"Nuestro
trabajo ha terminado aquí", le dije a Samuel esa noche después
de regresar a Mizpa. "Es hora de que nos vayamos".
Samuel
asintió con la cabeza. "Tú has sido de gran ayuda y aliento
para mí", dijo Samuel, "pero en la última hora he
percibido una tristeza divina en mi corazón, y sé que ahora debemos
separarnos. ¿Crees que nos veremos de nuevo?"
-"Es
posible" -dije-. "Todavía tienes mucho trabajo por
delante. Aún ungirás dos reyes en Israel. Tal vez Yahweh nos
permita ser testigos de aquellas ocasiones históricas en Su Reino".
-"Lo
espero" -dijo Samuel con un suspiro-. "Mucho del futuro
todavía está escondido de mí. Hoy hemos ganado nuestra libertad,
pero ¿cuánto durará esto? Los corazones de los hombres les
engañan. ¿Cuánto tiempo podrá Israel abstenerse de la idolatría?"
"Israel
seguirá teniendo problemas", respondí. "La gente ahora
adora al Dios verdadero, pero ellos todavía no le conocen realmente.
Le temen, pero la mayoría no le aman verdaderamente. Ellos no
conocen Su mente ni Sus caminos. Sólo han percibido
Sus poderosos actos. Ellos lo conocen como un gran Rey, pero
aún no lo conocen como a su Padre celestial".
"¿Qué
puedo hacer para cambiar eso?", preguntó Samuel.
"Sólo
Dios puede cambiar el corazón", le dije. "La piedra que
has establecido hoy es un testimonio del poder de Dios y de Sus
actos, pero hay un mayor Ayudador que aún está por venir -Aquel que
tiene el poder de cambiar los corazones. 154
Mientras tanto, tú debes contentarte con cumplir tu comisión y
dejar el resto para otra generación y otro tiempo.
"Me
siento tan impotente", dijo Samuel.
"Ninguno
de nosotros puede tomar el lugar de Dios", dije, "ni
podemos hacer lo que sólo Él puede hacer. La gente se sentía
desamparada hoy también, hasta que Dios intervino y peleó la
batalla por ellos. Así es con nosotros. Sólo podemos seguir Su
dirección y seguir el camino que Él ha establecido para cada uno de
nosotros. Dios no tiene prisa, y Su plan es desvelado durante muchas
generaciones. Esto da a muchas personas la oportunidad de participar
en Su plan y hacer Su voluntad. Uno ara, otro siembra, y otro riega
la semilla”. 155
-"Entonces
haré mi parte de la mejor manera posible" -dijo Samuel-. "No
puedo hacer más. Debo guiar a estas personas incluso en sus
debilidades y su falta de entendimiento".
"Sí",
dije, "y verás que como su líder, tendrás que someterte a su
voluntad incluso cuando esté equivocada. La espina del liderazgo es
que deben representar al pueblo. Cuando unjas al primer rey, verás
lo que quiero decir. Ese rey será un reflejo del corazón del
pueblo. Sólo puedo decirte que les des la Palabra de Yahweh y les
adviertas cuando demuestren señales de rechazar a Yahweh como Su
Rey".
-"Ese
es un buen consejo" -dijo Samuel-. "Cuando miro la
oscuridad de lo que está por venir, me siento viejo por dentro. Lo
que más temo es que no podré retener la libertad de Israel, que el
pueblo me respetará, pero no escuchará la Palabra de Yahweh que yo
les doy.
"Un
nuevo tipo de esclavitud vendrá sobre ellos", dije, "no
como el cautiverio filisteo, sino algo más profundo. El poder de la
carne es nuestro peor amo, y está siempre presente, incluso cuando
Israel parezca ser libre. La esclavitud de la religión es la
forma más sutil e insidiosa de esclavitud, porque tiene
apariencia de piedad, y los hombres son incapaces de reconocerla por
lo que es".
-"Sí"
-dijo Samuel-. "A menudo he reflexionado sobre si es posible o
no inculcar en los hombres un amor por Dios mismo. Es fácil
inculcarles un amor por la religión, el sacerdocio, el Tabernáculo,
e incluso el Arca de Dios, porque son cosas que pueden ver y sentir.
Quieren ser gobernados por hombres que puedan ver y oír, pero temen
ser gobernados por un Dios que ellos realmente no conocen".
"El
tiempo siempre revela los corazones de la gente", le respondí.
"Me gustaría darte consuelo a este respecto, pero los corazones
de los hombres no cambian fácilmente. Sin embargo, Dios ha prometido
hacer de todos nosotros Su pueblo y ser el Dios de todas las
naciones. Aunque no es impulsado por un sentido de urgencia, El
cumplirá Su palabra a Su debido tiempo. Mientras tanto, es alentador
saber que Él ha llamado a unos pocos, un remanente de gracia, que
son los primeros frutos de Su promesa".
-"Eso
ciertamente me consuela" -dijo Samuel-. "Siempre estaré
agradecido por las oraciones de mi madre que me trajo a este mundo
por la gracia de Dios".
Dormimos
tranquilamente esa noche y nos despertamos en un nuevo lugar.
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