El cuarto nombre de Dios revelado en las Escrituras es Yahweh-Mekaddishkem, “Yahweh que te santifica”. Éxodo 31: 13-15 dice:
13 Pero en cuanto a vosotros, hablad a los hijos de Israel, diciendo: Ciertamente guardaréis mis días de reposo [shabat, “intermedio, cesar, desistir, descansar”]; porque esto es una señal entre Mí y vosotros por vuestras generaciones, para que sepáis que Yo soy el Señor que os santifico. 14 Por tanto, observaréis el día de reposo, porque es santo [qodesh] para vosotros… 15 Durante seis días se puede trabajar, pero el séptimo día habrá un día de reposo completo, santo [qodesh] al Señor…
Este nombre de Dios se repite en Levítico 20: 8 y 22: 32. Acerca de la palabra hebrea shabat, el Léxico de Gesenius dice:
“Descansar… La idea principal parece ser la de sentarse, quedarse quieto”.
Santificar (qadash) es un verbo que significa “apartar, consagrar”. La forma sustantiva es qodesh, generalmente traducida como “santo”. Entonces Mekaddishkem (m'qodesh kim) es santificar o hacer santo, separar, distinguir y apartar para el servicio divino. Esto se hace por el principio de reposo. Por lo tanto, después de trabajar seis días, uno entra en reposo. Asimismo, los días de fiesta son descansos sabáticos también.
De hecho, al final, toda la Tierra será santa, porque Isaías 6: 3 dice: “Santo, Santo, Santo es Yahweh-Sabaoth, toda la tierra está llena de su gloria”. Sin embargo, Dios ha comenzado poco a poco y ha santificado a unos pocos para bendecir a los muchos de una manera cada vez mayor.
Entrando al Reposo de Dios
Este principio del sábado se explica más claramente en Hebreos 3 y 4, donde el autor comenta sobre el Salmo 95: 8-11,
8 No endurezcáis vuestros corazones, como en Meriba, como en el día de Masah en el desierto, 9 cuando vuestros padres me tentaron [pusieron a prueba]. Me probaron, aunque habían visto mi obra. 10 Durante cuarenta años abominé a esa generación, y dije que son un pueblo que yerra en su corazón, y no conocen mis caminos. 11 Por tanto, juré en mi ira, que en verdad no entrarían en mi reposo [m'nuha].
Esto se cita en Hebreos 3: 7-11. Entrar en el Reposo de Dios se veía en términos de entrar en la Tierra Prometida. Por lo tanto, esa generación de hombres con corazones endurecidos murió en el desierto, sin poder entrar en el Reposo de Dios. Incluso la siguiente generación no alcanzó su Reposo, porque leemos en Hebreos 4: 7-10,
7 De nuevo fija un día, “Hoy”, diciendo por medio de David después de tanto tiempo, tal como se ha dicho antes: “Si oís hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones”. 8 Porque si Josué les hubiera dado reposo, no habría hablado de otro día después de ese. 9 Queda, pues, un reposo sabático [sabbatismos] para el pueblo de Dios. 10 Porque el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas.
El autor de Hebreos señala que en el tiempo de David, “hoy” fue siglos después del tiempo de Moisés, cuando Dios juró que los israelitas no entrarían en su reposo. Él interpreta que esto significa que la generación que Josué condujo a la Tierra Prometida no entró realmente en el Reposo de Dios, aunque cruzaron el Jordán y ocuparon la tierra de Canaán. Su entrada en Canaán fue insuficiente, porque el verdadero propósito de Dios era cambiar los corazones, no simplemente darles un pedazo de tierra.
Note también que el versículo 9 dice, “queda un sabbatismos para el pueblo de Dios”; así que cuando David escribió acerca de entrar en el “reposo” (m'nuha) de Dios, la palabra es sinónimo de shabat, “sábado”. De hecho, m'nuah también se escribe Manoa (el padre de Sansón en Jueces 13: 2). Una versión más corta es Noah, cuyo nombre significa “reposo”.
Una generación de israelitas entró en la tierra de Canaán sin entrar en el Reposo de Dios. Muchas personas descansan sin haber entrado en el Reposo de Dios. Pasar por los procedimientos físicos de descanso [v. g. no trabajar los domingos] tiene algún valor, pero esto no es lo que Dios tiene reservado para nosotros. Lo mismo se puede decir acerca de descansar en el día de Reposo. Muchos han sido diligentes en guardar su sábado como día de descanso sin entrar en el reposo de Dios.
Esto va mucho más allá de la cuestión de cuál día es el sábado.
Niveles de fe
Hebreos 3: 15 dice: “si oyereis hoy su voz”. Este es el tema central que determina si estamos entrando o no en su Reposo. La fe viene por el oír (Romanos 10: 17), por lo que la fe no es posible sin oír en algún nivel. La palabra hebrea shema significa tanto “oír”, como “obedecer”. La evidencia de haber oído es una respuesta obediente. Los que responden a la voz del Espíritu, como lo hizo Abraham, son los hijos de la fe.
La conexión entre oír y obedecer se ilustra en la parábola de Jesús de los dos hijos en Mateo 21: 28-31,
26 Pero, ¿qué piensas? Un hombre tenía dos hijos, y se acercó al primero y le dijo: “Hijo, ve hoy a trabajar en la viña”. 29 Y él respondió: “No lo haré”; pero después se arrepintió y fue. 30 El hombre se acercó al segundo y dijo lo mismo; y él respondió: “Lo haré, señor”; pero no fue. 31 ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre?…
No hay audición sin obediencia.
También hay más de un nivel de fe, porque Pablo dice en Romanos 1: 17 que “la justicia de Dios se revela por fe y para fe”. Asimismo, los discípulos le pidieron a Jesús “aumenta nuestra fe” (Lucas 17: 5). Jesús también habló de la fe “como un grano de mostaza” (Marcos 4: 31), diciendo que puede crecer hasta ser “más grande que todas las plantas del huerto” (Marcos 4: 32).
Desde mi punto de vista, hay tres niveles principales de fe, uno para cada una de las tres fiestas principales: Pascua, Pentecostés y Tabernáculos. La fe de Pascua es del tamaño de un grano de mostaza que, a pesar de su pequeño tamaño, es capaz de mover montañas (Mateo 21: 21). Es el tipo de fe que simplemente cree que lo que Dios ha prometido, Él es capaz de realizarlo.
La fe de Pentecostés es de un orden superior, porque crece con la experiencia en nuestro viaje por el desierto [una fe que nos mueve a obedecer, aun con temor]. Dios no está demasiado preocupado por nuestros éxitos o fracasos, sino por nuestro crecimiento.
La fe de Tabernáculos es el nivel más alto de fe, porque significa estar de acuerdo con lo que hemos oído de Dios. Cuando la fe de Tabernáculos es madura y completa, entramos plenamente en su Reposo. Hasta ese momento, nuestro nivel de reposo es incompleto y limitado.
Entrando al Reposo de Dios
El propósito del sábado es entrar en el Reposo de Dios. Esto se lleva a cabo en tres fases, como se revela en los sábados festivos: Pascua, Pentecostés y Tabernáculos. Se revela de otra manera por los tres niveles del sábado: el día del sábado, el año sabático y el jubileo. Éstos se correlacionan con las tres fiestas.
Hebreos 4: 10 dice,
10 Porque el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas.
El autor se refería a la revelación del profeta en Isaías 58: 13-14,
13 Si a causa del sábado apartas tu pie de hacer tu voluntad en mi día santo, y llamas al sábado delicia, glorioso al día santo del Señor, y lo honras, apartándote de tus propios caminos, de buscar tu propio placer y hablar tus propias palabras; 14 entonces te deleitarás en el Señor, y Yo te haré cabalgar sobre las alturas de la tierra; y te alimentaré con la heredad de Jacob tu padre, porque la boca del Señor ha hablado.
En otras palabras, debemos seguir el ejemplo de Cristo, haciendo solo lo que vemos hacer a nuestro Padre y hablando solo lo que escuchamos decir a nuestro Padre. Jesús dijo en Juan 8: 28: “No hago nada por mi propia iniciativa”. Jesús dijo de nuevo en Juan 14: 10: “No hablo por iniciativa propia”. Jesús es el Amén de Dios (Apocalipsis 3: 14), el perfecto doble testigo del Padre, porque durante toda su vida desistió de sus propios caminos [iniciativas], de buscar su propia complacencia y de hablar sus propias palabras.
Eso es lo que significa cesar de las propias obras. Si alguno logra hacer sólo lo que hace el Padre y hablar sólo lo que le es dado por revelación divina, ha entrado en el Reposo de Dios. Este es el propósito de la Creación y la meta de la historia. Pero mientras tanto, Dios ha estado trabajando con unos pocos para bendecir a todas las naciones con la bendición de Abraham. Este grupo de llamados, el Remanente de Gracia, son santos para Yahweh-Mekaddishkem quien los santifica, separándolos de entre las masas como primicias para Dios, que santifican la cosecha de la Creación (Santiago 1: 18).
Invocando a Yahweh-Mekaddishkem
Todos los aspirantes a Vencedores deben aprender a escuchar la voz de Dios y hacerlo sin ídolos de corazón. Expliqué la idolatría del corazón en el capítulo 2 de mi libro, Escuchando la Voz de Dios. Vencer la idolatría del corazón, junto con agudizar el oído, son evidencia de maduración espiritual. Al Remanente de Gracia se le ha dado una revelación que abre sus ojos, oídos y corazones, mientras que “los demás fueron cegados [endurecidos]” (Romanos 11: 7 KJV).
Así que debemos apelar a Yahweh-Mekaddishkem para que nos madure de esta manera, para que podamos vivir a la altura de nuestro “llamado santo” (2ª Timoteo 1: 9) como parte del Remanente de Gracia.
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