VIVIR A CRISTO, Devocionales eManá



Filipenses 1:21 Porque para mí el vivir es Cristo.

Gálatas 2:20 Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y la vida que ahora vivo en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a Sí mismo por mí.

~~~~~ Palabras del ministerio ~~~~~

En el versículo 21, Pablo añade: “Porque para mí, el vivir es Cristo”. La conjunción “porque” al principio de este versículo es muy significativa, pues indica que lo que sigue después de ella es la explicación del versículo anterior. Cristo era magnificado en el cuerpo de Pablo porque él vivía a Cristo. Si hemos de magnificar a Cristo, ciertamente debemos vivirlo. Vivir a Cristo es un tema de suma importancia, pero a pesar de ello muy pocos cristianos han prestado la debida atención a este asunto. La conjunción “porque” del versículo 21 nos ayuda a ver que Pablo magnificaba a Cristo porque para él, el vivir era Cristo. Cristo era exaltado, loado, alabado y exhibido en el cuerpo encadenado de Pablo, porque él vivía a Cristo.

Si hemos de vivir a Cristo, debemos tomarlo como nuestra persona y ser uno con Él. Él y nosotros debemos llegar a ser uno de manera práctica. En Gálatas 2:20, Pablo declaró: “Vive Cristo en mí”. Para Pablo, esto no era una simple doctrina, sino un hecho. También para nosotros esto debe ser una realidad. Es triste ver que algunos cristianos no creen que Cristo realmente vive en ellos. Tampoco creen que podemos morar en Cristo y Él en nosotros. Sin embargo, la Biblia afirma claramente que Cristo está en nosotros y que vive en nosotros. Además dice que debemos morar en Él y permitirle que more en nosotros.

Pablo no sólo declaró que Cristo vivía en él, sino que para él, el vivir era Cristo. Por un lado, Cristo vivía en Pablo; y por otro, Pablo vivía a Cristo. Cristo era la vida interior de Pablo, y también era su vivir práctico. Por lo tanto, él y Cristo tenían una misma vida y un mismo vivir. La vida de Cristo era la de Pablo, y el vivir de Pablo era el de Cristo. Ambos vivían como una sola persona. En 1 Corintios 6:17 se hace referencia a tal vivir. En ese versículo, Pablo declara que somos un solo espíritu con el Señor. La unión orgánica que existe entre nosotros y Cristo nos hace tan cercanos a Él que podemos ser un solo espíritu con Él.


Filipenses 1:21 Porque para mí el vivir es Cristo…

Efesios 4:15 Sino que asidos a la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la Cabeza, Cristo.


Vivir a Cristo no consiste meramente en llevar una vida santa ni en expresar santidad en el vivir. Vivir a Cristo consiste en vivir a una persona. Admitimos que “vivir a Cristo” es una expresión nueva, pero la usamos deliberadamente. Anteriormente hablamos de “expresar a Cristo en el vivir”, y aunque no es incorrecto decir esto, se aleja un poco del verdadero sentido. Simplemente debemos vivir a Cristo. La vida que llevamos debe ser Cristo mismo.

Por experiencia puedo testificar que lo más difícil en la vida cristiana es vivir a Cristo. Podemos ser “santos”, “espirituales” y “victoriosos” sin que vivamos a Cristo. Podemos ser todas estas cosas, y aún permanecer en nuestra vida natural. Esto significa que no estamos viviendo a Cristo.

Por naturaleza, soy una persona rápida. Recuerdo que después de que recibí al Señor, mi hermana se puso muy contenta y quiso ayudarme a vencer mi rapidez natural. En lugar de reprenderme o corregirme, me habló de algunas personas que eran más calmadas en su manera de hablar y actuar. Al comprender lo que ella trataba de enseñarme, le dije al Señor que me arrepentía por ser tan rápido y le pedí que me hiciera más lento. Pero mi conducta se asemejaba a la de un mono que trata de imitar a un hombre; aunque lograba hacer las cosas pausadamente por algunos días, después volvía nuevamente a mi carácter rápido. No lograba disminuir mi rapidez debido a que yo era así por nacimiento. Mi hermana tenía buenas intenciones al enseñarme a que no fuera tan rápido, pero no me ayudaba a vivir a Cristo. Ahora, después de más de cincuenta años, puedo ser más lento y paciente. También soy capaz de controlar mi enojo. En cierto sentido, puedo ser santo, espiritual y victorioso, pero he descubierto que eso se puede lograr sin vivir a Cristo.

Si hemos de vivir a Cristo, debemos tomarlo como nuestra persona y nuestra vida misma. Aunque he avanzado al respecto, debo admitir que todavía no he alcanzado absoluto éxito. Casi todas las mañanas le digo al Señor: “Señor, te agradezco por darme otro día para vivirte. Señor, por mí mismo no puedo hacerlo. Te pido que me recuerdes que debo vivirte y concédeme la gracia necesaria para ello”. Pero aun así, me doy cuenta de que poco después de haber hecho tal oración, me es muy fácil volver a vivir por mí mismo en lugar de vivir a Cristo. Quizás mi manera de vivir sea buena, pero no vivo a Cristo. Aún no puedo declarar con confianza las palabras de Pablo: “Para mí, el vivir es Cristo”.


Filipenses 3:9  Y ser hallado en Él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por medio de la fe en Cristo...

Colosenses 2:9  Porque en Él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad.


A menudo en la vida cristiana, tendemos a seguir ciertas prácticas. Por ejemplo, quizás nos demos cuenta de que hablamos demasiado y nos propongamos limitar nuestro hablar. Tal vez logremos restringirnos, pero nos olvidamos de vivir a Cristo. Una cosa es adoptar cierta práctica, y otra muy distinta es vivir a Cristo. A Dios no le interesa cuán santos, espirituales y victoriosos seamos en nosotros mismos. En realidad, llevar una vida así por esfuerzo propio es lo mismo que intentar guardar la ley. Lo que realmente cuenta para Dios es Cristo y el hecho de que lo vivamos. Con respecto a esto, la situación actual de los creyentes no corresponde con el deseo de Dios. Es por eso que luchamos por vivir a Cristo de una manera genuina. Dios anhela que Su pueblo viva a Cristo. No nos distraigamos con la santidad, la espiritualidad o la victoria, ni con nuestras virtudes o atributos naturales. Más bien, debemos centrar toda nuestra atención en vivir a Cristo, con el único propósito de que Él sea magnificado en nosotros.

En la epístola de Filipenses Pablo nos alienta a tener un solo pensamiento (2:2), a saber, vivir a Cristo. Nuestra única preocupación debe ser vivir a Cristo y magnificarle. En lugar de tratar de ser santos, espirituales y victoriosos, debemos aspirar a vivir siempre a Cristo y magnificarlo con toda confianza, ya sea por vida o por muerte. El deseo de Dios hoy es que vivamos a Cristo.

No permita que nada lo distraiga de su experiencia directa y personal con Cristo. Es cierto que necesitamos conocer el trasfondo de esta epístola y comprender cuál es la condición actual de la religión; además, debemos discernir los diferentes motivos por los que se predica a Cristo. Sin embargo, nada debe desviarnos de Cristo mismo. Hoy debemos centrar nuestra atención en este único pensamiento: vivir a Cristo. (c) 2016 Living Stream Ministry.

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Los versículos son tomados de la Santa Biblia, Versión Recobro. Las "Palabras del ministerio" provienen del Estudio-vida de Filipenses, escrito por Witness Lee, capítulo 6. Ambos son publicados por Living Stream Ministry, Anaheim, CA.

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