Mateo 6:26,28
Observa como crecen los lirios del campo, ¡simplemente son! Piensa en el mar, el aire, el sol, la luna y las estrellas. Todos ellos también son, ¡y vaya ministerio el que ejercen!
Con mucha frecuencia estropeamos la influencia que Dios ha determinado ejercer por medio de nosotros, debido a nuestros esfuerzos personales conscientes por ser consecuentes y útiles. Jesús dijo que hay una sola manera de crecer y desarrollarnos espiritualmente y es concentrándonos en Dios. En esencia, estaba diciendo: "No te preocupes por ser útil a otras personas, sencillamente cree en Mí". En otras palabras, préstale atención a la Fuente, y de ti brotarán ríos de agua viva (Juan 7:38). Nosotros no podemos descubrir la fuente de nuestra vida natural por medio del sentido común y el razonamiento. Y Jesús nos enseña aquí que el crecimiento de nuestra vida espiritual no depende de nuestro cuidado y esfuerzo, sino de que nos concentremos en el Padre celestial. Él conoce nuestras circunstancias y si permanecemos enfocados en Él, vamos a crecer espiritualmente como los lirios del campo.
Las personas que ejercen más influencia en nosotros no son las que nos acorralan con su continuo hablar, sino las que viven como las estrellas del cielo y los lirios del campo, de manera sencilla y natural. Esas son las vidas que nos moldean.
Si quieres ser de utilidad para Dios, relaciónate de una manera correcta con Jesucristo y, sin que te des cuenta, El te hará una persona útil en cada instante de tu vida.
Dios no exime a sus hijos de la tribulación. Pero promete: "Con él estaré yo en la angustia", Salmo 91:15. No importa cuan reales o intensas sean las dificultades, nada puede separarte de tu relación con Dios. Antes, "en todas estas cosas somos más que vencedores", Romanos 8:37. Pablo no estaba hablando de situaciones imaginarias, sino de circunstancias que son reales en extremo. Y él afirma que somos “súper victoriosos” en medio de ellas, no por nuestro propio ingenio ni valor, sino porque ninguna afecta nuestra relación con Dios que es en Jesucristo. Siento compasión del creyente en cuya vida no hay ninguna situación que él considere indeseable.
¿Tribulación ...? La tribulación nunca es un acontecimiento agradable, ni muy bienvenido. Pero sin importar cómo sea, agotadora, molesta o que sólo nos cause alguna debilidad, no puede separarnos del amor de Dios. Nunca permitas que las tribulaciones o las preocupaciones de este siglo te impidan recordar que Él te ama (Mateo 13:22).
¿Angustia ...? ¿Podrá mantenerse la fe en el amor de Dios, cuando todo lo que nos rodea parece decir que su amor es una mentira y que no existe la justicia?
¿Hambre ...? ¿Será posible que no sólo creamos en el amor de Dios sino que también somos más que vencedores, incluso cuando estamos padeciendo hambre?
O Jesucristo es un engañador y Pablo está engañado, o algo extraordinario le sucede a quien se aferra al amor del Señor cuando las probabilidades están totalmente en su contra. La lógica queda silenciada frente a cada una de estas circunstancias. Una sola realidad puede justificarlo: El amor de Dios que es en Cristo. “De en medio del desastre me levanto”, todas las veces.
Cuando una persona nace de nuevo, durante algún tiempo no tiene la misma energía de antes para pensar y razonar. Tenemos que aprender a expresar la nueva vida que hay dentro de nosotros y a desarrollar la mente de Cristo. Lucas 21:19 dice que tomamos posesión de nuestra alma por medio de la paciencia. Pero muchos de nosotros preferimos quedarnos en el umbral de la vida cristiana, en lugar de seguir adelante para formar y edificar nuestra alma de acuerdo con la nueva vida que Dios nos ha impartido. Fracasamos porque ignoramos cómo nos hizo Él y le atribuimos hechos al diablo que realmente son el resultado de nuestra naturaleza indisciplinada. ¡Sólo piensa lo que podríamos ser cuando nos despertemos a la verdad!
Existen ciertos asuntos por los cuales no necesitamos orar; por ejemplo, nuestro estado de ánimo. El mal humor o el desánimo nunca desaparecerán con la oración, sino expulsándolos de nuestra vida. La disposición anímica casi siempre tiene su origen en nuestro estado físico y no en el moral. Debemos esforzarnos continuamente para no prestarle atención al talante en que nos encontramos como resultado de nuestra condición física y para nunca someternos a él ni por un instante. Tenemos que agarrarnos del cuello y darnos una buena sacudida. Entonces, descubriremos que podemos llevar a cabo lo que negábamos con nuestros labios. El problema con la mayoría de nosotros es que no lo queremos hacer. La vida cristiana es una vida de determinación y valor espiritual que se encarnan en nosotros.
'¿Quién nos separará del amor de Cristo?"
Romanos 8:35
¿Tribulación ...? La tribulación nunca es un acontecimiento agradable, ni muy bienvenido. Pero sin importar cómo sea, agotadora, molesta o que sólo nos cause alguna debilidad, no puede separarnos del amor de Dios. Nunca permitas que las tribulaciones o las preocupaciones de este siglo te impidan recordar que Él te ama (Mateo 13:22).
¿Angustia ...? ¿Podrá mantenerse la fe en el amor de Dios, cuando todo lo que nos rodea parece decir que su amor es una mentira y que no existe la justicia?
¿Hambre ...? ¿Será posible que no sólo creamos en el amor de Dios sino que también somos más que vencedores, incluso cuando estamos padeciendo hambre?
O Jesucristo es un engañador y Pablo está engañado, o algo extraordinario le sucede a quien se aferra al amor del Señor cuando las probabilidades están totalmente en su contra. La lógica queda silenciada frente a cada una de estas circunstancias. Una sola realidad puede justificarlo: El amor de Dios que es en Cristo. “De en medio del desastre me levanto”, todas las veces.
"Con vuestra paciencia ganaréis vuestras almas"
Lucas 21:19
Existen ciertos asuntos por los cuales no necesitamos orar; por ejemplo, nuestro estado de ánimo. El mal humor o el desánimo nunca desaparecerán con la oración, sino expulsándolos de nuestra vida. La disposición anímica casi siempre tiene su origen en nuestro estado físico y no en el moral. Debemos esforzarnos continuamente para no prestarle atención al talante en que nos encontramos como resultado de nuestra condición física y para nunca someternos a él ni por un instante. Tenemos que agarrarnos del cuello y darnos una buena sacudida. Entonces, descubriremos que podemos llevar a cabo lo que negábamos con nuestros labios. El problema con la mayoría de nosotros es que no lo queremos hacer. La vida cristiana es una vida de determinación y valor espiritual que se encarnan en nosotros.
(Por gentileza de E. Josué Zambrano Tapias)
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