¡Oh Dios de mi deleite!
Tu Trono de Gracia es la base del placer de mi alma. Aquí obtengo misericordia en tiempos de necesidad, aquí veo la sonrisa de tu rostro reconciliado, aquí pronuncio felizmente el nombre de Jesús, aquí afilo la Espada del Espíritu, me ciño la coraza de fe, me pongo el yelmo de la salvación, cosecho el maná de tu Palabra, soy fortalecido en todos los conflictos, nunca esquivo la batalla capaz de vencer a todos los enemigos.
Ayúdame a venir a Cristo como la principal fuente de donde las bendiciones proceden, como la puerta abierta a un diluvio de misericordia.
Ahuyenta mi locura sin sentido. Ten piedad de mi estado mortal a causa de Tu Nombre. Estimúlame a llenarme de santo celo. Dame fuerza para que yo pueda aferrarme a Ti y no dejarte ir. Que tu Espíritu modele dentro de mí todas las bendiciones de tu Mano, porque cuando yo no avanzo, retrocedo.
Hazme andar humildemente por causa del bien omitido y del mal cometido. Imprime sobre mi mente la brevedad del tiempo, y la obra en la cual me involucre, la cuenta que debe proporcionarse, la proximidad de la eternidad, el pecado terrible de despreciar Tu Espíritu.
Que nunca olvide que tus ojos siempre ven, que tus oídos siempre oyen, que tu mano registradora siempre escribe. Que nunca yo me de descanso hasta que Cristo sea el latido de mi corazón; aquél que habla a través de mis labios y la Lámpara de mis pies.
(Por gentileza de E. Josué Zambrano Tapias)
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