NÚMERO 314SEPTIEMBRE 2014
¿Quién es el Anticristo?
“Anticristo” es una palabra utilizada sólo por un escritor bíblico. Juan escribe sobre el anticristo cinco veces en dos de sus epístolas. Una de estas veces lo escribe en plural, “anticristos” y otra vez se refiere al “espíritu del anticristo”. Juan parece hablar del anticristo como un individuo del fin de los tiempos, pero también como un grupo de personas (“anticristos”) que tienen “el espíritu del anticristo”. Pero como el mismo Juan nos define el término, leamos 1ª Juan 2: 18-23,
18 Hijitos, ya es la última hora; y así como oísteis que el anticristo viene, así ahora se han levantado muchos anticristos; por esto sabemos que es la última hora. 19 Salieron de nosotros, pero en realidad no eran de nosotros; porque si hubieran sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se demostrara que no todos son de nosotros. 20 Pero vosotros tenéis la unción del Santo, y todos lo sabéis. 21 No os he escrito porque no conozcáis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna mentira es de la verdad. 22 ¿Quién es el mentiroso sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es el anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. 23 El que niega al hijo no tiene al Padre; el que confiesa al Hijo, tiene también al Padre.
La definición principal de Juan del anticristo es "el que niega al Padre y al Hijo". Explica esto diciendo que quien niega que Jesús es el Cristo no sólo ha negado al Hijo sino también al Padre. No se puede pretender adorar al Padre si se rechaza al Hijo. Jesús fue la encarnación del Dios del Antiguo Testamento.
Esta declaración parece estar dirigida específicamente a los seguidores del judaísmo que habían rechazado a Jesús como el Mesías y, sin embargo, afirmaban estar adorando al Dios del Antiguo Testamento. Juan no está de acuerdo con ellos, diciendo: "Quien niega al Hijo no tiene al Padre".
Juan también nos da ciertas evidencias que nos ayudan a poner en contexto el tema del anticristo. Nos dice claramente en el versículo 18 que el hecho de que “han surgido muchos anticristos” es prueba de que “es la última hora (tiempo)”. Juan entendió que en la “última hora” habría el surgimiento del anticristo (singular) y los anticristos (plural). Si ya había anticristos en los días de Juan, cuánto más hoy, porque nosotros también creemos que estamos viviendo en la última hora (de la Edad Pentecostal).
Juan dice además que estos anticristos en algún momento habían sido "de nosotros". La separación ocurrió cuando los líderes religiosos rechazaron al heredero legítimo del trono de David e indujeron al pueblo a exigir su crucifixión. Al dejar al Rey, abandonaron la tribu de Judá, fundando su propia tribu y usurpando ilegalmente el nombre de Judá, o judío.
En su época se habría entendido que la definición de Juan del término “anticristo” estaba dirigida a aquellos que se llamaban a sí mismos judaítas (“judíos”), afirmando adorar al Padre, pero que en realidad habían rechazado al Padre al rechazar al Hijo. Juan deja claro que no es posible adorar al Padre rechazando al Hijo. Contradecir los escritos inspirados de Juan es apoyar la agenda del anticristo.
Por la forma en que Juan lo describe, es obvio que esperaba ver una mayor manifestación de este regreso al judaísmo en los últimos días. Juan dice que “por esto sabemos que es la última hora”. En otras palabras, “la última hora” se manifiesta o se hace evidente cuando los cristianos regresan a las prácticas del judaísmo del Antiguo Pacto y apoyan las creencias de los sacerdotes del templo.
El libro de Gálatas es una prueba de que los cristianos ya estaban tratando de regresar al judaísmo, pensando que Jesús podría agregarse al judaísmo para crear una religión perfecta. Pero Pablo deja en claro que uno no puede estar bajo el Antiguo y el Nuevo Pacto al mismo tiempo. En Gál. 4: 22-31 Pablo muestra que uno no puede reclamar como madre a Agar y Sara al mismo tiempo. Estas madres representan los dos pactos, y sólo los hijos de Sara pueden ser herederos de las promesas de Dios.
Por lo tanto, ya era “la última hora” en el primer siglo. Hoy estamos en los últimos minutos y volvemos a ver el mismo problema de los cristianos judaizantes, aunque ahora se les llame cristianos sionistas.
El significado literal de anticristo
El término griego “anticristo” se compone de dos palabras griegas: anti y christos. En Mat. 2: 22 tenemos una ilustración del significado de anti. Se lee,
22 Pero cuando oyó que Arquelao reinaba en Judea en lugar de [griego: anti ] su padre Herodes, tuvo miedo de ir allí.
La palabra anti significa "en lugar de", en el sentido de que alguien reemplaza a otro. Es más que simplemente actuar en nombre de otro (es usurpar), como un vicepresidente que actúa en nombre del presidente durante su ausencia. El vicepresidente no se atrevería a hacer nada que el presidente ausente no haría, porque si se atreviera a hacerlo, entonces el vicepresidente sería en realidad un usurpador.
La palabra anti, tal como se aplica en Mat. 2: 22 arriba, significa que Arquelao reemplazó a su padre Herodes, que había muerto. Si, por otra parte, Arquelao hubiera derrocado a su padre Herodes y luego hubiera gobernado Judea “en lugar de” su padre Herodes, los hombres dirían que había usurpado el trono ilegalmente.
Juan usa el término “anticristo” en el sentido de que los líderes judíos habían usurpado el trono del verdadero Rey, Jesucristo. Estaban gobernando “en lugar de” o como anticristo. Desafortunadamente, la gente común que continuó siguiendo y apoyando a los usurpadores estuvo implicada en esto en un nivel secundario. A menos que se arrepintieran y aceptaran a Jesús como Rey, seguirían siendo el pueblo del anticristo. No son necesariamente personas “malas”, simplemente no se arrepienten de haber rechazado a Jesús como el Mesías.
Por eso Juan describe al anticristo en términos de aquellos que rechazan al Rey, negando que Jesús era el Mesías que el Padre había enviado para gobernar la Tierra.
Los escritores de la Iglesia Primitiva
Ignacio, obispo de Antioquía en el siglo I, vivió entre el 30 y el 107 dC. Esto lo convierte en contemporáneo de todos los apóstoles, aunque sobrevivió a Juan unos diez años. Él fue uno de los que dijo que cuando era niño, uno de los 500 que presenciaron al Cristo resucitado. Escribió varias epístolas, incluida una a la iglesia de la ciudad de Magnesia. Su Epístola a los Magnesianos, Capítulo 10, dice:
“Es absurdo hablar de Jesucristo con la lengua y albergar en la mente un judaísmo que ahora ha llegado a su fin. Porque donde hay cristianismo no puede haber judaísmo”.
Nuevamente, Ignacio escribe en el capítulo 6 de su Epístola a los habitantes de Filadelfia:
“Si alguno predica al único Dios de la Ley y de los Profetas, pero niega que Cristo sea el Hijo de Dios, es mentiroso, como también lo es su padre el diablo, y es falsamente llamado judío, porque está poseído de mera circuncisión carnal”.
Ignacio muestra su conocimiento de las enseñanzas de Juan, no sólo sobre el judaísmo, sino que también se refiere a Juan 8: 44, donde Jesús dijo a los judíos que lo rechazaron: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo”. Asimismo, cuando Ignacio se refiere a un “falsamente llamado judío”, es evidente que se refiere a Rom. 2: 28-29, donde Pablo dice,
28 Porque NO es judío el que lo es exteriormente; ni la circuncisión es la exterior en la carne. 29 Sino que es judío el que lo es interiormente; y la circuncisión es la que es del corazón, por el Espíritu, no por la letra; y su alabanza [Judá significa “alabanza”] no es de los hombres, sino de Dios.
Juan está de acuerdo, diciendo en Apocalipsis 2: 9,
9 Conozco. . . la blasfemia de los que dicen ser judíos y no lo son, sino que son sinagoga de Satanás.
Así vemos que Pablo e Ignacio no sólo rechazan el judaísmo, sino que también crean un gran abismo entre el judaísmo y el cristianismo. Juan llama al judaísmo "la sinagoga de Satanás". Tanto Pablo como Ignacio también creían claramente que aquellos que rechazaron a Jesús, a pesar de todas sus afirmaciones, no son los verdaderos judaítas (judíos) en absoluto. Son sólo los “falsamente llamados judíos”. Estas son palabras fuertes, y ponen de manifiesto la gran brecha entre los higos buenos y los higos malos.
Las dos higueras
Una de las señales más importantes de Cristo y el anticristo se encuentra en Jeremías 24. En ese capítulo el profeta va al templo y ve dos cestas de higos, cada una traída por un granjero diferente como ofrenda de primicias.
Esto se convirtió en una ocasión de revelación divina. Dios dijo que los higos buenos eran aquellos hombres de Judá que se sometieron al juicio de Dios contra la nación. Estos se sometieron al rey Nabucodonosor de Babilonia, reconociéndolo como aquel a quien Dios le había dado autoridad para gobernar.
Los higos malos, por otro lado, fueron aquellos que se negaron a someterse al juicio de Dios y decidieron en cambio luchar contra Babilonia.
Esa misma diferencia de actitud se volvió a ver en los días de Jesús. Muchos no querían someterse al imperio bestial de su época (Roma), aunque Dios había hablado a través de Daniel que el reino “de hierro” de Roma recibiría autoridad divina para gobernar. Jesús, sin embargo, predicó la paz hacia Roma, siguiendo el mandato del profeta.
La nación de Judea produjo muchos “mesías” que intentaron liberarlos de Roma, pero cada vez el peso de la opresión sólo empeoraba a medida que esos falsos “mesías” fueron ejecutados. Después del rechazo de Jesús por la nación, los líderes judíos comenzaron a manifestar cada vez más la mentalidad de los “higos malos”, hasta que finalmente, Roma destruyó Jerusalén en el año 70 dC.
En esencia, los cristianos que siguieron a Jesús fueron los “higos buenos” de su época. La mayoría de los demás eran los “higos malos”, pero lucharon hasta el final, pensando que Dios vendría y los salvaría en el último minuto.
Es lo mismo hoy. Los higos malos todavía gobiernan el Estado de “Israel” y opinan que Jerusalén será la capital del Reino en la Edad venidera. Pero Pablo dice que Jerusalén es Agar, no Sara, y que la solución cristiana es “echar fuera a la esclava y a su hijo” (Gál. 4: 31). Los cristianos sionistas que se ponen del lado de los líderes israelíes que están contra Dios, están actuando como Judas, el traidor de Cristo.
Absalón usurpa el trono de David
Una de las historias más importantes del Antiguo Testamento se encuentra en 2º Samuel 15-18. Cuenta cómo Absalón usurpó el trono de David con la ayuda de Ahitofel, quien era amigo y consejero de David. El Nuevo Testamento volvió a contar esta historia con nuevos actores en escena. Jesús desempeñó el papel de David. Judas interpretó el papel de Ahitofel. El sumo sacerdote desempeñó el papel de Absalón.
En la historia original, Ahitofel se ahorcó poco después de traicionar a David (2º Sam. 17: 23), así como Judas también se ahorcó (Mat. 27: 5). Más tarde, cuando los apóstoles se reunieron para decidir sobre el reemplazo de Judas, Pedro identificó a Judas como el que cumplía el papel de Ahitofel, diciendo en Hechos 1: 16:
16 Hermanos, era necesario que se cumpliera la Escritura que el Espíritu Santo había predicho por boca de David acerca de Judas, el cual fue guía de los que prendieron a Jesús... 20 Porque está escrito en el libro de los Salmos: "Sea hecha desolada su heredad, y nadie habite en ella”; y “su oficio que otro hombre lo ocupe”.
Pedro citó dos pasajes que David había escrito sobre Ahitofel, el primero del Salmo 69: 25 y el segundo del Salmo 109: 8. Hay otros Salmos que podría haber citado, como el Salmo 41: 9,
9 Incluso mi amigo íntimo, en quien confiaba, el que comía mi pan, ha levantado contra mí su calcañar.
La perspicacia de Pedro muestra que había llegado a comprender el papel de Judas en su conexión con Ahitofel. Sólo eso ya nos muestra que Jesús era David y que el sumo sacerdote era Absalón en la repetición de esta historia profética.
Al final, cuando David regresó para reclamar su trono, Absalón fue asesinado (2º Sam. 18: 15). ¿Qué nos dice esto sobre los sionistas de hoy? ¿Serán promovidos al gabinete de gobierno de Cristo como “pueblo elegido”? ¿Se le dará al anticristo el trono para gobernar con Cristo? No lo creo.
Desechar al hombre de pecado
Pablo habla de dos entidades en 2º Tesalonicenses 2: 3-4, el hombre de pecado (iniquidad, anarquía) y el hijo de perdición,
3 Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá a menos que venga primero la apostasía [apostasia, “desechar, rechazar'], y se revele [apokaluphthe, “devele”] el hombre de pecado [anomia], el hijo de destrucción [“perdición”], 4 que se opone a y se exalta por encima de todo supuesto dios u objeto de adoración, de modo que toma asiento en el templo de Dios, mostrándose como Dios.
Pablo habló de este evento como si tuviera lugar en el futuro. Lo vincula con el “día del Señor”, que, según Pablo, no tendrá lugar hasta que se produzca la apostasía por primera vez y quede expuesto el hombre de pecado que ha usurpado el trono de Cristo en el templo.
Pero la palabra apostasia significa literalmente “rechazar, desechar”, no “caer, apostatar”, como si alguien cayera pasivamente. Vemos esto en Hechos 21: 21, donde Pablo fue acusado de enseñar al pueblo a rechazar o “abandonar” (apostasía) a Moisés. La palabra significa “desechar” (rechazar) a Moisés. Pablo negó los cargos, porque sólo había abandonado el Antiguo Pacto, no la Ley de Dios que fue dada a través de Moisés. Pero el punto es que la palabra apostasia significa rechazar o desechar.
2ª Tes. 2: 3 dice que el “hombre de pecado” debe ser desechado, o desalojado del trono en el templo que le ha usurpado a Cristo. El conflicto en el Nuevo Testamento fue sobre el derecho a gobernar en el trono de Dios. Jesús vino como el Hijo de David, el ungido como el Cristo para reclamar el trono. Sin embargo, el hombre desaforado (inicuo, anárquico, sin ley), es decir, los propios líderes religiosos, habían matado al rey y habían usurpado el trono para sí (ver Mateo 21: 38). Jesús dijo en Mateo 23: 2, "los escribas y los fariseos se han sentado en la cátedra de Moisés".
El hijo de perdición
Judas apoyó a los líderes judíos y traicionó a Jesús. Por eso a Judas se le llama “el hijo de perdición” en Juan 17: 12. El “hijo de destrucción” en 2ª Tes. 2: 3 citado arriba, también es una referencia a Judas. Él es el discípulo que traicionó a Jesús al ayudar a los hombres malvados a matar al Rey y usurpar el trono. En Hechos 2: 23 Pedro, en su sermón pentecostal, dice,
23 a este hombre [Jesús], entregado por el plan predeterminado y el previo conocimiento de Dios, clavasteis en una cruz por manos de hombres impíos [anomos, “sin ley, inicuos”] , y le matasteis. (NASB)
Esta misma palabra griega anomos (“sin ley”) se usa nuevamente en 2ª Tes. 2: 8, donde Pablo dice que “el inicuo será revelado” o develado por la venida de Cristo.
No sé por qué la NASB (citada arriba) usó el término "impío" en lugar de sin Ley. Su mala traducción tiene poco sentido. La palabra griega para “impío” es atheos. Esta palabra se usa en Ef. 2: 12, donde habla de los “gentiles” como “sin esperanza y sin Dios [atheos, “impío”] en el mundo”. Por otro lado, la palabra griega anomos proviene del vocablo nomos, que significa Ley. La “a” lo hace negativo, “sin ley”.
El papel del “hijo de destrucción” ya no lo desempeña un sólo individuo como Judas. Hoy es un papel desempeñado por los “amigos” de Jesús (es decir, los cristianos sionistas) que apoyan a quienes usurparon el trono de Cristo. La diferencia hoy es que estos mismos usurpadores ahora han usurpado el nombre de la primogenitura, Israel, que Jacob dio a los hijos de José en Génesis 48: 16. Judas ahora se encuentra en el sionismo cristiano, porque apoya el reclamo judío de la primogenitura de José, al usar el nombre de Israel en el nombre de ese Estado.
De la misma manera, hoy la mayoría de los maestros cristianos de profecía ven el surgimiento del anticristo como algo realmente nuevo, con muy pocos precedentes bíblicos. Por lo general, no ven (o eligen ignorar) la historia de Absalón y Ahitofel y cómo ésta fue una alegoría profética de los eventos del Nuevo Testamento. Muy pocos entienden cómo estas cosas se han repetido en el siglo XX con el surgimiento del sionismo y el “Estado de Israel”. Por esta razón, gran parte de la enseñanza de la Iglesia ha inducido a error al pueblo a convertirse en uno con Judas, traicionando a su Amigo y Maestro.
De modo que Pablo se basó en su conocimiento de los acontecimientos ocurridos en Jerusalén en torno a la traición y crucifixión de Jesús cuando escribió la carta a la Iglesia de Tesalónica. Vio al hombre de pecado como un ente corporativo de higos malvados liderados por los principales sacerdotes del templo.
Pablo vio al hijo de destrucción, o hijo de perdición, como Judas, el traidor que los ayudó a usurpar el trono y el Mandato de Dominio de Jesús, el Rey legítimo. Juan dijo que originalmente habían creído en Cristo pero que habían regresado al judaísmo (1ª Juan 2: 19), abandonando así a Cristo y el Nuevo Pacto. El libro de Gálatas habla de esto con mayor detalle, mostrando cómo la judaización de la Iglesia fue un gran problema en el primer siglo.
Exposición y destrucción del Anticristo
Pablo dice esto en 2ª Tes. 2: 7-8,
7 El misterio de la iniquidad ya está obrando, sólo Él [Dios] que ahora restringe [o refrena a los higos malos] lo hará hasta que sea quitado del camino. 8 Y entonces será revelado [“desvelado”] aquel inicuo a quien el Señor matará con el soplo de su boca y acabará con la aparición de su venida.
Pablo está diciendo que los higos malos que han usurpado el trono de Dios en su templo serán expuestos, revelados o “quitados de en medio” en el momento de la Segunda Aparición de Cristo. Creo que esto se refiere a la destrucción final de Jerusalén como se profetizó en Jer. 19: 11.
¿Es esta la caída del anticristo? Sí, por supuesto que lo es, pero se refiere específicamente a los líderes de los judíos sionistas que usurparon ilegalmente el trono de David y la primogenitura de José.
Muchos esperan un “arrebatamiento” que sacará a la Iglesia de la Tierra, al principio, a la mitad o al final de una tribulación de siete años. Durante esta tribulación, dicen, el Anticristo aparecerá como un líder mundial y establecerá su cuartel general en un templo recién reconstruido en Jerusalén. Mostramos en nuestro libro, Las Leyes de la Segunda Venida, que el concepto de “rapto” necesita ser redefinido en términos de la Fiesta de los Tabernáculos. NO es un escape de la Tierra, sino una transformación del cuerpo. Los Vencedores que cumplan esta fiesta tendrán la capacidad de hacer lo que Jesús hacía después de su resurrección. Podrán “viajar” libremente entre el Cielo y la Tierra, primero enseñando a la gente en la Tierra y luego ministrando al Padre en el Cielo.
Debemos esperar y ver si un solo líder judío emergerá o no como el Anticristo. Sin embargo, hay poca diferencia. Lo importante es saber que toda la higuera malvada no merece ningún apoyo cristiano, ni financiero ni político.
Para que las Escrituras se cumplieran, los impíos tenían que usurpar los Mandatos de Dominio y Fecundidad, pero nosotros debemos permanecer fieles a Jesucristo y estar dispuestos, si fuera necesario, a vivir con David en el desierto, en lugar de en un palacio usurpado bajo Absalón.
En este final de la Edad Pentecostal, se nos presenta una opción similar a la que se le dio a la gente en los días de Jesús. Tomemos la decisión correcta, eligiendo seguir a Cristo, en lugar de al anticristo (colectivo, esté o no presidido por un único líder).
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