ESCUCHA A DIOS Y NO AL YO / REPRENDER CON DELICADEZA / CONFÍA EN DIOS, François Fénelon




No escuches a tu propia naturaleza. El amor propio susurra por un oído y Dios susurra por el otro. El primero es inquieto, atrevido, ansioso y temerario; el otro es sencillo, pacífico y solo habla unas pocas palabras con una voz suave y delicada. Tan pronto como le hagas caso a la fuerte voz del yo, vas a dejar de oír los suaves tonos del Amor Santo. Cada uno de ellos habla una sola cosa. 

El amor propio solo habla de sí mismo; nunca le parece bastante la atención que recibe. El amor propio habla de que te tengan en gran estima. El yo desespera de todo, con excepción de la adulación abierta.

En cambio, el amor de Dios te susurra para decirte que debes olvidar el yo; que lo debes tener en nada, para que Dios lo pueda ser todo. Dios quiere llenarte por completo y unirse a ti. Haz que se calle la vana y quejicosa charlatanería del amor propio, para poder escuchar, en la calma de tu corazón, al amor de Dios.

Mientras vivas en la Tierra, solo podrás comprender en parte. El amor propio, que es la fuente de tus faltas, es también lo que esconde esas faltas. Hace falta arrancártelo de raíz, para que Dios pueda reinar en tu interior sin oposición.

La luz de Dios te va a mostrar cómo eres en realidad y también te va a sanar de tus pecados. Mientras no te hayas visto a la pura luz de Dios, en realidad no te conocerás a ti mismo. En realidad te apoyas en ti mismo mucho más de lo que piensas.


REPRENDIENDO CON DELICADEZA

El amor de Dios va a hacerte ver con claridad que Él te ama sin prejuicios y sin adulación. Así es como te debes ver a ti mismo, y también a tu prójimo. Pero tranquilízate, que Dios solo te muestra tus debilidades al mismo tiempo que te da el valor necesario para soportar lo que veas. Te va a ir mostrando tus imperfecciones una a una, a medida que puedas enfrentarte a ellas. A menos que Dios te dé gracia para ver tus debilidades, conocerlas solo te llevaría a la desesperación.

Los que corrigen a los demás deben esperar que el espíritu Santo vaya por delante de ellos y toque el corazón de la persona. Aprende a imitarlo a Él, que reprende con delicadeza. la gente no necesita ver a Dios condenándola, sino que debe darse cuenta dentro de sí misma que ha hecho algo incorrecto. No seas implacable, no vaya a ser que la gente vea a Dios como un ogro dedicado a criticarla

Cuando te enojas por la falta de otra persona, por lo general no se trata de una "justa indignación", sino de tu propia personalidad impaciente, que se está expresando a sí misma. ¡El imperfecto señalando con el dedo a otro imperfecto!

Mientras más te ames a ti mismo egoístamente, más crítico vas a ser con los demás. El amor propio no puede perdonar el amor propio que descubre en los demás. Nada ofende tanto a un corazón altanero y presumido como ver otro semejante a él. En cambio, el amor de Dios está lleno de consideración, de paciencia y de ternura. Saca a las personas de sus debilidades y de sus pecados paso a paso. Mientras menos egoísta seas, más considerado serás con los demás.

Espera largo tiempo, espera años antes de querer dar un consejo; y entonces, da solo el consejo cuando Dios abra el corazón de quien lo debe recibir. Si recoges la fruta antes de que madure, la vas a echar a perder por completo.

Tus amigos imperfectos, y todos somos imperfectos, solo te pueden conocer de una forma imperfecta. Ven en ti lo que tú no puedes ver, y pasan por alto mucho de los que tú si ves. Ven enseguida las cosas que los ofenden, pero no miran con profundidad dentro de ti a las faltas que se hallan bien escondidas. Aun sus mejores juicios son superficiales.

Escucha en silencio la voz de Dios. Tienes que estar dispuesto a aceptar lo que Él te quiere mostrar. Dios te va a mostrar todo lo que necesitas saber. Sé fiel en acudir ante Él en silencio. Cuando oigas la voz que te susurra en tu interior, es tiempo de guardar silencio. Esa voz no es extraña a tu espíritu, es la voz de Dios dentro de él. No es algo místico, sino algo práctico. Muy dentro de tu ser, vas a aprender a cederte a Dios y a confiar en tu Señor.


CONFÍA EN DIOS
El mejor lugar donde puedes estar, es donde Dios te ponga. Cualquier otro lugar es indeseable, porque eres tú quien lo escoges para ti mismo. 

No pienses demasiado acerca del futuro. La preocupación por las cosas que aún no han sucedido no es saludable. Dios mismo te va a ayudar día tras día. No hay necesidad de almacenar cosas par el futuro. ¿Acaso no crees que Dios va a cuidar de ti? 

La vida de fe hace dos cosas: la fe te ayuda a ver a Dios detrás de todo lo que Él usa y la fe también te mantiene en una posición en la que no estás seguro de qué va a suceder después. Para tener fe, no siempre querrás saber lo que está sucediendo o va a suceder. Dios quiere que confíes solo en Él de minuto a minuto. La fortaleza que te da en un minuto no es para que te lleve a través del minuto siguiente. Deja que Dios se ocupe de lo Suyo. Limítate a ser fiel en lo que Él te pida. Confiar en Dios de momento en momento, en especial cuando todo está oscuro o incierto, -es un verdadero morir a tu viejo yo. Este proceso es tan lento e interior, que muchas veces está escondido de ti mismo y también de los demás.

Cuando Dios te quita algo, puedes estar seguro de que Él sabe como reemplazarlo. Hay una historia según la cual cuando Pablo estaba solo en el desierto, un cuervo le llevaba media hogaza de pan cada día. Si la fe de Pablo vacilaba, y quería estar seguro de que tendría suficiente, habría orado a fin de que el cuervo le trajera lo necesario para dos días. ¿Crees que el cuervo habría regresado siquiera? Come en paz lo que Dios te dé. "El día de mañana traerá su propio afán" (Mat. 6:34). Puedes estar seguro de que Aquel que te alimenta hoy te alimentará mañana.



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