UN DIOS, UNA HUMANIDAD, UN CAMINO, UN MEDIADOR, UN NOMBRE, Tim Challies

 




Esta es una afirmación controvertida que hacemos los cristianos, una afirmación que nos pone en desacuerdo con la gran mayoría de las personas en esta Tierra. Afirmamos que, por la gracia de Dios, nosotros estamos en lo cierto y ellos no, que nosotros conocemos la manera de estar bien con Dios y ellos no. Esta gran afirmación no se basa en nada de lo que somos ni en nada que hayamos hecho, se basa únicamente en quién es Dios y lo que Dios ha hecho. 

Algunos manifiestan de manera acusatoria que esta afirmación exclusiva es injusta, poco amable, indebida y poco humilde. Nosotros insistimos en que representa la realidad tal como Dios la ha revelado. Esta controvertida afirmación se fundamenta en otras más, todas ellas exclusivas a su manera.

Un solo Dios. Hay un solo Dios. Esta es la afirmación más fundamental, que en todo el Universo hay un solo Dios, un Dios supremo, con letras mayúsculas, que creó este mundo, posee este mundo y mantiene la supremacía sobre él. «Escucha, oh Israel, el Señor es nuestro Dios, el Señor uno es» (Dt 6: 4). Hay muchos competidores, muchos pretendientes, pero son, en el mejor de los casos, dioses en minúscula, perversiones de lo que Dios creó como bueno y muy bueno. Hay «un Dios y Padre de todos, que es sobre todos, y por todos, y en todos» (Ef 4:4-6).  

Una Humanidad. Hay una humanidad. Este único Dios creó una humanidad. Él creó a un hombre y a una mujer de quienes todos nosotros descendemos tanto física como espiritualmente. Él creó a estas personas perfectas y vio cómo se rebelaban. Los creó para tener comunión con Él, pero los vio resistir, huir, alienarse a sí mismos. Llevamos su ADN en cada célula de nuestro cuerpo y llevamos su depravación en cada una de nuestras partes: nuestros cuerpos, almas y mentes. Cuando se trata de nuestro descenso y sus consecuencias, no hay distinción: «Por cuanto todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios» (Ro 3: 23). El Dios único gobierna de tal manera que todos son responsables de reconocerlo y someterse a su gobierno. «De modo que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí mismo» (Rom. 14: 12). Hay una sola humanidad, caída en una lamentable futilidad, enfrentando el terrible juicio de Dios.    

Un camino. Hay un camino. Este Dios no nos ha abandonado, a pesar de nuestro linaje y a pesar de nuestras acciones. Portamos el pecado heredado y portamos el pecado cometido, portamos la carga de habernos alejado de Dios y de haberlo traicionado. Sin embargo, Él ofrece una manera de recuperar todo lo que perdimos. Un camino. El único camino. Lo ofrece a través de su Hijo Jesús, quien dice: «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por Mí» (Jn 14: 6). Jesús representa el camino que atraviesa la gran distancia entre Dios y el hombre, el camino que lleva del aislamiento a la amistad. Él representa el único camino, la única ruta, la única manera. 

Un mediador. Hay un mediador. La separación entre Dios y el hombre es demasiado dominante y terrible para ser resuelta por quienes la causaron. No podemos navegar o negociar nuestro camino de regreso a la gracia de Dios. Necesitamos a alguien que esté dispuesto y sea capaz de representarnos ante Dios, para defendernos y abogar a nuestro favor. Jesucristo es ese único mediador. «Porque hay un solo Dios, y también un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, quien se dio a Sí mismo en rescate por todos, testimonio dado a su debido tiempo» (1ª Tim. 2: 5-6). Él se interpone entre los convictos y el juez para defender su caso, para insistir en su inocencia, para clamar que Él mismo ha pagado su rescate.  

Un nombre. Hay un solo nombre. Hay, pues, un solo nombre en el que se encuentra la salvación. «Y en ningún otro hay salvación, porque no hay otro nombre bajo el cielo dado a los hombres, en el cual podamos ser salvos» (Hch 4: 12). No hay otro nombre por el cual podamos ser salvos aparte del nombre de Jesús. Él es el camino, Él es el mediador, Él es el nombre, Él es el único.

Todos los beneficios que ofrece son nuestros cuando invocamos su nombre, cuando ponemos nuestra esperanza y nuestra confianza en Él y solo en Él.   

El único.  ¿Es injusto, poco amable, indebido, poco humilde insistir en la exclusividad de Jesucristo? No, es injusto, poco amable, indebido y poco humilde no hacerlo, porque al hacerlo simplemente estamos describiendo la realidad. Al hacerlo, estamos ofreciendo esperanza.  Si hemos de volver a Dios, debemos entrar y pasar por medio de Jesucristo. Debemos entrar y pasar solamente a través de Jesucristo. Él exige exclusividad. No podemos usar a Jesús para cubrir nuestras apuestas, agregar un pequeño Jesús a nuestros propios esfuerzos o a otro gurú o deidad. No podemos usar a Jesús como un camino preferido mientras permitimos que otros sigan sus propios caminos, sus propios senderos. Porque Jesús no es un camino, sino el camino: el único camino que hay, el único camino que ha existido, el único camino que existirá


Tim Challies

(Gentileza de Esdras Josué ZAMBRANO TAPIAS)

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