperio otomano, obsequió al embajador C. S. Sonnini. Fue mencionado por primera vez en una publicación en 1801.

El libro de los Hechos en el manuscrito Sonnini contiene un capítulo 29 que no aparece en el libro de los Hechos del Nuevo Testamento. Narra cómo Pablo viajó a España y Britania por mar y cómo regresó a Macedonia por tierra, pasando por Helvecia (actual Suiza). Finalmente, Pablo fue arrestado de nuevo y enviado a Roma para ser juzgado. Para entonces, Séneca había caído en desgracia y se le había ordenado suicidarse, dejando a Pablo sin nadie influyente que lo defendiera. Fue condenado por Nerón y decapitado en el año 67.

 

El cristianismo fue prohibido en el año 67 d.C.

Antes de la defensa de Pablo ante Nerón, Roma consideraba el cristianismo una secta del judaísmo. Pablo argumentó, sin embargo, que el cristianismo era distinto del judaísmo, al estar bajo el Nuevo Pacto. Las repercusiones políticas de esto fueron significativas, ya que significaba que, para que el cristianismo fuera una religio licita (religión autorizada o legal en el imperio), los cristianos debían ofrecer sacrificios a los emperadores, quienes eran considerados dioses por ley.

Los sacerdotes de Jerusalén, por supuesto, ofrecían oraciones por todas las naciones, incluida Roma, mediante los setenta toros sacrificados durante la Fiesta de Tabernáculos (Números 29: 12-34). Pero los cristianos habían abandonado los sacrificios de animales sin encontrar un sustituto que satisficiera a Roma. Por lo tanto, la muerte de Pablo marcó el inicio de la persecución romana, que duró hasta la época de Constantino.

 

La comprensión que Pablo tenía de sí mismo y de su misión

Filemón 1 dice:

1 Pablo, prisionero de Cristo Jesús, y Timoteo, nuestro hermano, a Filemón, nuestro amado hermano y colaborador 2 y a Apia nuestra hermana, y a Arquipo nuestro compañero de armas, y a la iglesia que se reúne en tu casa.

La comprensión que Pablo tenía de sí mismo se desarrolló y profundizó con el tiempo:

Primeros años – Identidad como apóstol comisionado divinamente (1ª Corintios 1:1) y siervo/esclavo de Cristo (Romanos 1: 1).

Período Medio – Énfasis en la paternidad espiritual (1ª Corintios 4: 15), el sufrimiento y la gracia.

Período de prisión: Identidad como “prisionero de Cristo” (Filemón 1) “embajador en cadenas” (Efesios 6: 20).

Últimos años – La comprensión de uno mismo se profundiza en la humildad y el sacrificio: principal de los pecadores (1ª Timoteo 1: 15) y una ofrenda derramada (2ª Timoteo 4: 6).

Las autodescripciones de Pablo trazan una trayectoria espiritual: de la autoridad a la humildad, del llamado a la entrega. Su vida se convierte en el mensaje: que el verdadero apostolado se mide no por el poder, sino por el amor, la perseverancia y la identificación con Cristo crucificado. Su comprensión de sí mismo se profundiza con el tiempo, desde la autoridad a la humildad y desde el llamado a la entrega total.

 

Gracia y paz

Filemón 3 dice:

3 Gracia y paz a vosotros de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.

La gracia y la paz de Cristo fueron transmitidas a la Iglesia en Colosas. Ambas tienen su origen en Cristo mismo, como lo indican los términos del Nuevo Pacto. El Nuevo Pacto se basó en la promesa (o voto) de Dios (Romanos 4: 21Gálatas 4: 28), a diferencia de las promesas humanas que se observan en el establecimiento del Antiguo Pacto (Éxodo 19: 8).

La paz, por supuesto, debe definirse con la palabra hebrea shalom, que va mucho más allá de la ausencia de guerra y conflicto; es la presencia de plenitud y armonía: el estado en que todo está en orden, completo y en reposo. La raíz de la palabra significa “estar íntegro, sano, completo, sólido, terminado, restaurado”. Esto se expresa mejor en 1ª Tesalonicenses 5: 23.

23 Que el mismo Dios de paz os santifique por completo; y que vuestro espíritu, alma y cuerpo se conserven irreprensibles para la venida de nuestro Señor Jesucristo.

La gracia y la paz son fundamentales para todas las relaciones cristianas exitosas y productivas, pero es importante saber que el estándar bíblico sólo puede alcanzarse mediante un acto de Dios. Esto se ilustra en Marcos 4: 39-41.

39 Y Él se levantó y reprendió al viento, y dijo al mar: «¡Shalom, cálmate!». Y el viento se calmó y todo quedó en completa calma… 41 Ellos se llenaron de temor y se decían unos a otros: «¿Quién es éste, que hasta el viento y el mar le obedecen?»

Esto demuestra la autoridad de Cristo para establecer la paz entre las naciones turbulentas mediante el poder de su palabra, shalom. Pablo invoca esa paz del Príncipe de Paz en su saludo a Filemón y a la iglesia en su conjunto.


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