LA CARNE DE LA PALABRA - Parte 11 (¿Quién crucificó a Jesús?), Dr. Stephen Jones

 

Fecha de publicación: 01/10/2024
Tiempo estimado de lectura: 4 - 6 minutos
Autor: Dr. Stephen E. Jones

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Uno de los tipos y sombras más importantes del Antiguo Testamento es el rey David, que fue un tipo de Cristo en dos sentidos. En primer lugar, fue el rey del Reino Unido de Israel y, como tal, prefiguró a Jesucristo, quien es el Rey supremo de la Tierra (1ª Cor. 15: 28). En segundo lugar, David fue un sacerdote del orden de Melquisedec (Sal. 110: 4), al igual que Jesús (Heb. 5: 5).

Las credenciales del rey

Jesús vino la primera vez como “el Rey de los judíos”, como lo atestigua incluso Poncio Pilato (Juan 19: 19). La inscripción hebrea colocada en la cruz decía Yehoshua Hanatzri Vemalech Hayhoodem [Jesús de Nazaret, rey de los judíos], que tenía el acrónimo YHVH, el nombre revelado de Dios. Por lo tanto, Pilato, como representante de Roma, quizás sin darse cuenta, reconoció a Jesús como el Rey. Sin embargo, las autoridades religiosas rechazaron a Jesús como el Mesías-Rey y en cambio lo crucificaron.

Sin embargo, Dios lo resucitó de entre los muertos y ascendió al cielo 40 días después (Hechos 1: 3), el mismo día del calendario de la fecha tradicional de la ascensión de Elías. Luego, por supuesto, diez días después se celebraba la Fiesta de las Semanas (Éxodo 34: 22), llamada en griego Pentecostés (Hechos 2: 1). Esta se celebraba siete semanas después de la Ofrenda de la Gavilla Mecida, mal llamada Pascua [de Resurrección].

Los evangelios del Nuevo Testamento nos dan el relato histórico de la disputa entre Jesús y las autoridades religiosas. El ministerio de Jesús estuvo marcado por muchos milagros significativos, que dejaron en claro a muchos que Él era en verdad el Mesías prometido. Mateo 1: 1-18 y Lucas 3: 23-38 dan la genealogía de Jesús, lo que prueba su descendencia del rey David.

Jesús también nació en Belén, el lugar de nacimiento de David (Mateo 2: 1; Lucas 2: 3-7). Esto había sido profetizado siglos antes en Miqueas 5: 2. La redacción de Miqueas 5: 2 también incluía algunas profecías ocultas en el texto hebreo que nos interesan. Comenzando con la primera yod, cada 49ª letra del texto hebreo de izquierda a derecha deletrea Yahshua, que es el nombre hebreo de Jesús. Además, si cuentas cada 48ª letra, deletrea María y José.

El Siervo Sufriente

Comenzando en Isaías 52: 13 y hasta Isaías 53 se describe al “Siervo Sufriente”, que profetizaba la humillación y el sufrimiento de Jesús por los pecados del pueblo. “Fue despreciado y abandonado entre los hombres” (Isaías 53: 3) y se creía que sería “herido por Dios y afligido” (Isaías 53: 4). Se suponía que las autoridades religiosas debían juzgar al pueblo según las Leyes y la Mente de Dios, por lo que cuando Caifás condenó a Jesús a muerte, se creyó que esta era la sentencia de Dios mismo.

Sin embargo, Dios tenía otro propósito que estaba oculto a las autoridades religiosas. Isaías 53: 6 dice: “Mas Yahweh hizo recaer sobre Él el pecado de todos nosotros”. Además, leemos que “Por la rebelión de mi pueblo fue cortado de la tierra de los vivientes, porque Él fue herido” (Isaías 53: 8). En otras palabras, pagó con su vida el precio por la transgresión de quienes la merecían. Se convirtió en la “ofrenda por la culpa” en nombre del pueblo (Isaías 53: 10).

Este es el lenguaje del sacrificio, donde se mataba a un cordero y su sangre se derramaba sobre la tierra para pagar por el pecado del pueblo. Así que Isaías 53: 7 nos dice que Él sería “como cordero que es llevado al matadero”. Isaías 53: 12 KJV dice: “Derramó su alma hasta la muerte”. La Ley de la Sangre nos dice en Levítico 17: 11: “el nephesh, [‘alma’] de la carne está en la sangre”. Por lo tanto, cuando el sacerdote ofrecía un sacrificio, derramaba la sangre en la que estaba el alma. Así que cuando la sangre de Jesús fue derramada en la cruz y cayó al suelo, fue su alma la que fue derramada, como lo declaró la profecía.

David mismo sufrió mucho, incluso como rey. En un momento en particular, escribió el Salmo 22, que comienza con “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”. Este era el título del Salmo. Jesús citó este Salmo en su totalidad (Mateo 27: 46), porque incluía muchos elementos de profecía que se cumplieron durante su crucifixión.

¿Quién crucificó a Jesús?

Todas las ofrendas (sacrificios) debían ser llevadas a un sacerdote (Levítico 5: 8) que había sido consagrado para este propósito. Cuando el sacerdocio fue establecido bajo Moisés, era ilegal que alguien que no fuera un sacerdote ofreciera sacrificios. Jesús era el sacrificio final por el pecado. Por lo tanto, era necesario que Él fuera ofrecido (crucificado) por los sacerdotes de su época. No fueron los romanos quienes crucificaron a Jesús, como muchos enseñan, porque ellos nunca fueron consagrados como sacerdotes.

Juan deja claro este punto en Juan 19: 16-18:

16 Entonces [Pilato] se lo entregó a ellos [los sacerdotes que exigían su crucifixión] para que lo crucificaran. 17 Entonces tomaron a Jesús, y Él, cargando su cruz, salió al lugar llamado de la Calavera, en hebreo, Gólgota. 18 Allí le crucificaron, y con Él a otros dos, uno a cada lado, y Jesús en medio.

La presencia de soldados no significa que fueran soldados romanos; también había guardias del templo, que eran oficiales bajo el mando del sumo sacerdote. La implicación es que estos guardias del templo escoltaron a Jesús hasta la cruz. No se sabe con certeza quién le clavó los clavos en las manos y los pies, pero Juan atribuye a los sacerdotes la crucifixión de Jesús.

Esto significa que Jesús fue crucificado legalmente y, por lo tanto, fue una ofrenda aceptable para Dios. Por lo tanto, su sacrificio trajo salvación al mundo. Las acusaciones contra Él eran falsas, por supuesto, pero la manera real en que fue ofrecido como sacrificio por el pecado se hizo de acuerdo con la Ley. Jesús cumplió cada Ley que profetizaba acerca de Él. Para algunos, esto es carne dura que los ahoga, pero es de vital importancia entender cómo la Ley del Sacrificio nos proporciona tipos y sombras que seguramente debían cumplirse.