ISRAEL Y JUDÁ - Parte 6 (Final), Dr. Stephen Jones (GKM)

 


Fecha de publicación: 26/02/2025
Tiempo estimado de lectura: 6 - 8 minutos
Autor: Dr. Stephen E. Jones
https://godskingdom.org/blog/2025/02/israel-and-judah-final/

Cuando se estableció el Estado de Israel en 1948, muchos cristianos lo aclamaron como el cumplimiento de una profecía. En verdad, se cumplió una profecía, pero, como sucede tan a menudo con las profecías, lo hizo de una manera que la Iglesia en su conjunto no esperaba. Así como la Primera Venida de Cristo ocurrió de una manera que sorprendió a la gente, así también ha sucedido nuevamente.

Pocas personas ciegas son conscientes de su propia ceguera. Se dan cuenta de ello sólo cuando la luz de la verdad disipa la oscuridad y pueden ver con claridad. Los pasajes de las Escrituras que enseñan claramente la verdad siguen siendo elusivos para la mayoría, incluso cuando esos pasajes hablan abierta y claramente.

Por ejemplo, Pablo enseña claramente en Gálatas 4 que la Jerusalén terrenal es el Antiguo Pacto y que es comparable alegóricamente con Agar, cuyos hijos carnales no serán herederos con los hijos del Nuevo Pacto. Sin embargo, la gran mayoría de los evangélicos y creyentes pentecostales siguen enseñando que la Jerusalén terrenal está llamada a ser la capital del Reino de Cristo y que sus hijos son los elegidos.

¿Cómo puede haber tanta ceguera ante la clara enseñanza de Pablo?


La ceguera de Isaac

En la historia de Jacob y Esaú, leemos cómo Isaac quedó ciego en sus últimos años (Génesis 27: 1) y cómo Jacob se aprovechó de esa ceguera para robar la bendición de su padre. Fue un caso clásico de robo de identidad. Isaac cuestionó a Jacob porque la voz era ligeramente diferente a la de Esaú. Leemos en Génesis 27: 24 cómo Jacob mintió:

24 Entonces [Isaac] le preguntó: «¿Eres tú mi hijo Esaú?» Y [Jacob]le respondió: «Lo soy».

Fue porque Jacob defraudó a su padre —forzando el cumplimiento de la profecía— que la bendición tendría que ser desmantelada en algún momento de la historia, a pesar del hecho de que Esaú no fue llamado a recibir la Primogenitura. Aunque la profecía especificaba que Esaú (“el mayor”) serviría a Jacob (“el menor”), no se puede forzar el cumplimiento de la profecía mediante ese engaño, ni siquiera cuando parece que la profecía está a punto de fallar. Hay que tener fe en que Dios es capaz de cumplir su Palabra sin ayuda de la carne.

Isaac debió reconocer esto, porque le dijo a Esaú: Cuando tengas el dominio, quebrarás su yugo de tu cerviz (Génesis 27: 40). No obstante, en su sabiduría decidió dejar que Dios se encargara del problema a su propio tiempo y manera. Resultó que Dios esperó miles de años hasta el año 1948.

En esencia, Dios esperó hasta que la Iglesia se volviera vieja y ciega, a partir de la década de 1850, con el ascenso de Darby y luego de Scofield, su sucesor. Ellos popularizaron una nueva enseñanza sobre la escatología, que incorporaba la enseñanza judía sobre el sionismo. Esto creó una expectativa en la Iglesia de que los judíos regresarían a la Tierra Santa para cumplir las profecías sobre Israel. Su error fundamental fue no distinguir entre Judá (“judíos”) e Israel (“tribus perdidas”). Además, interpretaron el “retorno” de Israel a la manera del Antiguo Pacto, ignorando por completo Hebreos 11: 10-15, donde conocemos la manera del Nuevo Pacto en que esto debía cumplirse. Abraham buscaba una patria celestial, no la antigua tierra de Canaán, y nosotros, como hijos de Abraham, debemos tener la misma visión.

Pero Dios cegó a la Iglesia para preparar el terreno para otra ronda de robo de identidad. Los descendientes de Esaú (Edom/Idumea) se habían convertido al judaísmo en el año 126 aC, y en ello coinciden prácticamente todos los historiadores. Después de unos siglos, los edomitas estaban tan plenamente integrados en el remanente de Judá que perdieron su identidad original. El resultado fue que los judíos tenían entonces dos series de profecías que cumplir: la de Judá, según Jeremías 19, y la de Edom, según Malaquías 1: 1-4, Isaías 34 y el libro de Abdías.

Lo que Edom y Judá tenían en común era que ambos se dirigían hacia la destrucción.

La justicia de la Ley en Éxodo 21: 24 dice, ojo por ojo, lo que establece el principio de que el juicio debe ser igual al delito (pecado). Así que cuando Jacob se aprovechó de la ceguera de su padre para robarle la Primogenitura, Dios utilizó el mismo principio a la inversa. Utilizó a Darby y Scofield para cegar a la Iglesia, de modo que la rama edomita del judaísmo —es decir, los sionistas— pudieran recuperar la Primogenitura mediante engaño en 1948.


Condiciones para un “retorno” legal

La Ley de la Tribulación de Levítico 26 habla del juicio divino sobre Israel. También habla de cautiverio, donde Dios podría expulsarlos de la tierra por su iniquidad. Dios no les permitiría regresar hasta que reconocieran su pecado y aceptaran que el juicio de Dios era justo y bien merecidoLevítico 26: 40-42 dice:

40 Si confiesan su iniquidad, y la iniquidad de sus padres, por su infidelidad que cometieron contra Mí, y también por obrar con hostilidad contra Mí (41 Yo también actué con hostilidad contra ellos para llevarlos a la tierra de sus enemigos), o si su corazón incircunciso se humilla y entonces enmiendan su iniquidad, 42 entonces Yo me acordaré de mi pacto con Jacob, con Isaac y con Abraham, y me acordaré de la tierra.

Fue por su hostilidad hacia Dios que fueron exiliados a Babilonia seis siglos antes de Cristo. Sin embargo, Dios les permitió regresar después de que Daniel confesara su iniquidad y hostilidad contra Dios en su larga oración de Daniel 9. El propósito de Dios era permitir que el Mesías naciera en Belén.

Sin embargo, los líderes religiosos se volvieron hostiles a Jesús y lo rechazaron como el Mesías-Rey. Así que después de un período de prueba de 40 años, Dios usó al ejército romano para exiliarlos una vez más. Jesús contó una parábola sobre esto, concluyendo en Mateo 22: 7:

7 Pero el rey [Dios] se enfureció y envió sus ejércitos[los romanos] y destruyó a aquellos asesinos y prendió fuego a su ciudad [Jerusalén]

El sionismo es un intento ilegal de terminar con el exilio [impuesto por Dios] sin arrepentirse; es decir, sin cumplir con las condiciones establecidas en la Ley. A los judíos no se les permitió regresar como judaítas, porque eso estaba prohibido en la Ley. En cambio, Dios permitió que los sionistas regresaran como edomitas, para corregir la injusticia que Jacob había perpetrado sobre Esaú en Génesis 27. Por esta razón, el Estado Judío (desde la perspectiva de Dios) no es Israel ni Judá. Es una manifestación profética de Esaú-Edom, al que se le dio la primogenitura en 1948 y que, por lo tanto, tomó sobre sí el nombre de primogenitura, Israel. Por lo tanto, la nación tiene el derecho legal al nombre de Israel, pero no se trata de una situación permanente. Una vez que hayan demostrado que no son dignos de la Primogenitura, Dios destruirá Jerusalén y el Estado en su totalidad, y entonces la Primogenitura pasará a los verdaderos israelitas que reconocen que “Dios gobierna” y que son leales al Mesías ben José.


Lealtades

Cuando Cristo vino la primera vez, el requisito era ser leal a Aquel a quien Dios había enviado para representarlo en la Tierra. Jesucristo vino a través de la tribu de Judá y del linaje de David, para reclamar su trono como Mesías ben [hijo de] Judá. La gente común lo habría aceptado, porque vieron sus obras, pero al final su lealtad fue hacia sus líderes religiosos, no hacia Dios mismo. Así que el conflicto ha continuado hasta el día de hoy.

Ahora que Cristo se prepara para volver, los cristianos tienen la responsabilidad de proclamar su lealtad al Mesías ben José. Los que son leales a Edom son el equivalente de los que permanecieron leales a los sacerdotes del templo que rechazaron a Cristo y lo crucificaron (Hechos 7: 52). Esta es la cuestión principal hoy en día, cuando Dios distingue entre la Iglesia y los Vencedores.

Tenga en cuenta que Jacob no nació con el nombre de Israel (“Dios gobierna, Dios es soberano”). El nombre se le dio como testimonio de su revelación de la soberanía de Dios. A partir de entonces sólo los del Remanente de Gracia fueron verdaderos israelitas según la definición de Dios, aunque el nombre se aplicaba generalmente a toda la nación, incluidos los incrédulos.

Como creyentes en Cristo como Mesías ben Judá, creemos en su misión de morir por el pecado y resucitar para nuestra justificación. Pero como creyentes en Cristo como Mesías ben José, vamos un paso más allá, creyendo en su misión actual de establecer su Reino, recibir la Primogenitura de la mano de Dios y el nombre de Primogenitura, Israel.



FIN


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