VOLVER A LO BÁSICO (Israel no es Judá), Dr. Stephen Jones (GKM)

 


Fecha de publicación: 08/07/2024
Tiempo estimado de lectura: 7 - 9 minutos
Autor: Dr. Stephen E. Jones

Uno de los conceptos erróneos más atroces del mundo actual que nos afecta a todos es que el Estado Judío es la reconstitución del Israel bíblico y, por tanto, es el heredero de las promesas hechas a Abraham. Esta idea errónea es perpetuada por quienes confunden los términos judío e israelita como si se refirieran al mismo pueblo.

El nombre Israel

El ángel le dio a Jacob el nombre de Israel en Génesis 32: 28. Años más tarde, poco antes de morir, Jacob pasó este nombre a los hijos de José. Al bendecirlos, dijo en Génesis 48: 16,

16 El ángel que me ha redimido de todo mal, bendiga a los muchachos [los hijos de José]; y que mi nombre viva en ellos...

A partir de entonces, nadie tenía el derecho legal de llamarse israelita a menos que estuviera en unidad con las tribus de José: Efraín y Manasés. Por supuesto, durante muchos siglos siguientes, esta cuestión nunca se planteó, porque las tribus estaban realmente unidas como una sola nación. Sin embargo, después de la muerte de Salomón, el reino quedó dividido (1º Reyes 12: 16-17). Judá y Benjamín formaron la Casa de Judá, y el resto de las tribus formaron la Casa de Israel.

A partir de entonces, los profetas nunca confundieron a las dos naciones. Al reino del norte lo llamaron Israel, o la Casa de Israel, o a veces simplemente Efraín (la tribu principal). Al reino del sur lo llamaron Judá, o la Casa de Judá. Entonces, cuando Jeremías se refirió a estas dos naciones, habló de “la casa de Israel y la casa de Judá” (Jeremías 5: 1111: 1031: 2733: 14). Si hubieran sido el mismo pueblo, no habría sido necesario incluir a la casa de Judá.

La Primogenitura

También es muy importante entender que Jacob pasó la Primogenitura a José y sus hijos, no a Judá. Leemos esto escondido en la genealogía de Rubén en 1º Crónicas 5: 1-2,

1 Ahora bien, el hijo de Rubén, el primogénito de Israel (porque él era el primogénito, pero por haber profanado el lecho de su padre, su primogenitura fue dada a los hijos de José, hijo de Israel; de modo que él [Rubén] no fue inscrito en la genealogía conforme a los derechos de primogenitura. 2 Judá prevaleció sobre sus hermanos, y de él salió el Príncipe, sin embargo, los derechos de primogenitura pertenecía a José).

A Judá se le dio el privilegio de proporcionar a los reyes de Israel y, en última instancia, también al Mesías. Sin embargo, la primogenitura pertenecía a José, se nos dice. Entonces, cuando el reino fue dividido, el cetro de Judá fue separado de la primogenitura de José. Y cuando los asirios conquistaron y deportaron a la Casa de Israel, la primogenitura no pasó automáticamente a Judá.

La idea errónea actual es que Judá de alguna manera heredó la Primogenitura de José, junto con el nombre de Israel. Esta es la Teología del Reemplazo original: que Judá reemplazó a Israel cuando los israelitas se convirtieron en las “tribus perdidas”. Los profetas enseñan claramente que Israel será restaurado y que cuando lo hagan, se reunirán con Judá.

La nación de Judá fue conquistada por Babilonia y exiliada durante 70 años. Pero Dios los trajo de regreso a la vieja tierra para que se cumpliera la profecía de Miqueas 5: 2, de que Cristo debía a nacer en Belén. Si algunos del pueblo de Judá no hubieran regresado para establecerse en la vieja tierra, ¿cómo podría entonces cumplirse la profecía de Miqueas? Por esta razón, el exilio más prolongado de Judá a manos de los romanos no tuvo lugar hasta 40 años después de que se completara el ministerio terrenal de Jesús.

Cuando Judá fue exiliada por Roma, el llamado de Judá a proveer al Rey ya se había cumplido en el Rey Jesús. Él fue la culminación de ese llamado prometido. Ningún Rey mayor podría venir, y se le dio el poder de una vida sin fin (Hebreos 7: 16). No podría tener sucesores.

La reconstitución de Judá

En Mateo 21: 18-22, leemos cómo Jesús maldijo una higuera infructuosa. El versículo 19 dice,

19 Viendo una higuera solitaria junto al camino, se acercó a ella y no encontró en ella más que hojas; y le dijo: “Nunca más saldrá de ti fruto alguno”. Y al instante se secó la higuera.

Es ampliamente reconocido que esta higuera representaba a la nación de Judá o Judea. Los maestros de la Biblia luego relacionan esto con la explicación de Jesús en Mateo 24: 32-34,

32 Aprended ahora la parábola de la higuera; cuando ya su rama esté tierna y broten sus hojas, sabéis que el verano está cerca; 33 Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, reconoced que Él está cerca, a las puertas34 De cierto os digo que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda.

Se entiende comúnmente que lahiguera hechó sus hojas en 1948, cuando se estableció el Estado Judío. Eso es ciertamente verdad, y fue una señal de que Él está cerca, a las puertas. Esto trajo gran entusiasmo a la Iglesia por recibir una señal firme de la Segunda Venida de Cristo. Sin embargo, parecieron olvidar que la maldición de Jesús decía: "Nunca más habrá fruto de vosotros". Entonces, aunque esta higuera realmente cobró vida, vemos que sólo ha podido producir hojas, no frutos.

Las hojas de higuera no son higos. Jesús quiere fruto: el fruto del Espíritu. Las hojas de higuera han sido un problema desde Adán (Génesis 3: 7), donde representan una falsa cobertura para el pecado. Las hojas de higuera representan la autojustificación y la falsa justicia. En otras palabras, la nación de la higuera en los últimos días NO iba a producir jamás el fruto del Reino. En cambio, el fruto vendría de Israel, como leemos en Isaías 27: 6,

6 En el día venidero Jacob echará raíces, Israel florecerá y retoñará, y llenarán de fruto el mundo entero.

Aunque los fundadores de la nación de la higuera eligieron llamarla Israel, el profeta se refería al Reino norteño de Israel, no a los judíos de Judá. (Judío es la abreviatura de Judá). En 1948, la nación era un Estado Judío; la casa de Israel todavía seguía “perdida”. Israel debía dar fruto, pero la higuera de Judá debía producir sólo hojas. De hecho, si el Estado Judío alguna vez experimenta un avivamiento nacional y produce frutos, entonces se demostrará que Jesús es un falso profeta.

El establecimiento de “Israel” en 1948 fue de hecho un marcador de tiempo importante, un aviso con respecto a la Segunda Venida de Cristo, pero al final, sigue permaneciendo bajo la maldición de Jesús. Por supuesto, hay muchos judíos individuales que han venido y vendrán a Cristo, pero la nación misma nunca dará fruto.

Reunificación

La profecía muchas veces se cumple de maneras inesperadas. Esto se debe a que los detalles proféticos a menudo son incompletos y están sujetos a malas interpretaciones. La clave para una interpretación adecuada es comprender la diferencia entre los dos pactos. Cuando el Antiguo Pacto fue reemplazado por el Nuevo Pacto (Hebreos 8: 13), se produjeron muchos cambios, como se registra en el libro de Hebreos.

Entonces leemos cómo Abraham realmente no buscó una herencia en la antigua tierra de Canaán, sino que buscó “una patria mejor, es decir, celestial (Hebreos 11: 16). También buscó una ciudad mejor, la Jerusalén celestial, en contraposición a la ciudad terrenal del mismo nombre (Hebreos 11: 10). Cuando hay dos ciudades con el mismo nombre, es fácil confundirlas. Sin embargo, el nombre hebreo de la ciudad es Yerushalayim, que literalmente significa "dos Jerusalén-es".

Por eso, Jeremías 19: 10-11 profetiza que la ciudad terrenal sería destruida tan completamente que a los hombres les resultaría imposible repararla o reconstruirla. Pero en Apocalipsis 21 se ve a la Jerusalén celestial como la ciudad perdurable. Los profetas del Antiguo Testamento, sin embargo, no intentan distinguir entre las dos. Simplemente hablan de “Jerusalén” y dejan a los apóstoles del Nuevo Testamento discernir a qué ciudad se hace referencia.

Pablo nos dice quién es judío y quién no en Romanos 2: 28-29,

28 Porque NO es judío el que lo es exteriormente, ni es circuncisión la que se hace exteriormente en la carne. 29 Sino que ES judío el que lo es interiormente; y la circuncisión es la que es del corazón, por el Espíritu, no por la letra; y su alabanza no viene de los hombres, sino de Dios.

Los judíos de su época se enorgullecían de su judaísmo por haber sido circuncidados en la carne. Pero eso no alababa a Dios (Judá significa “alabanza”). Para alabar a Dios y estar a la altura del nombre de Judá se requiere la circuncisión del corazón, que viene a través del Nuevo Pacto. Nadie puede pretender ser del Nuevo Pacto aparte de Cristo, el Mediador de ese Pacto.

Por lo tanto, cuando uno tiene fe en Cristo, se convierte en miembro de la tribu o reino de Judá a los ojos de Dios. La Iglesia nunca reemplazó a Judá. La Iglesia (los verdaderos creyentes) SON la tribu de Judá.

Pero llevando esto un paso más allá, ¿cómo se puede llegar a ser israelita, es decir, heredero de la primogenitura? Esto implica convertirse en un Vencedor que sea elegible para convertirse en un hijo manifestado de Dios. La filiación es nuestra herencia, como está escrito acerca de José en Génesis 49: 22,

22 Rama [ben, “hijo”] fructífera es José, rama fructífera junto a un manantial; sus ramas se extienden sobre el muro.

Un “judío” es aquel que se une a Jesús, quien vino la primera vez de la tribu de Judá y quien vino como Rey. Un israelita es un hijo fructífero de Dios, transformado a la imagen de Cristo y manifestado en gloria en el momento de la primera resurrección (Apocalipsis 20: 6). Tal estatus no se basa en la genealogía sino en la fe de uno, es decir, la circuncisión del corazón seguida de la producción de frutos.


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