16
Pero
él no aumentará para sí caballos, ni hará volver al pueblo a
Egipto con el fin de aumentar su caballería; porque Yahweh os ha
dicho: No volváis nunca por ese camino.
Los
caballos eran utilizados principalmente para tirar de carros y eran
los tanques del ejército de aquel tiempo. El número de carros que
un ejército tenía a menudo hacía la diferencia entre ganar o
perder una guerra. Los egipcios eran famosos por sus carros tirados
por caballos, que les hicieron una nación poderosa en la región.
Los
reyes de Israel, sin embargo, no debían confiar en su poder militar,
porque dependían de la protección divina. La protección de Dios
estaba sobre ellos, siempre y cuando la nación obedeciera Sus leyes
y retuviera su fe en Él. Pero cuando la nación cayó en pecado,
Dios dijo que eliminaría Su protección sobre ellos, diciendo en
Deut.
28:25,
"El
Señor hará que seas derrotado delante de tus enemigos".
Tales
derrotas ocurrieron a menudo en la historia de Israel, como se
demuestra en el libro de Jueces. El pueblo pasó seis cautividades
distintas por naciones durante los 300 años que precedieron a la
época del rey Saúl. Los profetas atribuyeron todos estos
cautiverios al hecho de que la gente había roto el Pacto. Es decir,
que rompieron su voto de obediencia (Éxodo
19:8).
Dios
entonces juzgaba a la nación haciendo que fueran derrotados en la
guerra. Los que no tenían fe en Dios atribuyeron su derrota a tener
un número insuficiente de caballos y carros. Su solución carnal fue
construir su máquina de guerra en lugar de arrepentirse. Al
hacerlo, se encontraron tratando de defenderse luchando contra Dios.
1
¡Ay
de los que descienden a Egipto por ayuda, y confían en caballos, y
confían en carros, porque son muchos, y en jinetes, porque son muy
fuertes, pero no miran al Santo de Israel, ni buscan al Señor! 2 Mas
él también es sabio y traerá el mal, y no se retractará de sus
palabras, sino que se levantará contra la casa de los malignos, y
contra el auxilio de los que hacen iniquidad.
En
otras palabras, Dios es "sabio
y traerá el mal"
sobre los israelitas por su falta de fe y su desobediencia. Dios
prometió provocar su derrota cuando violaran Su Ley, y Él "no
se retractará de sus palabras".
Cuando los israelitas dejando de lado Su Ley, se convirtieron en
"malignos"
y en "los
que hacen iniquidad",
y Dios prometió levantarse contra ellos, ayudando a sus enemigos a
derrotarles en la batalla.
3
Y
los egipcios hombres son, y no Dios, y sus caballos son carne y no
espíritu; por lo que Yahweh extenderá su mano, y el que ayuda
tropezará, y el que recibe ayuda caerá, y todos ellos vendrán a su
fin juntos.
En
otras palabras, los hijos de Israel no debían volverse a Egipto en
busca de ayuda. Si lo hacían, los egipcios tropezarían, y los hijos
de Israel caerían, "y
todos ellos vendrán a su fin juntos".
El profeta dice que es
inútil tratar de luchar contra el juicio divino.
La verdadera solución es arrepentirse, escuchar, creer y obedecer lo
que Él ha hablado. Cuando las personas se arrepientan, entonces Dios
se levantará y derrocará a los opresores.
Sin
embargo, el pueblo de Israel no creía a los profetas, ni tenía
ninguna fe en que Dios protegería a un pueblo obediente. Ellos
creían que su derrota en batalla no tenía nada que ver con su
relación con Dios, mientras incluso continuaban realizando el
servicio religioso en el templo de Jerusalén. Por lo que el profeta
dice en Isaías
30:1
y 2,
1
"¡Ay
de los hijos rebeldes!" declara el Señor, "que ejecutan un
plan, pero no el mío, y crean una alianza, pero no de mi espíritu,
con el fin de añadir pecado sobre pecado; 2 para proceder a Egipto,
sin consultar conmigo, para refugiarse en la seguridad de Faraón, y
buscar abrigo a la sombra de Egipto".
Isaías
da entonces la única solución al peligro al que se enfrentaban,
cuando el ejército asirio se acercaba,
15
Por
tanto, el Señor Dios, el Santo de Israel, ha dicho: "En reposo
(arrepentimiento)
y en reposo seréis salvos; en quietud y en confianza será vuestra
fortaleza". Pero no estuvisteis dispuestos, 16 sino que
dijisteis: "No, porque huiremos a caballo". ¡Por lo tanto,
huiréis! "Y: sobre corceles veloces cabalgaremos". Por lo
tanto los que os persigan serán veloces.
Aunque
Israel recurrió a Egipto en busca de ayuda, los asirios conquistaron
Israel y los deportaron a la zona cerca del Mar Caspio.
Cuando
los israelitas perdieron la fe en Dios, llegaron a depender de sus
propias fuerzas para su protección.
Cuando desobedecieron a Dios y arrojaron a un lado Su Ley, se
abrieron al juicio divino como fue profetizado en Levítico 26 y
Deuteronomio 28. El juicio por la desobediencia era parte del Pacto,
junto con las bendiciones por la obediencia. Sin embargo, es difícil
para un pueblo rebelde entender esto. Ellos
querían la libertad de desobedecer a Dios y, sin embargo cosechar
las bendiciones como si fueran obedientes.
Ellos querían adorar a Dios en los templos, pero tener la libertad
para violar Sus Leyes en su vida diaria. Isaías dice en 30:1 que
esto suponía a añadir pecado a pecado. En otras palabras, en
primer lugar ellos pecaban por violar la Ley, y luego cuando llegaba
el juicio divino, añadían otro pecado al tratar de defenderse
recurriendo a los "caballos".
El
problema de Israel en los días de Isaías es el mismo que
encontramos hoy en día en los Estados Unidos y en todo el mundo. La
gran carrera
de armamentos militares
de América coincidió con uno de sus movimientos para eliminar a
Dios de gobierno, la educación, y los tribunales. La solución no es
que los patriotas se levanten con sus armas para derrocar a los malos
funcionarios públicos; la solución es que se arrepientan y declaren
a Dios como el Jefe de Estado, que reconozcan el derecho de Dios a
gobernar el mundo que Él ha creado.
Dios
continuará ejerciendo presión sobre los Estados Unidos hasta que el
pueblo reinstaure el Primer Mandamiento, "No
habrá para ti otros dioses delante de mí".
http://www.gods-kingdom-ministries.net/teachings/books/deuteronomy-the-second-law-speech-5/chapter-7-divine-protection/ |
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