EL PODER DE LA LLAMA - Cap. 32: MIRANDO HACIA EL FUTURO, Dr. Stephen Jones





"Nuestro trabajo ha terminado aquí", le dije a Samuel esa noche después de regresar a Mizpa. "Es hora de que nos vayamos".

Samuel asintió con la cabeza. "Tú has sido de gran ayuda y aliento para mí", dijo Samuel, "pero en la última hora he percibido una tristeza divina en mi corazón, y sé que ahora debemos separarnos. ¿Crees que nos veremos de nuevo?"

-"Es posible" -dije-. "Todavía tienes mucho trabajo por delante. Aún ungirás dos reyes en Israel. Tal vez Yahweh nos permita ser testigos de aquellas ocasiones históricas en Su Reino".

-"Lo espero" -dijo Samuel con un suspiro-. "Mucho del futuro todavía está escondido de mí. Hoy hemos ganado nuestra libertad, pero ¿cuánto durará esto? Los corazones de los hombres les engañan. ¿Cuánto tiempo podrá Israel abstenerse de la idolatría?"

"Israel seguirá teniendo problemas", respondí. "La gente ahora adora al Dios verdadero, pero ellos todavía no le conocen realmente. Le temen, pero la mayoría no le aman verdaderamente. Ellos no conocen Su mente ni Sus caminos. Sólo han percibido Sus poderosos actos. Ellos lo conocen como un gran Rey, pero aún no lo conocen como a su Padre celestial".

"¿Qué puedo hacer para cambiar eso?", preguntó Samuel.

"Sólo Dios puede cambiar el corazón", le dije. "La piedra que has establecido hoy es un testimonio del poder de Dios y de Sus actos, pero hay un mayor Ayudador que aún está por venir -Aquel que tiene el poder de cambiar los corazones. 154 Mientras tanto, tú debes contentarte con cumplir tu comisión y dejar el resto para otra generación y otro tiempo.

"Me siento tan impotente", dijo Samuel.

"Ninguno de nosotros puede tomar el lugar de Dios", dije, "ni podemos hacer lo que sólo Él puede hacer. La gente se sentía desamparada hoy también, hasta que Dios intervino y peleó la batalla por ellos. Así es con nosotros. Sólo podemos seguir Su dirección y seguir el camino que Él ha establecido para cada uno de nosotros. Dios no tiene prisa, y Su plan es desvelado durante muchas generaciones. Esto da a muchas personas la oportunidad de participar en Su plan y hacer Su voluntad. Uno ara, otro siembra, y otro riega la semilla”. 155

-"Entonces haré mi parte de la mejor manera posible" -dijo Samuel-. "No puedo hacer más. Debo guiar a estas personas incluso en sus debilidades y su falta de entendimiento".

"Sí", dije, "y verás que como su líder, tendrás que someterte a su voluntad incluso cuando esté equivocada. La espina del liderazgo es que deben representar al pueblo. Cuando unjas al primer rey, verás lo que quiero decir. Ese rey será un reflejo del corazón del pueblo. Sólo puedo decirte que les des la Palabra de Yahweh y les adviertas cuando demuestren señales de rechazar a Yahweh como Su Rey".

-"Ese es un buen consejo" -dijo Samuel-. "Cuando miro la oscuridad de lo que está por venir, me siento viejo por dentro. Lo que más temo es que no podré retener la libertad de Israel, que el pueblo me respetará, pero no escuchará la Palabra de Yahweh que yo les doy.

"Un nuevo tipo de esclavitud vendrá sobre ellos", dije, "no como el cautiverio filisteo, sino algo más profundo. El poder de la carne es nuestro peor amo, y está siempre presente, incluso cuando Israel parezca ser libre. La esclavitud de la religión es la forma más sutil e insidiosa de esclavitud, porque tiene apariencia de piedad, y los hombres son incapaces de reconocerla por lo que es".

-"Sí" -dijo Samuel-. "A menudo he reflexionado sobre si es posible o no inculcar en los hombres un amor por Dios mismo. Es fácil inculcarles un amor por la religión, el sacerdocio, el Tabernáculo, e incluso el Arca de Dios, porque son cosas que pueden ver y sentir. Quieren ser gobernados por hombres que puedan ver y oír, pero temen ser gobernados por un Dios que ellos realmente no conocen".

"El tiempo siempre revela los corazones de la gente", le respondí. "Me gustaría darte consuelo a este respecto, pero los corazones de los hombres no cambian fácilmente. Sin embargo, Dios ha prometido hacer de todos nosotros Su pueblo y ser el Dios de todas las naciones. Aunque no es impulsado por un sentido de urgencia, El cumplirá Su palabra a Su debido tiempo. Mientras tanto, es alentador saber que Él ha llamado a unos pocos, un remanente de gracia, que son los primeros frutos de Su promesa".

-"Eso ciertamente me consuela" -dijo Samuel-. "Siempre estaré agradecido por las oraciones de mi madre que me trajo a este mundo por la gracia de Dios".

Dormimos tranquilamente esa noche y nos despertamos en un nuevo lugar.

Notas a pie de página

  1. El Espíritu Santo (Juan 16:7)

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