SENTARSE SOLO A LOS PIES DE JESÚS Y NO SUAVIZAR EL EVANGELIO, José (Administrador)






28 de septiembre del 2020


Mar. 3: 31-35 

Vienen después sus hermanos y su madre, y quedándose afuera, enviaron a llamarle. Y la gente que estaba sentada alrededor de él le dijo: Tu madre y tus hermanos están afuera, y te buscan. Él les respondió diciendo: ¿Quién es mi madre y mis hermanos? Y mirando a los que estaban sentados alrededor de él, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. Porque todo aquel que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre.


Damos gracias a Dios porque su Palabra dice que "a los que le amamos todas las cosas nos ayudan a bien" (Rom. 8: 28) y este texto nos aboca a decir algunas cosas que tal vez tenían que haber sido dichas con anterioridad y así haber ganado un tiempo precioso en sus vidas y en las nuestras.


Algunas veces seguramente no habrá sido así debido a cierto temor a ofender, a la confusión y al azoramiento que el “radicalismo” de decirlas nos producía. Como Witness Lee diría, los cristianos debemos ser veraces y no diplomáticos, pero a veces no tenemos el suficiente coraje para hacerlo y elegimos la falsa paz de huir del conflicto no diciendo las cosas claras por temor a ofender.


Sentada esta premisa y como “desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de Dios sufre violencia y los violentos lo arrebatan” (Mt. 11: 12) pido a nuestro Señor que nos dé de su sabiduría para que nuestras palabras, aunque veraces, porque "la verdad nos hace libres", vayan sazonadas con la sal de su gracia para no ofender innecesariamente. Y piense cada cual como quiera, que aunque nos preocupe, nos preocupan muy por encima de todas las cosas, la honra de nuestro Padre celestial y lo que Él piense de nosotros. La lucidez y la certeza de proceder conforme a la Palabra de Dios, que ahora tenemos, nos confirma que tal vez ahora sea el buen tiempo para compartir esta luz que hemos recibido.


Lo que sigue en modo alguno pretende excusar algún comportamiento, palabra o trato incorrecto para con alguien, que de cierto se habrán producido en algún momento en nuestras relaciones interpersonales. Además estamos extremadamente agradecidos, por las atenciones, consuelos, cariños y ayudas que las relaciones naturales y/o espirituales nos han prodigado en tantas ocasiones.


Todos somos llamados a salir de nuestra tierra y de nuestra parentela, para que podamos seguir a Cristo libres de ataduras emocionales, materiales y humanas; pues la Palabra dice en 2ª Corintios 5: 16 “De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne; y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así”. Es decir, que nuestras relaciones de la carne o naturales e incluso las espirituales, deben ser reevaluadas y retomadas bajo una perspectiva de resurrección; es decir, en el Espíritu.


Por esta razón, después de llamarnos, el Espíritu siempre nos lleva al “desierto” para aislarnos y “forzarnos” a su comunión-bendición; porque de no ser así nos apegaríamos carnalmente a familiares, amigos u otros en busca del consuelo emocional y del apoyo que deberíamos buscar solamente en Jesús y en la familia de la fe verdaderamente comprometida con el evangelio. Aquel es un consuelo humano, emocional, que contempla la vida desde una óptica terrenal y, lejos de sanarnos, nos perjudica; éste nos sana y nos permite crecer y contemplar la vida desde la perspectiva eterna del Reino.


De este modo se le daría lugar al Espíritu Santo, para que cuando Él lo considerase apropiado nos guiase en frecuencia y tiempo, a ustedes o a nosotros, a citarnos y conversar; pero conversar fundamentalmente de las cosas de Dios y a no perder el tiempo como los incrédulos hablando superficialidades. Si no velamos en este asunto, infaliblemente seremos arrastrados por nuestra carne a las conversaciones banales y emocionales que no nos edifican, e incluso nos atan, a personas que impiden o ralentizan nuestro crecimiento en el Señor.


Esta postura puede parecer exagerada, pero, por ser bíblica, no lo es:


Mar. 3: 31-35. Vienen después sus hermanos y su madre, y quedándose afuera, enviaron a llamarle. Y la gente que estaba sentada alrededor de él le dijo: Tu madre y tus hermanos están afuera, y te buscan. Él les respondió diciendo: ¿Quién es mi madre y mis hermanos? Y mirando a los que estaban sentados alrededor de él, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. Porque todo aquel que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre.


Queridos, Dios nos apremia hoy para que nos tomemos el Evangelio completamente en serio, y al menos lo pretendemos, creyendo que esto tiene que ser así, si realmente estamos del lado de Cristo.


Esto es vivir el evangelio, no siendo hipócritas religiosos que hablan de Cristo, pero no le obedecen (Juan 15: 14 “Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando!” Mateo 12: 30 “El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama”).


Nos debemos enteramente a nuestro Dios, pues fuimos comprados por el altísimo precio de la sangre de su Hijo, y todo nuestro ser, tiempo y medios le pertenecen a Jesucristo; todos los cuales no se nos permite desperdiciar con aquellos que no quieren buscarle, que no quieren estar sentados alrededor de Él, aunque sean de nuestra familia natural o amigos nuestros. Pero con aquellos que le buscan, todo lo que Dios permita, cuando lo permita y como lo permita.


El amor a veces duele y sería preferible perderlos temporalmente que eternamente. Al final, el radicalismo del amor verdadero, que no se ama a sí mismo para evitar conflictos, siempre es lo mejor. Los padres han de procurar que los hijos tomen sus medicinas aunque protesten, se quejen y pataleen. Nosotros queremos su supremo bien: su salvación eterna.


Bueno, reiterando nuestra petición de perdón por todo el daño que nuestra tibieza y egoísmo hayan podido causar, para todo aquello que en nuestro precioso Señor Jesucristo pudieran necesitarnos, aquí nos tienen, siempre que estén dispuestos a desechar las banalidades, para que juntos nos sentemos alrededor de Jesús.


Sean bendecidos en el nombre de nuestro Señor.


Un abrazo.


Gracia y paz.



Textos bíblicos:

(1)-Hechos 7: 3, y le dijo: Sal de tu tierra y de tu parentela, y ven a la tierra que yo te mostraré;

Lucas 5: 11, Y cuando trajeron a tierra las barcas, dejándolo todo, le siguieron;

Lucas 9: 62, Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios;

Marcos 10: 21, Entonces Jesús, mirándole, le amó, y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz;

Marcos 10: 29-30, Respondió Jesús y dijo: De cierto os digo que no hay ninguno que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por causa de mí y del evangelio, que no reciba cien veces más ahora en este tiempo; casas, hermanos, hermanas, madres, hijos, y tierras, con persecuciones; y en el siglo venidero la vida eterna.

Lucas 14: 26, Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo;

1ª Cor. 7: 29-30, Pero esto digo, hermanos: que el tiempo es corto; resta, pues, que los que tienen esposa sean como si no la tuviesen; y los que lloran, como si no llorasen; y los que se alegran, como si no se alegrasen; y los que compran, como si no poseyesen; etc…


(2)- Gálatas 1: 15-18, Pero cuando agradó a Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre, y me llamó por su gracia, revelar a su Hijo en mí, para que yo le predicase entre los gentiles, no consulté en seguida con carne y sangre, ni subí a Jerusalén a los que eran apóstoles antes que yo; sino que fui a Arabia, y volví de nuevo a Damasco. Después, pasados tres años, subí a Jerusalén para ver a Pedro, y permanecí con él quince días;

Mateo 4: 1, Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo; Lucas 4: 14 Y Jesús volvió en el poder del Espíritu a Galilea, y se difundió su fama por toda la tierra de alrededor.


"Prefiero herirlos con la verdad, que matarlos con la mentira".

(John Hus)


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