SOFONÍAS, PROFETA DE LA PROTECCIÓN DIVINA, Parte 2: LA DECLARACIÓN DE JUICIO DE DIOS, Dr. Stephen Jones (GKM)

 


Fecha de publicación: 10/09/2025
Tiempo estimado de lectura: 5 - 7 minutos
Autor: Dr. Stephen E. Jones
https://godskingdom.org/blog/2025/09/zephaniah-prophet-of-divine-protection-part-2-gods-declaration-of-judgment/

 

Sofonías 1: 2 nos da la tesis inicial de su revelación profética:

2 «Quitaré por completo [asoph aseph, “hacer acabar, acabaré”] todas las cosas de sobre la faz de la tierra», declara el Señor.

(Ver nota a pie de página)

Dios declara aquí que pondrá fin a todo. El viejo orden llegará a su fin y cesará el dominio de la injusticia. Es en este contexto que Dios también protegerá a su Remanente. El juicio divino se dirige al mundo impío, no a los justos.

Sofonías 1: 3 muestra lo que Él quiere decir con todas las cosas:

3 «Quitaré al hombre y a la bestia, y quitaré las aves del cielo y los peces del mar, y haré tropezar a los impíos, y cortaré al hombre de sobre la faz de la tierra [h'adamah, “el suelo”]», declara el Señor.

Cuando Dios instaura su Nuevo Orden Mundial, lo describe como una inversión de la historia original de la Creación, donde creó estas diversas formas de vida en la Tierra. Esto prepara el terreno para los nuevos cielos y la Nueva Tierra. Isaías 65: 17 profetiza:

17 Porque he aquí que Yo crearé cielos nuevos y una tierra nueva; y de lo primero no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento.

Son los mismos Cielos nuevos y Tierra nueva que se confirman en Apocalipsis 21: 1,

1 Entonces vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existe.

Es difícil saber cuán literalmente debemos interpretar esto, así como su alcance. En la época de los profetas, su enfoque se centraba principalmente en la tierra/territorio de Israel y Judá, pero posteriormente su aplicación se ha vuelto mundial. Quizás esta profecía sea aplicable en ambos niveles, de diferentes maneras.

 

Aplicaciones locales y mundiales

Sabemos por Isaías 29: 1-6 que “Ariel” (Jerusalén) y la tierra misma serán consumidas por el fuego (Isaías 29: 6), cuya descripción parece indicar un incendio nuclear. También sabemos por Isaías 26: 78 que nadie obtendrá esa tierra, lo que sugiere la posibilidad de una lluvia radiactiva que impediría que cualquier persona viva allí en el futuro previsible. La lluvia radiactiva también afectaría a toda la vida silvestre.

Sin embargo, es dudoso que todo el planeta sufra el mismo destino, pues el libro de Apocalipsis deja claro que «las naciones andarán a la luz de ella» (Apocalipsis 21: 24) y que las hojas del árbol de la vida traerán sanidad a las naciones (Apocalipsis 22: 2). Asimismo, a los Vencedores se les dará dominio sobre la Tierra (Apocalipsis 5: 10); y los mansos heredarán la Tierra (Mateo 5: 5Salmo 2: 8). No obstante, habrá cambios radicales, que no podrán conocerse completamente antes de ese momento.

Sofonías 1: 4 parece limitar el alcance de la destrucción a la antigua tierra de Israel, diciendo:

4 “Extenderé, pues, mi mano contra Judá y contra todos los habitantes de Jerusalén…”

Esto parece ajustarse a la profecía de Jeremías 19: 1011, que nos dice que la ciudad y sus habitantes serán quebrados como una vasija de alfarero que ya no podrá ser reparada.

 

Falsos sacerdotes, falsa adoración

El versículo 4 continúa:

4 “… Y talaré de este lugar el remanente de Baal, y los nombres de los sacerdotes idólatras [chemarims, KJV, literalmente, “vestidos de negro”] junto con los sacerdotes”.

Los “chemarims” (de kamar, «ser negro») eran sacerdotes paganos que vestían túnicas negras. Los sacerdotes regulares del templo vestían lino blanco; sin embargo, ellos también se habían vuelto idólatras, como afirma Jeremías (Jeremías 19: 45). Tenga en cuenta que Sofonías y Jeremías fueron contemporáneos, por lo que es probable que Sofonías hubiera oído o incluso visto lo que Jeremías hizo al romper la vasija de barro en el valle de Ben-hinom.

Sofonías 1: 56 continúa,

5 “Y a los que se inclinan sobre las azoteas ante el ejército del cielo, y a los que se inclinan y juran al Señor, y, sin embargo, juran por Milcom [o Moloc, el dios amonita]6 y a los que se han apartado de seguir al Señor, y a los que no han buscado al Señor ni le han preguntado”.

Muchos adoraban los cielos y las constelaciones desde sus azoteasJeremías 19: 13 dice:

13 Las casas de Jerusalén y las casas de los reyes de Judá serán inmundas, como el lugar de Tofet, a causa de todas las casas sobre cuyas azoteas quemaron sacrificios a todo el ejército celestial, y derramaron libaciones a dioses ajenos.

Tanto Sofonías como Jeremías afirmaron que tal adoración a dioses falsos justificaba el juicio de Dios sobre la ciudad y su gente.

 

Mezclas en la adoración

Sofonías dijo que los judíos de su época «se inclinaban y juraban al Señor, pero también lo hacían por Milcom». Por lo tanto, los adoradores no percibían la contradicción de su sistema de creencias. Quizás creían que Milcom era sólo otro nombre para Yahweh y que los sacrificios humanos a Milcom también eran aceptables para el Dios de Israel.

Vemos la misma contradicción tras la deportación de la Casa de Israel a Asiria. Los israelitas fueron reemplazados por extranjeros deportados de sus países de origen y exiliados a la tierra de Israel (2º Reyes 17: 24). Cuando trajeron consigo a sus otros dioses, «el Señor envió leones entre ellos que mataron a algunos» (2º Reyes 17: 25). Su solución fue traer de vuelta de Asiria a uno de los sacerdotes deportados de Samaria para que les enseñara «la costumbre del dios de la tierra» (2º Reyes 17: 27).

Luego leemos en 2º Reyes 17: 2829 y 33,

28 Entonces uno de los sacerdotes que habían llevado al destierro desde Samaria vino y vivió en Betel, y les enseñó cómo debían temer al Señor. 29 Pero cada nación seguía haciendo sus propios dioses y los ponía en las casas de los lugares altos que los samaritanos habían hecho, cada nación en las ciudades donde vivían… 33 Temían al Señor y servían a sus propios dioses según la costumbre de las naciones, de entre las cuales habían sido llevados al destierro.

Su fe en dioses extranjeros permaneció intacta, pero también aprendieron a apaciguar al Dios de Israel. Si bien cabría esperar que estos extranjeros añadieran a Yahweh a su panteón de dioses, el pueblo de Judá no tenía excusa para tales prácticas. Los profetas lo dejan muy claro. El pueblo adoraba a Yahweh en el templo de Jerusalén, pero en su vida diaria servían (obedecían las leyes de) otros dioses a quienes adoraban desde las azoteas de sus hogares.

El propósito principal de Dios al juzgar es instituir un cambio, representado como una Nueva Creación. Su propósito va más allá del simple castigo. La destrucción no carece de propósito ni esperanza. Los juicios de Dios son sentencias judiciales que Él ejecutará para cambiar, no sólo la conducta de los hombres, sino también sus corazones. Por lo tanto, Isaías 26: 9 dice:

9 … cuando la tierra experimenta tus juicios, los habitantes del mundo aprenden justicia.

El objetivo final es la Restauración de Todas las Cosas (Hechos 3: 21).


Nota: Se parece mucho al lema de las revueltas en Francia de ayer, del Movimiento "¡Bloqueemos todo!" ("Bloquons tout!").

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