MUERE CADA DÍA / CIRCUNSTANCIAS COMPLICADAS / SILENCIO, PAZ Y UNIÓN CON DIOS (Sorbos Místicos), François Fenélon




MUERE CADA DÍA

Muchos creen que “morir a sí mismos” es lo que les inflige tanto dolor. Pero en realidad es la parte de ellos que aún está viva lo que acarrea el problema. La muerte sólo es dolorosa cuando la resistes.

Tu imaginación exagera el horror de la muerte. El amor propio lucha con todas sus fuerzas para vivir. 

Muere en el interior y también en el exterior. Deja que muera todo lo que no es nacido de Dios dentro de ti. Lleva tu cruz. ¿Sabes lo que esto quiere decir? Aprende a verte como eres, y acepta tus flaquezas hasta que le agrade a Dios sanarte. 

Tu meta es ser tan paciente contigo mismo como con tu vecino. Si mueres un poquito cada día de tu vida, no tendrás mucho de lo que preocuparte al final de tus días. El amor propio con lleva muchísima ansiedad. No me extraña que te preocupes tanto del futuro

Sé paciente contigo mismo y deja que tus compañeros cristianos te ayuden. Estas muertes diarias destruirán el poder de tu última muerte. Entonces tu muerte corporal no será más que un dormirse. ¡Qué felices sois los que dormís este sueño de paz!



SITUACIONES COMPLICADAS

Dios no quiere desanimarte ni arruinarte. Abraza las circunstancias difíciles en las que te hayas, aun cuando te sientas amedrentado por ellas. Deja que Dios te moldee por las situaciones que permite que se introduzcan en tu vida. Esto te hará flexible a la voluntad de Dios.

Los sucesos de la vida son como un horno para el corazón. Tus impurezas se deshacen y tus viejos caminos se pierden. En cuanto a la humillación que sientes cuando ves tus faltas, sólo tienes que observar lo susceptible que es tu amor propio. El dolor que sientes ante tus propias imperfecciones es peor que las propias faltas. En realidad tu problema es la inmensa desazón que exhibes ante
tus defectos. Aprende a vivir contigo mismo como eres sin soliviantarte tanto. Si haces esto, pronto tendrás paz. Soporta con paciencia los altibajos de cada día.

Aprende a ver a Dios gobernando todas las cosas detrás de cada  circunstancia molesta. Aprende que Él te instruye tanto en las situaciones problemáticas como en las que son agradables. No hay duda de
que las intromisiones que Dios te envía alterarán tus planes y se revolverán contra todo aquello que tú quieres. Pero también te pondrán tras la pista de Dios.

Siéntate en calma ante Él y ríndele tu voluntad. Tu indomable voluntad empezará a aprender a ser flexible. Todo lo que viene de la mano de Dios produce buen fruto. A veces las contrariedades bajo las que anhelas soledad son mejores para producir humildad que la más absoluta de las soledades.

Utiliza las circunstancias de cada momento hasta sus últimas consecuencias. Hay ocasiones en que un libro intrigante, o un tiempo devocional inspirado, o una profunda conversación sobre asuntos espirituales, te harán sentir enormemente satisfecho contigo mismo. Creerás que has llegado más lejos de donde estás en realidad. Hablar de la cruz no es lo mismo que experimentarla. Así pues acuérdate de esto: no busques circunstancias incómodas, mas cuando lleguen, toléralas en paz.

¡Es fácil engañarte a ti mismo! No busques a Dios como si estuviera allá, alejado en un castillo de marfil. Él se halla en medio de los acontecimientos de tu vida diaria. Ignora los obstáculos y encuéntralo.




LOS CAMINOS DE DIOS

Cuando Dios empieza a tratar con tu vieja naturaleza Él se dirige directamente al centro de todo aquello que retienes con más cariño. Deja que Él traiga la cruz a la médula misma de lo que tú eres. No murmures ni te inquietes cuando empiece el proceso: silencio y paz habrán de ser mejores valedores que estar disgustado. Te verás tentado a hablar en un tono de voz humilde para contar a otros tus problemas. ¡Ojo con esto! Una humildad locuaz no tiene demasiada raíz. Cuando hablas demasiado, tu amor propio se lame un tanto las heridas dando una válvula de escape a su innata vergüenza.

No te enfades de lo que dicen las personas. Sólo sigue a Dios y deja que hablen. En todo lo que tenga que ver con las personas nunca serás capaz de satisfacerlas. El silencio, la paz, y la unión con Dios deberían consolarte de todo lo que la gente dice de ti.

Has de estar dispuesto a hacer lo correcto en tu situación actual, pero al mismo tiempo tu temperamento irascible necesita rectificaciones y un equilibrio. Ven a Dios a menudo para tan sólo sentarte en Su presencia y renovarte.

Nada es tan importante como la humillación del corazón y el desapego de tu propia opinión y voluntad. La rigidez y la dureza no son del Espíritu de Jesucristo.



(Por gentileza de E. Josué Zambrano Tapias)

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